Quito. 18.06.95. Pobreza y maltrato. Esos son, según los expertos
en el tema, los ingredientes básicos del coctel que arroja a los
niños a la calle, y allí a luchar por su supervivencia.

El tema de los niños de la calle y de los niños trabajadores, sin
embargo, empieza a ser insubstancial, porque con razón se le
repite hasta el cansancio y porque, es cierto, los ecuatorianos
vamos desarrollando una piel de cocodrilo que nos está haciendo
cada día más insensibles y egoístas.

La verdad es que ante el problema de estos infantes solo nos
mueve y nos moverá el corazón. Pero la acción solo podrá ser
dirigida por el cerebro. Y por la esperanza de que el Ecuador
llegue a ser un país donde se pueda respirar no solamente con los
pulmones, sino con la conciencia tranquila.

¿Será posible aquello?

Desde los doce años de edad se duplica el número de menores
trabajadores. A los 16 años la mayoría de ellos trabaja. En las
zonas rurales laboran 310 mil menores. En las ciudades trabajan
440 mil. A los 17 años de edad la mitad de niños y adolescentes
se han incorporado definitivamente al mercado laboral.

Es sorprendente descubrir que el 63% de menores trabajadores
dedica 40 horas y más al trabajo semanal. esto hace imposible que
estos niños puedan acceder a la escuela formal, que demanda un
tiempo mínimo de dedicación de 20 horas a la semana.

Es que el Ecuador, el de los niños que reciben palos en la vida,
en el hogar y en la calle, es ya otro país, uno que corremos el
riesgo de desconocer en cualquier instante.

Estas entonces, pretenden evitar la desmemoria colectiva.

¿DONDE ESTA MARCO ANTONIO?

Marco Antonio se encontraba con los ojos puestos en las dos
últimas rodajas de pan sobre la mesa, cuando Marcelo -su padre-
descargó un manotazo en su cabeza. En las afueras de la cocina se
escuchó un ­pag!, algo similar al sonido de las cosas que caen de
improvisto.

"Guambra pendejo, de eso si estas pendiente -replicó Marcelo,
mientras su hijo se frotaba la cabeza-. Mejor sal de aquí antes
de que te suene y ojalá traigas plata que si no...". El diálogo
se vio interrumpido por la estrepitosa salida de Marco Antonio,
segundos antes de que se padre le alcance un nuevo golpe.

Ochocientos mil menores ecuatorianos entre los ocho y los 18 años
de edad están insertados en el mercado laboral. Marco Antonio se
encuentra en este grupo.

Por las noches acudía hasta la discoteca "El Blues". Sus "coflas"
o amigos lo mantenían al tanto de todo lo ocurrido en la jornada.
Marco Antonio tenía el carisma de un director, organizaba las
tramas y distribuía los sectores sobre los cuales se iba a
desarrollar el trabajo nocturno. Su liderazgo también implicaba
riesgos; debía procurar el bienestar del resto, conseguir cemento
de contacto o exigir las propinas por el cuidado de los carros.

El rastro de Marco Antonio se perdió de repente. Desapareció de
su sitio habitual de trabajo y jamás volvió por ahí. Posiblemente
ingresó a alguno de los programas del INNFA para el muchacho
trabajador; pudo ser raptado por "plagiadores" y llevado a
trabajar en una hacienda andina; talvez ingresó a un taller
artesanal; probablemente esté vinculado al sector de la
construcción; otra opción sería que haya regresado con su familia
al campo; o simplemente se mudó de local.

Lo cierto es que como él existe una cifra alarmante de
trabajadores infanto-juveniles. Las estadísticas más recientes
destacan que no se trata de cinco mil, diez mil o cien mil
menores laborando para vivir. Son cerca de un millón de
ecuatorianos en esta condición.

El protagonista de esta historia, Marco Antonio, puede ubicarse
en cualquier área productiva. Cada muchacho trabajador tiene su
realidad propia. Existen empleados domésticos, artesanos,
vendedores, talleristas, lustrabotas y demás. Pueden ser
callejeros o estar vinculados a empresas. Trabajan desde 20 horas
hasta más de 40 en una semana. Son del campo y son de la ciudad.

CIFRAS ELOCUENTES

- Un estudio realizado por Desarrollo y Autogestión, DYA, arroja
las siguientes cifras:

- Ochocientos mil menores entre 8 y 18 años trabajaban en el
Ecuador en 1990, de acuerdo al Censo de 1990.

- Representaban el 30 por ciento de los dos millones y medio de
menores de la misma edad. Cuatro años después, el porcentaje de
menores trabajadores entre 10 y 18 años era del 38 por ciento.

