Quito. 13 sep 98. A mediados de agosto, el caudillo monetario
de Hong Kong, Joseph Yam, y el secretario de Finanzas de la
misma isla, Donald Tsang, decidieron romper por primera vez
las tradiciones de mercado libre que por 100 años se habían
mantenido en el territorio.

Presos del pánico, relata Kenneth Klee de Newsweek, los
inversionistas necesitaban cubrir sus pérdidas en Rusia, de
modo que empezaron a vender sus acciones selectas de todas
partes del mundo. El Estado de Hong Kong compró todo lo que
pudo. Sacó nueve mil millones de dólares de sus reversas y,
con una masiva adquisición de acciones, evitó que su mercado
se cayese.

Tal intervención histórica del Gobierno, en una isla que era
considerada una de las anclas del capitalismo, refleja bien la
disyuntiva que hoy atraviesan desde Francis Fukuyama hasta el
FMI: el modelo pregonado por una década, está fallando.

No es coincidencia que la crisis económica mundial, destapada
graciosamente por la devaluación del baht tailandes, el 17 de
julio de 1997, sea catalogada como la "segunda sorpresa más
importante de la postguerra" (la primera fue la caída del muro
de Berlin y sus consecuencias posteriores). De paso, ha
cobrado ya dos víctimas: Suharto, en Indonesia, y el primero
ministro japonés, Ryutaro Hashimoto.

Para el sociólogo francés Alain Touraine, "el sueño de un
mundo unificado por los mercados, y que se proyecta hacia la
prosperidad y la libertad se ha roto en pedazos. Las
desigualdades y la precariedad se han visto acrecentadas y,
paralelamente, se asiste a una multiplicación de crisis
financieras que ya no pueden ser atribuidas al control estatal
de la economía".

Es por eso que analistas de los Estados Unidos han empezado a
extrañar las épocas en que su economía vivía en un plácido
aislamiento; los días en que Wall Street no debía preocuparse
por lo que estaba ocurriendo, por ejemplo, en Indonesia. El
motivo parece claro: los esfuerzos de Bush y Clinton por
contagiar al globo de los sueños de democracia y libre
mercado, tras el fin de la guerra fría, son ahora el mayor
problema.

Aunque las industrias de EEUU multiplicaron sus ganancias con
la apertura de mercados en todo el mundo, hoy han debido poner
la otra mejilla. Una industria de equipos de minería de
Milwaukee, por ejemplo, redujo sus exportaciones a países
asiáticos en 600 millones de dólares a raíz de la crisis,
mientras sus acciones, que se cotizaron en 44 dólares el año
pasado, se venden ahora a mediocres 16 dólares.

El ejemplo citado por Time Magazine explica como "en el mundo
globalizado, los miles de millones de dólares que circulan por
todo el planeta pueden desestabilizar la divisa de un país en
un abrir y cerrar de ojos".

Por ello, un desplome en las monedas de los famosos Tigres
Asiáticos, que como explica el experto Jürgen Schuldt, se
generó por una combinación de crisis cambiaria con crisis de
deuda externa (ver gráficos) es ahora una crisis global
"causada por las conexiones entre los mercados financieros",
según el editor de Newsweek, Robert J. Samuelson.

"Cuando Rusia devaluó el rublo, y declaró moratoria de su
deuda, los inversionistas extranjeros sufrieron enormes
pérdidas, vendieron valores en otros mercados y presionaron a
Brasil, Japón y Estados Unidos", añade Samuelson, mientras la
misma revista internacional titula en uno de sus artículos un
radical "Basta de globalización".

Los motivos que pueden tener los estadounidenses para
solicitar que el libre mercado se dé un espacio, o al menos
revise algunas de sus doctrinas, están a la vista. La economía
de EEUU sigue saludable, pero dicha tendencia no se mantendrá:
el 43 por ciento de ciudadanos mayores de edad de ese país
invierte el bolsa, empresas como Citycorp y Bankers Trust
tiene pérdidas superiores a los 200 millones de dólares,
mientras América Latina podría dejar de comprar sus productos
(un 30 por ciento de las exportaciones de la primera potencia
mundial).

Quizás sea esa la manera de evitar una crisis global no
declarada. La publicación inglesa The Economist, estima que el
crecimiento mundial será del dos por ciento este año. "Esto
sería lo mismo que en 1991 y un poco más arriba que en 1975 y
1982; en los tres casos se habló de recesión mundial"

HAY QUE SACAR AL FMI DE RUSIA

El derrumbe financiero de Rusia era previsible, aún más
esperado y toda la culpa la tiene la estrategia económica que
el Fondo Monetario Internacional aplicó en ese país luego de
la caída de comunismo.

Así opina Jacques Sapir, director del Instituto de Altos
Estudios Sociales de París, en un artículo aparecido en el
prestigioso Le Mond.

