Quito. 11 ago 98. Dice el Eclesiastés: "Todo tiene su
tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su
hora". Hay un momento para nacer, y un momento para morir. Un
momento para herir y un momento para curar. Un momento para
destruir y un momento para construir. Un momento para llorar,
y un momento para reír. Un momento para abrazarse, y un
momento para separarse. Un momento para intentar, y otro para
desistir. Un momento para rasgar, y un momento para coser. Un
momento para callar, y un momento para hablar. Un momento para
el amor, y un momento para el rencor. Un momento para la
guerra, y un momento para la paz.

Todos nos preguntamos: ¿Cuál es este para el Ecuador? Quiero
que mis primeras palabras como Presidente del Ecuador y en
nombre de todos respondan:

Este es un momento para NACER, no para morir. Un momento para
CURAR, no para herir. Un momento para CONSTRUIR, no para
destruir. Un momento para REIR, no para llorar, porque ya
hemos sufrido bastante. Un momento para ABRAZARSE, no para
separarse, porque ya hemos estado separados lo suficiente y
más de lo suficiente. Un momento para INTENTAR, no para
desistir. Un momento para HABLAR, no para callar. Un momento
para el AMOR, no para el rencor. Un momento para la PAZ,
(siempre todo momento es bueno para la paz), no para la
guerra, (nunca hay momento bueno para la guerra).

La mayoría de nuestras religiones sostiene que para que una
persona sea sana y saludable, debe mantener armonía en siete
áreas:

1. De la cabeza hacia arriba: Es la armonía del ser con el
todo, lo alto , los valores, los principios, las creencias,
Dios, lo espiritual.

2. De los pies hacia abajo: Es la armonía del ser con lo que
nos sostiene, nos soporta, nos da raíces. Con lo concreto, con
lo físico, con lo propio, con el trabajo.

3. Hacia la derecha: Es la armonía del ser con sus emociones,
con la familia, con los amigos más cercanos.

4. Hacia la izquierda: Es la armonía del ser con la especie
humana, con los demás, con los vecinos, los compañeros de
trabajo, con la sociedad.

5. Hacia adelante: Es la armonía del ser con lo vivido; con lo
que sabe que es cierto, con el PASADO. Una persona tiene
adelante lo que puede ver y eso es el pasado.

6. Hacia atrás: Es la armonía del ser con el futuro: al futuro
no lo veo, pero lo presiento; lo intuyo; todavía no es, pero
ya pesa sobre mis hombros.

En nuestras vidas lo único que podemos conocer es el pasado,
pero no lo podemos cambiar. Lo único que podemos cambiar es el
futuro al irlo creando poco a poco, pero no lo podemos
conocer.

7. Hacia el centro: Es la armonía hacia adentro del ser
consigo, con su parte más honda y verdadera. Y dicen estas
religiones tradicionales nuestras que quien alcanza las siete
armonías está sano, quien no, está enfermo.

Tener armonía y equilibrio es estar sano.

¿En qué consiste la enfermedad sino en la pérdida de los
equilibrios?

¿En qué consiste la sanación, sino en la recuperación de los
equilibrios?

Desde la antigüedad, los pueblos han pedido de sus líderes que
sean una mezcla de sanador y de guía. El líder restablece
armonías y muestra caminos, arma consensos y enseña salidas.
El líder es sanador de viejas heridas y profeta de tiempos
nuevos. Soñador de hermandades y creador de opciones.
Caminante sereno desde el presente hacia el futuro.

Lo mismo que pasa con nosotros las personas, pasa con nosotros
los pueblos y las formas en que vivimos llamadas culturas o
sociedades y los sitios en que vivimos, llamados ciudades y
países.

Nuestros pueblos necesitan vivir las siete armonías y nuestros
países deben conseguirlas conducidos por gobiernos que busquen
sanar heridas, encuentren espacios para la reconciliación y
propongan nuevos caminos.

El Ecuador practica la primera armonía, la de su cabeza hacia
arriba. Vive en armonía con Dios, con sus valores y
principios. Somos un pueblo que ama la paz, la libertad, la
democracia. Un pueblo que sabe reír, que busca la verdad, que
practica la honradez y merece un gobierno que lo represente en
esos empeños.

Por eso respetaremos todas las libertades públicas y los
derechos humanos. Hablaremos con claridad, actuaremos con
trasparencia y combatiremos la corrupción.

No aceptaré jamás ningún argumento, razón o pretexto que
favorezca a la corrupción, ni a la impunidad.

