Crecerá recesión
La propuesta de elevar el IVA al 18% es una invitación a la evasión
tributaria y en su lugar es preferible optar por un verdadero ajuste en el
gasto público, que incluya la inversión pública sostiene el ex-presidente
de la Junta Monetaria Abelardo Pachano.
En diálogo con HOY, Pachano quien ocupó funciones públicas (fue también
gerente General del Banco Central) en pleno periodo de la crisis de la
deuda externa, expone sus criterios sobre la polémica reforma tributaria
que propone el Ejecutivo.
- El gobierno sostiene que las reformas buscan cambiar la estructura de
impuestos para eliminar la dependencia fiscal del petróleo. ¿Esa
argumentación justifica ajustes de la magnitud planteada?
En primer lugar, en la reforma se han mezclado objetivos sanos de
modificación de la estructura tributaria con impuestos inconsultos, como
la elevación del 10 al 18% en el IVA, con los cuales se busca resolver una
situación eventual o de corto plazo.
Bajo esa consideración, la reforma es excesiva, porque busca una cantidad
de recursos mayor que la brecha fiscal. En segundo lugar, es un paquete
tributario recesivo que colocará en situación delicada a las actividades
productivas que cumplen sus obligaciones, frente al cada vez más amplio
mundo informal y de evasiones tributarias que va a encontrar en un IVA del
18% una verdadera invitación a la evasión tributaria. Además, con un tipo
de cambio fijo, un arancel externo bajo y una apertura al comercio
exterior, sin que por el otro lado se cuente con una organización estatal
que asegure transacciones legítimas y con una aduana en descomposición, la
propuesta gubernamental va a generar mayores presiones recesivas. En
tercer lugar, la reforma es regresiva, puesto que todos los ajustes están
dados para que paguen más los que tienen menos recursos. La única
progresividad que había en la Ley, que era el impuesto a la renta
personal, desaparece con la fórmula matemática que proponen, porque tal
como está planteada en el proyecto de ley, la misma proporción del ingreso
va a pagar una persona que gane 200 millones de sucres anuales que otra
que gane 10 millones de sucres. Todos pagarán aproximadamente el 5% de su
base imponible. Estas tres características, más el impacto inflacionario
por la diseminación de efectos que tiene la medida, cuestionan el propio
programa económico del Gobierno y sus objetivos para 1994.
- ¿Si el paquete es negativo, qué alternativas habría en las actuales
circunstancias?
Tendría que ser revisada a profundidad la proforma presupuestaria de 1994,
en la que hay un incremento de aproximadamente 800 mil millones de sucres
para inversión pública, monto que representa un aumento del 72% frente a
1993. Es incomprensible que el Gobierno mantenga un ambicioso programa de
inversión pública si no cuenta con los recursos correspondientes. Es más
prudente bajar significativamente la incidencia del ajuste tributario y
enfatizar en una verdadera política de austeridad no solo del gasto
corriente sino de la inversión pública.
- Pero una alternativa de esa naturaleza no contribuiría a reactivar la
economía.
Con un impuesto al valor agregado del 18% no podemos esperar que se
dinamice la inversión pública, peor la privada, porque la importación de
bienes de capital tendrá que pagar este nuevo tributo. De manera que, ante
un mercado nacional deprimido, con ingresos reducidos y con pocas
expectativas de desarrollar exportaciones por una política cambiaria que
muestra rezago en el tipo de cambio, es muy difícil pensar que 1994 va a
ser un año de reactivación económica. Con criterio realista deberíamos
esperar que el próximo sea un año de estancamiento y con un importante
resurgimiento inflacionario en los primeros meses de 1994.
- Entonces, ¿el modelo económico del Gobierno estaría entrando en un
callejón sin salida?
Por la propia inercia del modelo, sí. Pero además, por la dirección de la
reforma tributaria planteada, que evidencia inconsistencias con el
programa económico, puesto que ahora se trata de imponer una suerte de
arancel interno al sector formal que cumple sus obligaciones, mientras se
favorece, por la dimensión y dirección de los impuestos, a todas aquellas
actividades que tienen transacciones fraudulentas desde el punto de vista
tributario.
