Quito. 12 feb 2002. (Editorial) Los crÃticos de la dolarización, que
cada vez encuentran mayor parentesco entre la dolarización y la
convertibilidad, sistemas que antes solo eran primos hermanos y hoy ya
son hermanos gemelos, consideran que la catástrofe de Argentina se debe a
la dolarización y las privatizaciones, y bajo esta premisa, la conclusión
lógica es que en el Ecuador es necesario desmantelar la dolarización
cuanto antes.
Sin embargo, si se examina con mayor detenimiento la crisis Argentina,
encontramos que sus causas están Ãntimamente relacionadas con otros
elementos que nada tienen que ver con el sistema monetario ni con la
venta de las empresas públicas. En efecto, existe consenso entre los
analistas respecto a que las principales causas son el dispendio en el
gasto público, la corrupción y el endeudamiento agresivo, mientras que
las privatizaciones mejoraron los servicios públicos y suministraron
recursos para el mantenimiento del Estado.
Se ha demostrado el excesivo gasto no solamente a nivel del Gobierno
central, sino también en los gobiernos provinciales autónomos, donde se
registraron altos déficit y excesivo endeudamiento que condujeran a la
suspensión de pagos, cuando fue imposible mantener un sistema que agotó
el financiamiento vÃa impuestos, deuda pública y privatizaciones. Basta
mencionar que los sueldos de los ejecutivos en Argentina fueron los más
altos de la región, pues llegaron a $36 568 mensuales en promedio, más un
ejército de dos millones de burócratas, multiplicado por los empleados de
los gobiernos y congresos de las provincias autónomas.
En estas circunstancias, ningún sistema monetario podÃa resistir el
impacto de una combinación fatÃdica como la indicada.
Ultimas proyecciones de algunos indicadores para Argentina señalan que la
inflación bordeará el 100%, el PIB caerá en - 9,5%, la devaluación
alcanzará al 200%, las tasas de interés al 70%, como producto de la
flotación dispuesta por el Gobierno y que contradice el deseo del pueblo
de optar por el dólar. Es decir, que estos Ãndices se aproximan a los ya
observados en el Ecuador en la crisis de 1999, donde el paÃs experimentó
los efectos de este esquema cambiario. ¿Será razonable abandonar la
dolarización y todos los efectos positivos que ha obtenido en estos dos
años y volver a un escenario como este?
Las últimas decisiones del Gobierno argentino seguramente no serán las
que resuelvan el problema de fondo de la crisis económica. Coincidimos
con el criterio de muchos analistas, entre ellos Jeffrey Sachs, de que
Argentina saldrá del abismo cuando encare un proceso de dolarización y
llegue a un acuerdo con el FMI.
Los riesgos de un régimen de cambio fijo, o de cualquier otro sistema
monetario, tienen que ser afrontados con un programa agresivo de
competitividad en todos los frentes: el macroeconómico, a cargo del
Estado, y el microeconómico, en las empresas. Felizmente, ya existe en el
Ecuador una Agenda Nacional de Competitividad, un Consejo Nacional de
Competitividad, una Corporación de Calidad Total y Planes Nacionales de
Exportación e Inversiones. Se requiere iniciar una cruzada a favor de la
competitividad, y al mismo tiempo exigir al Gobierno que elimine los
mecanismos de elevación de los precios de bienes y servicios públicos
(gasolinas, energÃa eléctrica, agua, fletes) y disminuya los impuestos
(reforma tributaria). Al sector privado le compete adoptar las medidas
pertinentes en su campo de acción, para detener el peligroso aumento de
costos en la producción de bienes exportables y la apreciación del tipo
de cambio real. Este es un imperativo nacional inaplazable. (Diario Hoy)