Quito. 19.12.93. Separada de Madrid por 16 kilómetros, en ese
pequeño pueblo que cada vez lo es menos (pues ha empezado a
llenarse de urbanizaciones y se está convirtiendo en un sector
residencial), Soledad Puértolas estará escribiendo ahora, como lo
hace en cada una de sus mañanas, recluida en su casa de forma
circular, concéntrica: un templo que -como ella- tiende más a
volverse sobre sí mismo que a mostrarse hacia el exterior.

Allá por 1975, cuando regresó a España después de haber estudiado
literatura española en los Estados Unidos -la vida está llena de
paradojas-, acompañada por un profundo sentimiento de desarraigo,
Soledad empezó a ejercer el periodismo, profesión a la que había
dedicado sus primeros estudios universitarios. Pero lo abandonó
pronto...

"Llegué a hacer muy pocas entrevistas en mi vida, descubrí que el
periodismo lo que realmente me producía era tensión. No era un
oficio en el que yo me sintiera cómoda, así que opté más bien por
escribir artículos eventualmente", cuenta Soledad ahora.

Y en medio de esas circunstancias difíciles, Soledad Puértolas,
que había escrito toda su vida, decidió dedicarse de lleno a ese
oficio... y con la intención de publicar.

Sus dos primeras novelas fueron rechazadas por las editoriales.
Según ella, estos fracasos hicieron posible la creación de "El
bandido doblemente armado", una tercera novela suya que no solo
fue publicada sino que ganó también el Premio Sésamo 1979.

Desde entonces y hasta ahora que hemos recibido su visita en el
Ecuador gracias a la iniciativa de la Embajada de España, Soledad
no ha cesado de escribir y de publicar. Hoy, como cuando ganara
el Premio Planeta 1989 por su novela "Queda la noche", la
escritora sostiene que no podría desempeñar mejor otro oficio que
no sea el de escribir: "...Puedo manejar el mundo de la ficción y
me gusta hacerlo. De las cosas para las que estoy capacitada,
escribir, con todas sus dificultades, crisis e insatisfacciones,
es el terreno donde me siento más segura".

- Háblenos un poco de lo que ha sucedido con la literatura
española, Soledad -le preguntamos ahora que nos hemos instalado
en su habitación del hotel-. ¿Qué sucedió con literatura en
España durante el largo paréntesis del franquismo?

En tiempos del franquismo las cosas se polarizaron. Por un lado
estaban los escritores comprometidos, que decidieron optar por el
realismo social y por la denuncia de todo lo que ocurría en
España durante ese obscuro período. Por el otro lado estaban los
autores que, sin estar de acuerdo con ese régimen, no asumieron
la línea del compromiso: lo suyo no era el realismo social y por
eso en sus obras lo que se puede encontrar es un silencio con
respecto al franquismo, no querían hablar de eso.

Esto generó enfrentamientos. Los escritores comprometidos
acusaban a los que no lo eran de haberse convertido en cómplices
de lo que sucedía... En general, esa pugna no llevó a nada y lo
que España produjo a nivel literario en esos tiempos no fue otra
cosa que pobreza.

- Y qué es lo que sucede ahora. Después de Franco, España ha
experimentado una serie de cambios: el "socialfelipismo", pese a
todo lo que se pensaba, se ha encargado de introducir a su país
en la Comunidad Europea, en el tren del capitalismo a nivel de
las grandes potencias mundiales. ¿Cómo se ha reflejado esto en la
literatura española de los últimos años?

Lo que se puede ver hoy en la literatura española es un profundo
sentimiento de incertidumbre. La generación a la que yo
pertenezco se está encargando de retratar la cotidianidad de un
pueblo al que se le han caído los valores y que, por eso mismo,
vacila, duda frente a las diversas circunstancias de su vida.

Tengo la impresión de que lo que prima ahora es la necesidad de
buscarle un significado a la realidad (al menos es eso lo que a
mí me impulsa), de buscar el misterio y la trascendencia en lo
más cotidiano.

- En este contexto... ¿Es posible hablar de movimientos
literarios diversos al interior de España?

No, ahora no existen en España los grupos, no existen los
movimientos. Todos los escritores estamos dispersos por aquí y
por allá y no respondemos a tal o cual tendencia.

Los críticos literarios españoles se rompen la cabeza tratando de
agruparnos, y a veces lo hacen de la manera más arbitraria. Creo
que solo cuando llegan a las escritoras mujeres suspiran y nos
agrupan con tranquilidad bajo el "indiscutible" título de
"literatura femenina"... a tal grado ha llegado la dificultad
para encontrar características comunes entre nosotros.