He formado un gabinete compuesto por personas íntegras,
conocidas por su preparación y honestidad. Les he dicho que al
nombrarlos les delego a cada uno de ellos parte de la inmensa
responsabilidad que me ha entregado el pueblo ecuatoriano; que
eso es un acto de suprema confianza. Les he pedido que no
traicionen esa confianza y que nunca me pongan en la situación
de escoger entre mi deber de Presidente y mi afecto de amigo.
Pues si el caso llegare a ocurrir, siempre prevalecerá mi
responsabilidad ética y tomaré las decisiones que correspondan
al Presidente, no al amigo.

El poder judicial, señor Presidente, tendrá todo mi apoyo. La
Comisión Anticorrupción volverá a ser integrada por gente
idónea. Respetaré los dictámenes de la Contraloría General del
Estado. Analizaré todas las denuncias documentadas de
corrupción que se presenten por casos de corrupción y
sancionaré o pediré sanciones, si existieren culpables. Crearé
un sistema de Auditoría dentro de la Presidencia de la
República para que actúe de manera rápida para evitar actos
dolosos o culposos.

Trabajaremos hasta el límite de nuestras posibilidades, para
vivir en paz, dentro y fuera de Ecuador. Para la paz interna
trabajaremos combatiendo por igual a la pobreza y a la
delincuencia. La pobreza, porque es el caldo de cultivo de la
violencia social y la delincuencia, porque representa la
destrucción de valores que todos compartimos como sociedad: la
vida, la integridad personal, la propiedad.

Apoyaremos a la Policía Nacional con equipos, capacitación y
recursos, pero le exigiremos que cumpla con la ciudadanía. La
Ministra de Gobierno, la primera mujer en la historia del
Ecuador que ocupará esa función, tiene la energía y la
decisión para actuar, como todos lo sabemos.

Para conseguir la paz externa continuaremos las negociaciones
con el Perú, bajo la coordinación de los países garantes, a
quienes agradecemos por su empeño en buscar soluciones
apropiadas.

Somos un pueblo que rechaza la guerra, porque cree en la paz.
Pero nuestro rechazo real e inequívoco a cualquier conflicto,
no debe ser confundido con debilidad o falta de voluntad
nacional para defender lo que nos pertenece. Ningún arma en el
mundo es tan poderosa como la voluntad y el valor moral y
cívico de un pueblo cuando piensa que tiene la razón.

El Ecuador cree en la paz. Pero la paz no es un acto; la paz
es un proceso. Requiere de apertura, de capacidad de diálogo,
de mutua comprensión de dificultades y problemas, de búsqueda
de fórmulas viables que sean reconocidas y aceptadas por los
gobernantes y sus pueblos.

La paz es un nuevo esquema para manejar nuestras diferencias,
es un nuevo modo de lidiar con nuestros problemas.

SEGUNDA PARTE El Presidente Andrés Pastrana decía al asumir su
mandato el viernes anterior. "Sin paz no hay pan". Y pan es lo
que más necesita nuestra gente. Por eso, la paz tiene ahora un
nuevo nombre: se llama desarrollo. Se lo puso Juan Pablo II
cuando dijo "El desarrollo es el nuevo nombre de la paz".

Bolívar escribía que de entre todos los títulos que recibió en
su vida, ninguno más grande que el de Libertador. Yo creo que
entre los calificativos que pueda recibir un gobernante
latinoamericano moderno, ninguno más grande que el de
pacificador, que el de constructor del desarrollo. Hay que
sanar heridas, olvidar rencores, pensar en el mañana, para
construir la paz, es decir el desarrollo, es decir, el pan.

Reconozcamos que nos encontramos en esta magnífica tierra
creada por Dios para propósitos mucho más altos que el de
matarnos entre hermanos.

La segunda armonía es desde los pies hacia abajo, con la madre
tierra y la naturaleza en general.

Este es un país muy rico con gente muy pobre. Jaime Roldós
decía que parecemos un pordiosero sentado en un saco de oro.

Poseemos una de las diversidades biológicas más grandes del
mundo. Para encontrar en Sudamérica la diversidad biológica
que existe entre el monte Chimborazo y el Río Guayas, sería
necesario viajar desde aquí hasta la Patagonia.

