Quito. 9 ago 98. Una marcada indiferencia caracterizaron a las
relaciones de la ex vicepresidenta de la República, Rosalía
Arteaga, con el presidente saliente, Fabián Alarcón.

QUITO.- Rosalía Arteaga, la primera mujer en la historia del
país en llegar a la Vicepresidencia de la República, estuvo en
este cargo por 20 meses y apenas tres días como mandataria
encargada cuando, el Congreso cesó al entonces Presidente
Abdalá Bucaram, con quien llegó al poder en 1996.

Arteaga comenzó su carrera política como concejal de Cuenca
(1986-88) y llegó hasta la Presidencia en 1997, luego de pasar
por el ministerio de Cultura con Sixto Durán-Ballén, quien la
llamaba "mi guagua linda".

La defensa de sus tesis la ha llevado a renunciar a un
Ministerio y a discrepar directamente con Abdalá Bucaram y
Fabián Alarcón, de quien fue vicepresidenta hasta abril de
1998.

Cuando fue Ministra de Educación se opuso a la enseñanza de
religión en las escuelas y colegios públicos laicos del país y
se separó del gobierno de Durán-Ballén.

Fundó el Movimiento por una República Auténtica (MIRA) y
comenzó negociaciones con miras a las elecciones de 1996.
Primero se alió con Ricardo Noboa, ex socialcristiano, y
después con el roldosista Bucaram, con quien bailaba en las
tarimas y cantaba junto al grupo uruguayo Los Iracundos
durante la campaña electoral.

Sin embargo, las primeras fricciones entre el Presidente y la
Vicepresidenta se evidenciaron apenas un mes después de estar
en el poder: cuando Bucaram viajó a la X Cumbre de Rio en
Cochabamba (Bolivia) no le encargó el poder. El tiempo no
ayudó y los problemas nunca se superaron.

Previo a la destitución de Bucaram, la Vicepresidenta denunció
que se fraguaba un golpe de Estado desde el Congreso presidido
por Fabián Alarcón. Las fuerzas políticas en el Parlamento y
la falta de una norma constitucional, eliminada por errores de
codificación, permitieron que Arteaga no suceda en el cargo a
Bucaram y que el Congreso elija un presidente interino.

La antipatía entre Arteaga, quien reclamaba para sí la
Presidencia, y Alarcón se evidenció inmediatamente y los
primeros decretos del mandatario interino fueron para quitar
la coordinación del frente social a la Vicepresidencia.
Posteriormente dejó de manejar el programa Nuevo Rumbo
Cultural, la remodelación del Teatro Sucre, la comisión de los
nuevos aeropuertos como delegada de Alarcón en el Conade y
finalmente se le quitó representación en el Consejo de
Seguridad.

A su vez, cada vez que era entrevistada por corresponsales
internacionales o en el extranjero, Arteaga no perdía
oportunidad para denunciar la inconstitucionalidad de la
designación de Alarcón y asegurar que Ecuador vivía un régimen
de facto, granjeándose la antipatía de los militares.

En los 14 meses que Arteaga estuvo en el gobierno de Alarcón,
la Vicepresidencia perdió funciones dentro de la estructura
del Estado y como órgano planificador del desarrollo. Su papel
se limitó a solemnizar inauguraciones, tramitar pedidos y
auspiciar eventos de carácter social.

Cuando, como ella lo dijo, se convirtió en "un absurdo ser
Vicepresidente", renunció al cargo, se postuló a la
Presidencia de la República por el MIRA y ganó un quinto
lugar.

A los dos días de su renuncia fue reemplazada por Pedro Aguayo
Cubillo, ciudadano guayaquileño de 58 años de edad designado
por el Congreso de una terna enviada por el Presidente
Alarcón.

Pedro Aguayo cuando tomaba el juramento de rigor como
vicepresidente de la República ante el titular del Congreso
Nacional, Dr. Heinz Moeller.

Aguayo, un giro total

Las actividades de la Vicepresidencia dieron un giro total a
partir del 20 de abril y el nuevo mandatario recibió por
decreto ejecutivo cuatro funciones: coordinar el frente
económico, ejecutar las acciones de rehabilitación por el
fenómeno de El Niño, presidir la comisión de nuevos
aeropuertos y Terminal Terrestre de Guayaquil y representar al
Ecuador ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El nuevo Vicepresidente, que anteriormente representaba a
Alarcón ante el BID, recibió el respaldo de varios sectores
políticos, sociales y empresariales que incluso llegaron a
pedir que renuncie Alarcón y asuma la Presidencia de la
República Pedro Aguayo.

Alarcón hizo ocho viajes fuera del país, en cinco estuvo de
Vicepresidenta Rosalía Arteaga y no le encargó el poder.
Aguayo, en cambio, se hizo cargo de la Presidencia por tres
ocasiones.

