Buenos Aires. 09.05.95. La visión apocalíptica de que Menem pueda
dar un traspiés en las elecciones argentinas y que esté forzado a
dirimir en una segunda vuelta electoral, quedó superada.

Al menos eso estima el equipo de campaña de Carlos Menem que
decidió cambiar su estrategia política: desde ahora los discursos
electorales no harán más referencia a una posible segunda vuelta
y todos los sectores del gobierno deberán insistir en que Menem
tiene asegurado un triunfo por amplio margen.

El nuevo programa de propaganda fue calificado como un "golpe de
efecto" contra su principal rival José Bordón quien tiene
previsto un acto en la capital para exponer sus propuestas.

¿Golpe de efecto o intentar tapar el sol con el dedo? La
respuesta a la pregunta no está clara.

Como parte de su campaña Menem insiste en que tiene "más ganas de
ser presidente que en 1989", cuando ganó las elecciones generales
tras el mandato de Raúl Alfonsín.

Sin embargo, para continuar cuatro años más en el poder, Menem
necesita el 45% de los votos.De acuerdo a la reforma
constitucional, de 1994, será elegido presidente de la república
quien obtenga el 45% de los votos o más del 40%, pero con una
ventaja de al menos 10 puntos sobre el segundo candidato más
votado. En este caso José Bordón, candidato de la coalición de
centroizquierda, FREPASO.

Aunque las encuestas indican que Menem mantiene el primer lugar
en las intenciones de voto, el partido Justicialista peronista
-al que pertenece Menem- ha mostrado su preocupación sobre la
gran cantidad de indecisos, 25% cuando faltan menos de una semana
para las elecciones.

Los temores han aumentado después de las encuestas indican que el
presidente recibirá menos votos que los que se prevén en favor de
candidatos peronistas a gobernadores y legisladores, entre otros
cargos electivos que estarán en juego.

Las últimas encuestas señalan que el candidato de centroizquierda
José Bordón, aparece con mayores posibilidades de atraer los
votos de los independientes.

Según varios analistas Bordón, antiguo correligionario de Menem,
se ha convertido en su más importante rival político, al punto de
que algunas encuestas admiten la posibilidad de que el actual
presidente no logre la reelección automática.

Según un estudio publicado por el Diario "La Nación" Menem cuenta
con una intención de voto del 45.4% y Bordón con el 32.3%.

La coalición que lleva a Bordón como candidato a la presidencia
se formó en el últimos meses de 1994 y según muchos analistas
carece de ramas orgánicas en algunos puntos de Argentina. Aún
así, esta deficiencia no constituye una limitación puesto que la
encuestas reconocen que una parte de los militantes y
simpatizantes de los partidos tradicionales votarán por Bordón
para presidente, aunque seguirán fieles a sus partidos en lo que
se refiere a los candidatos al poder legislativo y a las
gobernaciones provinciales.

EL DESAFIO PROVIENE DE LA IZQUIERDA

José Octavio Bordón, el principal competidor del presidente
Carlos Menem en los comicios del domingo próximo, según las
encuestas previas, es un disidente del gobernante Partido
Justicialista (peronista) que aspira a forzar una segunda vuelta
electoral para poder derrotar al jefe del Estado.

Ex gobernador de la provincia de Mendoza (oeste), tiene 48 años y
opina que "la sociedad está esperando un cambio, sin perder cosas
que se consiguieron, como la estabilidad" económica lograda por
Menem y su ministro de Economía, Domingo Cavallo, en casi seis
años de gobierno.

Bordón llega a las elecciones tras haber hecho una alianza apenas
el año pasado con el centroizquierdista, también disidente del
justicialismo, Carlos "Chacho" Alvarez, a quien le ganó una
elección primaria en la que estuvo en juego el primer lugar de la
fórmula presidencial.

Como producto de la alianza se creó el Frente para el País
Solidario (FREPASO), una fuerza política surgida de acuerdos con
agrupaciones menores de izquierda, disconformes con el gobernante
peronismo y desahuciados por la crisis de la Unión Cívica Radical
(UCR).

Según el criterio generalizado en el mundillo político, tiene a
su favor, en contraste con el estigma de la corrupción que
identificó al gobierno de Carlos Menem, un pasado de gestión
prolija y de aumento de las exportaciones de los productos
mendocinos durante su administración.

A él le gusta recordar que las ventas al exterior crecieron de
100 millones a 250 millones entre 1987 y 1991 o la disminución de
la mortalidad infantil, pero sus detractores insisten en traer al
presente la polémica privatización de la importante bodega
vitivinícola Giol.

"La parte rentable de la empresa se la entregaron a dos grupos
económicos, mientras que el Estado se hizo cargo de una deuda de
500 millones de dólares", dijeron entonces algunos empresarios
viñateros.

Bordón respondía que "Giol ya no es más estatal sino más de 5.000
viñateros organizados en cooperativas".

Luego de remontar encuestas adversas ante su entonces
contrincante Alvarez, triunfó en unas elecciones abiertas en las
que votaron 537.000 personas y entonces comenzó su carrera hacia
la posibilidad de convertirse en obstáculo para la reelección
anhelada por Menem.

Desde 1983 basó la presentación de su imagen en la austeridad y
el bajo perfil cuando la batalla política se torna áspera, fue
diputado nacional antes de gobernar Mendoza y actualmente es
senador por su provincia.

Embarcado en el propósito de convertirse en presidente, en 1991
viajó con su familia a Georgetown (Washington DC) para cursar un
seminario sobre políticas públicas y dictar clases en el Center
for Latinoamerican Studies.

Allí estudió también el sistema de financiamiento de la actividad
política americana y adoptó el esquema de trabajo en equipo de
los claustros universitarios.

Las últimas encuestas indicaron un crecimiento de Bordón en la
intención de voto del electorado y, obviamente, un acercamiento a
la tendencia de votos favorables a Menem, con lo que la
posibilidad de una segunda vuelta electoral no parece
descabellada a pocos días de los comicios.

La estrategia gubernamental para contrarrestar la probable buena
performance de Bordón es la de generar desconfianza respecto del
candidato entre los grandes inversores. "Si ganara las
elecciones, Argentina se estancará y los inversores huirán
espantados", amenazó el ministro Domingo Cavallo. (AFP-EFE-HOY) (10A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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