- En el Censo se encontró también que 23 mil niños de ocho años
de edad ya trabajaban. En el Ecuador los menores ingresan al
mercado de trabajo a edades muy tempranas.

- Una edad crítica son los doce años, en que se duplica el número
de menores trabajadores. A los 16 años la mayoría trabaja.

- En las zonas rurales 310 mil menores trabajan. Allí el número
de niños trabajadores en cada grupo de edad es mayor que en las
ciudades. A los 13 años más de la mitad de menores ya trabaja.

- En las áreas urbanas trabajan 440 mil menores. A los 17 años la
mitad de niños y adolescentes se han incorporado al trabajo.

- Es sorprendente descubrir que el 63 por ciento de menores
trabajadores dedican 40 horas y más al trabajo. Esto hace
imposible que estos niños puedan acceder a la escuela formal que
demanda un tiempo mínimo de dedicación de 20 horas.

PORCENTAJE DE MENORES QUE TRABAJAN POR EDAD

Total 751.240 niños

Edad Porcentaje
años %

8 9
9 9
10 10
11 12
12 20
13 29
14 37
15 45
16 49
17 55
18 64

Fuente: INEC, Censo 1990.
Estimación: Desarrollo y Autogestión, DYA, 1995

¿ESCLAVOS QUE DAN MUCHA PLATA?

Mariano Masabanda buscó una vía de escape tras dos años en
cautiverio. Después de haber trabajado las tierras de la familia
Serrano Cruz y sin haber recibido ni un centavo a cambio, pensó
que semejante situación no debía continuar.

Mariano es uno de los seis niños que fueron esclavizados en el
recinto Yanuyacu Bajo del cantón Pungua, provincia del Cotopaxi.
Angel Abelardo, David, José, Fabián y Juan Carlos -todos ellos
entre los 13 y los 15 años de edad- fueron "enganchados" en
Ambato y trasladados hasta la propiedad de los Serrano Cruz.
Debieron realizar trabajos forzosos de agricultura, sin
consideración alguna y sin ninguna remuneración económica.

En los últimos días de mayo, el joven Masabanda logró dirigirse
hasta las autoridades del cantón y de la provincia. Dio a conocer
que él y sus compañeros permanecieron bajo amenazas por más de 20
meses en la finca de los Serrano Cruz, una "familia honorable y
decente de Cotopaxi", a juicio de Alfredo Jaramillo, presidente
del Tribunas de Menores de la provincia.

Los "terratenientes" Serrano Cruz habían decidido no pagar más
por la mano de obra que utilizan para labrar y sembrar sus
tierras, y optaron por apoderarse de niños secuestrados, quienes
les aseguraban mano de obra gratuita para el futuro, a cambio de
alimentos y ropa usada en muy malas condiciones.

Originarios de las poblaciones Ambatillo y Juan Benigno Vela, los
niños esclavos habrían escapado de sus hogares por las malas
condiciones de vida en que vivían, según versión de autoridades
de la provincia. Un "enganchador" los llevó hasta la finca de la
familia Serrano Cruz, donde "se habían visto situaciones
similares desde hace años atrás, por lo que no se descarta que
otros niños desaparecidos en el campo y ciudades de la región
hayan caído ahí", de acuerdo a la versión de Marcelo Bolaños,
jefe político de Pungua.

IMPUNIDAD ABSOLUTA

El caso de los niños esclavos de Cotopaxi apenas ha empezado a
esclarecerse. Parece ser, sin embargo, que la "honorable" familia
Serrano Cruz ha salido bien librada del asunto. Alfredo
Jaramillo, presidente del Tribunal de menores de Cotopaxi,
informó en su momento que los cinco menores fueron "tratados
bien, según entrevistas reservadas que mantuvimos con ellos".

"Uno de ellos recibió algún castigo, pero fue una excepción",
dijo el funcionario. Los menores fueron entregados a sus padres y
la familia Serrano Cruz se ha comprometido a pagar los servicios
que prestaron en la finca.

El mayor peso de la ley recaerá, de acuerdo a las declaraciones
de Jaramillo, sobre el desconocido "plagiador" que se encargó de
trasladarlos hasta la propiedad ubicada en Pungua.

NIÑOS QUE TRABAJAN POR 0,6 DOLARES AL MES

Los niños esclavos del Cotopaxi son, a cinco años del siglo XXI,
solo uno de los tantos casos que se producen en todo el mundo.

En Pakistán, menores de edad fabrican balones de fútbol marca
Mitre, Adidas y Reebok por un salario de 0,6 dólares (mil 440
sucres).

