Quito (Ecuador). 25 dic 95. En los próximos días el Congreso
Nacional, siguiendo el trámite de la Constitución reformada
por el plebiscito del 28 de agosto del año pasado, aprobará el
Presupuesto General del Estado para 1996.

Considerando que las especulaciones en torno al monto
definitivo d la proforma y los porcentajes de egresos que se
destinarán a gastos corriente e inversión, no tienen una base
real objetiva, el Centro de Estudios y Análisis (consultora
vinculada al sector empresarial) ha recogido el tema como
una fuente de análisis de lo que será la economía del país en
el próximo año.

Políticas que persigue el Presupuesto de 1996

Al momento de presentar a consideración del Congreso Nacional,
a fines de septiembre, la proforma del Presupuesto General del
Estado para el próximo año, las crisis políticas y energética
no tenían la profundidad que se diera en los meses de octubre
y noviembre.

Ello explica que sobre la base del desenvolvimiento económico
de los 8 primeros meses del año se codificó el Presupuesto de
1995 y se dieron buenos augurios para que el próximo
presupuesto permita 4 objetivos nacionales básicos: la
disminución de la tasa de inflación de un 22,5% a un 18,7%; la
estabilidad del tipo de cambio de un promedio de S/. 2.890 en
el próximo año (13,33%); el mantenimiento de un adecuado nivel
de reservas y una estabilidad en las tasas de interés.

Para el logro de dichos objetivos, la proforma tendría como
elementos fundamentales apoyar la estabilidad en el nivel de
precios, desarrollar un proceso de confianza en el país que
consolide la balanza de pagos y el sistema cambiario, permitir
mayor inversión y crecimiento mediante la estabilidad de las
tasas de interés, fortalecer el sistema económico, mantener la
disciplina fiscal y mejorar la calidad del gasto.

Los supuestos utilizados para la elaboración de la proforma
de 1996 fueron un crecimiento real del PIB de un 4%, una tasa
de inflación anual (promedio) del 18,7%; un tipo de cambio
promedio anual de venta (S/. 2.890); un volumen de exportación
de petróleo crudo de 57,2 millones de barriles y un precio
promedio del petróleo crudo de US$ 14,5 el barril.

La crisis y la depreciación del sucre

En el último trimestre del presente año se da un proceso
inusual para un año preelectoral al acelerarse la depreciación
del sucre puesto que el tipo de cambio se eleva en el 10,5% al
pasar la divisa norteamericana de S/. 2656 (fines de
septiembre -95) a S/. 2936 (según el techo de la banda de
flotación del Banco Central).

Como un obvio, este cambio brusco en la paridad cambiaria deja
técnicamente desactualizado todo el sustento de los ingresos y
egresos considerados en la proforma, ya que el tipo de cambio
promedio previsto para 1996 de S/. 2.890 ha quedado superado
desde noviembre del presente año y ha sido el propio Banco
Central en el Programa Macroeconómico de 1996, entregado a
conocimiento del país el 30 de octubre último, quien señala
una nueva banda de flotación cambiaria cuyo techo ubicará el
tipo de cambio promedio de 1996 por lo menos en S/. 3.176, es
decir, casi un 10% mayor que el inicialmente estimado.

Inclusive en el Presupuesto codificado de 1995 se produce un
cambio del tipo promedio anual de venta a S/. 2.560, mientras
el Presupuesto arrancó con un tipo de cambio promedio de
S/.2.500, dándose una variación del 2,4%, que de alguna le
representa nuevos ingresos para el fisco que probablemente
concluirá el presente ejercicio en 9,2 billones de sucres,
esto es, alrededor de un 13% por encima del presupuesto
inicialmente expedido.

Inestabilidad cambiaria

Resulta preocupante el hecho de que en un año preelectoral se
hayan dado, por razones de las crisis ocurridas, 4 señales
diferentes en torno al tipo de cambio y proceso de
depreciación del sucre. En efecto, al dictarse el Plan
Macroeconómico de 1995, que incluía una propuesta para el
mediano plazo (año 2.000), se previó una depreciación anual
del 12%; luego, debido a la guerra con el Perú, la Junta
Monetaria realineó la banda de flotación cambiaria y la
depreciación anual se proyectó en un 16/.

A continuación de la crisis política con la renuncia del
Vicepresidente Dahik, la Junta Monetaria el 30 de octubre,
aumentó la banda de flotación cambiaria al 5% hacia arriba y
hacia abajo, con lo cual la devaluación se proyectó al 20,5%;
por último, la intensificación de la crisis energética y la
especulación política hicieron cambiar las metas del Banco
Central fijándose como objetivo mantener el techo de la banda,
con lo cual la devaluación se proyecta al 26,5%. Sin embargo,
si se considera que el tipo de cambio real del 2 de enero de
1995 fue de 2 mil 280, se elevan en 2 y más puntos
porcentuales todos los valores anteriores, con lo cual la
depreciación alcanzará alrededor de un 28%.

