Washington (Estados Unidos). 18 sep 95. La mediocridad de la
actual clase política norteamericana obliga a los partidos a
buscar reproducciones de viejos líderes o modelos que, en su
tiempo, supieron cautivar. Así, los demócratas creyeron haber
encontrado hace cuatro años en Bill Clinton a un nuevo John
Kennedy; y los republicanos, desconfiados de las posibilidades
de Bob Dole, perfilan todavía, con Newt Gingrich, al sucesor
de Ronald Reagan. Esa misma mediocridad, que se manifiesta en
este arranque de campaña electoral en un generalizado
desencanto, puede abrir hueco al general Colin Powell, quien a
su vez no es más que la réplica de otro general, Ike
Eisenhower, que ganó la presidencia de Estados Unidos en 1952
aprovechando su historial militar.

Colin Powell no ha confesado todavía oficialmente su intención
de competir por la Casa Blanca, pero sus ambiciones
presidenciales quedan claramente reflejadas en el libro
autobiográfico (Mi travesía americana) que aparece mañana y
que Powell promocionará en una larga gira de formato y
contenido claramente electoralistas.

La operación Powell es por el momento, y mientras no se
demuestre lo contrario, puramente comercial. El general
retirado que ganó fama mundial por su victoria en la guerra
del Golfo ha cobrado ya seis millones de dólares por
anticipado por la publicación del libro, cantidad a la que hay
que añadir los 5O.OOO dólares que recibe por cada conferencia.
Es obvio que si Powell hubiera confesado ya sus planes
futuros, su cotización sería muy inferior y la expectación en
torno a él, que actualmente supera a la de cualquier personaje
público de EE UU no habría alcanzado tales cotas.

Por esa razón, y por el extremado sentido de la prudencia que
ha caracterizado toda su carrera, Colin Powell extenderá todo
lo posible -él ha dicho que hasta noviembre- el plazo para
anunciar una decisión. Hasta entonces, Powell tiene
garantizado el centro de la atención nacional. La misma semana
en que la revista Newsweek le dedicó su portada, el aspirante
intentó clarificar las dudas que sobre su decisión final se
plantean. Powell comienza a enseñar sus cartas. El general que
ganó la guerra del Golfo ha anunciado que, en el caso cada
día más probable de que decida competir por la presidencia "lo
más fácil" seria hacerlo como candidato del Partido
Republicano, ya que sus ideas conectan con la tradición
centrista de este partido, pero tampoco descartó totalmente
otras opciones, ni siquiera la de desafiar a Bill Clinton
dentro del Partido Demócrata.

En una entrevista con la periodista Barbara Walters que el
viernes 15 fue emitida dentro del programa de televisión
20-20, Powell expuso las posiciones políticas que lo separan
marcadamente de la mayoría de los actuales candidatos
republicanos, pero reconoce que sus opciones de victoria
serían mayores dentro de las filas conservadoras.

La participación de Powell en las primarias republicanas
provocaria una verdadera conmoción en el seno de ese partido,
que en los últimos meses se ha orientado hacia posiciones de
derecha radical encabezadas por aspirantes como Bob Dole, Newt
Gingrich o Pat Buchanan que podrían, a la larga, disminuir sus
opciones de victoria frente a Clinton.

Estos son algunos de los puntos de vista del general retirado
sobre los asuntos más polémicos de la actual campaña
electoral:

Aborto. "Si una embarazada quiere abortar, la decisión le
corresponde a ella de acuerdo a sus doctores, su familia, su
conciencia y su Dios".

Discriminación positiva (programas de protección a las
minorias). "Yo me beneficié de la discriminación positiva en
el Ejército. Si alguien necesita un poquito de ayuda para que
se encuentre en una posición de igualdad, tenemos que darle
esa ayuda".

Control de armas. "Soy propietario de armas y defiendo
firmemente la segunda enmienda constitucional que
protege el derecho a poseer armas de fuego. Pero creo
necesario imponer una cierta dificultad a la adquisición de
armas para estar seguro de que soy un ciudadano
suficientemente responsable como para poseer armas".

Oración en las escuelas. "No veo inconveniente en reservar un
momento de silencio para la oración, pero estoy en contra de
toda clase de estructura que nos diga qué tenemos que rezar".

Política económica. "Soy un conservador en cuanto a política
fiscal, pero con conciencia social".

Pena de muerte. "La apoyo".

Excepto en estos dos últimos puntos, Powell discrepa de la
tendencia dominante del Partido Republicano en todo
lo demás. El general cree que esa fuerza política tiene un
respaldo moderado mucho mayor que el que ahora parece, y
cree que él sería capaz de ganar ese respaldo. El problema es
que la candidatura hay que ganarla en elecciones primarias, y
los republicanos que votan en ese proceso, como demuestra la
historia, son mucho más conservadores que los que lo hacen
finalmente en las elecciones presidenciales. Aparentemente,
sólo un descalabro de Bob Dole, el principal candidato
republicano en la actualidad dejaría espacio para Powell.

