Quito. 13 sep 98. ¿Cuáles deben ser las condiciones que, en su
criterio, deben ponerse para la firma de la paz?

Creo que los ecuatorianos debemos tener confianza en quienes
están negociando por parte del Ecuador y en el Gobierno que
hemos elegido, porque si cada ecuatoriano pone sus condiciones
no vamos a llegar a ninguna parte.

En general, es indispensable que ninguno de los dos países
aparezca como derrotado. Eso me parece importante porque no se
trata solo de firmar un papel sino de poner una base de
acercamiento mental y cordial para la integración.

¿Usted considera que ceder posiciones en la negociación es de
alguna manera negar el proceso de construcción de nuestra
historia?

Yo creo que la historia tiene que ser completada.
Personalmente creo que en Perú se ha estudiado la historia a
medias y la otra mitad la hemos estudiado los ecuatorianos.
Tenemos que integrar los puntos de vista. E integrar no es
ceder sino completar.

Pero esa reconstrucción de la historia se va a dar tanto en
Peru y Ecuador, sin menoscabar la identidad de los dos
pueblos...

Es que la identidad se basa en la verdad, no en verdades a
medias. Llega el momento de completar nuestra historia. Por
ejemplo: ha habido varios tratados, el de 1829, el Pedemonte
Mosquera, el Noboa Pando, el de 1868 y el tratado Herrera
García, que reconocía parte del Marañón a nosotros no fue
firmado por presión de ecuatorianos que estaban exiliados en
Lima.

Eso todavía no se dice: los peruanos estaban por firmar pero
los ecuatorianos se opusieron. Son partes de la historia
dolorosa, pero son parte de ella.

¿Cuál sería la mejor estrategia para manejar la negociación?

Yo no soy ni estratega ni político. Quiero confiar en esos
ecuatorianos porque los sabemos capaces y patriotas que haran
todo lo posible por sacar el mejor resultado.

¿Y considera que ha existido suficiente información sobre la
negociación?

Pienso que si; esto ha sido bien debatido. Pero tampoco se
puede entrar en detalles. Creo que a veces el pedido de
información de detalles es, me parece, una manera de
escamotear una solución definitiva.

¿Cómo deben manejarse conceptos como dignidad y soberanía? En
la práctica, en el día a día, que significa que un país sea
digno y soberano?

Es una pregunta interesante. ¿Qué es dignidad?. Sin dar
definiciones y a título personal, dignidad es la toma de
conciencia de la propia identidad, está unido a lo que yo soy,
a lo que es Ecuador, y a la capacidad de desarrollar eso que
soy. Y defender lo que soy para abrirme y no encerrarme a un
diálogo con otras identidades.

He oído muchas veces que el territorio de una nación es como
la piel de una persona y hay que defender no solo la piel sino
la carne, la sangre y los huesos, la integralidad de nuestro
ser. Con esto quiero decir que hay que dar al territorio la
importancia que tiene pero no tiene la importancia de todo. El
territorio no agota los valores de un pueblo.

¿Qué otros valores anota como importantes?

La cultura, lo económico... Yo creo que allí están incluidos
muchos valores. Debemos defender nuestra manera de ser. Hay
países con riquísima identidad y dignidad y que
territorialmente son pequeños. Y hay países grandes
territorialmente pero que significan poco en el concierto de
las naciones.

A los ecuatorianos nos toca ahora poner énfasis en la
educación, en la salud, en la comunicación. Y voy a decir algo
que puede molestar a los medios de comunicación: el territorio
como piel de la nación está desbordado por los medios de
comunicación. En Galápagos se sabe más del Presidente peruano
que del ecuatoriano porque la prensa del Perú llegan mejor que
la del Ecuador.

En el Oriente sucede algo semejante. No nos fijemos en una
sola línea, usemos otros medios para llegar. A veces, por
defender de una manera reducida nuestra capacidad de
expresarnos estamos descuidando otras formas de expresar
nuestro ser, nuestra dignidad.

¿Qué pasos y qué compromisos puede hacer la Iglesia Católica
para que el proceso de paz sea asimilado por el Ecuador de la
mejor manera posible?

Nuestro aporte es específico, sin invadir otros campos.
Primero, tener confianza en nuestros negociadores y en el
Gobierno. Segundo, hacer descubrir a los ecuatorianos la
relatividad del valor de un territorio, que no es el mismo de
hace 50 años. Hoy hay otros medios de expresarnos, otros
límites: la ciencia, la técnica, la capacidad de trabajo, la
educación. Otro aporte es señalar los puntos comunes, las
ventajas de la integración que no son solo espirituales sino
económicos. La rica Cuenca del Guayas puede dar de alimentar
al norte del Perú, que es desértico. Si con Colombia hemos
multiplicado el intercambio comercial, podemos hacer lo mismo
con Perú.

