Guayaquil. 10 sep 98. Los chicos que tienen DDA son inquietos
en casa, la escuela, el parque, en todos lados. Un grupo de
padres quiere hacer frente a este problema.

Betty y Félix, padres de familia, conocen ya que el último
martes de cada mes se lo dedica a sus dos hijos que tienen
problemas en el aprendizaje. Otras citas y reuniones para ese
día son postergados. "Es un día sagrado", dice Betty, y
comenta que la conferencia sobre cómo ayudar a sus hijos no se
la pierde por nada.

El Auditorio de la Escuela de Postgrado en Administración de
Empresa Espae cada vez recibe a nuevos padres que desean
compartir la experiencia de un menor con ese problema o una
manifestación de hiperactividad.

Las 60 parejas de padres en grupos pequeños intercambian sus
últimas experiencias con sus hijos. "Nos sentimos
identificados, nos ponemos a conversar sobre los adelantos y
logros de nuestros menores", confiesa Betty, quien antes de
conocer el grupo de Apoyo para padres de adolescentes y niños
con déficit de atención (Apanda) había concurrido a tres
sicólogos en busca de orientación.

La conversación de los padres se interrumpe solo para dar
inicio a la charla. En la última reunión se trató sobre la
"necesidad de los medicamentos para los niños hiperactivos".
La coordinadora del acto presenta al profesional de turno y se
inicia la conferencia. Generalmente es cuando ya el reloj
marca las 19h20 y concluyen pasadas las 22h00.

"Cuando el profesional termina de hablar casi siempre tenemos
una lista de preguntas", agrega Betty e indica que muchas
veces se produce tal entusiasmo en los padres que todos
quieren saber mucho más y hablar todos a la vez.

El caso de Andrés ejemplifica el problema. Tiene nueve años,
no para de hablar, es desordenado, impaciente, inquieto, se
sale de clases y sus profesores ya no saben qué hacer.

Durante su vida escolar ha tenido que pasar por cinco escuelas
y en una de ellas solo lo mantuvieron por una semana, relató
su madre ante un grupo de padres de familia con hijos que
tienen un síndrome denominado Déficit de Atención (DDA o ADHD
por sus siglas en inglés).

Es un desorden neurológico (desequilibrio del cerebro que
tiene que ver con los neurotransistores) el cual afecta del
tres al cinco por ciento de la población estudiantil en los
Estados Unidos. En Ecuador no existen cifras disponibles
aunque se estima que sea una tendencia similar.

Este desorden retrasa la acción de pensar. "Los niños con este
problema primero actúan y después piensan lo que hacen",
explica Evelin Brachetty, sicóloga clínica y educativa.

Es una característica genética (hereditaria) más común en los
niños que en las niñas que se presenta antes de los 7 años. La
frecuencia es de 3 a 1, según el médico Carlos Heras que ha
realizado estudios sobre el tema.

Brachetty establece una diferencia sustancial a la hora de
sospechar si un menor tiene DDA: "Si un niño tiene un cuadro
de inquietud motora severa, descontrol impulsivo y atencional
solamente en su casa o en el colegio, no tiene DDA".

Los DDA son inquietos en casa, la escuela, el parque, en todos
lados. Pero advierte que "si no se los trata a tiempo pueden
desencadenar en cuadros más severos y escalar en
comportamientos antisociales".

Heras asegura que hay un tipo de DDA sin desorden de
hiperactividad y se caracteriza por la falta de atención e
impulsividad. Son los niños soñadores que pueden estar en
clases, pero su mente navega. "Ellos son precisamente los más
difíciles de diagnosticar pues no tiene asociada la
hiperactividad".

Existe un 70 por ciento de posibilidades, según Heras, de que
los padres con DDA tengan hijos con este desorden; pero cuando
no existe el antecedente familiar, podría sospecharse si la
mujer mantuvo el hábito de fumar durante el embarazo. "Estos
niños no se hacen sino que nacen con la predisposición para
desarrollar la enfermedad".

El diagnóstico se da en la etapa preescolar; precisamente
cuando comienza a interactuar y socializar con otros niños.

Es cuando los padres o maestros se dan cuenta que el niño
tiene problemas de conducta. "Son chicos a los que les cuesta
estar tranquilos, asumen riesgos y les cuesta atender una
orden".

Brachetty, aclara que estos los niños no son "especiales". "Es
como que un niño nace con el acelerador a fondo y el freno
deficiente", dice la especialista, pero asegura que con un
buen tratamiento y aprendiendo elementales normas puede ayudar
a sacarlos adelante.

Un hecho importante a la hora de establecer un diagnóstico,
según Heras, es que si no se investiga bien el caso puede
confundirse con menores que tienen otras afecciones, incluso
por una infección en el oído. Un niño con una dificultad
auditiva tiene tendencia a distraerse fácilmente y disminuir
su atención a las clases.

