Guayaquil. 16.12.92. Ecuador y Colombia completan
bilateralmente un proceso de integración andina que Perú,
Venezuela y Bolivia deciden guardar para más tarde. Las buenas
intenciones quedaron truncas cuando las fuerzas vivas de
Tulcán cierran la frontera en demanda de mejores oportunidades
para el comercio nacional. Más de un especialista advirtió
que el país no estaba preparado contra el norteño vecino.
Las autoridades apelan al diálogo como alternativa. Para
ciertos empresarios la integración es una fórmula de grandes
beneficios, dada la injerencia colombiana en nuestro comercio.
Para otros significará la ruina a corto plazo, en vista de la
desigualdad de calidad y precios. Ya se dió la voz de alarma
en la industria del caucho, al revelarse el pronto ingreso de
60 camiones cargados con 18.000 llantas, con un valor muy
inferior a las nacionales.
El actual gobierno dice que estamos preparados para asumir el
reto. Quienes conformaron el anterior aseguran que no es así,
al entregarse los beneficios conseguidos por la social
democracia los últimos cuatro años. ¿Quién tiene la razón?
NO SOMOS IGUALES
Juan Falconí Puig, ex ministro de Industrias y prestigioso
jurista guayaquileño, fue uno de los hombres del "segundo
tiempo" borjista. Su gestión fue reconocida por propios y
extraños, al punto que la oposición de entonces no llegó a
molestarlo.
Hoy, alejado de la administración pública, cuestiona lo que
asegura han sido concesiones innecesarias de este gobierno a
sus socios andinos. En su opinión, lo que se ha hecho y
dejado de de hacer en estos meses significa que el Ecuador no
esté preparado para la integración con Colombia.
- ¿Ha actuado correctamente el Ministerio de Industrias desde
el 10 de agosto con miras a la integración?
- Yo preferiría no hacer comparaciones, y sobre todo
comparaciones antipáticas. Soy hasta ahora un convencido de
la integración, pero para que funcione debe estar bien
reglamentada de modo que se adopten, lo más pronto posible,
los mecanismos adicionales que permitan el buen funcionamiento
de la zona de libre comercio.
- ¿Se buscó la equidad comercial?
- Esa equidad es la que nosotros peleamos en los últimos
meses, obteniendo importantes acuerdos con Perú, por ejemplo.
El pacto andino resultará idóneo cuando, en efecto, sea un
buen negocio para todos. No puede pensarse que un país pueda
tomar a otro únicamente por cliente, y que pueda aprovecharse
de determinadas condiciones como puede suceder en los próximos
meses.
- ¿Estamos preparados?
- Yo dije en los primeros días de agosto, ante varios
requerimientos de la prensa en mis últimos contactos como
ministro, que el país estaba listo para la integración andina.
Pero aclarando, eso sí, que tan pronto como en Colombia se
eliminen los incentivos a las exportaciones. Ahora resulta
que lo que dejamos listo no funciona, pues nada se ha hecho ni
dicho para impulsar esa integración.
- ¿Qué pasó con nuestras ventajas?
- Se ha aceptado comenzar la integración regresando de una
manera muy sencilla y fácil todo lo que nosotros habíamos
negociado y conseguido en beneficio del país y del sector
productivo. Y lo que conseguimos era atendiendo el menor
grado de desarrollo -relativamente hablando- del Ecuador en
comparación con Colombia y Venezuela.
- ¿Integración con Perú?
- La razón para que Perú no aceptara ingresar en la fecha
prevista fue la inequitatividad de las reglas del juego. En
el caso de nuestras relaciones bilaterales, la situación no va
a progresar por la diferencia sustancial entre los aranceles
de ambos países. Eso crea unas distorsiones y unas
circunstancias de producción que inciden en los costos
empresariales, poniendo a unos en ventaja sobre otros.
- ¿Por qué el gobierno social demócrata no asumió la
integración durante su período?
- Pudimos haberlo hecho. A mi criterio el gobierno debió
esperar hasta después del 3 de septiembre para negociar la
integración, pues los empresarios debían saber cuanto sería el
costo de las medidas aplicadas esa fecha. De haberlo hecho se
habría obtenido un plazo prudente para calcular los alcances
del proceso con Colombia.
- ¿Debió esperar la integración con Colombia?
- Sí, y se hace todo lo contrario. El 1 de octubre se abre a
Colombia y se deja para enero a Venezuela y Bolivia, a
sabiendas que estos países no van a ingresar a nuestro mercado
con la misma fuerza que nuestro vecino del norte. Cierto que
hay un interés muy particular para la industria textil, con
posibilidades de ingresar en condiciones ventajosas, pero este
simple aspecto no ameritaba renunciar a las concesiones
obtenidas y ya negociadas por el Ecuador.
- ¿Cuáles son estas concesiones?
- En primer lugar Ecuador adoptaba el arancel externo común
solamente bajo la condición de apartarse en 1.022 ítems, en
los cuales tenía que reducirse en apenas un 5 o un 10 %. Esta
reducción garantizaba la provisión de materia prima y de
bienes de capital para nuestra industria y nuestro sector
manufacturero, en precios y con tarifas arancelarias que
permitían trabajar a precios competitivos. En comparación lo
que se hizo es negociar una reducción del 5 %, no el 10 %,
para no más de 400 ítems, especialmente en la industria
petroquímica y metalúrgica. Lo que se produjo fue la defensa
de intereses muy particulares, sin importar que el resto de la
industria con afanes de expansión quede en nada.
