Quito. 28 jun 99. El mayor artista de este siglo tuvo una vida
sentimental borrascosa. De sus tres matrimonios quedan siete
hijos, que hoy aspiran a la inmensa fortuna que generó su pincel:
50 millones de dólares

El Complejo Cultural Guayasamín, con la Capilla del Hombre y el
edificio de museos, fue el último gran sueño del maestro Oswaldo
Guayasamín. Por su repentina muerte, el 10 de marzo pasado, no
alcanzó a dejar un testamento ni otro documento jurídico que
determine con exactitud los bienes culturales de su propiedad que
debían integrarse a esta gigantesca obra. Entonces, dicen que por
gestiones de su yerno Alfredo Vera Arrata, militante de la
Izquierda Democrática, empezó a circular por el Ministerio de
Educación un documento. Incluso parece que llegó a la Presidencia
de la República. Los asesores jurídicos recomendaron desecharlo.
Vale recordar que la ministra Rosángela Adoum es hija de Jorge
Enrique Adoum, el intelectual considerado uno de los mejores
amigos de Guayasamín.

Desechado, ese documento fue a parar en el Congreso. Honorables
de la Izquierda Democrática lo auspiciaron y el Congreso terminó
por exhortar al Instituto de Patrimonio Cultural, que todos los
bienes inmuebles y muebles que tienen que ver con museos y
colecciones, y piezas artísticas donadas y no donadas por el
artista, se declaren Patrimonio Cultural Nacional. La
administradora sería la Fundación Guayasamín que tiene como
miembros y la manejan, los cuatro hermanos Guayasamín Monteverde:
Pablo, Cristóbal, Verenice y Saskia (esposa de Vera), con sus
esposos, más la madre de ellos, Maruja Monteverde.

La actitud diligente del Congreso chocó con una realidad: hay
otras tres herederas que no son miembros de la Fundación y no
fueron tomadas en cuenta para la generosa donación de bienes que
pretenden hacer los Guayasamín Monteverde. Ellas son las hermanas
Guayasamín Deperón: Shirma, Dayuma y Yanara, hijas del segundo
matrimonio del maestro.

Así, un simple acto de sucesión, millonario por cierto, porque
bordearía los 50 millones de dólares, se convirtió en político
por la intromisión del Estado.

Juristas consultados por Vistazo se mostraron sorprendidos porque
el organismo que hace las leyes, el Congreso, dicta una
disposición ilegal. "Nunca el Congreso puede exhortar sobre
bienes particulares". Y explicaron: al instante que una persona
muere, lo donado es donado, el resto entra al proceso de
sucesión. Lo dice el tercer libro del Código Civil en el que se
consagran las normas y principios relativos a la sucesión por
causa de muerte y donación entre vivos. Para donar más de 20 mil
sucres el donante requiere "insinuación judicial", o sea,
autorización del juez (artículo 1.444) porque nadie puede donar
el total de sus bienes, y para donar inmuebles debe hacerse
escritura pública (artículo 1.443). Como Guayasamín ya no está
con vida, no puede hacer estos trámites, por lo tanto,
corresponde primero resolver la sucesión y luego los herederos
verán si donan o no sus bienes.

"Que se declare patrimonio al arte de nuestro padre, es un honor,
pero hay un problema legal", dicen las hermanas Guayasamín
Deperón, molestas por dos cosas: que se encargue la
administración de los bienes patrimoniados a la Fundación y que
sus hermanos hayan recurrido al Congreso, sin consultarlas, en
el momento en que estaba dándose un proceso de mediación.
Explican que cuando murió su padre, las dos partes acordaron
nombrar intermediarios para negociar la herencia. De parte de
ellas estaba una persona particular, Marilú Parra de Hay y por
los Guayasamín Monteverde, Alfredo Vera, el esposo de Saskia.
"Estábamos en la mediación para definir cuál es el concepto
cultural con el cual se quiere armar los diferentes museos de la
Capilla del Hombre".

