Quito (Ecuador). 12 nov 95. La crónica que se recoge en
esta página sobre accidentes de tránsito en el país, muestra
que estos percances en los que diariamente, decenas de
ecuatorianos mueren o quedan en la invalidez, no tienen
ciertamente como responsable a un solo actor.

Deficiencias de la Policía, indolencia de la gente,
irresponsabilidad de los conductores, lenidad de los jueces y
de las autoridades de tránsito: todos contribuyen a la
persistencia y agudizamiento de un problema, al que la
sociedad no ha sido capaz de encontrarle remedio alguno.

La expedición de una nueva ley, proyecto que hace algún tiempo
estuvo en el tapete de las discusiones públicas, ahora está
engavetado en algún archivo del Congreso o del Gobierno, al
parecer ahogado por los escándalos políticos de monto mayor
por los que ha atravesado el país en los últimos meses.

No obstante, los accidentes de tránsito son un problema, que
diaria e inesperadamente causa dolor y lágrimas en hogares de
toda condición social y económica.

21h15. La televisión ha informado de la orden de prisión
dictada contra Alberto Dahik y de la renuncia de éste a la
Vicepresidencia de la República. Aún no se conoce de la huída
pero es la comidilla de toda la casa...

De pronto, en la transitada Avenida Real Audiencia de Quito,
cerca de la intersección con la Borja Lavayen, se oye un
frenazo seguido de un estruendo: un carro se ha chocado
espectacularmente.

Los vecinos del sector salen apresuradamente de sus casas. Se
encuentran con un espectáculo impactante: un carro pequeño,
marca Honda, color verdeazul, placas PBZ-228, se ha virado
sobre su lado derecho y ha quedado atravesado en media calle,
sobre el carril occidental.

Unas personas, que pasaban por el lugar, ayudan a volver al
vehículo a su estado normal y a rescatar a unos jóvenes, que,
como fantasmas, emergen del carro accidentado. Una chica muy
joven sale por la puerta lateral y corre, alentada por algún
conocido o curioso, hasta desaparecer.

Histeria en los actores

Salen otros dos jóvenes. Uno de ellos -de cabello alborotado,
camisa negra, pantalón obscuro, de aproximadamente 1.75- da
muestra de desquiciamiento y agresividad incontrolables.

Patea las llantas del vehículo, golpea con su puño cerrado la
capota, dice palabrotas, tira contra el pavimento un equipo de
sonido que seguramente iba a alto volumen y mira y remira el
interior del carro. A algún vecino que pregunta "si ya
llamaron a la Policía", el muchacho, iracundo, acercándosele
amenazador, le conmina:

¡Tú te callas, hijo de puta!. ¡Tú te largas de aquí!

El curioso se mantenía firme en su puesto mientras el muchacho
avanza con el dedo acusador, insultándolo. Sin duda, o está
borracho o está drogado. Le contiene, a duras penas, el otro
chico, más bajo que él, más sereno, que viste una chompa
multicolor con una inscripción que dice "New York".

Todo esto ocurre en segundos; quizá uno o dos minutos.
Los curiosos -padres de familia, señoras, jóvenes, niños-
suman cada vez más y, venciendo el temor al joven agresivo, se
acercan al carro. Hay una persona en su interior, que está
sentada sobre el asiento del conductor pero reclinada sobre su
lado derecho, hacia el asiento contiguo.

No da señales de vida.

Sobre el pavimento, se ha derramado abundante gasolina, que
expide su característico olor penetrante. Cualquier rato
puede estallar un incendio y convertir el carro en una pira
funeraria.

También hay sangre, que se ha mezclado con el carburante. Y a
un lado, como depositada con reverencia, adrede, una pequeña
porción de masa encefálica.

Definitivamente, el joven está bien muerto. Muerto de
contado. Seguramente, no llegó a advertir siquiera qué fue lo
que le sucedió.

El joven más pequeño, más tranquilo, trata de dar una
explicación:

Argumentos contra la lógica

"Nos salió un carro" dice y asegura que "el carro, color rojo,
estaba parqueado al lado derecho de la vía, y que salió de
repente" y que, por eso, el conductor del HONDA tuvo que hacer
una maniobra forzada.

