Quito. 26.12.92. El Tratado de LIbre Comercio (TLC) culminó en
1992 las fases más críticas de su nacimiento, en un horizonte
de brillos y penumbras para los socios y de dudas para América
Latina.
Tras la firma entre jefes de Estado del acuerdo entre Canada, México y
Estados Unidos, el 17 de diciembre, el TLC es un hecho virtualmente
irrevocable, aunque falta la ratificación parlamentaria prevista para
1993, y su puesta en vigor en enero de 1994.
No obstante, la fecha de partida podría ser postergada por la
llegada del demócrata Bill Clinton a la Casa Blanca y por su
promoción de acuerdos para ellos y complementarios del TLC,
entre ellos sobre temas laborales y ambientales.
Por su parte, el presidente mexicano Carlos Salinas adelanto
su interés por plantear el tema de los trabajadores
migratorios y, en forma implícita, demandó crear un "fondo
especial" de apoyo económco para México dentro del TLC.
Según el texto del documento, negociado con pasiones y
asperezas durante 14 meses, más de 27.000 fracciones
arancelarias referentes a 19 grandes temas serán suprimidas
durante un plazo de transición fijado entre 5 y 15 años.
Los acuerdos contemplan 4 grandes áreas: apertura del comercio
de mercancías, liberalización del comercio de servicios,
reglas de promoción de las inversiónes y resolución de
controversias.
Los brillos del TLC giran en torno de las perspectivas de
creación de más empleos en los tres países, mayores
inversiones estadounidenses y canadienses en México, más
diversidad de mercancías y con menores precios, entre otros
puntos.
Las penumbras, aluden básicamente al masivo cierre de empresas
medianas y peqeñas no competitivas y al consiguiente desempleo
(Canada perdió 200 mil empleos en los dos primeras años de un
TLC bilateral con EEUU). Se prevé que los grandes beneficiados
serán las corporaciones transnacionales.
A México, el TLC reconoce la diferencia del grado de
desarrollo con sus socios.
Una muestra de esa generosidad es que el 70% de las
exportaciones mexicanas quedarán libres de inmediato para
penetrar en EEUU y Canada, a diferencia del 40% en el caso de
las ventas de estos dos últimos países.
Las dudas de América Latina
Al margen, por ahora, de este mecanismo de integración
comercial, América Latina y el Caribe aguardan, con una mezcla
de expectación y dudas, en que medida el TLC beneficiará o
perjudicará sus relaciones comerciales con los mexicanos.
La excepción en esas desconfianzas es Chile, país que en enero
puso en marcha con México un acuerdo de complementación
económica destinado a crear una zona de libre comercio que
opere con arancel cero a partir de 1995.
Este acuerdo fue posible debido a las coincidencias de la
apertura económica y comercial de ambos países tanto en
materia arancelaria como en la eliminación de restricciones no
arancelarias y en las orientaciones básicas de sus políticas
económicas.
En discursos y entrevistas, el presidente mexicano ha
reiterado que el TLC convertirá a Mexico en un puente con
América Latina y que no significará darle la espalda a la
región.
Tras un largo periodo de duras críticas, el Grupo de Río apoyó
al TLC en su reunión de Buenos Aires, el 2 de diciembre. Ahí, 11 gobiernos
latinoamericanos hicieron votos por la pronta aprobación del
TLC y sostuvieron que abre posibilidades al libre comercio y
el desarrollo para todo el hemisferio.
Un respaldo similar ofrecieron portavoces del grupo andino
donde un equipo de expertos esta elaborando un proyecto de
acuerdo-marco con México, estimulado por el espíritu del TLC.
En cambio los cinco países de centroamérica no han emitido
pronunciamentos a favor o en contra del TLC, pero tácitamente
esperan algún benefico a través del acuerdo-marco de
cooperación comercial firmado con México en agosto de 1992 en
Nicaragua.
En ese consenso, México aceptó el principio de la reciprocidad
asimétrica, considerando que su producto interno bruto es 17
veces mayor que el conjunto del producto de la naciones en
centroamérica.
Las negociaciones están avanzadas en un 85% con Costa Rica y
los otros cuatro países, El Salvador, Guatemala, Honduras y
Nicaragua.
En forma similar a los pequeños y medianos empresarios de
México, los centroamericanos temen que el grueso de las
inversiones norteamericanas se canalicen hacia México.
Asi mismo prevén que Centroamérica se convierta en paño de
lagrimas de compañías ensambladoras mexicanas, desplazadas de
su país por canadienses y estadounidenses.
Por su notable subdesarrollo, centroamérica será la cola de un
doble proceso de liberalización comercial, que pasará a través
del puente mexicano y terminará en una doble cabeza,
representada por EEUU y Canadá, comentaron algunos expertos.
"Nadie duda de que estadounidenses y canadienses se llevarán
la parte del león en el TLC de América del Norte", añaden.
A titulo individual, algunos países del grupo de Río no
parecen compartir la teoría del Puente mexicano.
Willian Larralde, alto funcionario de la cancillería de
Venezuela, calificó de dudosa esta teoría y previó
eventualmente aislarse del resto de América Latina.
Sectores gubernamentales venezolanos y colombianos apoyan esos
recelos. Argumentan que México no tiene mucha prisa para
culminar el estancado proceso de una acuerdo de libre comercio
en el Grupo de los Tres iniciado en julio de 1991.
No obstante, ese grupo (Colombia, México y Venezuela) preve
reunirse pronto, en forma bilateral o trilateral, para activar
las negociaciones.
Según expertos, más alla de las dudas subregionales, los
verdaderos brillos y peneumbras del TLC solo se advierte en el
mediano y el largo plazos, cuando se conozcan sus primeros
resultados prácticos.
Ello significa que habría que aguradar de ocho a diez años,
cálculo el ministro mexicano de Comercio, Jaime Serra Puche,
jefe del equipo negociador de su país.
Los presuntos beneficios del tratado no llegaran en forma
inmediata y tampoco este mecanismo constituirá una fórmula
mágica para resolver todos los problemas, declaró el
presidente Salinas, en alusión a la expectativas generados en
México.
Sin embargo, esa adevertencia bien podría valer también para
los sustentadores de la teoría del puente méxicano, estiman
algunos especialistas del país azteca.
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