- ¿Qué pasó con las excepciones?
- Las 100 excepciones obtenidas en el Acta de Barahona,
firmada en diciembre de 1.991 en Cartagena, iban a ser
desmontadas progresivamente hasta 1.994. Pero por alguna
extraña razón todo quedó en nada para el 1 de octubre.
Nuestro país, además, tenía un tratamiento preferente, junto
con Bolivia, previsto en el Acuerdo de 1.969, que permitía
algunas ventajas. Ello no por complejo de inferioridad, sino
por realidades en el desarrollo. Lamentablemente se lo edióde
golpe y porrazo, de una sola vez, y esto va a traer
consecuencias muy graves para ciertas empresas afectadas por
la recesión y las últimas medidas. Ojalá no sea así y me esté
equivocando.
- ¿Son competitivos nuestros productos?
- Las medidas del 3 de septiembre, que no son sino aumento en
las tarifas de bienes y servicios, van a ocasionar que nuestra
producción deba competir deslealmente con una que viene
incentivada y beneficiada con costos de producción inferiores.
A BAJAR ARANCELES
Uno de los pocos aspectos cuestionados durante su gestión fue
la apertura a la importación de vehículos, cerrada desde el
gobierno de Jaime Roldós Aguilera. Juan Falconí defiende esta
medida alegando que era una buena fórmula de obtener ingresos
fiscales, ofreciendo al consumidor la variedad que motive una
sana competencia con las ensambladoras locales.
Sin embargo, el arancel interandino de los automotores sigue
siendo muy alto -el 40 %-, cuando se negociaba la posibilidad
de reducirlo al 25 %. Este y otros aspectos, considera el ex
ministro, merecieron un tratamiento más enérgico de las nuevas
autoridades antes de embarcarse en la aventura
integracionista.
- Se había negociado la reducción de aranceles para los
vehículos y para muchas otras cosas, en las que el Ecuador
podía sacar partido. Pero se incumplió el acuerdo
flagrantemente, dejando la discusión a nivel de meras
subsecretarías.
- ¿Hay alguna oportunidad para nuestros productos agrícolas?
- Ni siquiera la producción agrícola está contemplada en el
tratado. Definitivamente es un acuerdo de una sola vía, en
beneficio de Colombia, y eso para nosotros es inadmisible.
- ¿Qué hizo durante su gestión para equilibrar la balanza?
- Está escrito y consta que en el comercio de licores, por
ejemplo, nosotros no permitimos el ingreso de productos
colombianos porque en Colombia no permitían la presencia de
nuestras marcas. Pero tras las últimas "negociaciones",
resulta que a partir de enero los licores norteños tendrán
acceso al mercado ecuatoriano, en tanto nos tendremos que
limitar a la esperanza de que las autoridades de Colombia
hagan gestiones, únicamente gestiones, para que tengamos la
misma oportunidad.
- ¿Qué pasa con la industria licorera ecuatoriana?
- La industria licorera ecuatoriana, como muchas otras
industrias, no cuenta con la técnica, calidad y capacidad que
la colombiana. A pesar de todo ha ingresado a su mercado,
especialmente en el sur. Lo paradójico es que usan nuestro
alcohol industrial como materia prima, regresándolo como
producto elaborado, pero imponen trabas siendo nuestros
precios más bajos.
- ¿Competencia?
- Esa es otra muestra de la competencia desleal. Yo por eso
impedí el ingreso de los licores colombianos al Ecuador.
Recuadro
Dentro del contexto de relaciones ecuatoriano-colombianas
llevamos enormes desventajas:
- En la industria del caucho, por ejemplo, Colombia sobresale.
Exporta llantas a Centro y Norte América gracias a sus buenos
precios, en tanto nuestra solitaria empresa a duras penas
sostiene la demanda nacional.
- Importadores informaron que 60 camiones cargados con 18.000
neumáticos esperaban la terminación del paro en Carchi para
ingresar al país. La oferta consiguiente -incluso ejecutivos
de las fábricas colombianas los han visitado hace pocas
semanas para ofrecerles mercadería- llevaría a la General a la
quiebra.
- Nuestro comercio es negativo con los nuevos socios. En el
intercambio formal, registrado en aduanas, Colombia ha ganado
65 millones de dólares, en tanto Venezuela nos supera en 100
millones.
- Mientras Colombia aplicó la reconversión industrial hace más
de 10 años, Ecuador se enfrasca en rondas de divisas y control
de exportaciones.
- Somos dependientes en exceso del petróleo. El 40 % de
nuestras exportaciones tienen que ver con el crudo y sus
derivados, en tanto apenas el 25 % corresponde a la industria.
Colombia supera ambos rubros en su sector comercial solamente
en artículos terminados.
- Nuestra fuerza laboral en relación al capital es muy
inferior a la de nuestros vecinos. Para 1.992 la proporción
se establece en un 10-90 %, contra el 40-60 % de Colombia y
Venezuela.
- Las exportaciones colombianas llegan a mejores precios
gracias a un incentivo especial.
- Nuestra reserva monetaria internacional actual es de unos
500 millones de dólares, en tanto Colombia y Venezuela
promedian los 4.000 millones.
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