Por lo expuesto, la tesis de la estabilidad cambiaria o el
anclaje del tipo de cambio como elemento para controlar la
inflación y estabilizar la economía comienza a perder vigencia
en su aplicación práctica en el país, sobre todo a partir del
último trimestre en el que, como se dejó señalado, se produce
una depreciación brusca del 10,5%.

Ingresos presupuestarios ligados al tipo de cambio

Dejando d lado las 4 fluctuaciones en las metas cambiarias de
1995 y asumiendo que el proyecto de estabilidad cambiaria
diseñado por el Banco Central funcione a la perfección, con
una depreciación a lo largo del año de tan solo el 16,5% -lo
cual es difícil en un año electoral de cambio de gobierno- el
tipo de cambio promedio del próximo año, según se dejó ya
señalado sería de S/. 3, 176, es decir, prácticamente un 10%
mayor del considerado en la proforma (S/. 2.890). Esta
circunstancia produce un efecto trascendental en los
siguientes ingresos estimados en la proforma, porque están
íntimamente ligado, con el tipo de cambio.

Las ventas internas en derivados generan ingresos que aumentan
según escalen los precios de acuerdo con la variación del tipo
de cambio y por lo mismo la estimación de 2 billones subirá
en 200 mil millones. Lo propio ocurre en los ingresos
arancelarios, porque se calcularán sobre un mayor precio de
las mercancías importadas, y se incrementarán en 120 mil
millones. Las exportaciones de crudo y de productos derivados
generarán mayores ingresos en el orden de los 180 mil
millones.

En cuanto al IVA que constituye el ingreso corriente más
importante de la proforma el efecto mínimo con el nuevo tipo
de cambio será del orden de los 93 mil millones considerando
que tradicionalmente un 45% del IVA se recauda en las aduanas.
Sin embargo, se dará también un impacto en el IVA a la venta
de bienes y servicios internos porque el nuevo tipo de cambio
encarecerá uno y otros. Es importante destacar que el propio
endeudamiento externo considerado como ingreso también se
incrementará en un 10% generándose alrededor de 87 mil
millones más.

Por el lado de los egresos, se producirá un efecto negativo al
incrementarse los mismos en el 10% y por lo tanto el servicio
de la deuda externa previsto en 2,7 billones pasará a 3
billones, incrementándose el gasto fiscal en 270 mil millones.


De todas maneras, el efecto neto global que la depreciación
del sucre y el escalamiento en el tipo de cambio promedio para
el Presupuesto de 1996 eleva los ingresos a casi 12 billones
de sucres lo cual debería obligar al Congreso Nacional a
readecuar los gasto presupuestario a fin de que el Presupuesto
se redimensione a los niveles de la proforma original en
cuanto a gastos corrientes, disminuyéndose fuentes de
financiamiento interno, pues l deuda pública interna a
contratarse en el país se ha previsto en 1 billón 266 mil
millones, lo cual no se justificaría si es que ahora se da
incrementos en los ingresos corrientes y petroleros.

En resumen, se necesita realismo

Es preocupante que la política cambiaria en el país esté
sometida a contingencias exógenas y endógenas que comienzan a
generar una decreciente confiabilidad en la capacidad del país
para reactivar su economía. De los hechos ocurridos en 1995,
el único imprevisto fue la guerra. Los demás son la
consecuencia de actos del Gobierno sobre lo que las
responsabilidades no pueden soslayarse.

Considerando que en el país es un hecho indiscutible que lo
ocurrido hasta 1994 se debió a una excelente combinación de
políticas macroeconómicas que permitieron reducir la
inflación, estabilizar el tipo de cambio, mantener una
adecuado nivel de reservas y procurar la estabilidad de las
tasas de interés, aspectos de los cuales se han beneficiado
sin excepción todos los sectores productivos, ahora
determinados agentes económicos mantengan latente la tesis del
rezago cambiario, olvidándose que en 1995 la depreciación
efectiva bordea el 29%, esto es 7 puntos porcentuales sobre la
inflación y que solo en el último trimestre del presente año
dicha depreciación alcanzó a un 10,5% en forma súbita. Al
parecer, habría el oculto propósito de vender una verdad a
medias para presionar por una macrodevaluación que podría
caotizar el país, porque los inversionistas foráneos y las
empresas locales endeudadas en divisas sufrirían pérdidas
inmensas.

La variación en el tipo de cambio promedio del dólar para
efectos presupuestarios obliga a rediseñar el flujo de
ingresos y gastos del Presupuesto del Estado, procurando
mantener un auténtico equilibrio fiscal, esto es, evitando al
máximo nuevo endeudamiento público. Por ello es recomendable
sustituirlo con el producto de los ingresos incrementados por
la depreciación del sucre. De lo contrario, podría darse el
absurdo de que el Presupuesto inicial de 1996 podría ser 45%
superior al inicial anterior convirtiéndose en un peligroso
elemento distorsionador de la estabilidad económica.
(Economía) (Diario HOY) (5A)
EXPLORED
en Ciudad Quito (Ecuador)

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