Quito. 30 ago 98. Humo, fuego, muerte, dolor... Eso es lo que
dejó el accidente del avión Tupolev de Cubana de Aviación,
producido ayer, a las 13h05, en la parte norte del aeropuerto
Mariscal Sucre de Quito, en las inmediaciones de la calle
Tufiño.

Varias cuadras a la redonda, el nerviosismo se sentía y se
reflejaba en las caras y los comentarios de los presentes. Más
de uno, pese a la situación, se alegró de que la nave quedara
en la cancha de fútbol, pues unos metros más y el condominio
Villas del Este hubiese quedado reducido a escombros.

Pero esa no era la única razón para tanta preocupación: a
muchos les bastó abrir sus ventanas o retirar un poco sus
cortinas para constatar la humareda negra, y quienes se
acercaron al lugar (por lo menos a unos 300 metros)
percibieron no solo el olor de la espuma química que se usó
para contener el incendio, sino de los restos humanos
calcinados.

La acción de la Policía Nacional (Tránsito y GIR dieron su
apoyo), Defensa Civil, Cruz Roja, Bomberos, fue inmediata. Las
ambulancias, los patrulleros, las motobombas llegaron en
cuestión de minutos y comenzaron sus trabajos: retirar a la
gente, acordonar el lugar, desviar el tráfico, despejar la
zona, coordinar para que los heridos fueran trasladados con
facilidad...

No fue una tarea fácil. La cantidad de curiosos, de los que
trataban de ayudar (especialmente los que viven en las
inmediaciones) y de los familiares que corrieron desde la sala
donde despidieron a sus seres queridos era, por momentos,
incontrolable.

Una espuma blanca cubría el avión, para evitar que los tanques
llenos de combustiblesestallasen. De pronto un ruido, una
explosión, no muy grande, pero sí lo suficiente para que
algunos de los que se acomodaron sobre los muros del
cerramiento de la cancha de tierra, donde quedó el avión,
caigan al suelo o se cubran. No pasó de un tremendo susto.

Una hora después de la tragedia, los cuerpos sin vida
comenzaron a ser trasladados a la morgue. Ahí, los familiares
con los ojos húmedos y enrojecidos esperaban para identificar
los restos de sus seres queridos

No pasó desapercibida la presencia del ex asambleísta, Alfredo
Vera, quien, con lágrimas en los ojos, se preguntaba cuál
sería la suerte de su nieto, que viajaba a bordo del avión.

PASAJEROS

La lista de pasajeros de la areolínea no coincide con la de la
DAC.

ECUATORIANOS

Boada Monge Hernán Alfonso, Naranjo del Salto Midred Lilian,
Corrales Villagómez Eduardo Benigno, Monge Vargas Fanny
Piedad, Cornejo Cedeño Ovidio Antonio, Muller Turner Tamie
Enma, Domínguez Izquierdo Adrián Domínguez, León Nancy
Fernanda, León Alvear Nancy Margarita, Ribadeneira Guffanti
Diego, Mena Reinoso Elvia Cecilia, Castillo Castillo Oswaldo
Marcelo, Ramírez Sola Fabián Ricardo, Lizama Cabrera Lisbeth
Carolina (menor de edad), Durán Pereira Zoila Luz, Galarza
Patricio De los Santos, Proaño María Cristina, Tamayo Moya
Alvaro Patricio, Cordovez Noboa María de los Angeles, Chávez
Rosero Soledad del Rocío, Valenzuela Rosero Paola Cristina,
García Guerrero María Mercedes, Valenzuela Suasnavas Manuel
Enrique, Crespo Fabara Rodrigo Fernando, Crespo Cordovez María
Fernanda, Crespo Cordovez Andrea (menor de edad), Madriñán
Guayasamín Maita, Ramos Darquea Francisco, De la Vega Tapia
Gloria Mariana, Vallemoya Marco Gustavo, Freile Romero María
Maldonado, De la Vega Carlos Ramiro, Corrales Bastidas Elías
Eduardo, äaupari Calderón Alexandra del Pilar, Gualpa Paucar
Diner María, Valenzuela Rosero Tania Ximena, Morales Sani Luis
Aníbal, Domínguez León Ana Isabel (menor de edad).

EXTRANJEROS

Nobler Magdalena (Italia), Bellomia Inés (Italia), Oviedo
Padrón María de los Angeles (Cuba), Jackson Suzanne Elizabeth
(Jamaica), Sule Madriñán Alejandra (Chile), Leal Fuentes
Jannet (Cuba), Martínez Lainez Alvaro José (Chile), Cisneros
Granda Juan Miguel (Cuba), Ballester Parra Ricardo (Cuba),
Albalete Pedro (Cuba), Franco González Elva (Cuba), Buezas
García Angel Juan (España), Cabrera Bustos Verónica (Chile),
Linares Pedro Fernando (Argentina), Fiocco Mariano (Italia),
Sule Madriñán Martín (Cuba), Suárez Despaux Alejandro (Cuba),
Muñoz de la Cerda Esther (España), Hernández Díaz Tania
(Cuba).

