Manabí. 8 ago 98. La olla comunitaria se puso de moda entre
los damnificados por los sismos del martes en Bahía. Pese a
que no reciben la ayuda oficial prometida, las 257 familias
que viven en un albergue provisional habilitado en la cancha
del estadio parroquial, a 100 metros del retén de la Policía,
se las ingenian para sobreponerse a la tragedia.

Y el primer paso que dieron fue de organización. Un grupo
integrado por médicos, tecnólogos, psicólogos y economistas,
se reunió y resolvió conformar las comisiones de salubridad,
control interno, distribución de agua y víveres, educación y
censos.

Las 234 raciones alimenticias que entregó el MAG, no fueron
distribuidas a cada familia, sino que decidieron implementar
el sistema de las ollas comunitarias. Las levantaron en el
costado este de la cancha, junto a la carpa de la Defensa
Civil, y armaron una rústica cocina con piedras y fierros. Dos
ollas industriales, prestadas por el dueño de un chifa
restaurante, las únicas que quedaron buenas luego del
terremoto que derrumbó el local, sirvieron para preparar los
alimentos para las 802 personas que viven en los albergues,
habilitados en la explanada del local del Innfa y en el
estadio. Ambos separados por 20 m.

La prioridad para la hora del almuerzo fueron los 428 niños,
que viven con sus padres en el lugar, pero tuvieron un
problema: no había platos ni cucharas. A fuerza de pedir
prestado entre los vecinos y buscar en medio de los escombros
de las casas lo poco que quedó en buen estado, consiguieron
agrupar 3 docenas de platos y unas pocas cucharas.

La ayuda oficial ofrecida no llega y tienen que buscar por sus
propios medios la subsistencia. Incluso las 10 carpas que
ofreció entregar el vicepresidente Pedro Aguayo hasta ayer no
llegaban. Tienen capacidad para albergar a 40 personas cada
una. Y para cubrirse de los rayos solares levantaron rústicas
carpas elaboradas con plásticos y telas en unos casos, y en
otros consiguieron parasoles.

Las personas que viven en esos dos albergues tienen problemas
para realizar sus necesidades básicas. No existen letrinas ni
fijas ni móviles y los dos baños habilitados en la sede social
de la liga cantonal resultan insuficientes para cubrir la
demanda. Mientras esperan una respuesta de los representantes
del Comité de Operaciones Emergentes (COE), sobre la
instalación de letrinas, los damnificados se buscan formas
para realizar sus necesidades fisiológicas.

Las enfermedades están sentando sus bases entre la población
infantil de estos albergues. Problemas respiratorios,
síndromes diarreicos por infección intestinal, gripes y varios
casos de paludismo, marcan un escenario agravado por la falta
de atención oficial. Esta situación fue mitigada el jueves
cuando 5 médicos del Hospital Cantonal de Calceta llegaron
hasta los albergues. Repartieron fundas que contenían cloro,
medicinas, y revisaron uno a uno a los pacientes afectados por
enfermedades, dieron su diagnóstico, entregaron las medicinas
adecuadas y se fueron.

Pero si la ayuda no llega de la parte oficial, la empresa
privada se ha hecho presente. Néstor Rodríguez, gerente de la
empresa distribuidora de agua purificada Aqua entregó el
jueves 157 bidones de 5 galones de agua a los damnificados.
Rodríguez se ha comprometido a facilitarles el líquido
mientras dure la emergencia. Desde hace 7 meses Bahía de
Caráquez no tiene agua potable. El sistema de distribución
colapsó como consecuencia de la arremetida de El Niño y hasta
ahora ninguna autoridad ni organismo público ha resuelto el
problema.

El hospital no atiende

Leonardo Viteri, director encargado del Hospital de Bahía,
dijo que el problema de la parroquia es de salubridad. Los
pobladores consumen agua de pozos profundos, que causa los
problemas estomacales de niños y adultos. "Hasta el martes
anterior y en lo que va del año se habían presentado 112 casos
por infección intestinal y 108 casos de cólera". La situación
sanitaria en la que está la ciudad podría hacer crecer
dramáticamente esas cifras.

El hospital fue destruido por el terremoto del martes anterior
y que por la emergencia se habilitaron las áreas del
parqueadero de vehículos y la cancha de indor para instalar
consultorios de atención al público. En 5 carpas se habilitó
consulta externa, pediatría, cirugía, ginecología y el
departamento de neonatos. Además, en lo que era la bodega de
implementos médicos se habilitó la sala de emergencias.