- ¿Por qué el país ha desembocado en semejante situación?
La verdad es que este conjunto de decisiones no solo responde a una baja
de los precios del petróleo, sino a que durante 1993, el Gobierno no tomó
oportunamente las medidas indispensables y cambió de objetivo el programa.
Inicialmente estimó que las finanzas públicas iban a tener un superávit de
0.5 del PIB, pero ahora, el propio gobierno se dice que habrá un déficit
del 1% del PIB, es decir, 350 mil millones de sucres, aproximadamente.
- Parecería que pende sobre el país una elevación del precio de los
combustibles en el caso de que el Congreso no apruebe las reformas
tributarias.
Así es. En ese caso, una de las más importantes diferencias sería que se
fijaría un impuesto variable sobre una base comparativa del precio del
petróleo en el mercado internacional. Obviamente, en este campo no hay
evasión, pero también con el IVA suben los precios de combustibles, agua,
teléfonos y las transacciones comerciales de todos los bienes.
- El Gobierno sostiene que hay una baja participación del IVA y del
impuesto a la renta con relación al PIB.
Tiene razón, y es obligación del Gobierno impulsar medidas para mejorar el
nivel de eficiencia y de recolección de tributos. Pero el problema no está
en las tasas tributarias, sino en el nivel de evasión generalizada de
impuestos; por ello es conveniente impulsar el planteamiento del Gobierno
de mejorar las recaudaciones. En el proyecto hay muchísimas reformas
dignas de ser aprobadas, que se pierden por el impacto sicológico y
conmocionador que tiene la propuesta sobre el IVA. Para que mejoren las
finanzas,se requiere no solo una buena ley, sino una buena y definida
organización en el ministerio de Finanzas y en Aduanas, porque en la
actualidad, esas instituciones, no proporcionan las seguridades que
requiere el comercio y la economía ecuatorianas. En segundo lugar, debemos
tener un sistema de información económica oportuna, para que las
fiscalizaciones y controles se hagan con la prontitud indispensable. En
tercer lugar, contar con capital humano preparado, al que en este momento
se la ha prestado poca atención.
- Los cambios tributarios de 1990 parecería que no fueron suficientes.
Es una profundización de aquel proceso. Con exclusión de las medidas
circunstanciales, la reforma camina en la dirección correcta. Tenemos que
ganar experiencia, porque en los últimos 20 años, como consecuencia del
gran financiamiento que le dió el petróleo a la economía, no hemos hecho
un esfuerzo real por mejorar nuestra capacidad de recolección de tributos
y crear una verdadera cultura tributaria. En ese sentido esta medida
requerirá de nuevas decisiones con el afán de perfeccionar los distintos
mecanismos. En el proyecto hay valiosas propuestas como la del silencio
administrativo que, por cierto está en contradicción con la Ley de
Modernización. En la reforma tributaria, el silencio administrativo se
considera como una negativa tácita, en cambio en la Ley de Modernización
se plantea como una aprobación tácita. Yo participo del primer criterio.
EL APURO DEL GOBIERNO
- ¿Qué relación podría haber entre la urgencia con la que el gobierno
busca que se apruebe las reformas tributarias y el programa económico para
1994 que tiene que ser presentado al FMI?
El hecho de que el ajuste sea excesivo induce a pensar que las
discrepancias con el FMI han estado en el cálculo del déficit fiscal de
1993 y el objetivo de 1994. La urgencia económica radica mas bien en que
toda reforma a las tasas impositivas rige desde el siguiente año
calendario; por tanto, al Gobierno le es indispensable que su proyecto
esté aprobado antes que se inicie 1994 a fin de cosechar los resultados
desde el primero de enero.
- ¿Qué incidencia tiene el pago anticipado de un porcentaje del impuesto a
la renta?
