Quito. 19 mar 2001. Pese a su decisiva influencia en el paÃs, algunos
lÃderes indios no gozan en sus casas de los elementales servicios
básicos.
No gozan de las comodidades que brinda la tecnologÃa actual, pero en sus
hogares lo único que no falta es el amor: son las viviendas de los
dirigentes indÃgenas que protagonizaron el mes pasado un levantamiento
que mantuvo en vilo al paÃs durante más de dos semanas.
EL UNIVERSO realizó un recorrido por las viviendas de Ricardo Ulcuango,
vicepresidente de la Conaie, Estuardo Remache, presidente de la
Ecuarunari (filial de la Conaie), y Antonio Vargas, presidente de la
Conaie, en ellas y sus alrededores advirtió la admiración que sienten por
ellos sus familias y vecinos.
Las familias niegan rotundamente que sus lÃderes se hayan beneficiado
económicamente por estar al frente de las organizaciones indÃgenas, pero
reconocen que sà han interpuesto su lucha para conseguir beneficios para
las comunidades que según dicen fueron olvidadas por siglos.
ENTORNOS
Vargas, pobreza en la riqueza amazónica
UNIÃN BASE, Pastaza.- La pobreza reinante en la vivienda de madera, sin
ventanas y con una tabla que funciona como escalera, contrastaba con la
rica vegetación y el paisaje que domina la zona.
El rÃo Puyo, que imponente sobresale en aquel paraje, en muchas ocasiones
ha inundado esa pequeña casa, distante a diez metros.
En esas circunstancias, la familia dueña de la vivienda se ha visto
obligada a retirar las pertenencias de la planta baja, colocarlas en el
piso alto y por seguridad, a pernoctar en la sede de la Confeniae
(Confederación de Nacionalidades IndÃgenas de la Amazonia), ubicada en lo
alto de esa zona, a un kilómetro.
Hace dos semanas, sin la presencia del jefe de esta familia, Antonio
Vargas, presidente de la Conaie, el rÃo inundó 50 centÃmetros la
vivienda, esta situación la enfrentaron la esposa de Vargas, MarÃa Cuji y
sus cinco hijos Indi (sol), Sisa (flor), Cindy (pepa de una fruta),
Carlos y Sacha (selva)
Indi, el primogénito de los Vargas Cuji, expresa que las dificultades
para esta familia aumentan con la ausencia de su padre. "Mi papá se
demora en llegar y se está haciendo un poco normal que falte comida".
Luego mencionó, con mucha timidez, que lo importante es contar con el
paisaje del puente colgante con piso de madera, el ruido del rÃo, el agua
cristalina, la cascada, las gallinas, los árboles, chanchos, la yegua
Bella y el perro Peluche.
El único cambio que sà anhelan que se concrete es la casa que esperan
construir en un sector más alto y frente a la cascada.
Indi y su abuelo, Venancio Vargas, afirman estar a gusto en este sector,
Unión Base, a seis kilómetros del Puyo, cuyo trayecto comprende una
guardarraya rodeada de sembrÃos de plátano y yuca.
Por esta vÃa, los niños, al igual que lo hizo Vargas, caminan durante una
hora para llegar todos los dÃas a su escuela.
Ulcuango consiguió beneficios a su comuna
COCHAPAMBA, Pichincha.- Un carrito de juguete. Ese es el sueño y la mayor
aspiración de Jumandi Atahualpa Ulcuango, de 9 años, que vive en una
rústica casa de adobe asentada en lo alto de una loma de Cochapamba,
comunidad indÃgena en pleno páramo de Cayambe. El menor asegura que el
único juguete que ha tenido ya se le destruyó.
"Me dijo que no tenÃa plata", respondió Jumandi cuando se le preguntó si
el carrito que aspira tener ya se lo pidió a su padre, Ricardo Ulcuango,
vicepresidente de la Conaie.
Mientras el menor conversaba sin timidez en la falda de aquella loma, su
abuela, MarÃa (una octogenaria), trabajaba limpiando los cultivos de
cebolla en la chacra de los Ulcuango. Su esposo, Juan, recogÃa el agua
contaminada que consume la familia.
Los moradores de Cochapamba explicaron las condiciones en las que vive el
número dos de la Conaie con su esposa y tres hijos. A la vez destacaron
que gracias al liderazgo de Ricardo la comuna obtuvo tres obras
importantes: el centro escolar, la electrificación y beneficios en la
agricultura de la zona.
Manuel Farinango destacó que los Ulcuango "peleando directamente frente a
los gobiernos" han gestionado mejoras en 48 comunidades del sector
HuambiquÃ, cuando los Ulcuango, indistintamente, eran aguateros
(administradores) de esas comunas.
El rostro de Farinango evidenció cierto coraje cuando se le preguntó si
esta familia obtiene beneficios personales. "Cuando era muchachito
Ricardo vivió en una chocita de paja, comenzó a estudiar y formamos el
estatuto jurÃdico y con esfuerzo hace más de veinte años construyó la
nueva casa", dijo, mientras señalaba la vivienda de adobe, con piso de
tierra, petates y ningún adorno, de aproximadamente diez metros de largo
por tres de ancho.
Estuardo Remache es el orgullo de los puruhaes
CALERAS CHAUPIPOMALÃ, Chimborazo.- Una abandonada y destruida casa de
adobe y choza de un solo ambiente (de no más de veinte metros cuadrados),
queda como recuerdo de los tiempos cuando la familia Remache Chango
pertenecÃa al huasipungo de uno de los mayores hacendados del Chimborazo.
Junto a los vestigios de esa casa, desde hace tres años contrastan
construcciones paralizadas, una se halla en la porción de hectárea que le
corresponde a uno de los ocho hijos de los Remache Chango, Estuardo, el
presidente de la Ecuarunari, principal organización indÃgena de la
Sierra.
"Esas casas ya no serán ocupadas por yanaperros ni huasicamas (indÃgenas
que trabajaban para el patrón sin que reciban sueldo)", dijo el hermano
de Estuardo, Edy Remache, de 33 años, un chofer desempleado, quien no
acepta ser estropeado por nadie, "porque no quiero regresar a lo mismo".
Agachando la cabeza, Edy solloza al recordar la muerte de su padre, Félix
Remache, hace tres años y la época de sufrimiento que su familia vivió en
el huasipungo. "Mi padre aprendió a leer y escribir solo".
Su expresión brilla cuando menciona a su hermano Estuardo. "Es nuestra
inspiración para los que somos originarios de los Puruhaes. Estuardo
terminó la primaria, luego salió a trabajar como mecánico, albañil,
maestro constructor y fue dirigente desde los 16 años", indicó.
Ãngel, el hermano mayor de los Remache, comenta que la actual labor de su
hermano en la Conaie le impide participar, como antes, en un conjunto
musical que ellos integraban.
"Mi hermano era el que tocaba la guitarra y cantaba en quichua y en
castellano, dábamos serenatas en los dos idiomas", al tiempo que mencionó
que el pedido de los pobladores de las comunas de San Juan de Pomaló, es
que "ojalá Estuardo no se venda". (Texto tomado de El Universo)