Quito. 22.12.92. Muchos de nosotros vivimos o hemos vivido una
infancia en la que la Navidad no se explica sin participar en
el pase del Niño, sin su Novena, sin su nacimiento, en el que
todo se centra en la cueva, donde está el Niño en el pesebre,
junto al buey y al burro, con MarÃa en adoración de su
Hijo-Dios, y con un José que sale a atender a los pastores que
llegan con regalos.
En el estrellado cielo unos ángeles cantan, mientras que el
horizonte está desgarrado por un cometa luminoso de papel de
estaño señalando el camino al fastuoso cortejo de los Reyes
Magos que viajaba para adorar al Niño.
Llegaron ya los reyes
que eran tres
Melchor, Gaspar y el Negro Baltazar
Arrope y miel le llevarán
y un poncho blanco
de alpaca real...
Muy pocos sabemos que fue San Francisco de Asis, en un
pueblito de su UmbrÃa natal, en Greccio, en el año 1223, quien
"inventó" para su devoción y la de sus hermanos, el primer
Belén viviente.
El encargo a un amigo que preparase la Navidad en las laderas
del poblado "para hacer memoria con mayor naturalidad de aquel
divino Niño y de las incomodidades que sufrió al ser reclinado
en un pesebre y puesto sobre la humeda paja junto a un buey y
un asno y quisiera hacerme de ello cargo de una manera
palpable y como si lo presenciara con mis propios ojos.
"Asà lo hizo y "quedó la noche iluminada como claro dÃa y da
placer a los hombres y a los animales
Llegan los pueblos y animan con nuevo entusiasmo y fervor
aquel admirable misterio...contempla exático el siervo de Dios
el pesebre.
Celébrase el santo sacrificio de la misa junto al pesebre...
"Celano: Vida de San Francisco)
Ese es el "hermano mayor" de nuestros nacimientos Francisco lo
continuó con otros pequeños de figuras de barro y son el
modelo de los muchos que el arte quiteño ha hecho y que
prosigue en las artesanÃas de nuestros pueblos.
Esta creativa celebración de la fe invita a todos los
componentes de esa iglesia doméstica que es la familia a la
oración y a la concordia.
Ese es el origen de nuestra Novena al Niño.
¿En qué se parece ese Belén franciscano al que hoy, como un
adorno más, asoma tÃmidamente bajo un iluminado árbol
importado de otras culturas?
LOS EVANGELIOS QUE HABLAN DEL NACIMIENTO
Pastores, Reyes, el posadero regañón con su "no" en los
labios, el terror de Jerusalén a la llegada de los Magos, la
matanza de los inocentes por orden de Herodes, el censo de
Cirino, la orden de César Augusto... son datos y realidades de
los evangelios que evocamos en la Navidad, adornos con
piadosas imaginaciones de nuestros poetas y músicos.
Todo ello se basa en las narraciones de los Evangelios de
Lucas y Mateo.
Sólo ellos comienzan por los "Evangelios de la infancia".
Con ello han dado mucho trabajo a eruditos y exegetas, a
historiadores y devotos, que se han preguntado qué hay de
realidad o de mito en esas escenas un tanto idÃlicas y llenas
de ternura que sólo Mateo y Lucas, y nada más que ellos, nos
cuenta.
Nada dicen Marcos ni Juan que nos presentan a un Jesús a
comienzo de su vida pública, ya adulto.
Los llamados "Evangelios apócrifos", escritos en el siglo
segundo, han contado mucho sobre la infancia de Jesús, llena
de milagros y prodigios de gran imaginación.
Pero no son fiables ni verdaderos.
Por eso se les llama "apócrifos", es decir "secretos", "no
leÃdos como inspirados", "no aceptados" por el canon de la
Iglesia.
De ellos salen, por ejemplo, los nombre de Melchor, Gaspar y
Baltazar con que conocemos a los "reyes" magos (que tampoco
fueron tales reyes)
Pero ¿qué dicen Mateo y Lucas? ¿Por qué iniciaron sus
evangelios con la narración de la concepción e infancia de
Jesús?
Las respuesta más rápida, mas clara y sencilla, es ésta:
cuando se escribieron estos Evangelios, allá por los años
70-80, recogieron cuidadosamente la fe de la Iglesia, lo
predicado por los apóstoles y vivido en las Comunidades, dando
asà aclaración a algunas preguntas e inquietudes de la segunda
generación de creyentes.
PodrÃamos formular más o menos asà las cuestiones a las que
quisieron hacer frente desde la fe.
-Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios, asà lo confesamos
tras su Resurección, pero ¿desde cuándo es Dios? ¿desde su
Resurección o desde antes? ¿Cómo fue su venida a este mundo?
Si era el MesÃas esperado, descendiente de David, ¿cómo se
explica que fuere el carpintero de Nazaret?
A ese primer núcleo de preguntas responden los evangelistas
Mateo y Lucas.
Y lo hacen empleando unos "géneros literarios" propios de
Israel y de los libros sagrados del Antiguo Testamento:
genealogÃas, relatos de anunciación, explicaciones populares
de asertos de fe, rememoraciones de los grandes personajes
bÃblicos Moisés, Abraham, Isaac, David, citas de la
Escritura...
Para comenzar cada uno de estos dos evangelistas nos hablan e
la familia de Jesús: de su GenealogÃa.
A nosotros nos parece que eso pertenece sólo a las familias
reinantes o a gentes que hablan de blasones y tÃtulos
nobiliarios o a quienes andan con problemas de herencias.