A pesar de las penurias,Viteri organizó brigadas médicas que
atienden a los pacientes que no se pueden trasladar hacia el
hospital Miguel H. Alcívar, desde Canoa, Briceño, San Vicente,
San Clemente, San Jacinto, Jama y otras poblaciones del norte.
También ayudan a los moradores de la zona del km 8, del km 16,
y de Leonidas Plaza.

Pero tienen un problema para atender a los pacientes. Las
medicinas escasean, las pastillas Valium (tranquilizantes) se
terminaron, así como las jeringuillas descartables. Y no
pueden utilizar los equipos esterilizadores que quedaron
atrampados en una bodega del hospital. La desesperación de los
afectados subió de tono ayer. Primero por la falta de atención
oficial y por un leve movimiento telúrico ocurrido cerca de la
una de la madrugada que les hizo recordar la tragedia del
martes. El pánico se apoderó de ellos y solo atinaron a
abrazarse y ponerse a rezar.

La ciudad está al borde de quedar aislada

Las vías de acceso a Bahía de Caráquez corren el riesgo de
volverse a interrumpir.

Los deslaves y socavamiento de la base de las vía San
Clemente-Las Coronas-Bahía fueron limpiados y arreglados
después de la arremetida de El Niño. Sin embargo, los
agrietamientos en esa arteria volvieron a ambos lados de la
carretera, debido a que los sismos aún continúan en la zona.

Existen dos sitios con mayores riesgos. Uno en Las Coronas;
otro seis kilómetros antes de ese lugar, donde una montaña de
lodo fue removida hace un mes. Pero los movimientos de tierra
y las continuas lloviznas, que caen en ese lugar, demuestran
que la masa de tierra todavía se mantiene frágil.

Fernando Zambrano, propietario de una camioneta con la que
realiza fletes desde Portoviejo y Manta hacia Bahía, dice que
las rajaduras en cada viaje que realiza se incrementan. Desde
el pasado martes, el trazado del terreno y las grietas que se
formaron obligan circular a un máximo de 20 kilómetros por
hora. Ello duplica el tiempo de recorrido hacia los diferentes
destinos.

Los tres turnos de los buses de la Cooperativa Coactur están
llenos. Luego de que los choferes esperan que se llene la
unidad, el viaje desde Portoviejo hacia Bahía toma entre tres
y cuatro horas, manifestó Teresa Lucas. Ella llegó ayer desde
Quito para saber cómo se encuentran sus familiares, que viven
en el barrio Leonidas Plaza.

La prioridad, según Pedro Cedeño, chofer de un bus, no solo es
cuidar la seguridad de los pasajeros sino también tratar de
prolongar la vida útil de las unidades, pues se rompen con
frecuencia los paquetes, las rótulas, los terminales y los
frenos. La excesiva vibración, según Pedro, desarma la
carrocería que igualmente se resiente por los cúmulos de lodo
y los baches de los que están plagadas todas la carreteras de
la provincia de Manabí.

Las cuadrillas de obreros y la maquinaria de la compañía Vipa
debieron realizar los trabajos para adecuar un nuevo trazado
de un kilómetro y medio, en el ingreso a Bahía. Ese desvío fue
obligado, en vista de que ese tramo de la arteria estaba
deteriorado y con múltiples zanjas de hasta cinco metros de
ancho por tres de profundidad.

Se realizó el movimiento de tierra en todo el trayecto que
bordea el botadero de basura del balneario. Empero, allí ahora
existen serias fisuras que deberían ser rellenadas por los
trabajadores del Ministerio de Obras Públicas.

A pesar de que presenta muchos baches, al momento la vía
Tosagua-Bahía es la única que permite un acceso con menos
dificultades hacia esta última ciudad. En el km 12 los
conductores deben sortear un obstáculo ocasional: se abrió un
canal por el que pasa un pequeño riachuelo.

Muchos prefieren tomar un lancha desde el embarcadero en Bahía
y avanzar hasta el km 16, y desde ese sitio un trasbordo los
llevará a Tosagua, Chone o Portoviejo. Recorrer desde
Portoviejo hacia Bahía por esa carretera toma hasta cinco
horas.

La San Vicente-Pedernales se halla transitable, no así la San
Vicente-Chone donde un deslizamiento destruyó los dos
carriles, en una longitud de 150 metros. Las calles de Bahía y
San Vicente presentan agrietamientos en la zona del malecón.
La avenida Sixto Durán Ballén también sufrió con el sismo: las
veredas y los adoquines, que quedaron agrietados en abril
pasado por los hundimientos de tierra, ahora presentan daños
en varios tramos.