Aguayo se ha preocupado por la rehabilitación de las
provincias afectadas por el fenómeno de El Niño y logró el
auspicio de las Naciones Unidas para realizar un estudio sobre
el impacto del fenómeno, el que servirá a las nuevas
autoridades para la reconstrucción total.
Además, preparó un equipo de transición que también tomó
contacto con el nuevo gobierno para informar sobre los planes
en ejecución y los pendientes.

LOS QUE NO PUDIERON

Fabián Alarcón se resbaló tres veces
(pero quienes cayeron fueron otros)

Rodrigo Paz.

Tres veces resbaló el régimen interino en materia económica:
al fracasar la venta del 35% de acciones de la ex Emetel; al
perder su Ministro de Energía Raúl Baca Carbo, por censura del
Congreso; y, al desautorizar la devaluación del sucre en el
7,5%. Por estos resbalones cayeron Rodrigo Paz, presidente del
Conam; el depuesto Ministro Baca, y Fidel Jaramillo y Danilo
Carrera, gerente del Banco Central y presidente de la Junta
Monetaria, respectivamente.

El resbalón más comentado a nivel internacional fue el fracaso
de la subasta. Se trataba del segundo intento durante el
régimen (tras el primer sonoro fiasco del 19 de noviembre de
1997).

La subasta estaba prevista para el 23 de abril pasado, pero
los "ruidos" (mensajes contradictorios entre los propios
miembros del régimen) empezaron semanas antes de esa fecha,
cuando el presidente de la JM, Francisco Swett, mostró cierta
reticencia al proceso que lideraba Paz como presidente del
Consejo Nacional de Modernización (Conam).

El 9 de abril, la Comisión de Modernización de las
Telecomunicaciones (Comotel) ni siquiera tenía el quórum para
reunirse y decidir la suspensión de la operación. Entonces fue
un secreto a voces que no se presentaría ninguna de las cuatro
empresas interesadas en el concurso: GTE, Telefónica, STET y
Korea Telecom.

Paz, empresario de larga trayectoria e incluso ex Alcalde de
Quito por la Democracia Popular renunció al mismo tiempo que
Raúl Gangotena (hasta entonces director ejecutivo del Conam),
denunciando que "se impusieron los intereses particulares", en
directa alusión a Swett.

Raúl Baca.

Baca censurado

La censura del Ministro de Energía y Minas, Raúl Baca, solo
fue el epílogo de una cuestionada política en materia
energética. La política de no más apagones quedó en el anuncio
porque a pesar de todo el país sufrió racionamientos
eléctricos.

Los diputados Gilberto Vaca (PSC), Gustavo Terán (MPD) y Jaime
Coello (PRE) llamaron al entonces ministro a juicio político
que se realizó el 16 de enerode 1998 y que duró 11 horas de
maratónica sesión.

Con la censura de 47 votos de los bloques socialcristiano,
emepedista, roldosista, cefepista e independiente, Baca dejó
el Ministerio. A lo largo de la sesión, los acusadores
responsabilizaron al ex ministro de Bienestar Social de
Rodrigo Borja de irresponsabilidad en el suministro de
energía, aumento de las tarifas eléctricas y falta de control
en los contratos petroleros.

Esto último se sustentaba en que tres meses antes, el
Presidente Ejecutivo de Petroecuador, Rafael Almeida, había
renunciado a su cargo denunciando supuestas presiones por
parte de Fabián Alarcón para renegociar contratos petroleros
con seis transnacionales. Almeida nunca vinculó a Baca en esta
denuncia.

Baca, militante de larga trayectoria de la Izquierda
Democrática era legislador por ese partido cuando subió
Alarcón al poder. Entonces se desafilió y dejó el Congreso
para colaborar con el régimen interino.

Fidel Jaramillo.

Tercer resbalón

El tercer resbalón del régimen alarconista causó pánico en el
mercado cambiario. Fue el 25 de marzo pasado, cuando las
autoridades monetarias -presidente de la Junta Monetaria,
Danilo Carrera, y gerente del Banco Central del Ecuador, Fidel
Jaramillo- anunciaron una devaluación del sucre en el 7,5%
respecto al dólar estadounidense, al redefinir el techo y el
piso de la banda cambiaria.

En un solo día el dólar subió 287 sucres, al cotizarse en el
mercado libre a un promedio de 4.890 sucres. El mercado captó
los mensajes contradictorios del régimen, pues el propio
presidente interino desautorizaba lo actuado por su frente
económico.

El ministro de Finanzas, Marco Flores, dijo en primera
instancia conocer de esta decisión, pero días más tarde afirmó
totalmente lo contrario.

Tanto Jaramillo como Carrera renunciaron a sus cargos, no sin
antes defender la medida "con base en las proyecciones de la
inflación". De hecho, el propio Alarcón la ratificó días
después, cuando había nombrado ya a Francisco Swett para
presidir la JM y a Mauricio Yépez para gerenciar el BC.

Informes posteriores dieron cuenta de que la transacción
habría beneficiado a ciertas entidades bancarias, que habrían
conocido de antemano la medida. La Fiscalía inició una
investigación pero después se anunció que no hubo
irregularidad alguna.