En el Partido Demócrata, aunque Powell no descarte esa
posibilidad, su acomodamiento es aún más difícil que en la
oposición.

La mayoría de los comentaristas se inclinan a pensar que, si
es candidato, Powell tendrá seguramente que asumir el desafío
de hacerlo como independiente, lo que reduciría mucho sus
posibilidades de éxito.

Tanto como critica a los republicanos por su insensibilidad
social y su retórica moral de extrema derecha, Colin Powell
critica al presidente Bill Clinton por su política exterior de
forma muy dura en cuanto le dan una oportunidad. En la
entrevista con Barbara Walters, el general declaró: "No soy un
admirador de la manera en que esta Administración maneja la
política exterior. Todo el proceso está falto de coherencia.
(...) Cuando hemos llegado a una situación en la que tus
amigos, tus aliados y tus rivales no están realmente seguros
de que la decisión que has tomado hoy va a ser la misma la
próxima semana, entonces estás limitando seriamente nuestra
posición en el mundo", afirma Powell. Por esa razón, según
explica en su libro Mi travesía americana, que se acaba de
poner a la venta en Estados Unidos, rechazó la oferta de
Clinton de que ocupase el cargo de secretario de Estado, tras
dejar la jefatura del Estado Mayor norteamericano, desde la
que ganó la guerra del Golfo.

Firme en la política exterior, conservador en lo económico,
sensible en lo social: ¿es ésa la combinación mágica para
ser presidente de EE UU?. Powell va a intentar descubrir la
respuesta y sus propias posibilidades a lo largo de una gira
por el país presentando sus memorias de niño pobre que llega a
las puertas de la Casa Blanca.

Time también le ha dedicado una portada y un largo resumen de
su libro. Tras la entrevista con Barbara Walters en la
televisión, el general inició en Washington un recorrido por
23 ciudades en las que, además de firmar ejemplares, intenta
exponer su pensamiento y esbozar lo que sería su programa de
gobierno.

Existe en Estados Unidos una convicción general de que Powell
sólo se presentará para ganar. Ni parece probable que acepte
un puesto de vicepresidente en algunas de las fórmulas
electorales ya en marcha ni se le ve como candidato si
la acogida a su mensaje es sólo mediana.

Pero si las encuestas y los comentaristas coincidiesen dentro
de dos meses en que Powell es el hombre, la alternat¿la, este
hijo de emigrantes jamaicanos que salió de los bajos fondos
del Bronx para llegar a los más importantes centros de
decisión de Washington luchará por convertirse, a los 58 años,
en el primer presidente negro de la historia de este país.

Las condiciones, los medios, los propósitos y las ideas con
las que Powell intentará alcanzar esa meta son todavía
una incógnita. Muchas cosas en torno a Colin Powell son, en
realidad, todavía una incognita.

Antes de empezar a perfilar su posición, Powell ha dado un
auténtico recital de vaguedades. En un discurso, pronunciado
el 4 de agosto en San Diego, Powell defendió una filosofía tan
ambigua como ésta: "Tenemos que enseñar a nuestros jóvenes lo
que representa una familia, lo que significa contribuir a
nuestra sociedad, lo que significa criar buenos hijos. Tenemos
que restaurar el sentido de la vergüenza en nuestra sociedad".
Esa frase, como dice The New York Times, puede ser tanto de
Dan Quayle como de Mario Cuomo.

Detrás de toda esa vaguedad, Powell ha dejado vislumbrar
algunas ideas que le sitúan, más o menos, en el centro del
espectro político, como la mayoría de los norteamericanos, tan
lejos de Clinton en temas de política exterior y política
económica (sobre todo en lo que se refiere a programas
sociales y política fiscal) como de la derecha republicana
en lo que se refiere a asuntos religiosos, morales y raciales.
Powell está en contra de las cuotas raciales, pero no de la
discriminación positiva (los programas que favorecen a las
minorías). No es partidario del aborto, pero tampoco está
dispuesto a respaldar leyes que lo prohíban.

El retrato de Roosevelt

Ha dicho en algunas ocasiones que, aunque formado en una
institución tan conservadora como e] Ejército, no puede
olvidar su infancia entre las minorías marginadas de Nueva
York ni puede borrar el recuerdo de que el retrato de
Roosevelt estuviera siempre colgado en su hogar familiar.

¿Son suficientes unas cuantas ideas genéricas para ser
presidente de Estados Unidos? Tal vez sí. El historiador
Stephen Ambrose, un experto en el Fenómeno Elsenhower, así lo
cree. "La mayoría de a gente no elige a un presidente sobre la
base de cuál es su posición sobre los límites de velocidad, ni
siquiera sobre el aborto. Lo que buscan es alguien que les
dé inspiración. Y cada día más Colin Powell es ese hombre",
escribe en Newsweek.