Vamos a protegerla al igual que los ecosistemas, los
microclimas, los suelos, los recursos naturales. Aplicaremos
criterios ambientales en todas las políticas y el concepto de
desarrollo sustentable nos permitirá prevenir daños, antes que
remediarlos. Continuaremos la lucha contra la contaminación.
Galápagos seguirá siendo uno de los grandes símbolos
biológicos en el mundo y junto con otras bellas regiones
potencializaremos el desarrollo turístico del Ecuador.

Invitamos a la inversión privada para el desarrollo de la
infraestructura que genera empleo y divisas a través del
turismo, conocido como la industria sin chimeneas. El turismo,
con todas sus limitaciones actuales, genera más de 300
millones de dólares al año y bajo nuestra orientación crecerá
sustancialmente.

Ecuador es el país con la más alta luminosidad del mundo. Es
el sitio con más días de sol al año y más horas de sol por
día. Por lo tanto, el desarrollo de la geotermia y de la
energía solar se impone.

El petróleo ha sido la locomotora del desarrollo nacional en
los últimos años. Queremos aumentar nuestras reservas y su
explotación adecuada y ecológica. Vamos a modificar las leyes
del sector para permitir mayor inversión privada. Vamos a
duplicar la capacidad exportable y queremos construir un nuevo
oleoducto para crudos pesados y su financiamiento vendrá del
sector privado, al que, aquí como en las demás áreas de
gobierno, le ofrecemos rendimientos justos, seguridad jurídica
y reglas claras del juego.

Construiremos los proyectos hidroeléctricos de Mazar, San
Francisco, Toachi-Pilatón y Daule-Peripa. Explotaremos el gas
del Golfo de Guayaquil y desarrollaremos la minería en el
país.

A través del MOP y de Corpecuador reconstruiremos la red vial
afectada por El Niño y con el Ministerio de Agricultura
apoyaremos con crédito, asistencia técnica y semillas a los
agricultores. Pondremos especial énfasis en los sectores
rurales, en las comunidades campesinas e indígenas.

La tercera armonía es con la familia. Nuestra familia es el
Ecuador entero. Pero es una familia llena de injusticias. El
60% de nuestra gente es pobre y debemos sacarla de la pobreza
comenzando hoy.

Para conseguirlo vamos a cambiar la educación; mejorar la
salud, incrementar la seguridad ciudadana, dar vivienda y
trabajo.

Combatir a la pobreza es el eje del programa social de un
gobierno social. Creemos en la doctrina social de la iglesia,
en la opción preferencial por los pobres, en la economía
social del mercado y en la tercera vía para el desarrollo
definida como la fusión, esto es en la disciplina económica,
el papel subsidiario del Estado y fuerte inversión social para
los pobres.

Por eso tendremos educación descentralizada y moderna; salud
preventiva (con énfasis en agua potable) y salud hospitalaria.
Entregaremos trescientas mil soluciones de vivienda utilizando
materiales prefabricados, producidos por microempresas
comunitarias. Batiremos el récord en construcción de viviendas
populares contando con la participación comunitaria, de ONGs,
sectores públicos y privados y con subsidios directos a la
población.

El Ministerio de Trabajo y el de Bienestar pondrán énfasis en
el empleo y buscaremos la integración de todos los sectores:
sociales, económicos, regionales y políticos.

A mis amigos políticos de oposición constructiva, y es muy
bueno subrayar la palabra amigos y es muy bueno subrayar la
palabra constructiva, les digo que este es el momento de la
mano tendida.

Reconozcamos paladinamente una verdad: nos necesitamos unos a
otros. Por lo tanto ayudémonos unos a otros. Nosotros lo
necesitamos, el Ecuador lo necesita. Varios lustros de
exclusiones mutuas, de negaciones recíprocas, de oposición
ciega no nos han llevado a nada, excepto al fracaso. Es hora
de cambiar.

Debemos pasar de la cultura de la confrontación a la cultura
de la concertación y negociación. Empecemos escuchando.
Dejemos de gritar para que nuestras propias palabras puedan
escucharse.

Mi gobierno va a escuchar, va a escucharlos a todos, va a
pedir ayuda, va a pedir consejo a todos y hará lo que crea más
conveniente para el país. Este país demanda por lo menos
cuatro o cinco buenos gobiernos consecutivos, uno atrás de
otro. Pensemos que a los ciudadanos no nos puede ir bien si al
gobierno le va mal. Somos pasajeros en este avión llamado país
y nos interesa el éxito del piloto de ese avión llamado
Gobierno.

La carrera política no debe ser una carrera de obstáculos (en
lo que quieren convertirla) sino una de relevos, de postas a
mejores. Cada uno corre cuatro años, hace lo suyo y entrega la
posta al que sigue.