Las reparaciones empiezan

La rehabilitación de las casas afectadas por el terremoto en
el cantón Sucre está en marcha.

Desde ayer un grupo de técnicos del Programa de las Naciones
Unidas para la Mitigación de Desastres realiza un censo en las
poblaciones afectadas por los movimientos telúricos del
martes.

Este grupo se encargará de evaluar las casas de las personas a
quienes se les entregará la ayuda, que consiste en facilitar
los materiales de construcción (cañas, madera, zinc,
ladrillos). Empero, las donaciones implican una condición: los
propietarios de las casas deben repararlas ellos mismos.

El primer paso fue la entrega de 15 mil dólares por parte de
la Organización de las Naciones Unidas y similar cantidad por
parte del Gobierno de Noruega. En este proceso, según Ricardo
Mena, asesor regional de la ONU, se aprovechará un remanente
de 20 mil dólares que fue entregado por esta organización como
ayuda para los afectados por El Niño. Ayer los técnicos
realizaban los sondeos de costos para establecer la inversión
que se utilizará y una evaluación del estado de las viviendas.


Un censo de las familias damnificadas permitió determinar que
en la explanada del Innfa hay 49 familias que conforman 211
personas (127 adultos y 84 niños); en el estadio parroquial
hay 208 familias (491 adultos y 244 niños).

En el Barrio del Astillero hay 15 familias, (34 adultos y 48
niños); en la cancha 3 de Noviembre, 24 familias (71 adultos y
31 niños); en retén policial hay 13 familias (26 adultos y 25
niños); en la cancha de baloncesto hay 6 familias (23 adultos
y 12 niños).

La solidaridad funciona

La tierra no deja de temblar

Un reporte del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica
Nacional (Igepn) revela que hasta ayer se han registrado 227
réplicas del evento telúrico principal de 7.1 grados en la
escala de Richter, que se registrara el martes pasado. Los
especialistas del Igepn también han detectado que el número de
temblores disminuye a medida que transcurre el tiempo. La
réplica más fuerte ocurrida en las últimas horas se dio a las
00h51 de ayer, y alcanzó los 4.9 grados en la misma escala de
Richter.

Aportes desde Guayaquil

El movimiento comenzó antier muy temprano en el cuartel de la
Junta de Defensa Civil del Guayas. 3 camiones y más de 20
voluntarios tenían que llegar lo más pronto posible a Bahía de
Caráquez para unirse a la gestión de la Defensa Civil de
Manabí. El personal se encargó de empacar y colocar bidones,
colchas, toallas, pañales, medicinas, 5 carpas, igual número
de rollos de plástico, 150 fundas de provisiones -con 2 kilos
de arroz, 2 de azúcar, lentejas, sal y harina cada una- y
diversos tipos de medicinas. Esos artículos formaron parte de
la primera entrega a los damnificados. El primer equipo salió
a las 09h50 desde el cuartel, ubicado en la avenida 25 de
Julio. A las 10h25 fue el turno de las otras dos unidades, que
llevaban también una radio multibandas. Ayer partió más
personal. Redacción Guayaquil

Una cuenta en favor de los afectados

El Banco Bolivariano abrió una cuenta de ahorros, la número
1004030, para que la ciudadanía de Guayaquil pueda colaborar
con los perjudicados en Bahía. Los ciudadanos empezaron a
llevar sus donaciones -ropa y enlatados- desde muy temprano al
cuartel de Defensa Civil y a sus oficinas en la Gobernación.
También se recibieron aportes en la Base San Eduardo de la
Infantería de Marina, cerca del estadio de Barcelona, y en la
Zona Naval en Cañar y 5 de Junio. Además, un gran número de
médicos ofreció sus servicios voluntarios, así como el
personal del Cuerpo de Bomberos. La Subsecretaría Regional de
Salud dispuso el envío de tres camiones con analgésicos,
antitérmicos, antibióticos, cloro y sueros para atender a los
heridos. Redacción Guayaquil

Recolección de donativos

Ayer se realizó un festival en Portoviejo para recaudar
alimentos, frazadas, agua y medicinas. Estudiantes de las
universidades de la capital manabita, en conjunto con
artistas, cantantes y teatreros de esa ciudad, participaron en
la acción de solidaridad. Los medios de comunicación también
brindaron su aporte para la cruzada. Adicionalmente, se abrió
la cuenta 1406956807 en el Banco La Previsora, para recaudar
fondos que serán destinados a las familias afectadas por los
temblores del martes. (Texto tomado de El Comercio)

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en Ciudad Manab�

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