La maquinaria de Powell for President se ha puesto ya,
discretamente, en marcha. Un comité encabezado por
el republicano Charles Kelly ha inscrito esta semana ante el
Comité Electoral Federal un grupo para la recaudación de
fondos para la campaña de Powell. Por el momento se trata sólo
de obtener donaciones privadas para el caso de que Powell
decida competir. En la otra esquina del abanico político, un
demócrata de prestigio, el senador Bill Bradley coquetea con
Powell sobre la posibilidad de una candidatura conjunta e
independiente para 1996.

La aspiración por un candidato independiente que rompa el
monopolio de los dos grandes partidos ha estado siempre
presente en la política norteamericana. En 1992, Ross Perot,
el millonario tejano, llevó esa bandera más lejos que
cualquier otro independiente anteriormente. El deseo de un
candidato sin filiación partidista ha aumentado en los últimos
meses, según una investigación del Times Mirror. Pero todavía
el poder de las maquinarias de partido se hace sentir de
forma decisiva, y las encuestas muestran que, como
independiente, Powell se encuentra 15 puntos por detrás de
Clinton y 10 por debajo de Dole, mientras que como
republicano, estaría virtualmente empatado con el actual
presidente. William Kristol, uno de los principales gurus
republicanos, ha afirmado que si en este momento tuviera que
apostar por un candidato republicano, pondría su dinero en
la tarjeta de Powell.

No es lo mismo, sin embargo, ser candidato in pectore desde el
limpio recuerdo de un uniforme sobre el que no hay mancha de
refriega política que descender a la arena de una campaña, en
la que todo vale y nada se respeta. Lo primero que
puede revelar una campaña es que Colin Powell no es tan héroe,
ni tan antipolítico ni siquiera tan militar como se piensa.


Ganar una guerra a Irak con la colaboración de medio centenar
de países tampoco es le dirán muchos contrincantes, ganar la
II Guerra Mundial. En cuanto a sus medallas, casi todas han
sido obtenidas en los despachos de Washington. Exceptuando
Vietnam, donde no participó en misiones de combate, Powell
sólo estuvo en unidades de mando directo de tropas durante
siete años de su carrera militar. El resto lo dedicó a labores
de asesoramiento a diferentes estructuras políticas. Su más
sonado ascenso fue al puesto de ayudante del secretario de
Defensa Caspar Weinberger durante la Administración de Ronald
Reagan. De allí fue escogido para el cargo de jefe del Estado
Mayor de las Fuerzas Armadas, al que renunció en 1993, después
de algunas diferencias con Clinton.

Como curiosidad, en Mi travesía americana, Colin Powell
confiesa que preparó un informe secreto sobre el uso de armas
nucleares durante la guerra del Golfo y que lo destruyó tras
estimarse que tal uso no era viable. El ex secretario de
Defensa norteamericano, Dick Cheney, le pidió que analizara la
posibilidad de emplear esas armas contra el Ejército iraquí.

Según Powell, en aquel entonces jefe de Estado Mayor, su
primera respuesta fue: "No vamos a dejar que el genio salga de
la botella". Cheney estuvo de acuerdo, pero le insistió en que
hiciese el estudio porque sentía curiosidad.

Powell cuenta que preparó el informe y añade: "Los resultados
me pusieron los pelos de punta. Para causar grave daño a
sólo una división blindada dispersa por el desierto se iba a
necesitar un considerable número de armas nucleares tácticas.

Enseñé el análisis a Cheney y luego lo destruí", afirma.

En esos años han surgido en el expediente de Powell algunas
sospechas que, sin duda, aparecerían en una campaña: ¿tuvo
alguna responsabilidad en el intento de ocultar la matanza de
My Lai durante la guerra de Vietnam? ¿cuál fue su papel en el
escándalo Irán-Contra, en el que tan implicado estuvo su jefe,
Weinberger?

La mayor aportación de Colin Powell como militar es su
doctrina sobre la masiva utilización de fuerza. Esa visión,
aplicada en la guerra del Golfo, consiste en una extrema
prudencia en el uso del Ejército en un conflicto exterior,
pero el empleo de una fuerza desproporcionadamente superior
cuando ésta sea inevitable.

Bosnia fue uno de los puntos de discrepancia con Clinton, y es
posible que si Powell estuviera todavía al frente de las
Fuerzas Armadas, la campaña aérea contra los serbios jamás se
hubiera producido.

No va ser fácil para un hombre acostumbrado a actuar desde
atrás pasar a convertirse en el blanco de todos los ataques.
Su esposa desde hace 35 años, Alma, teme, incluso, que eso no
ocurra sólo en sentido metafórico. La mujer de Powell ha
confesado que tiene miedo de que "un montón de locos que andan
por ahí" traten de matar a su marido simplemente porque es un
negro con posibilidades de ser presidente. Es, sin duda, la
batalla más peligrosa que ha librado en su vida Colin Powell.
(El País) (Política) (PP 1-2-3)
EXPLORED
en Ciudad Washington (Estados Unidos)

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