Quito. 15 oct 2001. Detrás de su escritorio tiene unos zapatos Nike
gigantes, hechos como para Michel Jordan. Se impone retos de gran alcance
y para ello trabaja con frenesí. Se declara optimista, a pesar de los
pesares. Ahora, quiere demandar de la ciudadanía una identidad para
Pichincha e invoca a todos los sectores a participar en la Asamblea que
empieza mañana.

Confía en su gente, pero reconoce que su proyecto puede fracasar si los
pichinchanos lo dejan solo. Habla de liderazgo colectivo y está seguro
que es el momento de arriesgarlo todo para conseguir que la provincia sea
un eje articulador del desarrollo nacional.

¿Usted cree que la gente no sabe qué es Pichincha?

Pichincha es una entidad imaginaria. Se piensa que por ser la sede de
gobierno tiene todo; se cree que Quito y Pichincha son lo mismo. Es hora
de darse cuenta de que la realidad es otra, que la provincia tiene ocho
cantones y el Distrito Metropolitano, cada uno con sus necesidades.

¿No existe identidad?

No, en lo absoluto. No existe la categoría pichinchano. Aquí cohabitamos
gente de todas las provincias del país, lo que en cierta medida es un
problema. No hay quien motive esa identidad pichinchana. Queremos
reafirmar que este lugar del mapa es el crisol de la nacionalidad, y ahí
está la riqueza.

¿Y en lo material?

Está huérfana, no tiene apoyo gubernamental. Gustavo Noboa es el único
presidente que no asistió a la sesión del 24 de mayo. Nos da sana envidia
cuando va a otra provincia a entregar recursos. Ese es uno de los motivos
del estancamiento de Pichincha. Otros tienen que ver con que hubo
prefectos que se dedicaron a construir casas.

¿Qué le falta?

No tiene un buen aeropuerto internacional, ningún megaproyecto, el canal
de riego de Tabacundo está desfinanciado, hay déficit en salud, educación
y vialidad. Las vías principales están bien, pero en las parroquias no
existen. Además, tenemos un presupuesto de $34 millones para una zona que
demanda más del triple de esa cifra.

¿Usted está buscando los padres para la provincia?

Los padres tienen que ser el gobierno, los diputados, los representantes
de las cámaras, de las universidades, todos aquellos que piensen en
función de Pichincha. Miremos hacia adentro y veamos que existe una
provincia que ha sido abandonada. Hay que empezar a gobernarse por sí
mismos y esto es parte del proceso de descentralización.

¿Existe un divorcio entre los habitantes y el concepto de provincia?

Todos hemos marchado por distintos caminos, las instituciones, los
ciudadanos, el gobierno de la provincia, los municipios. Deberíamos
empujar para el mismo lado, solo entonces los escasos recursos pueden ser
más productivos y se pueden alcanzar los objetivos con mayor rapidez.

¿Qué tipo de provincia quiere construir?

Una Pichincha solidaria, productiva, competitiva, un espacio donde haya
educación, salud, donde los servicios básicos sean buenos. Para eso
aspiro dejar un plan de desarrollo provincial consensuado y en etapa de
ejecución, de tal forma que no exista la posibilidad de que venga otro
prefecto y se desvíe del camino.

¿Cómo?

Con planificación y un equipo que trabaje por objetivos y no por
intereses personales. Ejerciendo liderazgo que permita conducir toda la
energía del pueblo, a fin de conseguir que Pichincha lidere un proceso de
transformación nacional. Ojalá podamos convertirnos en un ejemplo
nacional.

¿Con qué recursos?

Hemos hecho un convenio con la bolsa de valores de Quito, vamos a
titularizar nuestras cosas y a ser creativos en cuanto a la obtención de
recursos, porque no le vamos a pedir todo al Estado. Tengo autopistas y
vías que puedo titularizar y conseguir recursos frescos del exterior para
hacer obras.

¿Por qué usted quiere liderar este proceso?

La historia me ha puesto aquí y no la voy a defraudar. Es el momento
histórico para hacerlo, ¡basta del abandono de Pichincha!

¿Cómo va a articular a la provincia en el contexto nacional y regional?

No queremos desarticularnos. Aspiro a que Pichincha sea un eje de
desarrollo que articule a toda la región, que podamos ayudar al
crecimiento de las pequeñas provincias, a pesar de que siempre nos han
atacado aduciendo que es una provincia centralista, no se han dado cuenta
que el centralismo no es geográfico, es un modelo de Estado que se agotó.
Esta provincia es productiva, eficiente y no burocrática, y podría dar
mucho más.

¿Cuáles son los peligros que vislumbra deberá sortear en el camino?

Lo peligroso sería que no hagamos un seguimiento lógico del proceso, que
no ubiquemos objetivos claros y que la crisis nos golpee más, generando
que cada uno busque su forma de sobrevivencia.

La ficha

Ramiro González Jaramillo cumplió 43 años, está casado con Carmen Gaybor
y tiene tres hijos.

Se graduó de economista en la Pontificia Universidad Católica de Quito,
institución en la que permanece como profesor de la Facultad de Economía.
(Diario Hoy)
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en Ciudad Quito

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