El objetivo que tiene el Gobierno en este campo es plausible. Es una idea
novedosa para tener un elemento de referencia sobre el valor mínimo de
impuesto a la renta que deberían pagar ciertas empresas y las actividades
en las cuales la defraudación y evasión tributaria son altas. Pero, en una
situación de recesión, el Gobierno debería tener un elemento discriminador
para aquellas actividades que cumplen sus obligaciones tributarias pero
que no van a tener resultados económicos positivos, a fin de que se les
devuelva este anticipo, previa la justificación con elementos objetivos,
que han tenido un mal año económico.
IMPOSIBLE COBRAR EL IVA A LOS PROFESIONALES
- ¿Qué implicaciones tiene la intención del Gobierno de aplicar el IVA a
los profesionales?
Ese es un típico ejemplo de que el IVA es una invitación a la evasión. Va
a ser imposible cobrar ese IVA a los profesionales.
Deben existir en el país alrededor de 50 mil profesionales dedicados a
actividades liberales, y si el Estado no puede controlar a tres mil
empresas formalmente organizadas, como va a controlar a ese número de
profesionales. Es mejor llegar a un acuerdo con todos ellos para que
paguen un determinado impuesto sobre una presuntiva de ingreso y
olvidarnos de las fiscalizaciones que no llevan a resultado positivo
alguno.
LO BUENO Y LO MALO
-Dijo que es positivo el convenio tributario, que consta en las reformas,
mediante el cual las empresas y el Estado fijan sus relaciones durante
tres años y determinan las relaciones que tendría que pagar la empresa.
-Es plausible la obligación que tributen las empresas públicas, porque se
les coloca en condiciones de competitividad iguales a las de las empresas
privadas.
-Es correcta la eliminación de una serie de exoneraciones tributarias.
-Pero es malo que se haya bajado el impuesto a la cerveza y que se haya
eliminado un impuesto a las empresas productoras y exportadoras de
petróleo.
-Si hay contrabando de cerveza extranjera, que debe ser reducido, el
Gobierno debió haber fijado un impuesto al producto importado y no bajar
el tributo a la nacional. (2A)
La propuesta de elevar el IVA al 18% es una invitación a la evasión
tributaria y en su lugar es preferible optar por un verdadero ajuste en el
gasto público, que incluya la inversión pública sostiene el ex-presidente
de la Junta Monetaria Abelardo Pachano.
En diálogo con HOY, Pachano quien ocupó funciones públicas (fue también
gerente General del Banco Central) en pleno periodo de la crisis de la
deuda externa, expone sus criterios sobre la polémica reforma tributaria
que propone el Ejecutivo.
- El gobierno sostiene que las reformas buscan cambiar la estructura de
impuestos para eliminar la dependencia fiscal del petróleo. ¿Esa
argumentación justifica ajustes de la magnitud planteada?
En primer lugar, en la reforma se han mezclado objetivos sanos de
modificación de la estructura tributaria con impuestos inconsultos, como
la elevación del 10 al 18% en el IVA, con los cuales se busca resolver una
situación eventual o de corto plazo.
Bajo esa consideración, la reforma es excesiva, porque busca una cantidad
de recursos mayor que la brecha fiscal. En segundo lugar, es un paquete
tributario recesivo que colocará en situación delicada a las actividades
productivas que cumplen sus obligaciones, frente al cada vez más amplio
mundo informal y de evasiones tributarias que va a encontrar en un IVA del
18% una verdadera invitación a la evasión tributaria. Además, con un tipo
de cambio fijo, un arancel externo bajo y una apertura al comercio
exterior, sin que por el otro lado se cuente con una organización estatal
que asegure transacciones legítimas y con una aduana en descomposición, la
propuesta gubernamental va a generar mayores presiones recesivas. En
tercer lugar, la reforma es regresiva, puesto que todos los ajustes están
dados para que paguen más los que tienen menos recursos. La única
progresividad que había en la Ley, que era el impuesto a la renta
personal, desaparece con la fórmula matemática que proponen, porque tal
como está planteada en el proyecto de ley, la misma proporción del ingreso
va a pagar una persona que gane 200 millones de sucres anuales que otra
que gane 10 millones de sucres. Todos pagarán aproximadamente el 5% de su
base imponible. Estas tres características, más el impacto inflacionario
por la diseminación de efectos que tiene la medida, cuestionan el propio
programa económico del Gobierno y sus objetivos para 1994.
