ENTRE PACTOS Y ODIOS

Durante los últimos diez años ellos se han odiado a muerte,
pero ese rencor no ha impedido que lleguen a acuerdos y
pactos. En términos generales, León Febres Cordero y Abdalá
Bucaram han sido siempre enemigos naturales: condenados a
convivir en un mismo espacio, ellos reprodujeron durante los
años ochenta la pugna que en décadas anteriores mantuvieron
Velasco Ibarra y Assad Bucaram, de quienes son herederos. La
pugna entre León y Abdalá habría empezado a finales de la
década de los setenta. Febres Cordero era uno de las más
encarnizados oponentes de la candidatura cefepista de Jaime
Roldós Aguilera, quien lo describió como un insolente recadero
de la oligarquía. Pero para entonces, el poder electoral de
Febres Cordero no era tomado muy en serio, ni Abdalá Bucaram
era una figura importante. En realidad el enfrentamiento
empieza a delinearse en 1984. Febres Cordero es ya uno de los
más importantes candidatos a la presidencia de la República; y
Abdalá Bucaram, el más seguro ganador en la lucha por la
Alcaldía de Guayaquil. Cuando Febres Cordero y Rodrigo Borja
llegan a la segunda vuelta presidencial, Bucaram decide
apostar por el segundo: el apoyo es frontal, y en abril de
1984, cuando Abdalá se posesiona de la alcaldía, Borja es
cargado en hombros por los militantes roldosistas a su ingreso
al Palacio Municipal.

Una guerra a muerte

Fuerzas desatadas de la naturaleza, el enfrentamiento de
Abdalá y Febres Cordero alcanzó perfiles de violencia cuando
León estaba en la presidencia, y Bucaram, en la alcaldía. En
octubre de 1984, Merlín Arce, jefe de la policía
metropolitana, baluarte del alcalde Bucaram, fue asesinado en
las calles de Guayaquil. Abdalá acusó al abogado Jaime Toral
Zalamea, que había sido candidato a diputado por uno de los
partidos del Frente de Reconstrucción. Si bien nunca se
profundizó en las reales relaciones entre Jaime Toral y el
gobierno de Febres Cordero, Toral siempre se proclamó cercano
al régimen. "No trabajo para el gobierno, políticamente estoy
vinculado a él, pero ellos no me ayudaron a escapar", diría en
una entrevista clandestina a Vistazo. En abril de 1985, el
diputado alterno roldosista, Germán Zambrano, fue secuestrado,
torturado y asesinado por el fugitivo Jaime Toral. A pesar que
este era entrevistado por casi todos los medios de
comunicación, la policía nunca pudo encontrarlo. Fue preciso
que el propio Abdalá Bucaram, al mando de la policía
metropolitana, lo capture, para que Toral vaya a prisión. Hoy,
Abdalá no gusta recordar esos episodios. "El señor Toral es un
profesional que ya ha pagado su culpa. Ese es un tema
superado".

Para 1985, el presidente Febres Cordero tenía sitiados a todos
sus enemigos: no había dudado en enviar a la Fuerza Pública
contra la Corte Suprema de Justicia para evitar que se
posesiones ministros jueces que no eran de sus agrado, y había
desarticulado la oposición en el Congreso, logrando imponer a
Averroes Bucaram en la presidencia del Congreso. El único
bastión de oposición era la alcaldía de Guayaquil... pero no
duraría mucho. En septiembre de 1985 el poco discreto Abdalá
culpó al gobierno de Febres Cordero de ser el causante de la
muerte del banquero Nahim Isaías (secuestrado por guerrilleros
del grupo Alfaro Vive, y asesinado durante el intento de
rescate). "Nadie sabe quién mató al señor Isaías", dijo
Bucaram, "si las balas de los guerrilleros o de los
militares". Inmediatamente el Intendente de Policía del Guayas
lo condenó a tres días de prisión acusándolo de "propalar
rumores falsos". La sanción que debía cumplir en la
Penitenciaría del Litoral, colocaría a Bucaram en manos de sus
archienemigo Jaime Toral. Bucaram prefirió la clandestinidad.
De improviso, otra nueva acusación: Abdalá había declarado al
Diario La Prensa, en Nueva York, "que tenemos unas Fuerzas
Armadas que por el simple hecho de desfilar el 9 de Octubre,
se llevan la mitad del presupuesto nacional". El gobierno,
apoyado por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas,
enjuició a Bucaram acusándolo de atentar contra la seguridad
nacional del Estado. Todo parecía perdido: de improviso, en
una avioneta privada de uno de sus amigos, Abdalá Bucaram
abandona el país con rumbo a Panamá. En el consejo municipal
se debate quién será el alcalde: Jorge Noreno o Jorge Perrone,
y el conflicto es dirimido por el propio Febres Cordero quien
escoge a Norero. En una calurosa tarde de invierno, en una
concentración, Febres Cordero, al grito de "Guayaquil vive,
carajo", levantaría el brazo de Norero en señal de
proclamación. Era el poder total.

