Quito. 29.12.92. Nueva York ha sido definida por su máxima
autoridad psiquiátrica, el doctor español Rojas Marcos, como
una "ciudad donde existe" una fascinación expecial por la
violencia". Un informe americano titulado "Gran mundo, pequeña
pantalla: el papel de la televisión en la sociedad
norteamericana", afirma que, un niño americano ve una media de
ocho mil asesinatos y diez mil actos violentos en la edad en
la que finaliza su educación primaria, datos que constatan la
anterior afirmación.
El mismo doctor Rojas Marcos, especialista en los trastornos
de conducta de los norteamericanos desde 1967, asegura que la
violencia juvenil en Estados Unidos es especialmente
virulenta: los niños van a la escuela con pistolas y las
utilizan contra sus propios compañeros de clase, y se producen
diez veces más homicidios que en Europa.
DE LA TELEVISION A LA VIDA REAL
Los expertos polemizan todavÃa sobre si verdaderamente las
conductas observadas en la televisión son adoptadas luego por
las personas en la vida real. Pero hay datos asombrosos. La
televisión americana es la que más violencia exhibe, ya sea en
pelÃculas y series de ficción, ya en programas directos como
noticiarios, reportajes de guerra e incluso concursos de
videos domésticos. Los videos de conductas violentas al estilo
de la paliza de los policÃas de Los Angeles al ciudadano de
color King estarán a la orden del dÃa.
En la historia de la televisión americana sólo ha habido un
indicio de cortapisa a esta violencia televisada, la del juez
que impidió el pasado mes de abril que se retransmitiera en
directo la ejecución en la cámara de gas de Robert Harris
desde la prisión de San QuintÃn en San Francisco.
La mayorÃa de los norteamericanos, que se las prometÃan muy
felices viendo este sinigual espectáculo, lo esperaban con
tanta ilusión como la retransmisión de un partido de la NBA.
Aunque al final la gozaron, ya que en diferido miles de
telespectadores vieron como Harris agonizaba durante el minuto
y pico que tardó la acometida de gas.
Paralelamente la vida real norteamericana resulta igualmente
violenta. Valgan algunos datos. Estados Unidos, según el
último informe de la ONU sobre desarrollo humano, tienen el
mayor porcentaje de homicidios de los paÃses de su entorno
económico, 426 por 100.000 habitantes, en contraste con 268 en
la antigua URSS y sólo 45 en el Japón.
Un informe del FBI de abril del 92 describe el "imparable
crecimiento de la violencia en Estados Unidos", con un aumento
del 3% sobre 1991. Una de cada 150 personas es asaltada,
asesinada, robada o violada al cabo del año, de acuerdo con
este informe.
UN PAIS SANGRIENTO
Paul Kroll y Ronald Kelly, dos reporteros norteamericanos,
elaboran para una cadena de revistas familiares de California
un informe, que se publicó en julio de este año bajo el tÃtulo
"Un paÃs sangriento". Este informe narra en forma directa y
casi televisiva los crÃmenes más horrendos cometidos en
Estados Unidos en los últimos meses y afirma que, además de
ser el paÃs donde mayor número de asesinatos se cometen,
también es donde dichos crÃmenes resultan más crueles.
Dicho informe comienza con la matanza de Killeen, Texas, donde
George Hennard, un joven conductor, se coló con su forgoneta
por el ventanal de un restaurante de carretera y echando mano
de una arma semiautomática, mató en diez minutos a veintidos
personas, catorce de las cuales eran mujeres, y dejó otras
veintitrés malheridas. El joven Hennard culminó su hazaña
suicidándose.
"Time", la revista más leÃda del paÃs, calificó este asesinato
masivo como "Diez minutos en el infierno" y el "peor homicidio
en masa en la historia de los Estados Unidos".
Continúa la narración con la aterradora historia del llamado
"carnicero de Milwaukke", cuyas hazañas hicieron desaparecer
pocos dÃas después la matanza de Killeen de los titulares de
los periódicos y de las pantallas de televisión.
"El carnicero de Milwaukee" drogaba a sus vÃctimas, las mataba
y luego las despedazaba con un serrucho. Los homicidas
enloquecidos que entran en las escuelas y disparan
indiscriminadamente contra los niños o lo hacen en sus propios
centros de trabajo, como el empleado de correos de la zona de
Detroit, que mató a tres de sus compañeros y dejó malheridos a
otros siete, son cada dÃa más, escenas cotidianas.
"ÂEs que es un paÃs tan grande!", parecen querer disculpar
algunos. Pero los datos del informe que citamos superan todo
lo superable. En 1991 se produjeron 25.000 homicidios, esto
es, cada veintidós minutos murió violentamente un hombre o una
mujer en los Estados Unidos. Cerca de noventa mil escolares
llevan a diario armas a la escuela. Es célebre la frase
pronunciada en su dÃa por el ministro norteamericano de Salud
y Servicios Humanos: "Cada cien horas perdemos más jóvenes en
nuestras calles que los que murieron en las cien horas de
combate en el Golfo Pérsico".
SE CAMBIAN CROMOS SANGUINARIOS
La mayor prueba obtenida últimamente de esta fascinación de
los norteamericanos por la violencia es la moda de los cromos
sanguinarios, unas colecciones que se venden en los quioscos
de tebeos para niños y adolescentes al asequible precio de
diez dólares el lote. La colección muestra las imágenes de los
más célebres criminales y asesinos del paÃs, y en cuyo reverso
se presenta un resumen de su historia y sus hazañas.
El hecho ha sido denunciado por dos polÃticos norteamericanos
de signo contrario, el demócrata de la Cámara de
Representantes Alan Havesi y el senador republicano
Christopher Mega, quienes se enfrentan al derecho a la
libertad de expresión enarbolado por los editores de estos
cromos. La denuncia de los polÃticos está acompañada por una
serie de cromos completos con sus excitantes historias como
prueba.
Por ejemplo, está el cromo de Edmund Emil Kemper, a quien se
presenta como necrófilo y asesino de masas. La historia no
tiene desperdicio. "A los trece años despedazó a su gato. En
mayo de 1972 mató a dos chicas, las desmembró y enterró sus
pedazos en el monte. En septiembre, violó y decapitó a una
adolescente de quince años. En enero de 1973, Edmund mató a
otra mujer, se llevó su cuerpo a casa y mantuvo relaciones
sexuales con su cadáver...
Finalmente mató a su madre de un navajazo en la faringe por
considerar que habÃa hablado demasiado".
La polémica creada en Estados Unidos por las series de cromos
sanguinarios comercializadas y la actitud de los polÃticos que
las denuncian se promete dura y enquistada. Ambos polÃticos
aunque de partidos enfrentados, pretenden que se saque
adelante una ley que prohiba que los menores de dieciocho años
puedan intercambiar los cromos más horribles que produjo la
historia del cómic.
Los editores han cerrado filas frente a los redactores de la
futura ley. Los cromos no presentan, según ellos, historias
más crueles ni más sangrientas que las que narran cada dÃa los
periódicos de todos los estados, igualmente al alcance de los
menores, o las que salen por las pantallas de la televisión en
noticiarios, reportajes o concursos de videos domésticos. Asi
que la prohibición no podrá llevarse a cabo tan fácilmente y
menos en un paÃs donde la violencia, la sangre y el crÃmen son
como la salsa imprescindible que condimenta la gran
hamburguesa nacional. (EFE)
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Ciudad N/D
Publicado el 29/Diciembre/1992 | 00:00