- ¿Si el paquete es negativo, qué alternativas habría en las actuales
circunstancias?
Tendría que ser revisada a profundidad la proforma presupuestaria de 1994,
en la que hay un incremento de aproximadamente 800 mil millones de sucres
para inversión pública, monto que representa un aumento del 72% frente a
1993. Es incomprensible que el Gobierno mantenga un ambicioso programa de
inversión pública si no cuenta con los recursos correspondientes. Es más
prudente bajar significativamente la incidencia del ajuste tributario y
enfatizar en una verdadera política de austeridad no solo del gasto
corriente sino de la inversión pública.
- Pero una alternativa de esa naturaleza no contribuiría a reactivar la
economía.
Con un impuesto al valor agregado del 18% no podemos esperar que se
dinamice la inversión pública, peor la privada, porque la importación de
bienes de capital tendrá que pagar este nuevo tributo. De manera que, ante
un mercado nacional deprimido, con ingresos reducidos y con pocas
expectativas de desarrollar exportaciones por una política cambiaria que
muestra rezago en el tipo de cambio, es muy difícil pensar que 1994 va a
ser un año de reactivación económica. Con criterio realista deberíamos
esperar que el próximo sea un año de estancamiento y con un importante
resurgimiento inflacionario en los primeros meses de 1994.
- Entonces, ¿el modelo económico del Gobierno estaría entrando en un
callejón sin salida?
Por la propia inercia del modelo, sí. Pero además, por la dirección de la
reforma tributaria planteada, que evidencia inconsistencias con el
programa económico, puesto que ahora se trata de imponer una suerte de
arancel interno al sector formal que cumple sus obligaciones, mientras se
favorece, por la dimensión y dirección de los impuestos, a todas aquellas
actividades que tienen transacciones fraudulentas desde el punto de vista
tributario.
- ¿Por qué el país ha desembocado en semejante situación?
La verdad es que este conjunto de decisiones no solo responde a una baja
de los precios del petróleo, sino a que durante 1993, el Gobierno no tomó
oportunamente las medidas indispensables y cambió de objetivo el programa.
Inicialmente estimó que las finanzas públicas iban a tener un superávit de
0.5 del PIB, pero ahora, el propio gobierno se dice que habrá un déficit
del 1% del PIB, es decir, 350 mil millones de sucres, aproximadamente.
- Parecería que pende sobre el país una elevación del precio de los
combustibles en el caso de que el Congreso no apruebe las reformas
tributarias.
Así es. En ese caso, una de las más importantes diferencias sería que se
fijaría un impuesto variable sobre una base comparativa del precio del
petróleo en el mercado internacional. Obviamente, en este campo no hay
evasión, pero también con el IVA suben los precios de combustibles, agua,
teléfonos y las transacciones comerciales de todos los bienes.
- El Gobierno sostiene que hay una baja participación del IVA y del
impuesto a la renta con relación al PIB.
Tiene razón, y es obligación del Gobierno impulsar medidas para mejorar el
nivel de eficiencia y de recolección de tributos. Pero el problema no está
en las tasas tributarias, sino en el nivel de evasión generalizada de
impuestos; por ello es conveniente impulsar el planteamiento del Gobierno
de mejorar las recaudaciones. En el proyecto hay muchísimas reformas
dignas de ser aprobadas, que se pierden por el impacto sicológico y
conmocionador que tiene la propuesta sobre el IVA. Para que mejoren las
finanzas,se requiere no solo una buena ley, sino una buena y definida
organización en el ministerio de Finanzas y en Aduanas, porque en la
actualidad, esas instituciones, no proporcionan las seguridades que
requiere el comercio y la economía ecuatorianas. En segundo lugar, debemos
tener un sistema de información económica oportuna, para que las
fiscalizaciones y controles se hagan con la prontitud indispensable. En
tercer lugar, contar con capital humano preparado, al que en este momento
se la ha prestado poca atención.