Los DDA tienen problemas de escolaridad en su conducta y en
sus notas escolares porque les cuesta mantener la atención.

Para Brachetty los niños DDA son aquellos a los que "tenemos
que darle cuerda a la hora de hacer las cosas". La hora de la
tarea se convierte para ellos en una tragedia; su mochila
escolar y escritorio generalmente están desordenados. Aunque
quieren ser buenos alumnos, les cuesta. Es el niño al que le
gusta desafiar y de tanto ser reprendido puede llegar a pensar
que todo lo que hace esta mal, dice Brachetty.

Su nivel de autoestima generalmente es bajo. Tienen descontrol
motor (hiperactividad, trastornos en la escritura); descontrol
impulsivo (no controlan sus impulsos, a veces hablan
demasiado); descontrol ejecutivo (no organizan su tiempo, su
espacio y prioridades).

Estos niños son inteligentes, a veces su coeficiente está por
encima de lo normal, son entusiastas, creativos, tienen mucha
intuición, a veces demuestran ser buenos líderes, son
amorosos, tiernos y sentimentales.

Apanda busca crecer

La Fundación de Apoyo de Padres de Adolescentes y Niños con
déficit de Atención (Apanda) nació en 1994 por la iniciativa
de dos madres, cuyos hijos sufren de este problema.

Actualmente brindan asesoramiento a cerca de 60 familias de
menores con DDA. El objetivo es ofrecer servicios de apoyo a
los padres de familia sobre cómo manejar a un menor con el
síndrome mediante sesiones educativas, seminarios. Se reúnen
el último martes de cada mes a fin de dar información a nuevos
padres que se integren al programa.

Cuenta también con un grupo multidisciplinario integrado por
profesionales preocupados por estudiar el tema: Manuel Ayón
siquiatra; Rocío Santibáñez neuróloga; Patricia Araujo,
educadora; Evelin Brachetty, sicóloga clínica y educativa; y
María Quirola, pedagoga terapista.

Los especialistas guayaquileños hacen las evaluaciones y
emiten recomendaciones para que los padres de familia apliquen
nuevas técnicas y terapias directas con sus hijos, básicamente
con fórmulas sencillas y fácilmente entendibles. A las
sesiones no acuden con los niños.

Las reuniones, que en la ciudad de Guayaquil se realizan en un
salón de la Espol, están abiertas al público. "Lo que se
pretende es que los padres conozcan del tema y que no se
asusten porque tienen un menor con este problema. Aquí entre
todos tratamos de contar nuestras experiencias y cómo
llevarlas mejor", dice un miembro activo que como otros no
quieren ser identificados.

Actualmente están en trámite para conseguir que esta
asociación se convierta en fundación. La idea de Apanda es
consolidar su posición en Guayaquil para luego integrar a
padres de Quito y Cuenca.

Aunque el problema también se presenta con altos índices en
Quito y otras ciudades del país, todavía no existe por parte
del Ministerio de Educación una iniciativa que ayude a los
niños, niñas, adolescentes y jóvenes con problemas de atención
en el aprendizaje.

Cómo identificar a un DDA

Solo profesionales como médicos, sicólogos, siquiatras y
terapeutas pueden diagnosticarlo, pero existen varios síntomas
claves en los niños con ese problema:

* Dificultad para concentrarse y seguir instrucciones

* Dificultad para completar o concluir sus tareas

* Desorganización y pérdidas de sus pertenencias

* Impaciencia e impulsividad

* Rendimiento no acorde a su capacidad. Tendencia a
interrumpir.

Lo que deben saber los padres

* Establecer una rutina. Los niños necesitan horas exactas
para levantarse, hacer la tarea, comer, bañarse...

* Cuando se les dé instrucciones deben ser breves, claras y
una a la vez. Prepare una lista o agenda de cosas que debe
hacer diariamente.

* Facilítele la toma de decisiones; disminuya las opciones.

Consejos para los profesores

* Lo ideal es que el niño estudie en grupos pequeños (máximo
15 a 16 alumnos).

* Coloque al estudiante en primera fila, más cerca del
pizarrón y del profesor

* Establezca rutinas, reglas y límites.

* Disminuya la cantidad de ejercicios o dele más tiempo para
completarlos.

* Esté seguro que haya copiado los deberes en su diario
escolar. Revise la mochila para verificar si lleva todos los
libros para hacer las tareas en casa.

* Elogie a los estudiantes cuando cumplen con algo

* A menudo mírele directamente a los ojos. Adecue las
actividades a su limitada capacidad de atención. Déle más
tiempo para completar una tarea, motívelo a continuar, divida
las actividades en períodos cortos. Plantee lecciones cortas y
directas. (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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