- El llamado "boom" de la literatura latinoamericana surgió
cuando España atravesaba aún el franquismo... ¿qué influencia
ejerció en su país la irrupción de esta corriente de origen
latinoamericano? Cómo se recepta ahora la literatura que ha
producido América Latina después del "boom"?

El "boom" nos dejó a todos sorprendidos en España. Mira cómo
escriben los latinoamericanos!, nos decíamos, y tanto los
escritores como la gente que simplemente estaba interesada en
leer andaba con sus libros bajo el brazo.

En medio de esa pobreza de literatura que había producido el
franquismo, América Latina llegó con una correntada tan fuerte
que nos hizo pensar en la necesidad de una nueva literatura de
España. Claro, nosotros no íbamos a hacer realismo mágica, quizá
ese elemento no se daba en nuestro mundo, pero teníamos que
buscar nuevos caminos y creo que los vamos encontrando.

Ahora España sigue leyendo a aquellos que simple y sencillamente
no se puede dejar de leer, como García Márquez,

Vargas Llosa, en fin... pero ha empezado también a leer con
avidez la obra de esta generación a la que pertenezco. La
literatura latinoamericana no llega ya con la fuerza que le
caracterizó en esos tiempos.

La realidad simbólica

Usted sostiene, Soledad, que sus novelas guardan una herencia de
lo que fue el movimiento literario romanticista. Cuál sería esa
herencia?

Son ideas muy dispersas las que tengo al respecto. Lo que quiero
sugerir, en todo caso, es la convicción de que la novela no es
simplemente una descripción de la realidad (y no es lo que más me
interesa a mí de la novela), sino que esa descripción sirve como
carácter simbólico de la realidad, como símbolo de algo que no
entendemos. Al construir una novela, yo cojo un pedazo de
realidad que me sirva de símbolo de la vida que nos desborda, de
la búsqueda que no se llega a alcanzar, que deje una inquietud en
las personas para que se pregunten un poco qué hacen en el
mundo...

Y eso lo ligo con el espíritu romántico en el sentido de que el
romántico era el poeta que buscaba, el poeta inconformista, el
poeta que no se contentaba con la realidad. Eso es un poco lo que
yo pretendo.

- Después de leer una novela como "Queda la noche", tiene uno la
impresión de hay algo que liga a sus personajes con los de
algunas películas de Almodóvar, como "Mujeres al borde de un
ataque de nervios", por ejemplo. De pronto, la cotidiana vida de
estos personajes se ve envuelta en una historia de espías, en el
un caso, y de terrorismo, en el otro. Cree usted que se trata de
una simple casualidad?

Creo que no se trata solamente de una casualidad. Yo conozco a
Pedro Almodóvar y somos de la misma generación. Los dos somos muy
distintos, pero creo que es muy posible que haya una sensibilidad
de fondo de nuestra generación, que nos interesa un tipo de
visión del mundo.

Pues tal vez esa visión habla de que este mundo es muy incierto;
yo analizo "Mujeres al borde de un ataque de nervios" y "Queda la
noche", y tengo la sensación de que en este mundo no sabes dónde
termina el espionaje y dónde empieza lo privado, de que el
universo se ha vuelto muy poroso y ya no existen los límites
claros. Ahora estamos todos muy mezclados en ese sentido, y creo
que somos más abiertos también, tenemos menos prejuicios: todas
estas mujeres de Almodóvar y las mías son muy curiosas, no son
dogmáticas, no se quitan de encima una persona ni por sus ideas,
ni porque sean de otro país... Este es un signo de nuestros
tiempos.

- Usted ha escrito ya varias novelas y también libros de cuentos
y ensayos, pero... se ha planteado alguna vez la posibilidad de
incursionar en la poesía?

Es curioso. Siempre, antes de decidirme a publicar, escribí
poesía. Hasta antes de regresar a España de los Estados Unidos
estuve escribiendo poesía. Pero cuando tomé la decisión de
dedicar mi vida a esta tarea opté por la novela.

- Los "padres" de su obra.

Los padres son difíciles de fijar, no sé que padres tengo, a
veces me considero huérfana, pero bueno, seguro que existen.

He tenido por etapas una gran admiración por la novela policíaca;
le he tenido una gran admiración a Pío Baroja, del la generación
del 98 español, le he tenido una gran admiración a Virginia Woolf
(la he leído muy apasionadamente), y he tenido una gran
admiración a Cervantes... y la tengo ahora. Me pesa. Y, de hecho,
de todos estos escritores, a quien más vuelvo es a Cervantes. El
Quijote es la Biblia, lo es. Cuando me he ido dando cuenta de que
tenemos la Biblia, me siento feliz de tener esa Biblia y vuelvo y
vuelvo y vuelvo.

Ahora diría yo, es mi Biblia, pero sé que ha habido otros
devaneos. (1C)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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