UNA BLANCA QUE ODIA EL APARTHEID. Por Collen Ryan

Johannesburgo. 16.02.92. "Escribir no significa competir. Una
no piensa en ganarse un premio, ni siquiera si la gente va a
comprar tu libro y lo va a leer, solamente sientes la
necesidad de escribir y tienes que hacerlo", reconoce Nadine
Gordimer, ganadora del premio Nobel de Literatura en 1991.

"La idea de ganarse un premio internacional está muy lejos de
la mente del escritor. Su objetivo es verter toda su
imaginación en el papel, hasta saciarse", sostiene la
escritora.

En efecto, muchos de los libros de Gordimer, esta escritora
blanca que a través de la literatura reitera su disgusto por
el apartheid, fueron prohibidos por el gobierno nacionalista
blanco sudafricano que los considera "una provocación".

Nadine, de 67 años de edad, es la primer mujer sudafricana
laureada con el Nobel de Literatura y la primera en obtenerlo
desde 1966.

Asintiendo con todo el peso de su venerable cabeza, cubierta
de cabellos completamente blancos, la escritora alega que "ni
mi estilo de vida ni mi trabajo ha cambiado por haber obtenido
el premio. Solo espero utilizar todo lo que está de mi parte
para construir una cultura pos apartheid".

"Soy optimista. Creo que tenemos suficientes hombres y mujeres
sabias, hablo de negros y blancos, quienes han volcado toda su
suerte en el futuro. Todos sabemos que tropezamos con
problemas, pero la voluntad de crear una constitución
verdaderamente humana y justa existe", añade.

Gordimer ha obtenido otros premios gracias a su realista y
sensible visión de la vida en Sudáfrica. En septiembre del
año pasado se ganó el premio de Literatura más importante de
Sudáfrica por su novela "la historia de mi hijo". En ella
describe la lucha de una familia y los problemas que genera el
apartheid.

Aunque es la cuarta vez que obtiene este galardón nacional,
Gordimer no es popular en Sudáfrica.

Hasta hace poco el gobierno de pretoria la señalaba como
enemiga del apartheid e incluso prohibió la publicación de
varias de sus obras. Recientemente, el ministro de Educación
sudafricano, Gerrit Viljoen, calificó sus libros de
"subversivos", aunque admitió que no había leído ninguno.

Pero estos comentarios parecen ahora cosa del pasado, después
de recibir el premio nobel de Literatura. La escritora ha
recibido numerosas felicitaciones, incluida la del presidente
sudafricano Frederik de Klerk, hasta el congreso nacional
africano (CNA), agrupación a la que pertenece.

"Siempre me alegro que uno de mis conciudadanos haga un buen
trabajo y gane un reconocimiento internacional", expresó de
Klerk al saber del fallo del jurado sueco.

Como correspondía a un premio nobel de literatura, un premio
Nobel de la Paz, arzobispo sudafricano Desmond Tutu, recibió a
Gordimer en el aeropuerto. "Me alegra profundamente por
Nadine, es un tremendo reconocimiento a una excepcional
luchadora contra la injusticia y la opresión", dice Tutu.

Pero la crítica por arte de los medios de comunicación no se
hizo esperar. Mientras unos comentaristas sugirieron que el
premio se le concedió por razones políticas, un periodista del
diario "star" dijo que casi ningún sudafricano negro ha leído
sus obras y la calificó de "muy aburridas".

"La crítica no se hace esperar cuando una persona se vuelve el
centro de la atención. Creo que no hay escritor (que haya
ganado el Premio Nobel) que no haya sido criticado",
argumenta.

Empero, Gordimer reconoce que no tiene un público negro amplio
En su país, pues solo la gente con cierto grado de instrucción
puede leerla. El sistema educativo para los negros es muy
pobre en Sudáfrica, de ahí el bajo nivel de alfabetización.
Además, hay muy pocas bibliotecas públicas al alcance de los
negros.

Por ello, no es de extrañar que sus 10 novelas y ocho libros
de historias cortas rara vez lleguen a manos de los
protagonistas de sus libros.

"El premio Nobel atrae, a través de un individuo, la atención
hacia el país y desde mi punto de vista, particularmente hacia
la cultura. Espero poder influir en la educación y en las
personas a cargo de ella. Incluir el estudio de nuestra
propia literatura y desde bases más amplias de las que existen
actualmente", afirma.

