LA CALLE DE LAS SIETE CRUCES

Quito. 05.02.92. El Quito colonial no necesita explicar
profundamente su historia: la tiene dibujada en las calles, en
sus casas, en sus cruces e iglesias.

Fue precisamente en 1534 y 1535 cuando los españoles
comenzaron a organizar los primeros centros poblacionales,
sobre las cenizas de la ciudad aborigen.

Ellos, los conquistadores, retacearon la tierra, la
repartieron y trazaron el nuevo paisaje urbano, con plazas y
calles nuevas. Pero de todos los senderos anteriores el único
que respetaron fue la calle conocida actualmente como García
Moreno, antiguamente llamada de las Siete Cruces.

En todo tiempo las calles han ido adquiriendo jerarquías de
acuerdo con su posición. Un cronista de la época colonial, al
referirse a la García Moreno, la mencionó como "la de mayor
importancia del Quito colonial, una de las pocas trazadas a
cordel por los conquistadores" (Jimenes 1894).

Pero la presencia de esta calle, al parecer, se pierde en los
tiempos precolombinos. Según Andrade Marín, ésta fue la senda
principal del incario por unir el templo del sol, en el
Panecillo, con el de la luna, en San Juan. Posteriormente, el
mismo Luciano Andrade fue el primero en referirse a ella como
la calle de las Siete Cruces.

Cruces para la reconciliación

En apenas un kilómetro y medio de vía la García Moreno
encierra una evolución mucho más grande.

En época del incario, la senda tenía un carácter religioso,
por lo que los conquistadores la calificaron de pagana. Y a
manera de "plegaria reconciliadora" con Dios sembraron la
primera cruz en 1714, en la esquina de las actuales calles
Loja y García Moreno.

Seguidamente, con la llegada de las órdenes religiosas y la
instalación de sus "cuarteles generales": iglesias y
conventos, comenzó el desfile de cruces.

Así fue como quedó levantada la segunda cruz en la iglesia del
Carmen Antiguo de San José. La tercera cruz correspondió a la
iglesia de la Compañía de Jesús. La cuarta fue construida por
el Sagrario. La sexta, por la iglesia de la Concepción y la
séptima por Santa Bárbara.

De esas siete cruces las que sobreviven, vigilan las iglesias
de la Compañía de Jesús y de la Catedral.

Según Colón Cifuentes, director del Plan Maestro del Centro
Histórico, el retiro de las cinco cruces ha sido,
principalmente, por el acondicionamiento de la vía al tránsito
vehicular. En general -dijo- las razones para el retiro de
ornamentos o monumentos, responde a factores de carácter
funcional o por deterioro.

La García Moreno encierra la historia

Un sentido especial tiene la García Moreno por ser testigo de
grandes acontecimientos históricos.

Transitar por esa calle es pasar por la casa donde vivió
Manuelita Sáenz, o por donde, según se dice, el 9 de agosto
de 1809 se reunieron los padres de la patria para proclamar la
independencia.

La calle vio la revolución de las Alcabalas, el primer grito
de libertad en América. También, guardó los pasos victoriosos
de Bolívar y Sucre, y en 1870 fue escenario del estreno del
himno nacional. También presenció la muerte de García Moreno
a manos de Faustino Rayo.

Y como no podía dejar de ser, las paredes que delinean la
García Moreno encierran secretos que, de alguna manera,
conjugaron un determinado acontecimiento.

"Aquí llegó Bolívar por primera vez, el 16 de junio de 1822"
reza una placa junto a la iglesia del Sagrario. "En esta casa
bailó Bolívar", dice otra colgada en la casa 1.334, que
perteneció a Simón Sáenz, padre de Manuelita.

Otra ubica el lugar donde se firmó, el 25 de mayo de 1822, el
Acta de Capitulación, por el triunfo de la batalla del
Pichincha.

Y con sabor anecdótico, grabado en piedra, consta en la
Biblioteca Municipal el letrero que dice: "Esta casa fue del
traidor Pedro de Puelle".

Valor cultural y religioso

Entre las 16 cuadras de esta calle se encuentra además la
arquitectura más representativa de la época colonial y
republicana: templos monumentales, que no tienen que envidiar
en nada a los del viejo continente, y construcciones que
delatan el mestizaje con su estilo hispano-quiteño.

Estas y otras son las razones por las que esta calle: la Real,
la de las Siete Cruces o la García Moreno tiene un sabor
especial. Ella encierra la esencia viva de toda una ciudad
que enamora a cuantos conocen su alma y sus formas.

La García Moreno actual

Atrapada por los tentáculos del tiempo que no perdona, la
calle García Moreno ha recuperado con el actual gobierno
municipal, la importancia que se merece.

Varias instituciones colaboran en el proyecto destinado a
realzar su valor arquitectónico. Con esta iniciativa se
volverá más atractivo este eje fundamental del distrito
central.

Colón Cifuentes, director del Plan Maestro del Centro
Histórico, dijo a HOY que "las obras en la García Moreno,
abarcan 2.200 metros de trabajos de iluminación especial y
obras de realce".

Ello se complementará con los trabajos de restauración de las
iglesias que miran a esta calle: el Sagrario, la Concepción,
el Carmen Antiguo de San José; las mejoras de la plaza Grande
y la rehabilitación del antiguo hospital San Juan de Dios.

Un lugar que hay que destacar, casi necesariamente, es la
casa-museo de Gonzalo Bonilla, antigua mansión que perteneció
a Manuelita Sáenz.

La residencia fue "rescatada" de la destrucción por su actual
propietario en una quijotesca acción en defensa de la cultura.
Su propietario, pese al carácter histórico de la casa, corre
con todos los gastos de mantenimiento, no solo del inmueble,
sino de la colección de arte existente en él. (6C)

EXPLORED
en Ciudad N/D

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