TRIPULACION

García Yanina, García Idelme, García Danilo, Meza Mario,
Rentero Ana, Canotto Johanna, Ramos Edina, Sanandez Alberto,
Góngora José, Pérez Santiago, González Carlos, Ramos Mario
(piloto), Díaz Leonardo (copiloto), Carcedo Aldo (ingeniero de
vuelo)

Heridos (Metropolitano)
Castillo Oswado,
García Gladys,
Cornejo Ovidio,
Dueñas Gustavo (dado de alta),
Muñoz Esther (dada de alta),
Martínez Alvaro (dado de alta),
Crespo Andrea, Galarza Marcelo,
Cordovez Alegría.
Martínez Ricardo,
Mallarino María Fernanda,
Fiocco Marian,
Crespo María Fernanda,
Suárez Alejandro.

Otros hospitales
San Martín Virginia
Pango Pedro,
Freile Rosario,
Briceño Yajaira,
Briceño Hernán,
Chanún Javier,
Ordóñez Pablo,
Varela, Darwin
Acosta Marcelo,
Crespo Rosario
Freile Patricio,
Franco Pedro,
Ampudia Rosario,
Franco Elva,
Ferrer Patricio,
Salcon Juan.


LOS HOSPITALES SE CUBRIERON DE LLANTO DOLOR Y ANGUSTIA

Los hospitales Metropolitano, Pablo Arturo Suárez y Vozandes
acogieron a las 22 personas que resultaron heridas luego del
accidente de la aeronave de Cubana de Aviación.

No obstante, por lo menos tres de ellas, al cierre de esta
edición, fallecieron, por lo que sus cuerpos fueron
trasladados a la morgue de la Policía Nacional. En ese lugar,
los cadáveres eran 74 y difícil de identificarlos, porque
muchos estaban carbonizados y, otros tantos, mutilados, por lo
que los médicos legistas estimaban que sería difícil reconocer
a algunos de los fallecidos.

A las afueras de las salas de emergencia de esas casas de
salud, los deseperados familiares trataban de verificar si sus
seres queridos se encontraban con vida, mientras que la
seguridad limitaba el ingreso, para poder facilitar el trabajo
de los médicos y enfermeras que brindaban los primeros
auxilios.

Al Metropolitano llegaron 15 heridos, la mayoría con
quemaduras y traumatismos; al Pablo Arturo Suáres fueron
trasladados otros nueve, de los cuales murieron tres; y, en el
Vozandes, ingresó una sola persona.

El hospital Pablo Arturo Suárez también sirvió de lugar de
tránsito de los heridos hacia el hospital Metropolitano.
Aproximadamente a las 15h00, salió de esa casa asistencial una
de las heridas, aparentemente de nacionalidad cubana, de quien
no se pudo obtener su identidad.

Entre tanto, el ir y venir de ambulancias, entre las 14h30 y
las 15h30, no cesaba en la morgue. Alrededor de las 16h00, se
permitió el ingreso de una persona por pasajero, para iniciar
con el reconocimiento de víctimas que no terminaba hasta
pasadas las 18h00.

UN DEPORTISTA QUE SE FUE

Uno de los fallecidos en el accidente de la tarde de ayer del
avión de Cubana de Aviación fue Juan Cisneros, un entrenador
de básquet, que prestaba sus servicios a la Federación
Deportiva del Napo.

Cisneros residía hace tres años en la ciudad de Tena, donde
gozaba del aprecio de sus habitantes y especialmente de los
jóvenes, con quienes mantenía un contacto muy cercano por
medio del deporte.

Reportes de la ciudad de Tena indican que existe consternación
en la ciudadanía por este suceso. No se pudo establecer si
Cisneros estaba de viaje a Cuba por vacaciones o de manera
definitiva.

Pobladores de Tena informaron que Cisneros entrenaba
actualmente a la selección de básquet de esa provincia y
lamentan su desaparición.

Informes de la misma ciudad indican que en la aeronave
accidentada también viajaba la madre de otro entrenador
deportivo cubano que prestaba sus servicios en la región
amazónica, en las provincias de Napo y Sucumbíos. No se ha
podido establecer su nombre.

EL AEROPUERTO DE QUITO ES DE LOS MAS PELIGROSOS DE AMERICA

En 1984 las escenas fueron casi similares. Unos pocos metros
más al norte de donde terminó ayer el avión de Cubana, caía un
carguero de AECA.

El número de víctimas también fue casi parecido, con la
diferencia de que en aquel año, quienes sufrieron los efectos
de la tragedia fueron los residentes del barrio El Rosario, en
donde fueron arrasadas varias viviendas.

Ayer, las víctimas fueron los ocupantes del avión y un número
impreciso de ciudadanos que se encontraban en el lugar del
accidente. Poco faltó para que el aparato cayera sobre la zona
poblada.