¿La actitud pacifista y la visión global de los problemas que
propugna la Iglesia Católica no se han visto mediadas por el
nacionalismo o propuestas de Estado uniformes?

No aceptaría que nuestra posición sea pacifista. Siempre hemos
hablado de una paz digna, con concesiones de las dos partes.
No hemos pedido la paz como sea. La posición de los obispos es
exigir que el Perú haga concesiones y que los ecuatorianos
seamos comprensivos de los puntos de vista del Perú.

Cuando usted relativiza en valor del territorio como elemento
que conforma la nacionalidad ecuatoriana frente a otros más
importante, ¿cree que la Iglesia Católica peruana maneja el
mismo discurso?

El Secretario General de la Conferencia Episcopal peruana
acaba de decir que las fronteras son humanas y no son
inmutables y ha pedido no olvidar otros valores. El ha
relativizado el valor de las fronteras.

Los obispos ecuatorianos y peruanos estamos hablando el mismo
lenguaje.

La unión entre las iglesias ecuatoriana y peruana es un acto
aislado o puede hablarse de compromisos de apoyo al proceso de
paz...

Nuestra tarea no es llegar a hacer compromisos, no tenemos
autoridad política. Nuestra tarea es concientizar sobre el
valor de la paz y la integración.

¿Qué puede decir frente a las opiniones que hablan de una paz
impuesta?

Siempre habrán ecuatorianos y peruanos, una minoría, que con
palabras bonitas a la larga no quieren la paz. No quiero
acusar a nadie pero no olvidemos que algunos se han
enriquecido con el tráfico de armas. No seamos ingenuos. La
paz va a quitar una fuente de riqueza a un grupo muy pequeño
de personas. Hay otros que en cambio están influenciados por
una visión parcial de la Historia.

En la actual situación jurídica de la negociación: el
Protocolo y el fallo Días de Aguiar aceptados y los pareceres
técnicos no vinculantes, ¿cabe hablar todavía de una
negociación para llegar a una transacción honrosa?

De hecho están negociando. Los peruanos pidieron que los
pareceres no sean vinculantes y ahora tienen que aceptar que
eso sea así y de hecho se sigue hablando. Y ahí está la
pequeña contribución de la Iglesia: abrir los corazones para
ver las razones del otro. El obispo peruano decía que en la
zona limítrofe murieron ecuatorianos y peruanos, cuyas
memorias debemos respetar. Nuestro esfuerzo está para abrir
las mentes y no quedarnos en pequeñeces que se cubren con el
grandísimo nombre de dignidad.

¿Se puede hablar de vendepatrias o de patriotas en este
momento?

Sin condenar a nadie, no me parece ni válido ni maduro ni
patriota...

¿Y será eficaz para boicotear una negociación...?

Impide la agilidad y requiere de los gobernantes más valentía
para saber jugarse por el bien de los demás.

Para usted, ¿cuándo se podría hablar de indignidad del país o
de las personas que llevan la negociación?

Ese es un término subjetivo. Se deben tomar término objetivos
para definir qué somos los ecuatorianos y qué queremos ser. Lo
demás es un sentimiento que puede ser manipulado.

¿Cree que una consulta popular podría ser la solución?

El pueblo debe tener una palabra pero no debe ser
instrumentalizado para que los gobernantes no asuman su
responsabilidad. Porque cuando les conviene dicen que
representan al pueblo porque fueron elegidos por él. Y tienen
razón. Pero cuando no les conviene convocan a una consulta
popular y se lavan las manos.

¿Es decir, los representantes del pueblo deben asumir el peso
histórico de una decisión?

Pero por supuesto, para eso fueron elegidos. Ahí se nota la
hombría. Por ejemplo, hoy se descubre la grandeza de Tobar
Donoso. El fue un hombre que se puso a la altura y murió por
un tiempo para salvar al Ecuador. El primer documento jurídico
es el Protocolo porque todos los demás no fueron ratificados.
Eso nos puede doler y decir eso no es ser antipatriota es solo
decir la verdad. Si ser antipatriota es decir la verdad, pues
habemos muchos antipatriotas. Pero creo que en este momento
decir la verdad es ser patriota.

Hay quienes dicen que la información de las negociaciones ha
sido parcial y que se ha engañado y desinformado a la
gente....

Tampoco pidamos a los negociadores que lo cuenten todo porque
eso es descubrirse, porque eso es entregar argumentos al
adversario. Nuestra tarea de obispos es invocar a nuestros
compatriotas a confiar en nuestros negociadores, que son
capaces, patriotas y van a hacer todo lo posible. No van a
conseguir todo lo que quisiéramos, pero se conseguirá lo
posible. Debemos defender nuestra identidad real, no nuestro
sueño. (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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