Pero la explicación no es coherente. Si a cualquier conductor
le sale de pronto un vehículo estacionado al lado derecho, la
reacción natural es maniobrar al otro lado, para evitar la
colisión. Pero en este caso, el carro del accidente dobla
hacia el lado y va a estrellarse, por inercia, contra dos
parantes de hierro de una pequeña canasta de la basura que hay
en el lugar. Se vira hacia un costado. Es decir, el impacto
lo recibe directamente el conductor. Y es probable que,
cuando se volcó el vehículo sobre su lado izquierdo, la cabeza
del muchacho fue aplastada.

Despiste plocial

Han transcurrido treinta minutos y la Policía no llega.
Vuelven a preguntar si la han llamado y la respuesta es la
misma: "Si. Contestan que ya está reportado el caso y que
pronto llegará un patrullero".

Alguien, con humor negro, comenta: "Han de estar ocupados,
protegiéndole al Dahik".

Mientras, el joven agresivo ha ido a avisar a los padres del
joven que está muerto y al que identifican como Francisco. A
poco, en un taxi, llegan dos señoras, ya de edad. Una de
ellas, se identifica como la madre del chico. Se acerca al
carro, lo ve, y estalla en llanto y lamentaciones. Termina
por desmayarse. A poco, en otro taxi, llegan el padre y una
hermana. Las escenas son conmovedoras.

Pero la Policía no llega. Hay que levantar el cadáver y
retirar el vehículo que está obstaculizando el tránsito por
ese carril. Hay que volver a llamar al 101:

"Mire señorita -es voz de mujer la que contesta- le llamo una
vez más del sector de la Real Audiencia. Hay un accidente de
tránsito con un muerto. Hace rato...

Le cortan y le dicen:

¡ Ah.. es tránsito!. No le anuncian que le van a comunicar
con otra extensión sino que se interrumpe la llamada por unos
segundos hasta que otra voz, esta vez de hombre, se presenta:

¡Tránsito, a la orden!

"Mire señor. Son las 10 de la noche y aún no ha llegado la
Policía, aquí, a la Real Audiencia, en donde hubo un accidente
de tránsito, con una persona muerta..."

¡Un momentito. A ver, en la Real Audiencia..! El patrullero
dice que no hay nada. Va a escucharle usted mismo..

Se oye un clásico reporte, vía intercelulares, y una voz que
dice que se ha dado dos vueltas por la Real Audiencia, que se
ha ido hasta Carcelén y que no ha encontrado nada.

Se le explica, vía interlocutor, que está yéndose por el lado
contrario. Que el sitio del accidente está hacia el sur, a
dos cuadras del lugar donde comienza la Real Audiencia, cerca
de la Backer..

Responden que ya van para el lugar.

El ritual de investigar

Cinco minutos después, llegan un patrullero policial y la
grúa.

Comienzan a actuar. A preguntar. A los dos chicos que
estaban en el vehículo, y que al parecer salieron
milagrosamente ilesos, les piden sus cédulas de identidad y
declaraciones. Pero nadie advierte ni hace nada por comprobar
que están -o que estuvieron- por lo menos borrachos.

Finalmente, llega otro "grupo de investigación" que mide
posiciones, toma notas, vuelve a hacer preguntas. Y, por
último, viene el levantamiento del cadáver, su traslado en
ambulancia a la morgue y el retiro del vehículo accidentado.

Allí queda la sangre mezclada con gasolina. Piadosamente,
alguien ha recogido esa porción de masa encefálica. Y solo
queda el recuerdo de que aquí, un joven ecuatoriano -otro más,
¿cuántos suman?- rindió tributo al absurdo, a la
irresponsabilidad.

Será hasta el próximo, que a lo mejor está ocurriendo en otro
lugar de la misma ciudad metropolitana. (Sucesos) (Diario HOY)
(8A)
EXPLORED
en Ciudad Quito (Ecuador)

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