Quito. 16 ago 98. En una polvorienta y desolada habitación,
ubicada al final del pasillo del tercer piso del Hospital
Delfina Torres de Concha, yace encogido sobre las sábanas
raídas de una cama herrumbrosa, el ex jugador del equipo de
fútbol El Nacional, Roosevelt Castillo, enfermo de diabetes y
con infección pulmonar, aislado por prescripción médica.

En el suelo, debajo de la cabecera hay una bacinilla plástica,
que alguien olvidó asear, y en el velador desvencijado las
moscas revolotean sobre los restos del desayuno.

El paciente, de 56 años, luce macilento, despeinado, poco
limpio, parece un anciano desvalido. Ingresó hace un mes y no
sabe cuando será dado de alta ¿El tratamiento? avanza
lentamente, pues no tiene dinero para comprar los medicamentos
en las farmacias particulares.

Un grupo de médicos norteamericanos, invitados por la
Fundación Sin Fronteras, visitó Esmeraldas entre el 30 de
julio y el 4 de agosto. Ellos dialogaron con el director
regional de Salud, el administrador del Hospital, médicos
locales y activistas de la comunidad, y presentaron varias
charlas en la Universidad Católica. Además, viajaron a tres
comunidades de las riberas del río Esmeraldas: Selva Alegre,
Zapallo Grande y Borbón.

Los doctores se mostraron estupefactos ante el estado del
Hospital y la crisis sanitaria de la provincia y aseguraron
que esas deficiencias no existían ni siquiera en los
hospitales montados durante la guerra de Vietnam.

BLANCO y NEGRO constató que en la parte posterior del
Hospital, inaugurado hace 16 años, existe un botadero de
basura, bañado por putrefactas aguas servidas que bajan de una
tubería que, hace poco, estalló cerca del cementerio; por los
muros de la casa de salud y en la azotea pasean los buitres
que se alimentan en el basural.

En uno de los pisos superiores se encuentra la sala de
infectados por cólera. Es pequeña, húmeda y está en penumbra,
en el umbral hay un cajón lleno de cal y el interior está
repleto de angostos catres de madera con un orificio en la
mitad; todos están cubiertos de polvo. Aquí no hay pacientes.

En el Hospital existen pocos enfermos, los cuartos tienen
capacidad para cuatro, pero en ellos solo hay uno o dos, la
mayoría son niños que lloran y ríen en medio del calor
agobiante y los malos olores que reinan en el lugar por la
falta de funcionamiento del aire acondicionado, que ni
siquiera sirve para refrigerar el ambiente de los quirófanos.

El Delfina Torres es una muestra de la crisis del sistema
público de salud del país: grandes infraestructuras
desperdiciadas y en proceso de destrucción, negligencia y un
gran caos administrativo, ausencia de políticas salariales y
la politización del sector.

En este hospital el 80 por ciento del presupuesto se destina
al pago de salarios y bonos especiales para los empleados y
trabajadores.

Mientras tanto, estalló en Esmeraldas un brote de paludismo,
que ha dejado seis niños muertos. Una enfermedad que es
absolutamente controlable.

Una crisis que toca fondo

Los problemas del Delfina Torres no son únicamente
presupuestarios. En este, al igual que en otros centros
hospitalarios, existe un desperdicio de personal y de
recursos.

"La crisis se origina, también, debido a la corrupción", dice
un funcionario del proyecto FASBASE, que prefiere mantener su
nombre en reserva. El funcionario recuerda que, en
administraciones pasadas, desaparecían del hospital los
colchones y los pacientes eran admitidos a condición de que
llegaran con el suyo propio. Con los años, el Delfina Torres
se ha convertido en un gran elefante blanco, pese a
encontrarse en una de las provincias con mayor índice de
mortalidad materna. Entre 1996 y 1997, estas muertes se han
duplicado. Las condiciones del área de maternidad son muy
graves.

En el Delfina Torres, el 80 por ciento del presupuesto se
destina al pago de salarios, mientras el número de pacientes
disminuye paulatinamente.

Según el funcionario de esta unidad ejecutora, solo la
participación de la comunidad podría resolver el problema
estructural del hospital. Existe una propuesta que busca
involucrar a las Fuerzas Armadas y al Vicariato de Esmeraldas
en el control y la gestión de este centro.

