Quito (Ecuador). 17 dic 95. El cierre de la fábrica El
Progreso una de las primeras industrias del paÃs fundada hace
103 años, podrÃa ser el presagio de una escalada de cierre de
fábricas que no han podido superar problemas estructurales o
coyunturales que se han producido en el paÃs y que es preciso
analizar, para lo cual el CEA (Centro de Estudios y Análisis)
contribuye con un puntual análisis sobre la agroindustria
tabacalera en el Ecuador.
CronologÃa del descalabro
El 3 de octubre de 1988 mediante Decreto 001 se duplicaron las
tarifas del Impuesto a los Consumos Especiales (ICE) en el
rubro de cigarrillos, lo que provocó una sustancial elevación
de los precios del orden del 73% en promedio. Se inició asÃ
una reducción del tamaño del mercado; más aún cuando hasta
marzo de 1990 el precio de los cigarrillos estuvo sujeto al
control y aprobación del Frente Económico.
Fueron los precios polÃticos los que en la década de los 80
impidieron a las fábricas compensar los aumentos de costos por
la inflación y aumento de mano de obra. Este castigo a los
precios internos determinó, desde otro punto de vista, un
espacio reducido para el contrabando -que se mantuvo en
niveles del 2 y 3 por ciento.
Irónicamente, la estabilización de la economÃa en los años
1993 y 1994, sumada al anclaje del dólar, abarató los
productos importados y el contrabando comenzó a incrementarse
en detrimento de la producción nacional.
En 1995, la situación fue crÃtica, los cigarrillos de tipo
negro de caja suave -como los que producÃa la fábrica El
Progreso con precios entre 1.000 y 1.300 sucres- difÃcilmente
pueden competir con el cigarrillo que ingresa de contrabando
con cajetilla dura y filtro -que se vende a similar valor-.
Regresividad de la tributación
Con el proceso de apertura económica y la liberalización del
comercio, los paÃses rediseñaron sus polÃticas tributarias,
sobre todo las relacionadas a productos sensibles al comercio
ilegal (contrabando) como el caso de los cigarrillos y los
licores.
PaÃses como Colombia, redujeron casi a la mitad los tributos
internos y lograron frenar el contrabando de cigarrillos. Sin
embargo, una medida posterior, elevó los impuestos y el
contrabando proveniente de paÃses vecinos como Venezuela
inundó el mercado. Colombia bajó, entonces, drásticamente los
impuestos para defender su producción interna.
Estas particularidades de la apertura comercial afectaron,
también, al Ecuador; pero mientras Colombia tomó medidas
rápidas, los impuestos de nuestro paÃs no se redujeron. Se
generó, asÃ, un alto estÃmulo para el comercio ilegal, pues el
ICE (impuesto) en el tabaco rubio es del 100% al que se añade
un 3% para la maternidad gratuita y en el tabaco negro la
tarifa alcanza en global al 28%.
Por lo expuesto, la tributación ecuatoriana se ha tornado
regresiva no solo para el fisco, que de 117 mil millones de
recaudación efectiva en 1994 pasará a alrededor de 111 mil en
el presente año con una disminución real de 30 mil millones de
sucres; sino que, además, es regresiva para la economÃa
nacional por la baja de cultivo y el desempleo.
Importancia de la agroindustria tabacalera
Pese a las campañas para limitar el consumo de cigarrillos y
licores, generalizadas en todo el mundo, el mercado de estos
productos es importante.
En el Ecuador, con la instalación de plantar modernas se
estimuló la siembra de tabaco. Se llegó a cultivar hasta 1.567
hectáreas en 1988; cifras que se revierten a partir de 1992,
para alcanzar actualmente poco más de 700 hectáreas.
Paralelamente, la producción en toneladas de tabaco -en los
últimos 3 años- ha disminuido en un 50 por ciento.
La agroindustria tabacalera genera empleo en los sectores
primario, secundario y terciario; las dos fábricas instaladas
en Quito y Guayaquil emplearon alrededor de 1.500 personas en
1988, para reducirse actualmente a 832 (sin tomar en cuenta el
cierre de la fábrica El Progreso).
En el sector agrÃcola, el empleo está ligado con el cultivo,
recolección y manipulación de la hoja del tabaco. De 23.500
personas que trabajaban en 1992, actualmente apenas trabajan
alrededor de 11.000. En la comercialización de este producto,
cuya distribución a nivel primario está controlada por una
sola gran empresa con sus vehÃculos, agentes y propaganda, el
número de trabajadores se ha mantenido entre 23 y 26 mil.
Como se puede apreciar, la agroindustria tabacalera se
constituye en una gran generadora de empleo y ocupa el primer
lugar como contribuyente al fisco. Las dos fábricas del paÃs
permiten, a través del ICE y del IVA, recaudaciones superiores
a las del impuesto a la renta personal de 11 millones de
ecuatorianos y sus aportes equivalen a la quinta parte de los
ingresos arancelarios.
Distribución del ingreso de los cigarrillos
Pocos productos como el cigarrillo tienen una distribución
peculiar entre diferentes sectores de la sociedad y del
Estado. Del valor que paga el público en cada cajetilla de
cigarrillos rubio (alrededor de 3.000 sucres) el fabricante
retiene tan solo el 22%, la gran empresa distribuidora a nivel
nacional absorbe un 16.4%, entre el mayorista y el minorista
un 7.2%, mientras el ICE representa un 45.5% y el IVA un 9.1%.
