Quito. 29.12.92. "La González Suárez es una zona de intenso
peligro". Esta afirmación no la hizo un corredor de bienes
raíces para hacer bajar los precios de inmuebles y
apartamentos de esa avenida, sino un experto urbanista que ha
estudiado detenidamente el crecimiento de Quito.
En efecto, los dos accidentes aviatorios, ocurridos con solo
diez días de intervalo, han puesto en evidencia uno de los
riesgos que tiene este sector de la ciudad.
"Hay dos tipos de peligros, los creados por el hombre, como es
el caso de la localización del aeropuerto -y ahora el tráfico vehicular
nocturno de viernes y sábado, cuando los jóvenes del sector se reúnen a lo
largo de la calle-. La otra amenaza para el sector es la naturaleza -dice
el experto-, ya que esa es una zona de intenso peligro
sísmico, sobre todo por encontrarse al borde de una quebrada
tan profunda como la de Guápulo".
Aunque para muchos expertos la falla geológica puede ser una
especulación, el terremoto de 1987 se sintió fuertemente en
esa zona.
Por otro lado, muchos aseguran que en el caso de la ruta
aérea de entrada a Quito, la altura de los edificios no es un
impedimento para la zona de aproximación, que ésta está
calculada en función de los edificios que ahí existen. Sin
embargo Frank Vargas, ex comandante general de la FAE, afirmó
que la situación de los edificios de esa avenida es un
verdadero problema, y obstaculiza la entrada a Quito.
¿Por qué a pesar de todos estos inconvenientes, la González
Suárez se convirtió en uno de los lugares más elegantes de la
ciudad, símbolo de estatus social y económico? ¿Por qué se
permitió la construcción de edificios tan altos, si se corrían
este tipo de riesgos?
En 1967 se formuló el plan de urbanismo de Quito, en el cual
se establecen regulaciones para la construcción de la ciudad.
El plan diseñó zonas de comercio, áreas verdes, y la densidad
de construcción (altura de los edificios) de la ciudad, entre
otros aspectos.
El sector de la González Suárez fue catalogado, luego del
estudio que se realizó, como de baja densidad. Es decir en
esta zona se podían construir edificios de hasta tres pisos.
En ese entonces la ciudad solo llegaba -por ese sector- hasta
el Hotel Quito, construido para la Conferencia
Interamericana-. La González Suárez era un "chaquiñán" de
tierra, con una que otra casa. Luego se construyó el colegio
La Inmaculada.
UN NACIMIENTO "CONTRANATURA"
Según expertos en urbanismo, que prefirieron
guardar el anonimato -como casi todos los que han hablado
sobre temas relacionados con los últimos accidentes
aviatorios-, este sector estaba destinado a ser un barrio
residencial de alto nivel, pero únicamente con casas o
pequeños edificios, al igual que la mayoría de barrios de los
alrededores. Para evitar, por ejemplo, el intenso tráfico que
ahora tiene, un problema que ya se había presentado en otras
urbes.
Sin embargo, a partir de 1968, (cuando era alcalde de Quito el
actual presidente de la República, Sixto Durán Ballén)
aprovechando la hermosa vista hacia Guápulo y quizás pensando
en "el futuro del sector", se inició la construcción de altos
edificios, (que se alzaron hasta un techo de 18 pisos), lo que
rentabilizó a un máximo los terrenos. En poco espacio se pudo
generar grandes ingresos, gracias a las construcciones
verticales.
Así se inició un proceso bastante importante de expansión. Fue
a mediados de la década de los 70 donde se puso mayor énfasis
en la construcción de estos edificios. Así se fue poblando de
lado y lado. "Fueron los financistas, dueños de constructoras
los que impulsaron este proceso, y las autoridades lo
aprobaron", continúa el experto.
Para construir los primeros edificios las órdenes venían
directamente de la Comisión de Planificación del Municipio.
Luego todo cayó por su propia fuerza, es decir, como ya
existían algunos edificios de varios pisos, todas las otras
construcciones fueron de características similares. Los
permisos ya no eran problema, se había "sentado
jurisprudencia". Bastó comenzar para que la fiebre edificadora
se extendiera como reguero de pólvora. Había nacido la
González Suárez.
La ordenanza de 1967 fue revocada en febrero de 1992, pero
siempre fue incumplida. Aquello de los tres pisos como máximo
quedó en el papel.
Para cambiar esa ordenanza se hubiera necesitado un estudio
profundo de la zona, y que el Concejo Municipal lo aprobase en
dos debates, como para cualquier otra ordenanza. Por lo tanto,
en teoría, el límite de tres pisos para la González Suárez
siguió vigente hasta principios de este año, paradójicamente
vigente.
EL DERECHO A LA VISTA
Uno de los puntos que rentabilizó los terrenos de el antiguo
"chaquiñán" fue la extraordinaria vista hacia Guápulo.
Para que esa hermosa vista, única en Quito, continúe
perteneciendo a todos los quiteños se planteó, antes de que se
empiezen a realizar las primeras construcciones, que los
terrenos de ese sector sean expropiados, y el sector se
convierta en un parque. Pero los poderosos grupos económicos
propietarios de los terrenos no lo permitieron.
Inclusive Rodrigo Pallares, uno de los impulsores de esta
idea, recibió varios insultos y amenazas al día siguiente de
haber planteado el proyecto.
Entonces se intentó otra solución, que también quedó en el
vacío: emitir una ordenanza que prohiba la construcción en la
planta baja de los edificios. Es decir la planta baja de todos
los inmuebles debía ser transparente, y así el valle no sería
una paisaje para unos pocos. Pero la ordenanza quedó en
proyecto, "por falta de voluntad política, ya que nuevamente
los constructores de los edificios se opusieron, por la
pérdida económica que significaba eliminar un piso", aseguró
un ex funcionario del Municipio.
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Publicado el 29/Diciembre/1992 | 00:00