FUTBOL PARA SALVAR LA CULTURA TSACHILA. Por Consuelo Albornoz
Tinajero
Santo Domingo de los Colorados. 17.02.92. El rescate de la
cultura tsáchila por medio del deporte es la iniciativa de
emergencia emprendida por esta nacionalidad indÃgena
ecuatoriana, que se encuentra en riesgo de desaparecer.
La idea, apoyada por la fundación Unidad, surgió por la
depredación y el acoso cultural que sufren los tsáchilas, una
de las 16 minorÃas étnicas del Ecuador.
"Mi contacto con ellos surgió hace casi tres años, cuando fui
a Santo Domingo a impartir un curso para entrenadores de
fútbol" precisó a HOY Antonia Kakabadse, presidenta de la
fundación.
Varios meses más tarde, en 1988, la invitaron a que fuera
vicepresidenta de un club deportivo y cultural tsáchila.
Aceptó, porque le dijeron que querÃan rescatar sus raÃces a
través del deporte, por medio del fútbol y del ecuavóley,
pues le pareció una idea muy valiosa.
Al momento la población tsáchila está muy disminuida, tanto en
número como en identidad cultural. Sus alrededor de 2 mil
miembros están repartidos en ocho comunas. La mayorÃa se
dedica a la agricultura y unos pocos a la medicina vegetal.
Una de las muestras de esta pérdida de identidad es el
desapego entre la juventud por las costumbres y tradiciones de
su grupo. El hecho es grave pues los menores de 25 años
constituyen alrededor del 60 por ciento de la población
tsáchila.
Los jóvenes, mujeres y varones, ya no usan la chumbillina, una
falda multicolor para las mujeres y blanca y negra para los
varones. Tampoco la mayorÃa de tsáchilas pinta ya sus cabellos
con achiote ni su cuerpo con huito (una planta de la que
extraen tintura negra) y que también utilizan las mujeres para
rayar su rostro.
"En una presentación (folclórica) es bonito ver a los hombres
pintados y con el traje tÃpico" comentó a HOY MarÃa Teresa
Oranzona, tsáchila de 18 años.
"Yo desde chiquita no he utilizado la chumbillina. No me he
atrevido a ponerme la ropa tradicional. Solo cuando he salido
de madrina de algún equipo deportivo me he vestido
tÃpicamente. Mi abuela sabÃa contar como era la vida antes.
Ahora no se parece en nada. DecÃa que antes las mujeres no
usaban sostenes, solo una tela y collares. Ahora la mayorÃa de
jóvenes ya no usa la ropa ni se pintan siquiera" expresó MarÃa
Teresa, una estudiante de corte y confección.
Aunque MarÃa Teresa reconoció hablar "solo un poco" del
tsáfiqui, anotó que "es negativo hablar en castellano porque
se va perdiendo la costumbre de su uso. Es importante no
perder el idioma".
Para esta joven, quien se siente un poco alejada, y a quien le
"dan igual los colorados y los blancos" es "imposible
recuperar la identidad tsáchila".
Otra es la percepción de ZacarÃas Aguavil, comunero de 34
años, quien se considera un tsáchila auténtico, aunque lleva
pantalones, camiseta y ya no pinta ni su cabello ni su rostro.
ZacarÃas, quien fue presidente de su comuna por tres años, usó
hasta cuando cumplió 20 años su ropaje tradicional y hasta
hace dos años se pintó la cabeza.
Dejar de vestirse y pintarse como colorado "ha sido un
problema para mi y para muchos compañeros. ¿Para qué ser
colorados si solo servimos para ser explotados y aprovechados
por los demás?" afirmó ZacarÃas quien se siente molesto cuando
el nombre de los colorados es usado en provecho de gente
ajena.
Ser colorado -agregó- no es solo cuestión de vestirse, usar el
achiote. "Yo me siento colorado, aunque no me vean colorado
los demás". En idioma tsáfiqui los tsáchilas son "la
verdadera gente".