Propongo una relación respetuosa y fecunda con el Congreso
Nacional. Tengan ustedes, honorables diputados, todas
libertades para fiscalizar los actos del gobierno; pero, por
favor, ayúdennos a gobernar. Dicten ustedes las leyes que el
país necesita y apoyen los aspectos de interés nacional o de
las provincias a las cuales ustedes representan. Eso es lo que
el Ecuador demanda de nosotros.

La cuarta armonía, hacia la izquierda, es la armonía con
nuestros vecinos.

Creemos en la integración latinoamericana. Por ello, apoyamos
todos los esquemas que impulsen la industrialización y el
comercio exterior.

El Pacto Andino y Mercosur desde nuestra perspectiva no son
procesos opuestos sino complementarios, al igual que el ALCA y
los esquemas de integración global y regional.

Queremos desarrollar proyectos en zonas de la frontera Norte
con el Presidente Andrés Pastrana y deseamos hacer lo mismo en
la frontera Sur con el Presidente (Alberto) Fujimori.

Quiero hacer un llamado al Presidente Fujimori para que en un
esfuerzo conjunto, responsable y solidario, pensando en el
futuro de nuestros pueblos, firmemos la paz.


Para ello, para firmar la paz, es necesario que encontremos,
con el invalorable apoyo de los países garantes, propuestas
globales y mutuamente aceptables para nuestros países.

Creo en la diplomacia directa. Los cambios presidenciales en
Bogotá y Quito habrían construido oportunidades brillantes
para que el Presidente Fujimori y yo nos conociéramos y
habláramos. Desafortunadamente no se concretaron. Tenemos
otras oportunidades en el futuro cercano. Le invito Presidente
Fujimori, a que las aprovechemos para conocernos más,
entendernos mejor, mejorar el nivel de vida de nuestra gente.

Al final de todo ¿qué ganamos con una guerra? ¿Quién gana con
una guerra?

Evitemos los riesgos de un conflicto armado. Desmilitaricemos
la zona entre ambos países y rodeemos a las conversaciones de
paz del ambiente de tranquilidad que necesitan para arribar a
puerto seguro.

La quinta es la armonía con nuestro pasado: lo que podemos ver
y conocer porque lo hemos vivido. Nuestro pasado está ahí, no
para ser negado sino para ser integrado, para aprender de él.
Yo hubiera querido que algunos gobiernos anteriores afrontaran
los problemas del país con mayor decisión, con entereza; pero
en lugar de eso, muchos gobiernos han ido a la deriva:
erosionando nuestros recursos, dañando la economía y la
ecología, fracturando las bases de nuestra confianza;
aumentando aún más nuestra bajísima autoestima que debe ser
uno de los peores problemas que afronta el Ecuador.

Estamos obligados a mirar hacia el futuro. Gobernar es como
conducir un gran vehículo por terrenos peligrosos y
desconocidos a gran velocidad y con poca luz. En esas
condiciones la lógica nos aconseja mirar más por el parabrisas
que por el retrovisor. Tenemos que pensar en el futuro.

