Quito. 7 may 2001. Las dirigencias partidistas no salen del asombro por
la inesperada victoria del Gobierno en la larga controversia por el IVA.
El asombro se convierte en ira. La DP y el PSC intentan continuar la
batalla en el campo legal.
Seguramente acudirán al Tribunal Constitucional para impugnar el veto
parcial desde algún aspecto más bien formal. Vieja práctica polÃtica de
los partidos ecuatorianos: las derrotas no desencadenan lógicas
democráticas, apenas movilizan el resentimiento y el afán de bloquear al
Gobierno. No se imaginan el paso siguiente, solo la vuelta atrás.
Frente a la lógica del bloque puede esgrimirse la lógica democrática.
¿Qué hacer una vez derrotados? Pues simplemente exigir al gobierno el
cumplimiento de sus promesas y la rendición de cuentas de todos los
recursos que generará el alza del IVA al 14%. No se trata de un consuelo,
ni mucho menos. Se trata de reconocer que se impuso una propuesta
contraria a la mayorÃa de las cúpulas partidistas, pero plenamente
legÃtima. El Gobierno luchó por el IVA, defendió por todos los medios la
necesidad de su elevación. La planteó como un recurso indispensable para
evitar la debacle económica y el aislamiento internacional. A lo largo de
todo el debate el ministro Gallardo se llenó de ofrecimientos: un
crecimiento económico del 5%, inflación de un dÃgito para el 2002,
equilibrio fiscal y un gasto social recuperado. Se conoce, además, que
los nuevos recursos financiarán la creación de un fondo para asistir a
los bancos con problemas de liquidez lo que existe en toda economÃa
capitalista del mundo; y servirán también para proveer de fondos a la
Agencia de GarantÃa de Depósitos (AGD).
Ahà se presenta una amplia agenda de trabajo para las cúpulas opositoras.
En lugar de remorderse en la derrota, de hablar desde el resentimiento y
levantar el espinoso y dudoso tema de la conciencia de los diputados, la
oposición podrÃa trabajar para que el gobierno cumpla con su palabra, que
los recursos se utilicen en lo que se ha ofrecido, que el fondo de
liquidez bancario funcione con transparencia, que la AGD defina una
agenda clara de trabajo, que lleguen los recursos de los organismos
internacionales. Dicho en pocas palabras, la oposición podrÃa crear
condiciones y espacios para que el Gobierno rinda cuentas de su polÃtica
fiscal y cumpla con las metas propuestas. Puede imaginar un conjunto de
acciones que den sentido a su propia existencia como opositores al IVA.
Salir de la lógica del bloqueo y entrar en una lógica democrática
requiere, como condición, entender el "interés general" como una
construcción permanente, activa, del gobierno y la oposición. Ni del uno
ni del otro exclusivamente, sino de los dos. Por supuesto que hay razones
para desconfiar del discurso del gobierno de Noboa. Los argumentos
económicos utilizados para elevar el IVA se han repetido innumerables
veces y rara vez se han visto los resultados prometidos. Hay un formato
discursivo agotado, frente al cual la ciudadanÃa es escéptica. Se trata
de un lenguaje que transcribe un recetario económica cuyas fórmulas el
paÃs las viene aplicando desde hace ya varios años, aunque -hay que
reconocerlo- de modo poco persistente. Que la oposición, entonces, le
exija al Gobierno hacerse cargo de sus palabras; creerle lo que ha dicho
y exigirle coherencia para que todos los ofrecimientos del ministro
Gallardo no se conviertan en armas desplegadas solo para ganar la batalla
del IVA. El Gobierno tiene que rendir cuentas. Este es el principio
básico del pago de impuestos. Los ciudadanos van a realizar esfuerzos
importantes en sus propias economÃas esfuerzos de ajuste en su consumo
para cubrir las nuevas obligaciones impositivas. Lo mÃnimo que le
corresponde al gobierno es retribuir ese esfuerzo con una rendición de
cuentas, con la transparencia de su gestión fiscal. Veamos solamente la
desconfianza que han despertado las cifras del déficit fiscal exhibidas
por Gallardo. ¿Cómo puede ser constructiva una relación Gobierno-
oposición cuando ni siquiera hay un acuerdo sobre las cifras que sirven
de fundamento para tomar decisiones? PodrÃan partir de allà para entonces
tener una idea de cómo y en qué se gasta, si el Gobierno cumple o no su
palabra, y sobre esa base desplegar acciones polÃticas constructivas.
No suena tan difÃcil si existiera, del lado de las cúpulas partidistas,
una cierta voluntad para usar todo ese enorme poder que tienen -y que
esta vez fue derrotado por el Gobierno- no para bloquear la polÃtica sino
para construir el "interés general".
E-mail:
[email protected] (Diario Hoy)