La crisis rusa, según Sapir, no es sino el reflejo del estado
de caos de la economía y del déficit persistente. La culpa la
tiene el FMI, "que aplicó medidas equivocadas, cuando lo que
se tenía que hacer es instaurar políticas económicas parecidas
a las que hubo en Europa luego de la segunda guerra mundial".

Para Sapir, los criterios del Fondo han sido un obstáculo a
una solución alternativa. "Las directrices que impuso el
organismo se tradujeron en una política que la podemos
calificar como diabólica", sostenía Sapir, tras indicar que se
debe retirar del país.

El experto dice que Rusia, en lugar de concentrarse en la
lucha contra la inflación, debía construir un mercado con sus
instituciones.

Asimismo, señaló que resultaba "una locura pretender que un
país de 148 millones de habitantes tuviese como sustento la
exportación de materias primas".

"El dogmatismo liberal que se acomoda muy bien en la
corrupción, ha dejado un herencia en ruinas", enfatiza Sapir.
"En 1991 ya se advirtió que la crisis venía, porque era
necesario establecer un control del tipo de cambio, limitando
los movimientos de divisas a operaciones comerciales e
instaurando una tasa administrada". El extremo opuesto a estas
medidas es un mercado negro que hoy tiene que ser aceptado
como un mal menor.

Hace falta también reestructurar rápidamente el sector
bancario. No se puede evitar la nacionalización de ciertos
bancos y la división de bancos de depósitos y de negocios,
como hubo en Francia luego de 1945 y, sobre todo, restaurar la
liquidez con alimento del Banco Central. Es urgente, dice
Sapir, aumentar la liquidez si se quiere evitar el surgimiento
del trueque o el aparecimiento de monedas locales.

"Estos dos riesgos son más graves que la hiperinflación"
sostiene Sapir, para quien nada de esto funcionará si la
credibilidad del Estado no es restaurada de urgencia.

En síntesis, el experto sostiene que se debe implantar una
política estructural destinada a crear o fortalecer las
instituciones de un mercado interno. Esta medida implica una
ruptura total con aquellas defendidas por el FMI. "El mundo
sabe lo que ha ocurrido con ellas: el caos político y social
puede surgir en cualquier momento del liberalismo", enfatiza.

Sapir insiste en que las medidas que necesita Rusia no son un
regreso al sistema soviético. Ellas deben inspirarse en lo
que se hizo en Francia, Italia y Japón luego de la segunda
guerra mundial. La experiencia es aleccionadora y no da lugar
a equivocaciones. Lo que ocurrió con Francia en Italia y Japón
son las pruebas.

ESTADOS UNIDOS YA NO ES UNA ISLA

La última sacudida de los mercados de valores de Estados
Unidos hizo evidente que la crisis financiera iniciada en el
sudeste de Asia hace más de un año terminó por afectar al
mismo centro del sistema capitalista mundial.

Los catalizadores inmediatos fueron el colapso de la economía
de Rusia, la decisión de Malasia de imponer severos controles
monetarios y la abrupta caída de las principales bolsas de
valores de América Latina, que adquiere 40 por ciento de las
exportaciones de productos manufacturados estadounidenses.

Pese a las "bases sólidas" de la economía de EEUU (empleo
récord, inflación casi inexistente, superávit presupuestario),
los analistas de Wall Street, que hace seis semanas se
regocijaban por el más prolongado mercado alcista de la
historia, están ahora preocupados, por no decir pesimistas.

El motivo principal es la creencia de que, en lo que parece
ser una economía mundial que se desinfla, las ganancias de las
empresas no pudieron mantener el ritmo.

Las marcadas devaluaciones en el exterior afectaron la
competitividad de las compañías estadounidenses y a la vez
destruyeron la capacidad de los compradores extranjeros para
comprar productos.

EEUU no es una isla, advirtieron analistas que ven en el libre
mercado prescripto por el Tesoro y el FMI graves riesgos para
los mercados emergentes subregulados.

Lo mismo parece pensar ahora el presidente de la Reserva
Federal, Alan Greenspan. Hace sólo unas semanas, él y la
institución que preside consideraban elevar las tasas de
interés para evitar presiones inflacionarias derivadas de una
economía todavía fuerte. Después, sugirió que una reducción de
los intereses podría renovar la confianza de los inversores.

El camino indicado por Wall Street y varios analistas
financieros para evitar males peores consiste en una rebaja
concertada de las tasas de interés en los principales países
industrializados. Tal medida no sólo estimularía la demanda,
sino que también desalentaría la fuga de capitales que
paraliza a las economías emergentes, sedientas de fondos.

Sin embargo, como lo indicó The Washington Post, la
persistencia y virulencia de lo que originalmente se denominó
"la gripe asiática" plantea preguntas mucho más profundas
sobre la globalización.