Jaramillo, economista con cursos realizados en la Universidad
de Harvard, será el ministro de Finanzas del régimen de Jamil
Mahuad.

César Verduga, el alfil del interinazgo

César Verduga.

Los calificaron como el duo dinamita, se hicieron grandes
amigos durante los días que precedieron a la caída de Abdalá
Bucaram, reafirmaron su amistad cuando dirigieron el poder
político, pero ahora las relaciones entre Fabián Alarcón y
César Verduga son frías, casi ni se hablan.

Desde el 3 de abril la amistad se truncó porque Verduga escapó
hacia Estados Unidos al ser alertado de una orden de prisión
en su contra y porque desde esa fecha Fabián Alarcón perdió a
su hombre de confianza, a su consejero político y al alfil que
impulsaría los movimientos necesarios para construir el gran
partido que le permitiría afrontar la campaña electoral.

César Verduga pensaba que había llegado su momento: las
últimas revelaciones de la Comisión Anticorrupción confirman
que sus aspiraciones políticas iban más allá de una posible
candidatura a diputado.

Tenía confianza y fe: el paso por el poder en dos ocasiones le
dio experiencia, relaciones fuertes como la que mantuvo con
León Febres Cordero, conocimiento del mundo partidista y sobre
todo se apoyaba en estudios, encuestas, análisis y
consultorías. Sus más allegados confiesan en privado que le
obsesionaba el poder: vivía para él, a pesar que en público
confesaba que preferiría trabajar en la consultoría
internacional.

Su figura se agrandó precisamente en el Interinazgo, cuando
fue uno de los artífices de que Fabián Alarcón asuma la
Presidencia después que Abdalá Bucaram abandonara Carondelet.
Estuvo, junto con Raúl Baca, en la camioneta que recorrió el
Centro Histórico de Quito y participó activamente en las
negociaciones que iban del Congreso al Ministerio de Defensa.

Y para ser recíprocos, Alarcón le entregó el Ministerio de
Gobierno, cargo en el que ya estuvo en el régimen de Rodrigo
Borja. Desde allí se propuso impulsar la reforma política con
el llamado a la Consulta Popular del 25 de mayo y luego con la
convocatoria a la Asamblea Nacional.

Desde esa cartera de Estado manejó hábilmente la relación con
un Congreso, en principio, fiel a Alarcón y se impuso
modernizar a la Policía.

Sin embargo, desde febrero hasta diciembre de 1997 cometió un
pecado capital: usar los gastos reservados y las partidas
extrapresupuestarias para estudios sicosociales,
investigaciones sobre seguridad ciudadana, reforzar la
seguridad presidencial y encuestas para medir su popularidad y
la del régimen.

Incluso con esos estudios en la mano se decidió a renunciar al
Ministerio de Gobierno el 28 de febrero. La confianza lo
invadía y lo envanecía.

Eso le llevó a la tumba política: los diputados de Pachakutik
Miguel Lluco y Napoleón Saltos denunciaron el uso arbitrario
de ese dinero al punto que se inició el juicio y el 3 de abril
fugó del país.

Hasta allí llegaron sus sueños de poder, la construcción de su
casa en Alangasí, los contactos internacionales y ahora vive
en alguna parte de América.

Lucía Peña, el soporte social del régimen

Lucía Peña.

Lucía Peña Ochoa se convirtió en el brazo derecho de Fabián
Alarcón en el sector social, relegando a un segundo plano a la
misma ministra de Bienestar Social, Edith García, que focalizó
sus actividades en continuas visitas a las zonas afectadas por
el fenómeno de El Niño.

La Primera Dama del interinato durante sus 21 años de
matrimonio con Alarcón siempre jugó roles protagónicos en
todas las funciones que ejerció su esposo, desde la concejalía
de Quito hasta la Presidencia de la República, que no fue la
excepción.

Alarcón no desoye a su esposa, quien desde la presidencia del
Instituto Nacional del Niño y la Familia (Innfa) impulsó la
introducción de reformas constitucionales a favor de los
menores de edad, la creación de programas de prevención del
maltrato infantil y la suscripción de cerca de 130 convenios
con una inversión de 15.000 millones de sucres.

Cuidadosa de su imagen y desenvuelta, Lucía Peña intentó darle
al Innfa un nuevo papel. Los ingresos de esta entidad se
calculan en 31,3 millones de dólares hasta julio de 1998,
mientras que en 1997 fueron de alrededor de 27 millones. El
incremento se debe a la gestión del gobierno en las aduanas,
pues gran parte de los recursos provienen de esta fuente.

Incursionó decididamente en los programas de reducción de
mortalidad materna que al momento se aplica con plenitud en
las provincias de Cañar, Loja, Los Ríos, El Oro y Napo.

Los proyectos de acción ciudadana por la ternura, creciendo
con nuestros hijos, acción médica solidaria, desarrollo
infantil, protección y educación de niños que trabajan son
parte de su acción en el Innfa. (Texto tomado de El Universo)

EXPLORED
en Ciudad Quito

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