Está amplia participación en las ganancias de la industria del
tabaco ha causado una competencia desleal frente al producto
extranjero que ingresa al territorio ecuatoriano por el alto
estÃmulo de los precios internos.
Por ello, el gobierno debe tomar medidas tributarias urgentes
que controlen un contrabando que se ha cuadruplicado -del 3 al
12 por ciento- en los últimos cuatro años. De lo contrario,
TANASA, la única fábrica que queda en el paÃs, podrÃa cerrar
sus puertas y dedicarse al negocio rentable de exportar
cigarrillos al Ecuador desde cualquier paÃs vecino. Hecho que,
de ocurrir, provocarÃa la desocupación de 35 mil personas en
las áreas agrÃcola, industrial y comercial; mientras el fisco
perderÃa ingresos que, por lo pronto, representan más de 40
mil millones de dólares. El contrabando florecerÃa a través de
una cadena de informales que no tributan para nadie.
Confesión de un fumador anónimo
Francisco Febres Cordero es un fumador compulsivo, salvaje,
estúpido, bestia. Y es anónimo porque todo el mundo lo sabe,
menos él.
-¿Con qué aprendiste a fumar?
Con Chester, que era la marca que fumaba mi papá y, en
consecuencia, fue también la mÃa desde los seis hasta los doce
años. No tenÃa otra opción porque tampoco sabÃa robar nada de
los bolsillos de otra persona de tanta de confianza.
-¿Y después?
Apenas pude administrar mi fortuna que salÃa del mismo
bolsillo del que sacaba los Chester, me pasé al Kent,
seguramente por eso que los sicólogos llaman lucha
generacional. Y entonces comenzó mi deambular por las más
variadas marcas (Mapleton con olor a chocolate incluÃda),
hasta aterrizar en el King.
-¿Por qué?
Por mi espÃritu nacionalista, primero, y después por cosas del
bolsillo. No del mÃo sino del de mi papá que ya no dejaba los
sueltos en el pantalón ni los tabacos dentro de su saco, sino
que se los llevaba al velador para su tranquilidad nocturna.
-¿Y te quedaste con el King?
Y me quedé también muchos dÃas en cama por una aguda
inflamación de la garganta: el King me estaba haciendo polvo
las amÃgdalas. Y el estatus.
-¿Y entonces?
Me pasé a la pipa porque ya estaba en la Universidad e iba
para abogado. O sea que era un idiota completo. A los dos
dÃas de andar chupando esa horrible boquilla de madera
recuperé mi identidad y comencé con el Full.
-¿Blanco?
Bueno, francamente siempre he sido asà aunque de joven era
hasta más rubio. Y pecoso.
-¡No! El Full ese del que hablas.
Claro. BlanquÃsimo en su exterior, negrÃsimo en su interior y
apestosÃsimo para los compañeros que iban a las clases de
Derecho Civil, que me dejaban solitario en la fila donde
estaba mi banca. Eso constituÃa un problema en los exámenes,
porque no tenÃa a quién copiar. Pero más pudo el vicio, por
supuesto.
-¿Cuándo comenzaste con el Full Dorado?
Mucho después. Me gustó tanto que me quedé con él. Hasta
ahora.
-¿Pero una vez que ha muerto El Progreso cuál será tu destino?
El mÃo es un destino sin regreso, lo cual marca mi progreso:
pelearé con Tanasa hasta lograr que siga produciendo el Full
con filtro a como dé lugar. Y de esta amenaza ya conocen sus
principales directivos que, del pánico, se han puesto a fumar
cualquier cosa, hasta Belton. O ellos siguen produciendo Full
o yo les hago una huelga de humo caÃdo que puede terminar con
mi vida. Desde aquà los acuso: ellos serán los culpables de
mi muerte por insuficiencia tabacal aguda. Y conste que yo sÃ
cumplo las huelgas que ofrezco, porque no soy como la Joyce de
Ginatta.
Cifras
- El contrabando de cigarrillos se ha incrementado de manera
alarmante: para 1987 alcanzó el 3%, en 1995 asciende al 15%.
Solo en el último trimestre de 1994 el servicio de vigilancia
aduanera logró capturar más de 70 mil cajetillas de
cigarrillos Belmont, venezolano, marca cuya importación y
comercialización es prohibida en nuestro paÃs. El cigarrillo
entra por Tulcán, Guayaquil, Huaquillas, Puerto BolÃvar, desde
Colombia, Venezuela y El Caribe.
- La industria tabacalera ha reducido la producción de
cigarrillos: entre 1987 y 1994 se pasó de 3.064 a 2.925
millones de unidades. Se ha despedido a más de 600
trabajadores en las plantas, de un total de mil empleos
directos y de 37 mil indirectos.
- Se ha reducido en un 40% la superficie de hectáreas
cultivadas y se ha incrementado los niveles de desempleo en
las zonas donde se cultiva el tabaco en el paÃs. En 1994 más
de 3.000 personas de las áreas rurales perdieron su fuente de
subsistencia para este año de un total de siete mil empleos.
- El fisco en 1995 estimaba que iba a recaudar en impuestos
133 mil millones de sucres, pero ello no pasará de 115 mil
millones debido al contrabando.
- El Progreso, en 1994, usó el 26% de su capacidad instalada.
De 52 semanas de 1995 apenas trabajaron 31 semanas, el resto
estuvo la planta semi paralizada. Las ventas de cigarrillos El
Progreso cayeron de 700 millones de cigarrillos por año a 230
millones. (EconomÃa) (Diario HOY) (6-7A)