Dos meses después, en noviembre de 1985, el Contralor Marcelo
Merlo denunciaba un supuesto atraco de los fondos del
Municipio de Guayaquil. Según Contraloría una asociación
fraudulenta de empleados municipales que eran a la vez
contratistas de volquetes había perjudicado al cabildo en 200
millones de sucres. El doctor Hugo Quintana Coello, presidente
de la Corte Superior de Guayaquil, sindicó al ex alcalde
Abdalá Bucaram y dictó orden de prisión preventiva en su
contra.

Un año después, en noviembre de 1986, la policía
antinarcóticos de Panamá encontró poco menos de un kilo de
cocaína en el auto de Bucaram. El fue detenido y se le inició
un proceso por posesión de narcóticos, del que fue absuelto.
Seis años después Bucaram ha denunciado que dicho incidente
fue un complot entre el entonces presidente Febres Cordero, y
el jefe de las Fuerzas de Defensa de Panamá, el general Manuel
Antonio Noriega.

Los acercamientos

Pero a pesar de esta lucha a muerte, también han existido
treguas y hasta acercamientos. Para las elecciones de 1988 la
situación legal de Abdalá Bucaram era la siguiente: en 1986 el
Congreso Nacional ( dominado por el Bloque Progresista que
lideraba la Izquierda Democrática) había resuelto amnistiar a
Bucaram en el juicio instaurado por las Fuerzas Armadas. Pero
en la Corte Superior de Justicia de Guayaquil, todavía quedaba
el proceso instaurado por la Contraloría en relación al juicio
del cascajo, por el que existía una orden de prisión
preventiva en contra de Abdalá.

La situación política era la siguiente: Sixto Durán Ballén era
el candidato de Febres Cordero, pero el favorito según las
encuestas era Rodrigo Borja, quien hasta entonces mantenía una
buena relación con Bucaram. Es entonces cuando ocurre algo
extraño: el presidente de la Corte Superior, el doctor Jorge
Wright Ycaza decide levantar la orden de prisión preventiva
que existía contra Bucaram, y éste regresa para ser candidato
presidencial y, de paso, convertirse en el peor enemigo de
Rodrigo Borja, su ex aliado.

¿Por qué Febres Cordero permite el retorno de Bucaram? Los
analistas políticos han ensayado una respuesta: lo que Febres
Cordero quería era dividir el electorado de oposición entre
Borja y Bucaram para de esa manera permitir que Durán Ballén
ganase las elecciones. Tanto Febres Cordero como Bucaram han
negado que eso sea cierto. "Esa es una interpretación errada",
diría después Bucaram, en mayo de 1991. "En 1987 conseguí una
amnistía política, y un juez tan honesto cono Jorge Wright me
dio el sobreseimiento". No obstante, en mayo de 1990 el mismo
Bucaram había dado también a Vistazo una versión diferente:
según ella el secretario privado de Febres Cordero, el abogado
Carlos Pareja había ido a visitarlo en Panamá, pero él no lo
recibió. La conversación importante se habría dado en Quito,
entre el ministro Luis Robles Plaza y Fausto Pérez y Alfredo
Adum. "Robles les dijo que podía volver, que ellos podían no
permitirlo presionando a las Fuerzas Armadas. Febres Cordero
creyó que yo iba a perjudicar a todos, menos a Sixto".

No obstante, sí existe una ocasión en que Abdalá y Febres
Cordero coinciden públicamente. La historia es la siguiente:
En junio de 1988 Abdalá ha regresado a Panamá después de que
el doctor Luis Herrería Bonnet, presidente de la Corte
Superior de Guayaquil, dictó nuevamente orden de prisión en su
contra por el mimo juicio de los volquetes de cascajo. En
enero de 1990, la Corte Suprema de Justicia hace extensivo al
ex presidente Febres Cordero el sumario del juicio que por la
desaparición de 150 mil dólares sigue en contra de Miguel
Orellana la Fiscalía General del Estado. La situación ha
cambiado: esta vez, el "villano" es Borja, y los "perseguidos"
son Febres Cordero y Bucaram. Así que ambos deciden unir sus
fuerzas y en agosto de 1990 ubican como presidente del
Congreso a alguien de confianza de los dos: el doctor Averroes
Bucaram, primo de Abdalá, y que ya había colaborado
cercanamente con Febres Cordero en 1986. Bucaram, sin embargo,
encuentra justificación. En la misma entrevista de mayo de
1991 diría a Vistazo: "era una mayoría legislativa que nos
avergonzaba, pero que fue una necesidad histórica para
sobrevivir políticamente".

Las alianzas de los Bucaram con Febres Cordero no eran en
realidad algo nuevo: en 1979 el propio Assad Bucaram estaba
junto a Febres Cordero en el grupo de los "patriarcas" en
contra del presidente Roldós. Como van las cosas los apellidos
Bucaram y Febres Cordero seguirán publicándose juntos durante
la década de los 90: como inicio de su campaña electoral,
Abdalá ha decidido iniciar un juicio penal en Panamá contra
León Febres Cordero y Miguel Orellana a quienes acusa de
complot internacional con el ex dictador Manuel Antonio
Noriega para sindicarlo de narcotráfico en 1986.

El espectáculo continúa. (REVISTA VISTAZO N§587 pp. 8-10)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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