LA FUNDACIÓN

Pese a que aseguran que mantuvieron una buena relación con su
padre, las hermanas Guayasamín Deperón nunca tuvieron una
participación objetiva, determinada por algún documento expreso,
en los bienes que constituyen la fortuna Guayasamín: Fundación
Guayasamín; Talleres Guayasamín con sus almacenes; patentes; y
otros bienes. Por lo tanto, al morir su padre se quedaron casi
sin nada. Solo tienen un departamento y dos terrenos en el Valle
de los Chillos, comprados por cada una con el dinero que les dio
su padre por una deuda que tenía con su abuela materna.

La Fundación Guayasamín fue constituida el nueve de julio de
1976, por Oswaldo Guayasamín con su tercera esposa Helena Heryes.
Se divorció de ella en 1983 y pasó a formar parte de la Fundación
su primera ex esposa: Maruja Monteverde.

Las hermanas Guayasamín Deperón, del segundo matrimonio con Luce
Deperón, quedaron fuera, porque cuando se creó la Fundación, eran
niñas y más tarde "la Fundación ya estaba totalmente tomada. Creo
que papá estaba constantemente queriendo que hagamos parte, de
hecho lo hacíamos, pero a través de él y lo que conversábamos lo
traspasaba a la Fundación. Cuando se divorció de Helena él quiso
que participáramos, pero nosotras somos artistas y nunca nos
metimos en la parte de los negocios".

No solo que fueron marginadas del acto constitutivo, sino que se
les limitó la opción a participar en la Fundación con la cláusula
que dice: "Formarán parte de la asamblea de miembros, las
personas que sus miembros actuales designaren por unanimidad a
pedido del directorio". Dentro de una familia con conflictos de
divorcios y madres distintas, resulta difícil conseguir la
"unanimidad".

La Fundación, que como institución sin fines de lucro no paga
impuestos, organiza actos culturales y auspicia proyectos
sociales. En 1998 hizo 20 actos culturales. Hasta 1992 tenía
cuatro escuelas con el nombre del maestro con las que coopera "en
todo cuanto es posible"; manejaba ambulancias donadas por la
Fundación Mitterrand; y tenía convenios de cooperación e
intercambio con la Universidad de Manabí, Fundación Tsáchila y
Universidad Complutense.

Ahora también tiene Cernimed (Centro Médico) que nació a
propósito del matrimonio de Verenice con el médico cubano,
Gregorio Marrero. "Mi padre lo construyó para que trabaje él y
se cobre lo mínimo por una atención médica", dice Pablo.

LAS DONACIONES

Al constituirse, la Fundación recibió del maestro la donación del
terreno en la calle Manuel Calvache para la construcción del
museo y 470 piezas de arte (escritura del nueve de julio de
1976). Después, el maestro hizo una donación de 1.000 de sus
dibujos (escritura del 24 de abril de 1995).

Existe otra donación que se mantiene en secreto porque en la
Notaría se resistieron, hasta el cierre de esta edición, a
entregar una copia a las hermanas Guayasamín Deperón. Allí
estaría parte de las donaciones para el nuevo complejo cultural
que incluye a la Capilla del Hombre y tiene una extensión de
15.000 metros cuadrados.

Con esas donaciones el patrimonio de la Fundación sería de unos
30 millones de dólares.

Al parecer, éstas son las únicas donaciones del maestro, por eso
el Congreso "exhorta" a que pasen a ser patrimonio nacional "las
piezas artísticas y culturales que a la fecha de su fallecimiento
se encontraban en exhibición, o guardadas en muebles en la
casa-museo que el artista habitó en el barrio Bellavista de
Quito, y todo lo que concierne a la obra arquitectónica, murales,
bocetos y dibujos relativos al proyecto Capilla del Hombre que
él mismo concibió".

Por su parte, Pablo Guayasamín Monteverde, director de la
Fundación, cree que en total estos bienes culturales pueden
costar "más de 50 millones de dólares, pues los bienes
coloniales, por ejemplo, son invalorables".