La sexta armonía, es la armonía con el futuro.
Han debido pasar más de 50 años para que una persona nacida en
una provincia del Ecuador gane la Presidencia de la República;
han debido pasar más de 70 años para que una persona nacida en
Loja acceda a la Presidencia. Este es uno de los clamores de
los tiempos: la descentralización del Ecuador.
Vamos a descentralizar el Ecuador; vamos a redistribuir
atribuciones, presupuestos y competencias de acuerdo a una
nueva visión del país que tenemos.
Vamos a sanear la economía y a controlar el déficit fiscal.
Seremos disciplinados y coherentes. Aspiramos al final de
estos cuatro años a entregar un país con menos del 10% de
inflación, 5% de crecimiento anual promedio de su economía,
7.200 millones de dólares en exportaciones, no los 5.000 que
tuvimos el año anterior, y 70% de incremento per cápita en el
gasto social.
Nuestro Plan de Acción buscará la estabilidad macroeconómica,
la reforma estructural, el respeto al medio ambiente, la
equidad social y el desarrollo sustentable. Todo esto para que
nuestra gente pueda vivir mejor.
Por eso invitaremos al sector privado a intervenir en
proyectos como la venta de acciones de las compañías de
teléfonos, que vamos a impulsar como símbolo de nuestra
esperanza.
Creemos que el mercado es el mejor asignador de recursos y el
mejor regulador de los precios y la competencia. Pero no es un
regulador perfecto y si al mercado lo dejamos solo, genera
distorsiones e inequidades. Estas deben ser corregidas por el
Plan Social del Gobierno.
Utilizaremos las dos manos en el Gobierno: "la mano invisible
del mercado", la famosa frase de la teoría liberal, más la
mano visible del Gobierno para corregir las distorsiones e
irregularidades. Creemos que eso es lo que hace falta en el
mundo.
La séptima armonía es hacia el centro, con nuestra realidad
más íntima.
Respetaremos nuestra diversidad cultural, nuestra riqueza
étnica y promoveremos el derecho de las minorías y de los
sectores más vulnerables de la población.
Apoyaremos las reivindicaciones de género y toda suerte de
participación social y comunitaria y apoyaremos frontalmente a
la cultura porque consideramos que la cultura es la forma de
expresarse, es la forma de vida de un pueblo. No hay culturas
superiores y culturas inferiores, no hay culturas mejores que
otras, hay simple y llanamente formas de vivir que los
habitantes de este planeta han descubierto y de las cuales
tenemos derecho a sentirnos orgullosos de defender para que se
mantengan y no desaparezcan.
Soy, por convicción, un municipalista, vengo de un Municipio.
Ahora mismo vengo del municipio. Apoyaré el principio de que
los problemas deberán ser resueltos por las instancias más
cercanas a la población y estos son los gobiernos municipales
y sus derechos serán respetados independientemente de partidos
políticos o de la posición que tengan ellos y que sirvió para
que llegaran a los puestos que tienen.

Para nosotros gobernar es comunicar. Hablaremos siempre la
verdad e informaremos de manera franca y frecuente para que
nuestra gente participe con nosotros de los problemas y
contribuya con sus soluciones.

La mayoría de los problemas que afrontamos no son problemas de
un gobierno, sino de un país y el país debe participar en sus
soluciones.

Hoy asumo la Presidencia en un país que ha sido golpeado por
todos los desastres. El del "Niño" y el de los adultos, la
descomposición interna y la crisis internacional, la falta de
fe y la corrupción rampante. Yo no he sido elegido presidente
por el pueblo ecuatoriano para ver la disolución del Ecuador,
he sido elegido para evitar que este país acabe de hundirse.

Por esa razón hoy no basta con cambiar un presidente, hay que
cambiar una dirección y un destino, con claridad, rapidez y
valentía. Me pregunto: ¿Quién debe hacerlo?, sino nosotros
¿cuándo hacerlo?, por supuesto que ahora. ¿Quién sino
nosotros? ¿Cuándo? si no ahora.
Tenemos la decisión y voluntad para actuar. Los pobres serán
el eje de mi gobierno y trabajaremos incansablemente para
servirlos.

Al empezar esta dura responsabilidad, quiero agradecer a mi
familia que ha pasado alegrías y dolores; ansiedades y miedos,
por su solidaridad ejemplar. A mi hija Paola y a mi madre, a
mis hermanos, a mis familiares más cercanos, verdaderos
pilares de mi vida, y ahora mucho más fortalecidos por su fe
en Dios, en Ecuador y en todos ustedes.

Quiero agradecer a mis amigos y colaboradores, a todos quienes
participaron con trabajo y empujaron esta campaña electoral
que realmente hoy termina.

Esta mañana en la Plaza de San Francisco de Quito, se realizó
una ceremonia importante para el Ecuador, representantes de
todos los sectores sociales, de todas las comunidades que
tiene el Ecuador, representantes de mujeres, de ONGs, del
periodismo, representantes de toda la sociedad civil se
reunieron para rezar un credo por el Ecuador. Y cada vocero de
cada sector dijo el Ecuador en que creía, las cosas a las que
aspiraba y las cosas a las que se comprometía y ese pacto
arrancó con un poema escrito por uno de los más grandes de
nuestros poetas, Jorge Enrique Adoum, que me impresionó tanto
que quisiera que forme parte oficial de la intervención en
esta tarde....

Para concluir, quisiera repetir la invocación que me ha
acompañado durante tantos años y que siempre la digo cuando
asumo una nueva responsabilidad:

Dios mío: dame la serenidad suficiente para aceptar las cosas
que no puedo cambiar, la voluntad suficiente y necesaria para
cambiar las que sí puedo y dame tu luz para que entienda la
diferencia.

Muchísimas gracias. (Texto tomado de El Universo)

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