Quito. 9 mar 2001. En medio de la guerra no declarada con Perú, la
tasa interbancaria trepó sobre el 260%. La fuga de capitales ha
sido constante desde esa fecha.
A mediados de la década de los 90 el paÃs frenó la recuperación
económica que habÃa iniciado dos años antes. La guerra no
declarada del alto Cenepa, que se inició en enero de 1995,
deterioró los indicadores macroeconómicos de la Nación. Según el
analista Abelardo Pachano, "la crisis viene golpeado las puertas
permanentemente desde 1995. Por razones económicas, polÃticas,
problemas internacionales, por todo, la crisis ya era previsible".
Los casi dos meses de conflicto generaron el incremento del gasto
público y por consiguiente la elevación del nivel de deuda. En
1994 el presupuesto general del Estado era de 2 544,0 millones de
dólares y en 1995, 3 097,4 millones.
El financiamiento del presupuesto se hizo incrementando el monto
de la deuda pública. El indicador pasó de 9 830,3 millones de
dólares a 10 440,4 millones en el mismo perÃodo.
En el sector productivo las cosas no iban mejor. Entre los grupos
empresariales circulaba el rumor de una posible incautación de
divisas, lo que ocasionó la salida de capitales. La guerra tuvo
efectos directos en el sistema financiero: generó incertidumbre,
provocó fuga de capitales y la consiguiente elevación de las tasas
de interés.
El retiro de los depósitos originó que los bancos requieran de
mayor liquidez. Las entidades que tenÃan dinero en efectivo lo
prestaron a los que carecÃan de él, pero a un interés de niveles
insostenibles. La tasa interbancaria (interés al que se prestan
los bancos) al 22 de enero de 1995 era de 30 por ciento; al 27 de
enero, en medio del conflicto, el interés subió al 105 por ciento.
Al 2 de febrero la tasa alcanzó su nivel más alto: 264,72 por
ciento. Posteriormente, el indicador se estabilizó en niveles de
dos dÃgitos.
Al final de la guerra el Banco Continental resultó afectado. La
entidad pasó a manos del Banco Central del Ecuador (BCE). Pachano
dice que "parte de la cartera estaba prestada al 22 por ciento a
tres y a cinco años plazo", mientras tuvo que pagar créditos
subordinados sobre el 200 por ciento. Un año antes habÃa caÃdo la
primera institución financiera: el Banco de los Andes. El problema
fue administrado bajo las leyes del mercado. Sin embargo, señala
Pachano, "el libre mercado es posible en la industria o en el
comercio, pero es imposible en la banca. Los teóricos del mercado
no se dieron cuenta de que la libertad de ingreso para la banca es
posible, pero cuando un banco quiere salir tiene restricciones
tremendamente costosas y muy onerosas para la sociedad".
Superado el conflicto bélico, el paÃs entró en una espiral de
incertidumbre polÃtica que continuó con los efectos negativos en
la economÃa. El 12 de octubre de 1995 el vicepresidente, Alberto
Dahik, fue sindicado por corrupción. El régimen de Sixto Durán
perdió a su hombre fuerte. Dahik pidió asilo polÃtico en Costa
Rica (donde actualmente reside)
El 26 de noviembre de ese año, el Gobierno realizó una Consulta
Popular para modernizar al Estado. Golpeado por la reciente caÃda
de Dahik, el Régimen no recibió el apoyo en el proceso electoral.
La situación nuevamente generó incertidumbre en los agentes
financieros, pero, sobre todo, en los inversionistas.
En 1996 el populista Abdalá Bucaram, ex alcalde de Guayaquil, ganó
las elecciones. Pero su gestión duró poco. Bucaram fue depuesto el
5 de febrero tras una polémica resolución del Legislativo,
motivada por una movilización popular, que lo acusó de incapaz
mental para gobernar. El presidente del Congreso de entonces,
Fabián Alarcón, se sentó en el sillón presidencial luego de
hábiles maniobras polÃticas. Pero la tranquilidad no regresó al
paÃs. El ministro de Gobierno, César Verduga, fue acusado de
utilizar fondos reservados para fines privados. La historia se
repitió: Verduga escapó y se refugió en México. Durante el mandato
de Alarcón la situación macroeconómica del paÃs empeoró. A la
incertidumbre polÃtica se sumaron el problema fiscal, las crisis
asiática y rusa y el fenómeno de El Niño. Alarcón presupuestó el
precio del barril de crudo en 14 dólares; sin embargo, el barril
llegó a los siete dólares. El déficit del sector público alcanzó
el 6,2 por ciento. Las crisis asiática y rusa cerraron los flujos
de capital hacia los mercados emergentes, entre ellos Ecuador.
Además, redujeron el comercio entre esos paÃses y Ecuador. Las
exportaciones de banano cayeron en 19,4 por ciento, y las de los
productos no tradicionales se redujeron en 39 millones de dólares.
Cuando Jamil Mahuad asumió la presidencia la tendencia no cambió.
Sin embargo, el Frente Económico no dimensionó el verdadero tamaño
de la crisis. En medio de una rueda de prensa un periodista le
preguntó al entonces ministro de Finanzas, Fidel Jaramillo:
Ministro, ¿qué va ha hacer el Gobierno para enfrentar el
"Armagedón financiero que se les viene encima?". Jaramillo
respondió: "no es un asunto que esté saliéndose de las manos. Esto
no se trata de ningún "Full Monty" ni mucho menos". Meses después
la crisis explotó y el Gobierno tuvo que pasar 17 entidades a la
administración de la Agencia de GarantÃa de Depósitos (AGD). Las
crisis fiscal y financiera no llegaron solas. Un informe de la
Corporación Andina de Fomento (CAF) señaló problemas en el sector
productivo ocasionadas por una inadecuada capitalización. De hecho
la relación pasivo (deudas) con el patrimonio fue de 75 a 25 por
ciento y los gastos financieros sobre las ventas de entre el 10 y
15 por ciento (a nivel internacional no deben pasar del cinco por
ciento).
"Una buena parte de la gerencia no es profesional, es familiar, la
cual al final termina convirtiéndose en un pasivo para la empresa.
Estos problemas en las compañÃas ecuatorianas, entre otros,
ocasionan que no puedan honrar sus obligaciones, afectando la
calidad de la cartera y la solvencia de los bancos", precisa aquel
informe.
El analista Fernando Pozo advierte que el paÃs no supo administrar
la recuperación económica que se vivió entre 1993 y 1994. "Es
necesario administrar las bonanzas y no solamente las crisis".
(Texto tomado de El Comercio)