El Delfina no pasa el examen

Ni los hospitales de Vietnam, durante la guerra con Estados
Unidos, estaban en tan malas condiciones como el Delfina
Torres de Esmeraldas, afirma Raymond Rudolph, médico de la
Fundación Sin Fronteras, que visitó la provincia, hace 15
días.

Según Raymond Rudolph , famoso cirujano oncólogo en los
Estados Unidos y profesor universitario de la Universidad de
Harvard, que prestó sus servicios en los hospitales con pisos
de tierra de esta zona de guerra, en 1969, estaban en mejores
condiciones sanitarias, y daban una mejor atención a los
pacientes.

Los médicos de esta fundación regresaron a los Estados Unidos,
absolutamente asombrados por las condiciones del Hospital que
ni siquiera tiene el servicio de agua potable.

En el área de Emergencias el doctor solo encontró un jarrón de
plástico en el que se lavaban las manos los médicos, pero no
pudo conseguir un pedazo de jabón.

Cuando los médicos de la Fundación llegaron al laboratorio su
sorpresa fue mayúscula porque el único equipo que encontraron
fueron dos microscopios que no habían sido utilizados en mucho
tiempo y se enmohecían.

Solo cuartos vacíos

En calidad de cirujano, Rudolph Raymond estaba interesado en
visitar los quirófanos. Pero se encontró con otra sorpresa,
pues una de las dos salas era solo un cuarto vacío y en la
otra existía un equipo de emergencias de los años 50. No
había, ni siquiera, una máquina de rayos X.

Como si recorrieran por un lugar abandonado a su suerte,
pronto escucharon los gritos angustiosos de una mujer
embarazada, que se quejaba por la contracciones del parto, en
pie, en una área de maternidad que solo contaba con dos camas
ocupadas.

Más adelante, un letrero en una puerta que decía "Cólera"
llamó la atención de los visitantes, pero cuando trataron de
conocer el lugar, les contaron que se traba de una habitación
amontonada de camas, donde se asilan todos los enfermos. Las
autoridades del hospital no abrieron la puerta y les negaron
el ingreso.

Los ascensores del hospital no funcionaban, pero la puerta de
acceso estaba abierta en la mitad de uno de los pisos. Nunca
lograron enterarse cómo trasladan a los enfermos al cuarto
piso.

Era un hospital que, ni siquiera, hubiera pasado el examen de
hospital de guerra.

Michael Goldberg y Raymond Rudolph, que han acumulado una
larga experiencia en países como la India, aseguran que las
condiciones sanitarias en Esmeraldas no pueden ser comparadas
con muy pocas del denominado Tercer Mundo.

Destruida infraestructura sanitaria

Los médicos norteamericanos observaron el gran caos de la
infraestructura de toda la provincia.

Un gran número de las calles de la ciudad son intransitables
debido al lodo y a la destrucción del asfalto, dice el informe
final de su visita. Hay agua estancada en casi todas las
calles y solo hay agua potable en el centro de la ciudad.

La basura se apila en los caminos.

Los médicos hicieron una observación personal y varias
entrevistas con personal de salud y con gente de la región.

La tuberculosis y la malaria fueron identificadas como las
enfermedades más frecuentes. Tanto como la parasitosis
intestinal, la malnutrición y las enfermedades de la piel.

La falta de aseo, una inapropiada recolección de los desechos
sólidos y un defectuoso control de los vectores fueron
señalados como las principales causas.

En una conversación con el director regional de Salud, los
médicos establecieron que el problema prioritario de la zona
es la tuberculosis y han decidido emprender en un programa
educativo que supone la participación de 15 personas, como
educadores de la comunidad en una campaña de prevención.

Una gente vital

Los médicos partieron con la idea de que la gente de
Esmeraldas es vibrante, amistosa y enérgica.

'La belleza de la región se compara solo con el espíritu de
la gente. Hemos encontrado a muchas personas con una actitud
positiva y con la idea de que este es el momento de mejorar
sus condiciones de vida', dijeron.

La observación

- Ninguno de los elevadores del hospital de cuatro pisos,
estaba en funcionamiento.

- En varias áreas del hospital no hay agua corriente. En la
sala de Emergencia, el personal se lava las manos en una
esquina con un balde de agua, que parece un viejo tacho de
basura. La suciedad flotaba en el agua.

- La sala de Emergencias no tiene ningún equipo o medicinas y
había solo dos batas disponibles en los estantes.