Al haber solicitado que se convirtieran en patrimonio nacional,
cree que están dando forma a un deseo de su padre manifestado "en
más de 100 declaraciones públicas, incluso en Vistazo. Él solía
decir: de esta casa no sale ni una mosca. Esa era una generosidad
de él para con su gente, su país, América". Además planificó que
"todos los museos que están ahora en la Fundación Guayasamín, se
ubiquen junto a la Capilla del Hombre" que está construyéndose
en el mismo terreno, a un costo de 13.500 millones de sucres
(1.350.000 dólares a la cotización actual). Ese monto está
financiado con las donaciones del exterior por 450.000 dólares
y otra de Jamil Mahuad, cuando alcalde de Quito, por 400.000
dólares. Se agregaron 500.000 dólares que generó el programa y
la venta de los discos Todas las voces.

EMPRESAS

"Los bienes no culturales, serán repartidos a todos los
herederos, que somos siete", dice Pablo. Pero hay otros bienes
que son mezcla de cultural y comercial.

La fortuna de Guayasamín incluye Talleres Guayasamín S.A.,
empresa constituida el 13 de mayo de 1975, teniendo como socios
a Oswaldo Guayasamín y su esposa Helena Heryes, con el 65% de las
acciones y sus cuatro hijos Guayasamín Monteverde que tenían el
resto. Con el divorcio, la Heryes salió de la sociedad y entró
su ex primera esposa Maruja Monteverde, con el 23.6% de acciones,
frente a 22.4% del maestro. El resto se reparten los hijos
Guayasamín Monteverde con sus esposos e hijos.

Según el registro de la Superintendencia de Compañías, la empresa
fue creada para "la fabricación de joyas de fantasía y bisutería
en general". Pero en la vida del maestro, también producía sus
serigrafías y Pablo lo confirma: "La Fundación vivía de la
comercialización de la obra, pero la obra gráfica firmada ya no
puede haber, pues mi padre murió". Cuando termine la obra que
quedó firmada, en ese taller, "la Fundación puede imprimir en
offset obra con libros, postales, cerámicas, etc".

A esta empresa también pertenecen los almacenes en el Policentro
en Guayaquil y en el Mall El Jardín, en Quito. "El de Miami se
le dio autorización a Omar Quintana y quebró", dice Pablo.

Ese porcentaje de participación accionaria del padre en esta
empresa, también tiene que repartirse entre sus siete hijos.

PATENTES

Otro punto de alta discusión será, indudablemente, la patente.
"Todos los registros de marca Guayasamín OG, están a nombre de
mi papá y nunca cedió sus derechos de reproducción al arte. La
prueba está en el Registro de Patentes", dicen las hermanas
Guayasamín Deperón. Esto nada tiene que ver con Talleres
Guayasamín S.A. que hacía las serigrafías. "Las patentes son la
propiedad intelectual sobre todos los productos y nosotras somos
herederas de eso, junto a nuestros cuatro hermanos".

Bajo esa patente, los negocios de arte y bisutería del maestro
y sus empresas estaba "por lo bajo" en 500 mil dólares, calcula
un comerciante de arte consultado por Vistazo. "Solo un óleo de
Guayasamín, de los más baratos, estaba comercializándose antes
de su muerte entre 18 mil y 20 mil dólares. Eso da la dimensión
del negocio.
Después de su muerte han subido en un 10%". Nosotros comprobamos
que relojes de oro, por ejemplo, se comercializan a 5.000
dólares.

BIENES PARTICULARES

Sin la Fundación, los talleres y la patente quedan los bienes
particulares que realmente son insignificantes en comparación:
bordean el millón de dólares e incluyen, casas, vehículos y
terrenos.

Todo demuestra que la fortuna de Guayasamín, como no podía ser
de otra manera, estaba sustentada en el arte. Por eso el
conflicto. A criterio de Pablo, "es normal que alguno de los
hermanos no esté de acuerdo con algún procedimiento, pero será
resolución de todos cómo vamos a proceder". La esperanza de un
arreglo pacífico, también tienen Shirma, Dayuma y Yanara.

Oswaldo Guayasamín tuvo tres matrimonios. El primero con María
Eulalia Monteverde (Maruja), una condiscípula en la Escuela de
Bellas Artes "que pintó unos pocos cuadros y nada más", según
alguien que conoce a la familia. Tuvieron cuatro hijos: Pablo,
director de la Fundación, casado con Patricia Madriñán;
Cristóbal, encargado del taller de serigrafía, con Lupe Minda;
Saskia, funcionaria de la Fundación, con Alfredo Vera, activo
militante de la Izquierda Democrática; y Verenice, diseñadora de
las joyas y bisutería, casada con el médico cubano Gregorio
Marrero.