Pero para un Israelita de entonces y de ahora, la genealogÃa
es una cuestión crucial: es la forma de demostrar que
pertenece el pueblo elegido, a tal tribu y familia. Necesita
saber sus parentescos, entender sus raÃces, reconocerse dentro
de la Promesa.
Por eso los dos evangelistas, partiendo de listas familiares y
de los reyes de Israel nos cuentan los antepasados de Jesús, y
lo hacen desde un particular modo de ver: desde un objetivo
teológico.
Mateo, más preocupado por las inquietudes de los
judeo-cristianos nos habla de que en él se cumplen las
profecÃas y es el MesÃas esperado, descendiente de David, por
la paternidad legal de José "esposo de MarÃa, y de MarÃa nació
Jesús, llamado también el Cristo (MT 1, 16) Nos dice también
como José asume esa paternidad: "José, descendiente de David,
no temas llevar a tu casa a MarÃa tu esposa, porque la
criatura que espera es obra del EspÃritu Santo.
Y dará a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús,
porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1,20-21)
Para el buen entendedor todo está dicho: Jesús es desde su
concepción el Hijo de Dios, nacido de Dios, y tiene la misión
de ser el salvador.
No es un hombre que será Dios, sino que es Dios que en MarÃa
se hace hombre.
Explicitan desde la historia lo mismo que aseguran Juan y
Marcos al comienzo y a lo largo de todo el Evangelio.
Lucas, se dirige a cristianos provenientes dl paganismo,
contará la familia de Jesús remontándose hasta Adán, para
hacer ver que Jesús es el anunciado Salvador de todos los
hombres, sin distinción de razas y de culturas.
Las libertades que se toman en estas genealogÃas -que no
concuerdan entre sà con las propias de os historiadores de su
tiempo.
Por ejemplo, con datos intencionales muy bien encuadrados
Mateo recuerda a todas las mujeres no-judÃas y algunas de
"mala vida" de la ascendencia de Jesús, de la familia real de
David.
Asà nos está sutilmente diciendo:
Jesús asumió el ser humano con todas sus consecuencias: desde
las más humillantes a las más gloriosas.
MartÃn Descalzo ha escrito: "Cristo entró en la raza humana
tal y como la raza humana es, puso un pórtico de pureza total
en el penúltimo escalón -su madre inmaculada- pero aceptó, en
todo el reto de su progenie, la realidad humana total que él
venÃa a salvar.
Dios, que escribe con lÃneas torcida, entró por caminos
torcidos, por los caminos que -Âay!- son los de la humanidad"
UN PUEBLO DE GENTES VIOLENTAS Y ORGULLOSAS.
Cuando instalamos nuestros Belenes, cuando cantamos "Noche de
paz, noche de amor" nos imaginamos que Jesús nació en un mundo
idÃlico y bello como lo soñara IsaÃas, en el que "el lobo
habitará con el cordero, el puma se acostará junto al cabrito,
el ternero comerá al lado del león y un niño chiquito los
cuidará"
Nada más lejano de la realidad que eso.
Un lector del tiempo en que se escribe el evangelio de Lucas
sabe las duras realidades que esconden frases como estas" "En
tiempos de Herodes, rey de Judea... "o" En esos dÃas, el
emperador dictó una ley que ordenaba hacer un censo en todo el
imperio.
Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de la
Siria.
Todos iban a inscribirse a sus respectivas ciudades.
También José, como era descendiente de David, salió de la
ciudad de Nazaret de Galilea y subió a Judea, a la ciudad de
David, llamada Belén, para inscribirse con MarÃa, su esposa,
que estaba embarazada" (Lc 2, 1-5)
Se está hablando de un duro sometimiento al Imperio Romano.
De una humillación para ese orgulloso pueblo judÃo, que se
revela frecuentemente contra el ocupante romano y contra sus
más directos colaboradores, una dinastÃa extranjera que se les
habÃa montado encima.
A quienes seguimos la actual situación de os pueblos árabes,
sometidos esta vez a Israel, no nos es defÃcil saber qué
pasaba en tiempos de Jesús, cuando sólo estaban promulgados
los Derechos Humanos en los
Mandamientos de la Ley y cuando los fantásticos religiosos
contaban como méritos y servicio al Señor el matar al romano
para defender al Pueblo de dios.
El "ojo por ojo y diente por diente" era una medida ética que
no practicaban ni el ocupante ni los airados ocupados.
Cuando nace Jesús y durante toda su vida, Israel conoció las
deportaciones de pueblos enteros, las ejecuciones de
guerrilleros, la existencia de grupos humanos que pactaban con
el poder y los que se le oponÃan por la lucha armada.
Lucas comunica también al avisado lector que Jesús no nace en
una familia de fanáticos zelotes, muy abundantes en Galilea,
sino en casa de un hombre piadoso, en una familias de "pobres
de Yahvé" que aguardan las acciones maravillosas de Dios. Son
importantes datos sociopolÃticos que tal vez a nosotros se nos
escapan al leer la Palabra de Dios.
La historia tiene todavÃa mucho que decir y que descubrir
sobre el asunto.
Por hoy dejemos otros muchos contenidos de los evangelios de la infancia,
por ejemplo todas las referencias a Herodes y todo lo que él representa.
en
Explored
Ciudad N/D
Publicado el 22/Diciembre/1992 | 00:00