- Se informó que la sala de rayos X estaba siendo renovada.

- Una de las empleadas de la sala de Emergencia le dijo a uno
de las parturientas que si no dejaba de gritar iba a ser
echada del lugar.

- En la sala de cirugía, el servicio higiénico estaba dañado y
el agua rebozaba del tanque.

- Las salas de operación no tenían sino una vieja máquina de
anestesia y parecía que no existía ningún material de cirugía.
Sin embargo, en el hospital se realizan operaciones. De hecho,
una mujer acababa de pasar por una histerectomía.

- A lo largo de la observación los médicos encontraron aapenas
diez pacientes. No pudieron recorrer los dos últimos pisos,
pues el personal de salud les informó arriba todo era igual.

Director atado de manos

También son comunes las enfermadades broncopulmonares

El director encargado del hospital regional Delfina Torres de
Concha, Walter Caicedo, pediatra, narra las dificultades para
atender a los pacientes, en un lugar que carece casi de todos
los materiales necesarios y en el que apenas hay condiciones
mínimas para otorgar un tratamiento adecuado a los enfermos,
en su mayoría indigentes, que acuden en busca de este
servicio.

En ausencia del titular, Fabio Andrade, BLANCO y NEGRO
dialoga con el directivo interino, en su consultorio
particular, de la Clínica Metropolitana, situada en frente del
Delfina Torres.

¿Qué cobertura ofrece el hospital?

- Tiene una capacidad teórica de 120 camas pero solo sirven
80. El índice promedio de ocupación es del 70 por ciento,
debido a que no tenemos recursos para ofrecer tratamientos
clínicos y quirúrgicos.

¿Qué especialidades tiene este centro?

- Clínica, con 20 camas, de las cuales sirven 12;
gineco-obstetricia tiene 30 camas, funcionan 20; en cirugía
hay 18 camas; y pediatría tiene 30 camas.
¿Cuál servicio es menos requerido?

- Hospitalización, pues tenemos pocos medicamentos y, en su
mayoría, los pacientes tienen que comprarlos afuera.
Básicamente, atendemos emergencias.

¿Cuántos quirófanos tiene el área de cirugía?

- Dos, que son atendidos por un solo anestesista, quien a
veces es ayudado por los médicos residentes.

¿Se practican muchas cirugías?

- Las programadas se hacen en pocas ocasiones porque se
utiliza un solo un quirófano.

¿El área está bien atendida?

- No hay guantes ni ropa, a veces los médicos atienden partos
sin guantes. La crisis que padecemos en recursos es grande.

¿Existen suficientes recursos para el funcionamiento del
hospital?

- El 80 por ciento del presupuesto se destina al pago de
sueldos, salarios y gastos fijos, el 20 por ciento restante
para el funcionamiento del hospital.
¿Alcanzan los fondos para atender todos los requerimientos?

- No podemos pagar deudas de agua, de luz y debemos alrededor
de 300 millones de sucres a los proveedores de insumos. La
planta física está deteriorada, no existe dinero para el
mantenimiento de los baños ni del sistema de iluminación, los
ascensores están dañados.

¿Cuántas enfermeras y médicos laboran en el Delfina Torres?

- Quince enfermeras, que trabajan 8 horas diarias. La planta
de médicos es básica: 22 tratantes repartidos en los cuatro
servicios. No tenemos especialidades como traumatología u
oftalmología. Hemos pedido al Ministerio de Salud partidas
para aumentar el número de médicos, pero no hemos logrado
nada.

¿Qué sucede con el equipamiento?

- Los equipos médicos datan de hace 15 años; la mayoría están
dañados. El reequipamiento estuvo ofrecido pero solo nos
dieron tres o cuatro aparatos. Tampoco tenemos una sala de
recuperación quirúrgica ni una unidad de cuidados intensivos,
peor un respirador neonatal.

¿Cuál es el monto del presupuesto del Hospital en el último
año?

- No podría decirle, no tengo conocimiento.

Consulta externa

- La entrada principal da hacia la céntrica avenida Libertad.
En la planta baja se ubican los servicios de consulta externa,
emergencias, rayos X, farmacia, laboratorio, dos quirófanos
(solo funciona uno), lavandería, cocina y las oficinas
administrativas.