La respuesta a la iniciativa de rescatar la cultura por medio
del deporte ha sido fabulosa, anotó Kakabadse, ingeniera
agrónoma de origen alemán, residenta en Ecuador, y
especialista en bioenergética.
"Cuando he hablado de ella en el mundo mestizo y blanco me han
visto como animal raro, pero entre los indios he notado otra
reacción. Hace poco conversé con un azteca y encontró la idea
muy normal, porque aseguró que el fútbol es un juego de
origen indio".
En efecto, la historia reconoce que los indÃgenas americanos
practicaban numerosos juegos de pelota, como el "cincu
chuncay", jugado en el Ecuador precolombino. Era un juego
practicado en las fiestas de noviembre, en las que se
celebraba el fin de la siembra del maÃz, el mes del "poderoso
baile general".
Inclusive las mujeres, que entre los tsáchilas tienen un rol
muy secundario, se han animado a participar en las actividades
deportivas, a través del empeño de MarÃa Teresa Oranzona,
quien organizó el primer equipo de indorfútbol femenino.
"En una conversa con mi hermano decidimos sacar el equipo de
fútbol de mujeres. Me hermano me ayudó y empezamos a salir
adelante. Para formar el equipo yo les pedà a algunas amigas
que me acompañaran. A casi todas las mujeres tsáchilas no les
gusta participar, son avergonzadas, como que tuvieran
vergüenza de patear la pelota, jugar en la cancha", dijo.
Fruto de este impulso hacia el deporte los tsáchilas,
especialmente de las comunas de Cóngoma y Chihüilpe, han
organizado campeonatos infantiles.
Por su actividad deportiva los equipos tsáchilas han salido
fuera de sus comunas. "Claro que aún les invitan porque son
muy vistosos y atractivos, pero la idea también es que cuando
viajen procuren dar una pequeña conferencia sobre su cultura y
difundan su música. Solo asà ya no son vistos como salvajes,
pintados, brujos", anotó Kakabadse.
Pese a todo, los mayores se resiste a salir, pues se sienten
objetos de curiosidad y algunos tienen vergüenza. Pero en el
momento en que se despierta su orgullo de ser tsáchilas
pierden la verguenza pues reflexionan que no se ponen un
disfraz sino algo propio, de ellos.
El sentimiento de usar un disfraz es algo arraigado, sobre
todo entre los jóvenes y se originó con la llegada del
turismo.
"Hace un tiempo que los colorados jóvenes no querÃan saber
nada de la propia cultura, estaban avergonzados, pero ahora
con las organizaciones ellos ya entienden que el colorado debe
estar en su sitio donde pueda integrarse con otros colorados y
tener una organización" sostuvo ZacarÃas, uno de los lÃderes
de la comuna Cóngoma.
ZacarÃas se definió en su diálogo con HOY como un luchador que
busca unir a los jóvenes tsáchilas e impulsarles a defender su
cultura y tradición.
Según ZacarÃas, en muy pocos niños y jóvenes aún existe una
fuerte identidad tsáchila. "Yo creo que luego de unos cinco,
10 años si no hay un reencuentro ya no va a haber colorados;
tal vez por nombre permanezcan, pero sin ninguna clase de
organización y se perderá todo. Si no hay quien tome esta
inquietud y quien organice o se ponga al frente de esto se
perderá la cultura colorada" afirmó.
El peso de la "sociedad mayor" es advertido entre los
tsáchilas hasta en los detalles más cuotidianos. Clorinda
Oranzona, de 50 años contó que cada vez menos colorados usan
su ropa y se pintan porque cuando utilizan los vehÃculos de
transporte público los mestizos protestan si algún indÃgena
les mancha con el achiote de su cabello o de su cuerpo.
"Entonces sacaron el achiote de la cabeza y se vistieron como
blancos, porque antes los colorados solo usaban la chumbillina
y nada interior". 1c