Incluso Francis Fukuyama, experto en ciencia política y
miembro de la administración del ex presidente George Bush
-quien alguna vez aseguró que el colapso de la Unión Soviética
marcaba "el fin de la historia"-, se cuestiona ahora la
durabilidad del capitalismo.

"En los últimos meses sentí por primera vez desde el comienzo
de la década que puedo estar equivocado", declaró Fukuyama a
The New York Times, y llamó la atención hacia la posibilidad
de una depresión mundial y el alejamiento de la
"occidentalización" rusa.

Mientras, el ejecutivo de inversiones Richard Medley exhortó
al Tesoro de EUU y al FMI a adoptar estrategias orientadas al
crecimiento del tipo propuesto por John Keynes para hacer
frente a la Gran Depresión de los años 30. Asimismo, llamó al
"clero de Occidente" a revisar creencias y prescripciones
fundamentales.

Y aunque The Washington Post convocó a sus lectores a no
abandonar el capitalismo, instó también a la reflexión. "Estos
son tiempos para ser humildes", especialmente en EEUU, publicó
el periódico.(IPS)

CHIVOS EXPIATORIOS

- Cuando los tiempos eran buenos -como antes del 17 de julio,
con el índice industrial Dow Jones en un pico de 9.338
puntos-, las artimañas de los líderes y las instituciones
mundiales fueron ignoradas o disculpadas.

- Hoy, no han faltado chivos expiatorios para los inversores,
que buscan un culpable por el declive bursátil.

- En esa línea entran desde el presidente Bill Clinton hasta
el fiscal independiente Kenneth Star. En medio están el
secretario del Tesoro, Robert Rubin, el presidente ruso Boris
Yeltsin, y el FMI.

- Parte de la culpa se atribuyó a Moscú, en un momento en que
Yeltsin apenas se aferra el poder. Con la caída del rublo y la
incapacidad de Rusia para pagar sus deudas a los acreedores,
el gobierno ruso se transformó en un chivo expiatorio.

- Algunos expertos creen que la culpa no corresponde del todo
a Moscú. David Kotz, de la Universidad de Massachusetts,
coincidió con Jacques Sapir en indicar que el FMI perjudicó la
economía rusa, al obligar al gobierno a recortar el gasto,
elevar los impuestos y restringir el crédito.

- "Rusia siguió las pautas del FMI con más apego de lo que se
habría esperado, y el resultado es el empobrecimiento de la
gente", explicó.

- Doug Hellinger, director de la Development Gap, agrega que
el secretario del Tesoro, Robert Rubin, es una muestra de los
mayores culpables.

- Los funcionarios estadounidenses sólo "se preocupan por los
intereses financieros de EEUU, aún cuando fallan las economías
del sudeste asiático y de Rusia", dijo Hellinger.

- Pero nadie es inmune a las críticas. Ni siquiera Clinton. Un
encuestador republicano, Frank Luntz, estimó que 54 por ciento
de los electores que participarán en los comicios legislativos
de noviembre son propietarios de acciones o fondos mutuos, y
quizá se preocupen por los últimos acontecimientos.

- Clinton puede culpar a Kenneth Starr, el empedernido fiscal
del escándalo de Mónica Lewinsky, por la debilidad política
que padeció en los últimos meses. Yeltsin culpó al ex primer
ministro Sergey Kiriyenko por la devaluación del rublo y el
Parlamento ruso culpa a Yeltsin. En fin...

HASTA CUANDO

- Los mercados son sabios. Caen porque no ven el futuro tan
bien como se esperaba, pero lo que no saben es durante cuánto
tiempo el futuro será malo. La bolsa anuncia un desajuste
momentáneo de la economía o, quizás, mucho más largo de lo
esperado.

- Lo que interesa es qué ocurrirá en el próximo semestre y en
el siguiente. La ecuación es fácil: predicción de beneficios
empresariales que suban + tipos de interés que bajen + un
clima político internacional estable = bolsa alcista.

- Cuando uno de estos tres parámetros no se cumple, hay
nerviosismo. Esto es lo que ocurre ahora: inestabilidad en
diversos puntos del planeta, peligro de desaceleración en EEUU
y Europa, y frenazo al crecimiento de las empresas.

- ¿Cuánto durará? Quien lo pueda asegurar que levante la
mano. El premio Nobel, Merton Miller, se ríe siempre de
aquellos economistas que predicen y siempre se equivocan.

- "Los economistas de Wall Street que se dedican a predecir
el futuro de los mercados forman parte de la industria del
ocio", es una de sus frases. Aplicarlo aquí -o sea: no
responder la pregunta del millón- puede ser lo más simplista,
pero también lo más sensato.

- Hoy sólo son felices aquellos economistas que llevan
prediciendo una crisis internacional desde hace varios años.
Lógicamente: tanto va el cántaro a la fuente que...

(Semanario Actualidad Económica de Madrid) (DIARIO HOY) (P.
6-A Y P. 7-A)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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