En 1992, un avión de TAME, que regresaba de México, con un
grupo de periodistas que acompañó al presidente Durán Ballén,
en su viaje a Costa Rica y a la capital azteca, se salió del
extremo norte de la pista, y por poco se produjo una tragedia.


El mandatario no se encontraba en ese vuelo, ya que desde
México viajó a Washington, para someterse a una operación de
la columna.

En ese mismo sitio, en 1996, un avión de la compañía brasileña
Varig sufrió parecido percance, solo que entonces los
pasajeros fueron más afortunados. Eran los integrantes del
equipo de fútbol Corinthians, que acababa de jugar en Quito.
La nave se salió, asimismo, de la pista y quedó en la calle
Tufiño, cuyos vecinos se han habituado a este tipo de
accidentes.

Según una investigación de la Flight Safety Foundation (FSF),
de EEUU, el aeropuerto de Quito es el más peligroso de América
Latina. Está ubicado en medio de una zona poblada, el aire que
lo rodea está contaminado y el calor aminora la fuerza de
sustentación de las turbinas.

Para que un 727 despegue con seguridad, debe tener poco
combustible y economizar en la carga. A decir del alcalde
metropolitano, esta situación debe cambiar de inmediato

LA NAVE CUMPIO LAS EXIGENCIAS DE VUELO

El titular de la Dirección de Aviación Civil, Oswaldo
Domínguez, cuatro horas después del accidente, no dio mayores
pistas sobre las causas de la tragedia y el número total de
víctimas, y señaló que los documentos previos al vuelo
estuvieron dentro de las normas permitidas.

Según los documentos, dijo Domínguez, el avión estaba dentro
de las condiciones pertinentes, en cuanto a peso y balance.
"La nave, antes de decolar, exige una serie de chequeos, que
fueron cumplidos totalmente", agregó.

Sobre los problemas que tuvo el avión para despegar, el
principal de la DAC señaló que la torre de control del
aereopuerto solo registró la grabación en la cual se
autorizaba a la nave para dejar el terminal áereo.

Domínguez reveló que un avión con varios técnicos cubanos
saldrá de ese país hacia el Ecuador para investigar las causas
del accidente, que todavía son una incógnita.

Manifestó que un nuevo aereopuerto en Quito debe ser la
ambición de todos los ecuatorianos. Así mismo, expresó su
pesar a los familiares de las víctimas.

UN MATRIMONIO QUE IBA DE VACACIONES

El pedazo de papel higiénico que tenía entre sus manos
comenzaba a esparcirse por su cara, por las lágrimas que no
paraban. Se tomaba la cabeza y hablaba a unos desconocidos, en
la sala de espera del aeropuerto. "La chiquita quería irse, y
no les dejaba que se vayan. Al final no le llevaron y se quedó
triste... ¡ay mija!".

La mujer lloraba por su hija Cecilia Mena y su yerno Marcelo
Castillo. Ambos viajaban de vacaciones a La Habana, en el
avión de Cubana que se estrelló ayer en Quito. Y la chiquita
era la hija menor de la pareja, de cuatro años, que se había
quedado a regañadientes en Quito. Con ella quedó su hermana,
de 15.

Junto con la anciana, otras nietas suyas no dejaban de llorar
y repitían las palabras "mis tíos, mis tíos". Estaban muy
inquietas. Corrían por el pasillo del aeropuerto. Buscaban,
preguntaban, y no tenían respuesta. Al final, no tuvieron
consuelo cuando supieron que Cecilia murió. Marcelo está
herido en el Hospital Metropolitano.

Muy cerca de la anciana, Carlos se mostraba pálido, y pugnaba
por entrar en la sala cinco del aeropuerto, en donde las
autoridades de la Dirección de Aviación Civil informaban a los
familiares de los pasajeros del vuelo de Cubana de aviación.
Su padre Carlos Maldonado viajaba con su madrastra. Casi no
hablaba, y cuando lo hacía sus ojos se humedecían. "No está
entre los heridos", dijo, después de averiguar. Y se fue,
caminando despacio, con su madre llorosa y varios familiares
más que lucían destrozados.

"Dónde están. Ya les llamamos a todos lados y no les
encontramos", conversaban entre sollozos, a escasos metros, un
grupo de personas de una familia Valenzuela, cuyos abuelos y
dos nietas abordaron el avión, como despedida antes de un
viaje de estudios de las primeras. Mencionaban a los padres de
las chicas, de 17 y 24 años, que estaban fuera de la ciudad y
todavía no se enteraban del accidente.

Al ambiente de desolación se unió una pareja joven. Los dos
buscaban como locos el destino de su amiga Mildred Naranjo, de
22 años. Sus caras de angustia revelaron luego la realidad.
Ella también murió.

De pronto, el Mariscal Sucre se había convertido en velatorio.
Abrazos, gemidos y llantos larguísimos rodearon las
instalaciones del terminal aéreo. Fue la pesadilla de los
familiares de las personas que murieron en el accidente de
ayer. (DIARIO HOY) (P. 6-A Y 7-A)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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