- Los pacientes son atendidos ordenadamente, pero el
equipamiento es deficiente: los hierros de las camillas están
oxidados, en los baños no hay agua corriente y es recogida en
baldes, en los lavabos no hay jabón.

- El departamento de esterilización cuenta con dos autoclaves
que funcionan a medias, no hay gorros ni mascarillas para las
operaciones y es común que se pierdan las camisas de los
médicos que ingresan a los quirófanos, manifiesta Mary
Quiñónez, responsable del área.

- El equipo de rayos X funciona durante un mes y pasa dañado
tres.

- El Hospital no tiene una sala de quemados. Los pacientes
graves son transferidos a Quito y Guayaquil, distantes 300 y
500 kilómetros de Esmeraldas, respectivamente.

- De tres ambulancias solo funciona una, que está vieja, y
apenas se mueve dentro de la capital provincial.

- Los cielos rasos lucen "desfondados", en los techos de las
habitaciones sobresalen alambres eléctricos en los sitios
donde alguna vez hubo lámparas.

- Asimismo, pueden observarse viejas conexiones para tanques
de oxígeno.

- Recientemente llegó la máquina de anestesias, que antes no
había. Falta un monitor y esterilizadores.

- La ropa del hospital se lava a mano, en grandes tinas
esparcidas en el piso. De cuatro aparatos, solo funciona una
lavadora; hay dos secadoras y un rodillo de planchar que no
sirven.

- El Departamento de Alimentación (cocina) está situado en la
planta baja, hacia el sector del basural. Aunque las empleadas
tratan de mantener limpias las provisiones, las moscas pululan
en el lugar; hay excrementos de ratas.

- El agua para uso de la cocina se recoge en tinajas porque
las tuberías están en malas condiciones.

- Nadie recuerda cuándo dejaron de funcionar los ascensores.
Esta deficiencia conlleva riesgos para los pacientes que deben
ser trasladados, en brazos, a las habitaciones de los pisos
superiores, desde las salas de emergencia y los quirófanos,
ubicados en la planta baja. El "cargador oficial" sobrepasa
los 60 años de edad y tiene un padecimiento de columna.

Epidemias

- Una estadística de 1996 señala que los casos de mortalidad
materna, por cada mil nacidos vivos, fue de 169 madres en
Esmeraldas y 389 en Azuay.

- En 1995 fue de 91 en Esmeraldas y 124 en la provincia del
Azuay.

- El 70 por ciento de los niños que llegan al hospital Delfina
Torres presentan síntomas de desnutrición y parasitosis
intestinal, relata Byron Saá, director del área de pediatría.

- De igual modo son comunes, en la población infantil, las
enfermedades broncopulmonares, neumonías y asma bronquial.

- La casa de salud dispone de un fondo (10 por ciento del
presupuesto) para solventar las necesidades de los indigentes,
por lo demás "solo aportamos con la mano de obra y los
pacientes pagan el costo de las recetas", sostiene el médico.
- El servicio de maternidad es gratuito, pero las pacientes
tienen que llevar los antibióticos, suturas, gasas y otros
materiales.

El paludismo y el cólera campean en Esmeraldas

En los laboratorios del Hospital se detectan alrededor de 20
casos diarios de paludismo, aseguran las empleadas de ese
departamento.

Estos se suman a los brotes de cólera que no están totalmente
controlados.

Washington Benavides, epidemiólogo de la Dirección de Salud de
Esmeraldas, revela que al inicio de mayo se produjeron los
primeros casos de paludismo, que han ido en aumento debido a
la insalubridad reinante en la provincia y al "coletazo" de El
Niño.

A fines de junio, se confirmaron 14 casos de cólera en los
barrios marginales de la capital provincial; en Atacames se
registraron siete y falleció una menor con esta enfermedad. La
última semana se supo de seis pacientes en la parroquia
Borbón, de Eloy Alfaro, refiere el médico, sin contar con las
"novedades" que están produciéndose en el recinto Santa María.

En estos días proliferan las enfermedades de tipo respiratorio
y los niños son los más afectados: por lo pronto, ya han
fallecido cinco menores.

No obstante, el funcionario manifiesta que la situación
sanitaria está "más o menos" controlada, pues indica que la
Dirección de Salud ha efectuado varios programas de educación
preventiva y de tratamiento con los medicamentos que envía la
cartera de Estado.

