Quito. 14 jun 97. (Editorial) Pandam es la palabra con la
que los shuaras denominan al plátano de seda, el tradicional y
sabroso guineo ecuatoriano. Por eso, algunos amigos shuaras
disfrutaban mucho cuando se mofaban del apellido del ex
ministro de Etnias del bucaramato.

Pero Rafael Pandam no se enojaba con las bromas. No le
molestaba que, de repente, le gritaran "¡oye, plátano!"
mientras caminaba por Macuma (Morona Santiago). Es que los
shuaras son, por naturaleza, muy alegres. El optimismo propio
de la raza amazónica no permite que, ni siquiera en la peor de
las desgracias, las lágrimas recorran el rostro de los
shuaras.

Por eso, ahora que está preso en la Cárcel No. 3 de Quito,
Pandam tampoco ha dejado de sonreír. La posibilidad de pasar
hasta nueve años en prisión, por los delitos de traficar
menores y falsificar documentos, no han amargado su corazón de
guerrero.

Al contrario, el ex ministro, con su semblante inalterado, se
declaró ayer inocente y dispuesto a luchar para que se lo
ponga el libertad. Pandam afirmó ante el juez que no es
traficante de menores, sino que quiso ayudar a que el hijo de
un amigo suyo llegara a Estados Unidos.

Pandam, que fue apresado en la Embajada de EEUU la semana
pasada, reconoció que prestó su nombre para cometer la
infracción, pero enfatizó que no es traficante ni
falsificador. Por suplantación de personas, la pena máxima es
de tres meses. Pandam quiere que el juez tercero de lo penal
de Pichincha le imponga esa condena.

El Dios cuidadoso

Pero Pandam también se llama Rafael, nombre de origen latino
que significa "Dios acurado", o sea, una deidad esmerada y
cuidadosa. El Dios ante el que se inclina Pandam no es la
naturaleza, sino Cristo. Como todos los 60 mil shuaras, Pandam
no nació con el español en su hogar, sino que aprendió el
idioma con los misioneros evangélicos. Pandam terminó su
formación de bachiller en Macuma, sede de la Federación
Independiente del Pueblo Shuar (FIPSE).

Cuando empezó su carrera de dirigente en la FIPSE, sus
discursos eran siempre enfocados con una perspectiva
evangélica, pero en referencias a la selva y a su entorno.
Pandam siempre hablaba con el "tawasa" en su cabeza. Las
plumas multicolores del tucán eran, en tiempos remotos, el
símbolo de la autoridad y los cazadores. Pandam, además, las
exhibía en señal de identidad cultural.

No obstante, Pandam se volvió muy crítico de la visión
evangélica, aunque no ha dejado atrás sus raíces. La cruz
sigue siendo su fe. Pero el sueño de que la modernidad llegue
a la selva empezaba a ser más intenso. En sus diálogos con sus
amigos, luego de los partidos de ecuavoley, soñaba con que,
algún día, el incandescente y húmeda hogar gozará de agua
potable, televisión por cable y escuelas decentes.

Pandam llegó a la Vicepresidencia de la CONAIE, cuando el
líder indiscutido era el salasaca Luis Macas, en 1991. Pandam
estuvo en la Gran Marcha Indígena por la Tierra (1992). En
enero de 1995, durante el conflicto del Cenepa, Pandam
caminaba junto a Paco Moncayo, dirigía la distribución de
medicinas en la frontera y alentaba a los temibles "Arutam",
soldados shuaras y quichuas especializados en combate de
selva. Los shuaras también aman la guerra.

En diciembre de 1995, los indígenas de la CONAIE decidieron
apoyar a Freddy Ehlers a la Presidencia y buscar diputaciones
bajo la denominación "Pachakutik" (Nueva Era). Cuando Ehlers
cayó derrotado por Jaime Nebot (PSC) y Abdalá Bucaram (PRE),
los roldosistas entablaron conversaciones con los indígenas.
Macas no los escuchó y declaró a la CONAIE neutral en la
segunda vuelta, pero Pandam decidió escuchar al "loco" Abdalá.
Una oportunidad merece cualquiera.

La gloria efímera

Su época de mayor gloria la vivió en el bucaramato. Por fin
estuvo a su alcance la posibilidad de hacer realidad el
Ministerio Indígena, propuesto desde 1978 por los shuaras y
que era concebido por Pandam como la vía más adecuada de
alcanzar las reivindicaciones étnicas.

Bucaram prometió a Pandam que el Estado ecuatoriano sería
multicultural y pluriétnico, que las fronteras amazónicas
recibirían atención y que la educación bilingüe sería
fortalecida en las comunidades indígenas. ¡Aquellos sueños de
juventud parecieron tan cercanos...!

Y aquí cometió el error político que lo separó de los
quichuas: Pandam insistió en reclamar el Ministerio Indígena.
Luis Macas y su gente consideraban que el Ministerio dividiría
a los indígenas. Pandam creía que estaba cerca la redención
largamente esperada. La CONAIE marginó al grupo shuar de su
organización.

Fue una ilusión que duró cuatro meses. Pandam entró al
Gabinete en octubre de 1996. Hablaba en shuar ante la prensa y
no se despegó de su lanza ni de su "tawasa". Portaba un
celular propio. Tenía escolta policial. Y, sobre todo, muchos
indígenas que lo rodeaban a cada paso que daba.

No tenía escritorio. Ni despacho. Ni papelería. Ni sellos. Y,
mucho menos, presupuesto. Pero consiguió fortalecer al
Programa de Desarrollo Indígena y Negro, al que instaló con
computadoras Compaq y equipos para trabajar.

Se enfrentó a Macas y los quichuas en los congresos de la
CONAIE (diciembre de 1997). Para captar el poder de la
organización, envió varios soldados "Arutam" a la sede en
Quito y buscó alianzas en el resto de la selva. El Dios dejó
de ser cuidadoso. Su caída retumbó en todo el Oriente.

Solo, sin dinero y preso

Cuando Bucaram huyó del país, en febrero de 1997, Pandam se
quedó solo. No lo aceptaron enla CONAIE. Tampoco regresó a la
selva, porque quiso que sus cuatro hijos terminaran el año
lectivo en Quito. Luego, volvería Macuma.

Antes, vivía de su sueldo de dirigente y de ministro. Empezó a
sentir la desesperación de la bancarrota. Y se involucró en
una red de traficantes de ilegales a través de Marcelo Fárez,
que también está preso. Pandam viajaría a Washington con un
niño joven de 15 años para que se reúna con su padre. La
madre, residente en Morona, pagó mil dólares por el servicio.

El muchacho, de 15 años, se puso nervioso mientras hablaba con
el cónsul de EEUU, en Quito, mientras tramitaba la visa. No
pudo decir cuáles eran los nombres de sus supuestos hermanos.
Ni tampoco el motivo del viaje junto a su "papá". A Pandam se
le heló el corazón cuando el quinceañero lo delató delante del
gringo.

Pero los shuaras siempre sonríen. La cárcel no es tan mala y
es posible que solamente siga preso hasta septiembre, si el
juez no demuestra que hubo tráfico o falsificación de
documentos. Cuando Pandam salga, regresará al esplendor de
Macuma. Pandam está seguro de que volverá al sol implacable de
su tierra. Es que los shuaras aman también, con todo su
corazón, la libertad. (DIARIO HOY) (P. 7-A)
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