- Los cambios tributarios de 1990 parecería que no fueron suficientes.
Es una profundización de aquel proceso. Con exclusión de las medidas
circunstanciales, la reforma camina en la dirección correcta. Tenemos que
ganar experiencia, porque en los últimos 20 años, como consecuencia del
gran financiamiento que le dió el petróleo a la economía, no hemos hecho
un esfuerzo real por mejorar nuestra capacidad de recolección de tributos
y crear una verdadera cultura tributaria. En ese sentido esta medida
requerirá de nuevas decisiones con el afán de perfeccionar los distintos
mecanismos. En el proyecto hay valiosas propuestas como la del silencio
administrativo que, por cierto está en contradicción con la Ley de
Modernización. En la reforma tributaria, el silencio administrativo se
considera como una negativa tácita, en cambio en la Ley de Modernización
se plantea como una aprobación tácita. Yo participo del primer criterio.
EL APURO DEL GOBIERNO
- ¿Qué relación podría haber entre la urgencia con la que el gobierno
busca que se apruebe las reformas tributarias y el programa económico para
1994 que tiene que ser presentado al FMI?
El hecho de que el ajuste sea excesivo induce a pensar que las
discrepancias con el FMI han estado en el cálculo del déficit fiscal de
1993 y el objetivo de 1994. La urgencia económica radica mas bien en que
toda reforma a las tasas impositivas rige desde el siguiente año
calendario; por tanto, al Gobierno le es indispensable que su proyecto
esté aprobado antes que se inicie 1994 a fin de cosechar los resultados
desde el primero de enero.
- ¿Qué incidencia tiene el pago anticipado de un porcentaje del impuesto a
la renta?
El objetivo que tiene el Gobierno en este campo es plausible. Es una idea
novedosa para tener un elemento de referencia sobre el valor mínimo de
impuesto a la renta que deberían pagar ciertas empresas y las actividades
en las cuales la defraudación y evasión tributaria son altas. Pero, en una
situación de recesión, el Gobierno debería tener un elemento discriminador
para aquellas actividades que cumplen sus obligaciones tributarias pero
que no van a tener resultados económicos positivos, a fin de que se les
devuelva este anticipo, previa la justificación con elementos objetivos,
que han tenido un mal año económico.
IMPOSIBLE COBRAR EL IVA A LOS PROFESIONALES
- ¿Qué implicaciones tiene la intención del Gobierno de aplicar el IVA a
los profesionales?
Ese es un típico ejemplo de que el IVA es una invitación a la evasión. Va
a ser imposible cobrar ese IVA a los profesionales.
Deben existir en el país alrededor de 50 mil profesionales dedicados a
actividades liberales, y si el Estado no puede controlar a tres mil
empresas formalmente organizadas, como va a controlar a ese número de
profesionales. Es mejor llegar a un acuerdo con todos ellos para que
paguen un determinado impuesto sobre una presuntiva de ingreso y
olvidarnos de las fiscalizaciones que no llevan a resultado positivo
alguno.
LO BUENO Y LO MALO
-Dijo que es positivo el convenio tributario, que consta en las reformas,
mediante el cual las empresas y el Estado fijan sus relaciones durante
tres años y determinan las relaciones que tendría que pagar la empresa.
-Es plausible la obligación que tributen las empresas públicas, porque se
les coloca en condiciones de competitividad iguales a las de las empresas
privadas.
-Es correcta la eliminación de una serie de exoneraciones tributarias.
-Pero es malo que se haya bajado el impuesto a la cerveza y que se haya
eliminado un impuesto a las empresas productoras y exportadoras de
petróleo.
-Si hay contrabando de cerveza extranjera, que debe ser reducido, el
Gobierno debió haber fijado un impuesto al producto importado y no bajar
el tributo a la nacional. (2A)
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