"La época y el lugar en que me tocó vivir fue el siglo XX y en
Africa", escribió hace varios años Gordimer. Según ella, el
escribir es parte de la conciencia que el escritor tiene de su
propia era y su compromiso con su era es la forma en que se
ocupa de esta conciencia.

Sus historias y novelas reflejan la conciencia de una era
cambiante. El encuentro entre un hombre negro y una mujer
blanca cambia a dos antagonistas en protagonistas de un
compañerismo de resistencia pasiva.

Igualmente, el humilde sirviente negro que se lamentaba de su
destino, cambia a un joven negro en refugiado político que
recibe entrenamiento militar en el exilio, y a este, en
protagonista negro de una Sudáfrica gobernada por una mayoría
negra.

"Aún el lenguaje cambia de libro a libro: la palabra "nativo"
se convirtió en "africano" y luego en "negro", porque estos
términos fueron adoptados durante tres décadas por los
sudafricanos de diferentes opiniones y en diferentes tiempos",
señala Gordiner.

Nacida en Sudáfrica de padres inmigrantes (su padre es lituano
y su madre inglesa), Gordimer tuvo una niñez muy solitaria en
el pequeño pueblo minero de Springs. Su madre la sacó de la
escuela cuando apenas tenía 11 años porque consideraba que
tenía una salud débil. Entonces se refugió en la lectura y la
escritura.

Empero, Gordimer siente que el ser mujer no necesariamente
crea el tipo de soledad necesaria para llegar a ser escritora.

"Sinceramente debo decir que mi femineidad nunca fue el motivo
real de mi soledad. Mas bien, fue esta mi única conexión
genuina con la vida social cuando vivía en aquel pueblito
rodeado de minas, exilada del mundo europeo, ignorante de que
ese tipo de mundo existiera entre los africanos".

Según Gordimer, los escritores necesitan de la soledad y
cierto grado de alejamiento, pero considera que esto difiere
de la seria ruptura psíquica entre el escritor y su sociedad.
En su adolescencia, Gordimer desarrolló un rechazo muy fuerte
contra el racismo y su primera novela "días de mentira",
publicada en 1953, es testigo de ese sentimiento. Para
Gordimer, su trabajo literario y su compromiso político son
ambos parte de sus convicciones.

"A lo largo de mi vida como ciudadana sudafricana, he estado
consciente de que el racismo nació mucho antes que se
institucionalizara el apartheid", reconoce.

Al entender que sus convicciones políticas coincidían con las
del congreso nacional africano y que el color de la piel no
era requisito para militar en él, comenzó a admirar a Nelson
Mandela, líder de esa organización.

Aunque ella es miembro fundador y secretaria de publicidad del
congreso africano de escritores, grupo predominantemente negro
y aliado al CNA, le molesta que la tachen de escritora
política. Es contundente al afirmar que separa su actividad
política de la narrativa para evitar la propaganda y las
críticas.

"Los escritores no influimos sobre los gobiernos", sostiene,
al referirse a la ola de violencia y asesinatos que sacude
desde hace semanas a la población negra sudafricana.

"No se si es bueno o malo. Quizá si lo hiciéramos resultaría
negativo para nosotros y nuestras obras, pero si creo que a
través de nuestros libros hablamos de lo que sucede en la vida
de la gente. Esto es inevitable. Quizá por medio de nuestras
obras podamos hacer que las personas busque otros medios para
resolver sus diferencias, en lugar de utilizar la violencia",
agrega.

Gordimer, quien vive con su esposo Riihold Cassirer de 81
años, en el antiguo suburbio de Parktown en Johannesburgo,
recibirá como premio un millón de dólares de la academia
sueca.

La escritora indica que dará una parte a "las organizaciones y
a las personas que lo necesiten. Hay tanto que hacer.
Recuerdo cuando yo era joven y pobre y nadie me ayudaba. Pero
también tengo responsabilidades familiares, nietos, en los que
invertiré parte del dinero".

Aunque habla abiertamente sobre lo que hará con el dinero del
premio, es reticente al abordar el tema de sus obras futuras,
afirmando que es algo que no discuten con su familia.
Una cosa es cierta, Nadine Gordimer continuará escribiendo las
historias que fluyen directamente de su corazón, en su vieja y
estropeada, pero querida, máquina de escribir marca "Hermes".
(IPS) (3C)

EXPLORED
en Ciudad N/D

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