Según el semanario británico Sunday Times, miles de niños, en
algunos casos de solo seis años de edad cosen los balones a mano
en las inmediaciones de Sailkot, cerca de la frontera india.

Las compañías que comercializan esos balones han dicho que tratan
de todas las formas posibles de evitar el trabajo de los niños.
Mitre, Adidas y Reebok han afirmado que en los contratos con
fábricas de Pakistán se especifica que la fabricación del
producto no debe dar lugar a trabajos ilegales. Sin embargo, las
firmas afirman que el problema es incontrolable, ya que no se
puede realizar verificaciones reales en los talleres de las
aldeas.

Dirigentes laborales del país asiático afirman por su parte que
"cuando compran en Pakistán verifican cuidadosamente la calidad y
rechazan lo que no está bien hecho. Pro no son tan minuciosos
cuando se trata de estar seguros de que no se empleó a niños en
la fabricación de los balones.

¿CUANTO GANA UN MENOR?

INGRESO MENSUAL PROMEDIO
en sucres

Edad Hombres Mujeres

10 42,294 38,357
11 32,621 22,668
12 63,776 25,292
13 94,146 54,094
14 133,683 48,474
15 130,460 79,744
16 239,061 75,904
17 232,498 174,775
18 158,802 290,869



Edad Urbano Rural

10 71,395 19,117
11 40,232 17,488
12 62,954 36,857
13 88,087 71,013
14 120,983 94,824
15 124,553 109,571
16 224,833 122,615
17 259,797 136,877
18 275,158 137,240

Fuente: Encuesta de condiciones de vida, SECAP, Banco Mundial - 1994
Desarrollo y Autogestión, DYA, 1995

YO LUSTRO EN EL TERMINAL DEL CUMANDA

Son las 9h00. Sobre los muros del Centro de Atención
Especializada para Niños Trabajadores (CAE), ubicado en Cumandá,
aparece el primero de los clientes. Agustín Guanda, aleas
"Salchipapa", saluda afectivamente con los instructores y corre a
comunicar a sus colegas zapateros que el centro está por abrirse.

Los muchachos trabajadores del terminal terrestre de Cumandá
empiezan a llegar uno a uno. Esta área de recreación, vinculada
al Programa del Muchacho Trabajador, les ofrece un espacio de
juego durante su larga jornada de trabajo.

Unos minutos más tarde llegan Luis Alfredo y Segundo Miranda,
primos hermanos, de 10 y 11 años respectivamente. Provienen de
Riobamba. Hace seis meses sus padres decidieron mudarse a la
capital.

La mamá de Luis Alfredo vende legumbres en San Roque, su padre es
cargador en la Marín.

Su jornada de trabaja empieza a las 6h30 de la mañana, hora en la
que se dirigen al terminal con su cajón de lustre. Según
explicaron a BLANCO Y NEGRO, deben hacer por lo menos 20
lustradas en un día para llevar a la casa 10 mil sucres.

El resto de trabajos sirven para desayunar, almorzar y merendar
en el salón "Piqui viaje", que cobra de desde mil 200 a mil 800
sucres por cada comida. En caso de que se logre atender a más
clientes, el dinero lo guardan para comprar ropa.

En sus 12 horas de labor diaria deben pelear "a puñete y patada"
para que los "abusivos no se les roben la plata", según
indicaron. Entre la mayoría de lustrabotas se ayudan para que
esta clase de hechos sean controlables. "Cuando son muy grandes,
hay si le decimos a un policía", comentaron.

Luis Alfredo cree que todo es mejor en Quito. A pesar de que
conoce mejor las labores del campo como sembrar papas, choclos o
habas, le gusta trabajar en la calle y el clima de la ciudad. A
las 19h00 retorna a casa con su primo Segundo.

Según comentó, en el hogar tampoco hay mucho tiempo. Aunque
regrese cansado, debe ayudar a su madre con las tareas
domésticas. "Muy pocas veces hay como pegarse un partidito de
planchas", dijo.

Los primos Miranda acuden al Centro una o dos horas al día. Su
tiempo lo dedican a armar rompecabezas, jugar pelota o partidos
de ecuavoley.

Al igual que sus colegas, prefieren la televisión y los videos,
sobretodo si es el programa "Rescate 911" o las películas de Van
dam.

El lugar le ofrece a Luis Alfredo y Segundo un espacio distinto
al de las 12 horas laborales. En el Centro pueden jugar. En los
60 minutos de esparcimiento o "vagancia", descargan su energía y
la agresividad que produce el ambiente de la calle. (Tomado de la
revista Blanco y Negro, No. 60) (P 1-4)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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