Quito (Ecuador). 12 nov 95. Porque en nuestra feria la Caridad
no comienza por casa, sino que comienza por la plaza.

Por eso, por Caridad se le cambió de color.

Y por Caridad se la remodeló.

Y por Caridad se renovó la arena.

Por obra y gracia de Caridad la plaza está bellísima. Pero
bellísima.

Ese toque de Caridad le ha dado una fisonomía distinta. La
dosis de coquetería que necesitaba. Y le ha dotado, también,
de mayores comodidades. Y seguridades.

Los dueños de la "Iñaquito" son, en el fondo, gente de buen
corazón, de buenos sentimientos, de buena índole, y por eso
cumplen por lo menos con una de las cinco virtudes teologales:
a su avaricia innata contraponen la prodigalidad de Caridad.

Hija de ese fanático de la tauromaquia que es Julio Vela
Suárez, Caridad hace de todo en la gerencia de la plaza: desde
hablar con los toreros hasta obligar a que el pintor que está
echando brocha gorda en el punto más alto de la fachada se
amarre convenientemente para que no se desplome sin puntilla,
pasando por ocuparse de que se impriman los boletos y se
cambien las tablas de los burladeros.

Los ojos de Caridad son de un verde como para dar limosna,
toda la limosna necesaria con tal que ellos no se opaquen sino
que brillen más de lo que brillan ahora, viendo que la plaza
está como ella la ha soñado en sus largos y continuos desvelos
que le causan la fiesta de los toros.

Y por eso, si la fachada de la plaza era blanca, pues ahora
luce un ocre que combina perfectamente con el verde botella
del hierro fundido de las rejas.

Cada detalle resalta. Cada farol (que antes en su negritud no
llamaba la atención) ahora alumbra hasta en la claridad del
más claro mediodía.

Por Caridad. Y porque José Luis Bruzzone, Juan Fernando
Salazar y Pablo Salazar se encaridecieron, claro. Y se
encaridecieron hasta el punto de tener caridad por quienes no
tenían donde hacer pipí en los exteriores de la plaza, y están
instalando para ellos baterías sanitarias, con lo cual de
ahora en adelante hasta el más prostático de los prostáticos
podrá sonreír en paz y regresar con cara de ¡uf, qué alivio!,
a continuar vendiendo sus productos en los kioskos localizados
en los jardines de la plaza.

Y se encaridecieron de los caballos de los rejoneadores y los
picadores que antes no tenían casi sitio en donde estar, y que
ahora tienen unos cómodos corrales, tan amplios como una
pesebrera cinco estrellas.

Pero si en los exteriores todo está refulgente, en los
interiores las obras alcanzaron una dimensión de mayor
envergadura, hasta el límite de que el ruedo fue totalmente
rehecho.

El ruedo

Esa -la del ruedo- es la obra de más aliento (y mayor costo)
de todas las que se han efectuado este año. Y es que el piso
no daba más: el insuficiente sistema de drenaje hacía que se
innundara con el más leve aguacero y que los toros tuvieran
que prestar sus remos a los toreros para que los pobres no se
ahogaran. Entonces, sin ninguna caridad, se resolvió borrar
lo que existía y partir de cero. El cero comenzó cavando un
metro treinta centímetros y desalojando toda esa tierra que ya
no absorbía nada.

Se puso nueva tierra y nueva piedra y se compactó. Sobre esa
capa se colocó un material geotextil grueso y poroso, muy
absorbente; luego se instaló una tubería plástica perforada
para que recepte el agua y la bote fuera. Se fabricaron
nuevas cajas de revisión. Y dále una nueva capa de ripio. Y
otra de geotextil. Y otra de ripio. ¡Ya!

Solo falta la arena, que vendrá del Puyo. Una arena que,
además de tener un tono beige, será suave y facilitará el
desplazamiento de los toreros y los toros. Con todo y esto,
ahora sí aunque llueva el diluvio universal ya no se formará
ni una cocha sobre los cuarenta metros de diámetro que tiene
el redondel, ¡joder!

Aprovechando que ya habían sacado la arena, los caritativos
empresarios también cambiaron las tablas que estaban en mal
estado en la barrera y en el callejón y aprovecharon la viada
para instalar de una vez un estribo nuevo.