En esa línea, Benavides refiere que las brigadas médicas de
esa dependencia, junto con miembros del Ejército y de la
Fuerza Aérea han prestado atención a la población asentada a
lo largo del río Verde, en las parroquias de Chontaduro,
Chonundé, Rocafuerte, Montalvo, El Lagarto y Galeras.

La culpa es de El Niño

Las instalaciones eléctricas, hidraúlicas y sanitarias de los
hospitales de la Costa colapsaron por el clima inclemente que
acompañó al fenómeno de El Niño, asegura Martha Vaca, de la
Dirección Nacional de Servicios de Salud.

Según esta funcionaria, el deterioro del Hospital Delfina
Torres de Esmeraldas no es un caso aislado, pero tampoco es
algo que pueda solucionarse a corto plazo.

El centro hospitalario fue construido e inaugurado en 1982,
pero entre "1982 y 1998 han pasado muchos años", y el clima ha
deteriorado la impermeabilización de sus instalaciones. "Todo
el equipo médico tiende a oxidarse. Los microscopios del
laboratorio clínico se contaminan con hongos".

Martha Vaca considera que lo que ocurre en el Delfina Torres
no es imputable a la mala operación de equipos ni a
negligencia médica.

Otra funcionaria de la Dirección de Planificación asegura que
los mayores problemas del hospital esmeraldeño son resultado
de los recortes que realiza el Ministerio de Finanzas, de lo
presupuestado por la Subsecretaría de Salud.

El presupuesto que elabora la Dirección de Planificación se
realiza de acuerdo con un análisis estadístico. El hospital
cuenta con 125 camas de dotación; de las cuales 18 son de
medicina interna, 18 de cirugía, 30 de pediatría y 30 de
gineco obstetricia.

Martha Vaca aclara que cuando los indicadores sobrepasan el
nivel óptimo de ocupación, establecido en 65 por ciento, se
debe realizar un estudio para ampliar o remodelar el hospital.

Pero el indicador de ocupación del Delfina Torres estaba en
1997 en el 47 por ciento. Teóricamente no tiene problemas.

El centro médico de Borbón es un lunar

Los médicos de la Fundación Sin Fronteras visitaron otras
regiones de la provincia. En Selva Alegre, por ejemplo,
buscaron establecer el número de visitas que realiza el
personal de salud a la zona.

Los médicos encontraron a una mujer ciega, debido al glaucoma.
La doctora Raquel Lovato Silva, que los acompañó, informó
sobre la altísisma incidencia de la Oncocercosis.

En este poblado, todos los caminos son de lodo y hay agua
estancada por doquier. Algunos niños tienen abdómenes
protuberantes y daños musculares. Hay muchas quejas de dolores
de estómago y parasitosis.

Los vecinos dijeron que el río era la única fuente de agua.
Solo unos cuantos la hierven para su uso. Mucha gente se queja
de dolores de hombro, rodillas y codos, sin que existan
evidencias de cambios reumáticos en las manos.

En Borbón, los médicos encontraron que la población vive en
medio de la suciedad y el desorden. Cuando uno de los
acompañantes debió utilizar el servicio higiénico de uno de
los vecinos, se encontró con que era un balde de plástico y
que los excrementos eran lanzados por la ventana posterior, en
donde jugaban los perros y los niños. El olor era repugnante.

El pequeño hospital de Borbón era un lunar claro y brillante,
el único de la región. Mariella Anselmi y su equipo mantiene
una instalación limpia y eficiente. Se trata de un centro de
Salud público.

Dos millones de dólares en salarios

El presupuesto del hospital de Esmeraldas supera los ocho mil
millones de sucres. Sin embargo, el 80 por ciento del total se
utiliza en el pago de salarios a los trabajadores, en el marco
de una estructura salarial caótica.

El gráfico muestra la gran cantidad de bonificaciones
especiales que reciben los médicos, empleados y trabajadores.
En el Delfina Torres de Concha trabajan un total de 288
personas: 16 en el área administrativa, 22 técnicos, 182
trabajadores y 67 entre médicos y enfermeras y el director.

El promedio salarial del Delfina Torres es de dos millones 700
mil sucres, pero repartidos en una serie de pequeños
beneficios.

Por el momento, el presupuesto solo permite mantener esas 288
fuentes de empleo. (DIARIO HOY) (BLANCO Y NEGRO)
EXPLORED
en Ciudad Quito

Otras Noticias del día 16/Agosto/1998

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el