Quito (Ecuador). 23.09.95. Paola Reyes iba a cumplir 20 años
en octubre. Según cuentan sus amigas, en los últimos meses
todo le habÃa salido muy bien: desde el año pasado trabajaba
en el equipo de modelos del programa Super Sábados de
Gamavisión, conducÃa un programa de videos en el Canal 13,
modelaba en varios lugares, tomaba clases de inglés, y
recientemente habÃa comprado un automóvil con el dinero de sus
múltiples trabajos.
Sus sueños se apagaron el jueves en la madrugada, después de
haberse sometido a una cirugÃa estética que le provocó una
fuerte infección, quizás porque la silicona estaba infectada,
o porque la operación no se realizó con las suficientes normas
de higiene.
La historia de esta tragedia comenzó el lunes pasado cuando
Paola -sin contarle nada a nadie- ingresó a la ClÃnica de
CirugÃa Plástica y Estética, donde el doctor Carlos Hernán
JarrÃn le implantó siliconas en los glúteos.
El mismo lunes, después de algunas horas de recuperación,
Paola se comunicó con su madre y salió a descansar en su casa.
El martes la joven regresó a la clÃnica porque se sentÃa muy
adolorida, aunque el médico le repetÃa que todo iba muy bien.
A las pocas horas el dolor comenzó a volverse insoportable y
Paola empeoró. Entonces Carlos JarrÃn decidió volver a
intervenir para sacarle las siliconas, pero se encontró con
una fuerte infección que comenzaba a tomarse el cuerpo de la
joven. En esas circunstancias, la madre de Paola la trasladó a
la ClÃnica San Francisco, donde los médicos dijeron que la
joven tenÃa un 90 por ciento de probabilidades de morir porque
la infección se habÃa tomado el estómago.
El miércoles la cosa se puso más grave. Paola sufrió un primer
paro cardÃaco, del que se sobrepuso. El jueves en la madrugada
sufrió un segundo paro, pero no pudo resistir.
Hubo varias irregularidades
La ClÃnica de CirugÃa Plástica y Estética empezó a funcionar
hace 10 meses en una vieja casa de la avenida Orellana, donde
se adaptaron habitaciones y un quirófano.
Paola encontró el lugar por casualidad. Averiguó y se animó a
operarse. A los pocos dÃas le hicieron los chequeos pre
operatorios, donde le diagnosticaron que tenÃa anemia, pero
también le informaron que las cirugÃas estéticas tienen un
riesgo bajÃsimo, el 5%, y un costo moderado, cuatro millones
de sucres. Según una de las amigas de Paola, aparentemente el
doctor JarrÃn le hizo firmar a la joven un documento donde
ella asumÃa todos los riesgos de la operación.
Después de la muerte de Paola Reyes, la Dirección de Salud
conoció que la ClÃnica de CirugÃa Plástica y Estética no tenÃa
permiso de funcionamiento, y que las condiciones de trabajo no
eran adecuadas: en el quirófano se habÃa colocado un
extinguidor de incendios que, según dijeron los médicos, tiene
el riesgo de oxidarse y originar bacterias; además, este mismo
quirófano -donde fue operada Paola- tenÃa una pequeña
ventolera que no cerraba, por lo que estaba tapada con un
trozo de madera.
El director provincial de salud ordenó al comisario clausurar
el local. Parece que la orden llegó tarde: Paola murió el
jueves y ayer en la mañana algunas personas se comunicaron con
Gamavisión para denunciar que también tuvieron problemas con
la ClÃnica.
Al momento la familia Reyes tramita un juicio por mala
práctica médica contra el doctor JarrÃn. Los trámites tomarán
su tiempo: habrá que esperar la resolución del Tribunal de
Honor del Colegio Médico, que decidirá a partir de los
resultados de la autopsia y las investigaciones policiales.
La belleza tiene riesgos
El caso de Paola Reyes no es el primero que sucede en nuestro
paÃs. En febrero del año pasado, Catalina Hidalgo, una joven
de 24 años, se sometió a una cirugÃa estética de la nariz en
la ClÃnica Adventista.
A diferencia de Paola, Catalina se encontraba en excelentes
condiciones de salud; tanto es asà que dÃas antes habÃa
asistido a un curso de paracaidismo.
Catalina falleció durante la operación que le practicó el
doctor Marcelo Garzón, en compañÃa de la anestesióloga Honoria
Bejarano, quien justificó la muerte de la joven aduciendo que
ésta sufrió un edema masivo y no reaccionó con las substancias
que se le aplicaron. Otros médicos dicen, en cambio, que la
muerte de Catalina obedeció a una atención inexperta de la
anestesióloga.
Los padres de Catalina pusieron una demanda ante el Tribunal
de Honor del Colegio Médico, pero éste fue incapaz de dar un
fallo.
Entonces la familia Hidalgo inició un juicio penal en contra
de la anestesióloga.
Asà se podrÃan citar múltiples casos, como el que sucedió en
1992 cuando dos personas murieron por la acción del cirujano
estético Morales Guzmán, implicado en varios casos.
El problema es que el deseo de alcanzar la belleza a través de
la cirugÃa estética tiene riesgos, como cualquier intervención
quirúrgica: si falla el proceso de la anestesia general una
persona puede morir; una confusión entre tendones y nervios
puede dejar una mano paralizada; si la liposucción rompe un
bazo importante puede provocar la muerte.
A pesar de que existen riesgos, hoy en dÃa la cirugÃa estética
se ha puesto en boga, sobre todo entre las personas de clase
media y alta.
Según los médicos, no existe región del cuerpo que no pueda
ser modificada: los pómulos pueden ser ampliados, se puede
retirar dos costillas duodécimas para reducir la cintura, se
puede quitar arrugas, papadas, reformar mal formaciones de las
orejas, labios, aumentar y disminuir los senos, extraer grasa
y, entre otras cosas, cambiar la nariz, que es la cirugÃa
estética más común en nuestro paÃs.
Para tener una idea de los costos, la Revista Vistazo publicó
en agosto del año pasado un artÃculo en el que se decÃa que,
en ese entonces, una cirugÃa de nariz tenÃa un costo mÃnimo de
1,5 millones de sucres (con una duración de 1 a 2 horas y
medio dÃa de postoperatorio), el estiramiento abdominal de 3,5
a 4,5 millones, el "peeling facial" (raspado del rostro) de 1
a 1,5 millones, los labios de 1 a 1,5 millones y la
liposucción local (sacar la grasa) de 500 mil a un millón de
sucres. Sin embargo, según la misma revista, los costos
tienden a la baja porque buena parte de los cirujanos ha
empezado a operar en sus propios consultorios, evitando asÃ
onerosos egresos hospitalarios.
Cortos
-Las mujeres chinas debÃan reducirse los pies desde que
nacÃan; los pies grandes eran considerados antiestéticos.
-En la época victoriana, en Inglaterra, estuvo de moda que las
mujeres atravesaran sus pezones con anillos.
-En algunas culturas africanas los hombres debÃan lacerarse
los órganos genitales para aparecer más atractivos y provocar
más deseo en la mujer.
-Según una encuesta realizada en junio de este año por Informe
Confidencial, en Quito el culto a la flacura ganó en una
proporción de tres a uno y en Guayaquil de cuatro a uno.
-La misma encuesta mostró que en Quito mientras más alta es la
clase social más impopulares son los gordos.
-En Quito un 20% de los ciudadanos dijo que ha hecho dieta
alguna vez; en Guayaquil el 32%. (Diario HOY) (8A)