Con la madre de ellos, Oswaldo Guayasamín tuvo un divorcio
normal, por eso mantuvo una buena relación, tanto que la hizo
miembro de la Fundación y accionista de Talleres Guayasamín. Se
comenta que, incluso, en varias ocasiones le acompañó a Cuba,
donde ella se esmeraba en preparar comida ecuatoriana para el
invitado principal: Fidel Castro.


Los hijos siempre estuvieron a su lado y gozaron tanto de su
confianza que les encargó el manejo de su patrimonio.

Su segundo matrimonio fue con Luce Deperón, joven belga que vino
a Quito por misión diplomática de su padre. Artista muy culta,
quienes la conocen afirman que ella encauzó a Guayasamín en su
arte y comercialización, y puso las bases para lo que más tarde
sería la Fundación Guayasamín. Tuvieron tres hijas: Shirma,
escultora, casada con el músico cubano Omar Sosa; Dayuma,
pintora, con el pintor Miguel Varea; y Yanara, cineasta, con el
cineasta y fotógrafo belga Olivier Auverlaou. Después de 13 años
de convivencia, Oswaldo y Luce se divorciaron en muy malos
términos. Luce llegó a acusar públicamente a Guayasamín, hasta
de maltrato físico. ¿Esa ruptura violenta influyó en la actitud
de marginarlas de todos los negociosy beneficios? "Puede ser,
pero yo creo que durante muchísimos años pulimos esa relación y
creo que él superó eso, por lo menos con sus hijas", dice Dayuma.



Las tres chicas se quedaron a vivir con su madre, pero ya de
jóvenes, salieron por largas temporadas del país y pusieron más
distancia a la relación con su padre que en un momento dado se
convirtió en conflictiva. Por un terreno que el maestro tenía que
entregarles, las hijas le pusieron al padre una demanda legal en
términos poco cordiales.

Esos antecedentes marcaron la relación distante con su padre y
sus negocios. Lo único que aparentemente les unía era el arte,
porque ellas son artistas a tiempo completo.

El tercer matrimonio fue con la norteamericana de origen francés,
Helena Heryes, con quien participó en la constitución de la
Fundación y Talleres Guayasamín. No tuvieron hijos y se
divorciaron, de lo que se conoce, pacíficamente.

EL COMPLEJO QUE SE PRETENDE CONVERIR EN PATRIMONIO

Los bienes incluyen la Capilla del Hombre, que tiene una
extensión de 15.000 metros; la casa del pintor en Quito; 8.000
piezas arqueológicas, una colección de obras de arte colonial y
una colección de pinturas de grandes artistas contemporáneos.
Además está toda la obra del pintor en poder de la familia,
incluida la Edad de la ira. Se estima que el complejo y las obras
valen unos 50 millones de dólares.

LOS TALLERES GUAYASAMÍN

Incluyen los talleres de serigrafías, de las obras del pintor,
joyas diseñadas por el artista, dos almacenes en el Policentro,
en Guayaquil y en el Mall El Jardín, en Quito. El 22.4% de la
empresa pertenecía al maestro. El restante a los hermanos
Guayasamín Monteverde.

OTROS BIENES

Como bienes menores se consideran un terreno de 12.000 metros
cuadrados, con apartamentos en Atacames, avaluado en 900.000
dólares; un terreno de seis hectáreas en Santo Domingo de los
Colorados, avaluado en 12.000 dólares; una casa donde funciona
el Centro Internacional de Referencia Médica, en 150.000 dólares;
acciones del Diario Hoy, 5.064 dólares, tres automóviles
antiguos, de colección, dos vehículos de uso personal, un
departamento en Barcelona, España.

NOTA: Los avalúos comerciales son estimados y fueron obtenidos
por Vistazo, en inmobiliarias.

Para algunos juristas resulta ilegal que el congreso intervenga
en asuntos de bienes particulares.

A más de los museos con su obra en Ecuador existen otros en Cuba,
República Dominicana y España. (Texto tomado de La Revista
Vistazo)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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