Los cahnchos de sombra

Los tendidos no han sufrido otra transformación que la que da
una buena mano de pintura, excepción hecha del de sombra: ahí,
de las seis gradas que había, se aumentaron dos. Y con eso
todos los tendidos tienen la misma altura y se evita esa
odiosa discriminación de la que eran beneficiarios los
sombreados que solían escudarse en la sombra de las seis
gradas para cometer sus fechorías de beber manzanilla, picar
aceitunas y fumar puros apestosos, ¡oler!

Tendido Acosta

Y si así están los adentros y los afueras de la plaza, veamos
cómo están los intersticios. De la enfermería no les puedo
contar nada porque de ella solo tiene las llaves el doctor
Guillermo Acosta. Y no presta. Y si uno entra ahí sin su
permiso, enseguida le opera y le saca la femoral de un solo
tajo. Bien hábil es el Dr. Acosta. Pero no les recomiendo.

Junto a la enfermería está la capilla donde entran los toreros
a rezar para no caer en la tentación de ir, a media corrida, a
manos del Dr. Acosta. Sí necesitaría una manito de gato. No
pues el doctor Acosta, que está flamantito. La capillita,
digo. Y una agrandadita, también. Es que a las imágenes de
Jesús del Gran Poder y de la Virgen de la Macarena que están
colgadas ahí, cualquier rato les da claustrofobia de lo tan
encerradas que se hallan. Ojalá les pongan flores siquiera.
Pero flores del verbo claveles y no de esas flores fieras que
hay y que vienen con miel.

De ahí, yéndose hacia los chiqueros se notan también cambios,
sobre todo en las medidas de seguridad para la gente que se
encarga del desembarco del ganado y para quienes lo
contemplan. Se han reforzado los pisos, se han arreglado las
puertas y se han cambiado las chapas y los tiradores. O sea
que este año los tiradores se van a dar gusto tirando a las
chapas, creo. No les puedo explicarles mucho eso porque yo en
términos taurinos no soy experto.

Los corrales también se han mejorado. Y el camal.

Peluquería

Todo está lindo. Cierto es que los precios se han
incrementado hasta en un 35% (más a las localidades de los
tendidos bajos que a las de a los altos), pero los servicios
también. Hasta peluquería va a haber. Pero no pues para que
lo que ustedes creen (solo en afeitarse piensan), sino para
que la Cristina Sánchez se haga un retoque antes del paseíllo.
Y para que las peluqueras le corten de un tijeretazo las
orejas al José Luis Cobo, también.

O sea todo está punto. Solo falta que llegue el día y se
abran de par en par las puertas de las bóvedas del Banco
Central. ¡ Ay, qué bruto, perdón, ya me cambié de plaza!

No. Lo que quiero decir es que Dios reparta suerte a todos
por igual, aunque sea de los fondos reservados, ¡pardiez!

Limosnitas

-Las puertas de la plaza eran rojas. Y ahora siguen siendo
rojas.

-En cambio la puerta de ingreso al patio de cuadrilas era solo
de malla. Y ahora es anaranjada.

-A la plaza pueden entrar 14.868 personas. Y el Pancho
Rosales.

-Para que los taurinos puedan llamar "la arena" al ruedo, se
necesitan 12 camiones. Con arena.

-Como la carretera al Puyo solo se habilita los lunes, un
lunes de éstos tendrán que venir los 12 camiones en caravana.

-Ojalá no se tushpen entre ellos.

-La firma que está haciendo la remodelación de la plaza se
llama Roggiero y Asociados.

-Muy poco taurino me parece el nombre. Es como si hubiera un
ingeniero que firmara "Desperdicios".

-Bueno, en realidad de esos sí hay bastantes. Aunque ni firmen
también.

-Durante el año, en la plaza funciona la escuela taurina Jesús
del Gran Poder. Las clases, dirigidas por Rodrigo Marín, se
dictan tres tardes por semana. ¡Oirás Noboa! A que vayas de
oyente y le aprendas a toriar a la Cuty.

-Para esta feria hay suficientes toros nacionales, de varias
ganaderías nacionales. Lo que nuay son ministros.

-Como asesor para la selección del ganado fue contrado Gabriel
de la Casa.

-Y para asesora del Sixto fue nombrada la Alicia. En todo
están los de la Casa. (Diario HOY) (10B)
EXPLORED
en Ciudad Quito (Ecuador)

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