Quito. 19.12.93. La navidad se ha transformado en una época de
obsequios y, por tanto de gastos y de sustos... Coexisten los
presentes dados con amor y afecto y los otros: los entregados por
obligación, y hasta con desgano. Simultáneamente, recibimos
regalos con alegría, con ilusión, y algunos con recelos,
sospechas...

Este lado oculto de los regalos, los problemas que pueden
provocar y las intenciones ocultas -e inconscientes- que
encierran reveló para Domingo Marie Astrid Dupret ciudadana
belga, con una formación en antropología y sicoanálisis. Ella
está radicada aquí desde hace 12 años y se encuentra "bastante
integrada en el país". Actualmente trabaja con niños con
problemas en una escuela experimental.

- ¿Qué significados tiene el regalo en esta sociedad?.

- En los regalos está muy en juego la agresividad y el contacto
con el otro, pues ellos permiten establecer relaciones sociales
no agresivas. Antes, cuando había un sistema de comunicación que
hoy se ha perdido, eran un intercambio de bienes muy bien
organizado; no se regalaba cualquier cosa, sino que había que dar
tal obsequio en determinado momento. Ahora, por la invasión del
espíritu mercantil, el regalo se ha vuelto un compromiso
económico más que una manera de relacionarse con los otros. En
muchos casos lo que se quiere es mostrar el nivel financiero
antes que dar gusto.

- ¿Recibir un regalo, entonces, puede ser una agresión, al estar
implícita, además, la obligación de retribuirlo?

- Sí, porque la única manera de anular la fuerza de un regalo,
del poder que está en juego o de un afecto o relación que no se
desea es devolviéndolo. En esos casos, el regalo en lugar de
vincular a la gente reemplaza la relación que no hay. Justamente
esa violencia ocurre cuando no hay manera de verbalizar una
cierta amistad, o un intercambio de intereses con otras personas
y se intenta cubrirlo con el regalo, lo cual es agresivo,
violento.

- ¿Esto sucede cuando el intercambio de regalos es obligatorio?

- Sí. Obligar a regalar es un poco peligroso. En esos casos rara
vez quien da y quien recibe se quedan contentos. Pero en la
sociedad actual el regalo es un buen mercado. Muchos negocios que
no logran beneficios en todo el año, en la navidad consiguen
ganancias. Es un círculo vicioso de este mundo mercantilizado
que demuestra el problema de la sociedad desarrollada, donde lo
económico reemplaza las relaciones afectivas y personales entre
la gente. Además, es parte del engaño del consumismo que nos hace
pensar que con el dinero somos todopoderosos y podemos comprar a
todo el mundo. Hay que luchar contra eso sobre todo con los niños

- ¿Cómo enfrentarlo, cómo salir de este juego?

- Lo primero es, con los propios hijos y la familia, dar más
sentido a lo que son los regalos y reestablecer ese aspecto de
intercambio, pero de intercambio de amor. A los niños es
importante ayudarles a que ellos mismos hagan sus propios
regalos. Un niño que regala algo que ni siquiera compró, pues no
tuvo ni el dinero para hacerlo, no le da ningún significado. A
veces un dibujo en el que el niño haya puesto empeño tiene más
valor. Pero también el padre o madre tendrán que reconocer el
valor del dibujo y no tirarlo, pues el niño lo percibirá.

- Pese a todo, sí hay regalos que expresan afecto, cariño, amor.

¿Cómo evidenciar más estos sentimientos?

- Hay que dejarse guiar por la intuición. Cuando se compra el
regalo para alguien conviene pensar en la persona, y buscar
realmente lo que se piensa que le podría quedar bien. En el fondo
todo el mundo siente muy bien lo que el otro piensa al hacerle un
regalo, no hay manera de enmascarar la intención.

- ¿Es verdad aquella afirmación de que las personas regalan lo
que quisieran recibir como obsequio?

- Creo que si fuera tan cierto, no habrían tantos problemas. Si
realmente alguien escoge algo con voluntad de dar gusto al otro,
con el primer criterio con el que cuenta es con el personal. Lo
que a veces ocurre es que en el fondo da el regalo que piensa que
el otro va a querer, pero mira al otro con una imagen falseada.
Y en ocasiones el regalo lleva un mensaje aleccionador, que
cambia su sentido.

- Casi casi es peligroso dar un regalo...

- Es cierto. Cuando se da un regalo obligado es mejor escoger
algo neutro como vino, wisky, chocolates, que incluso tienen un
valor bien definido. Si se quiere ir más allá una buena solución
son los libros, siempre que sea una persona que le gusta leer.
Si no se tiene ninguna relación con la persona es mejor evitar
cualquier regalo que comprometa.

- ¿Revela la personalidad los regalos que uno da?

- Más que ello, es reveladora la forma cómo se regala. Hay
personas que tienen facilidad para regalar, otras se sienten
preocupadas, no saben cómo hacer para dar el regalo. En general,
la dificultad de recibir y dar regalos revela una dificultad para
relacionarse con los otros en lo afectivo. También son
reveladores los regalos exagerados.

- ¿Qué descubren?

- Para muchos es una manera de crear una cierta forma de poder
sobre el otro. Hay personas que tampoco saben calcular bien sus
regalos. Creo que eso refleja cierta inseguridad, deseo de
aceptación. Buscan amor, están muy solas y de una manera u otra
intentan dar mucho al otro esperando recibir amor,
reconocimiento. Otras se sienten obligadas a hacer regalos que
pasan el nivel de la relación pues no se saben ubicar bien en la
sociedad.

- ¿Qué es lo que cabría que represente un regalo?

- El reconocimiento del valor del otro y una forma de afecto. Por
eso cuando se regala a los empleados domésticos e incluso a los
niños de la calle, es mucho más importante darles una mirada o
una sonrisa que arrojarles caramelos como si fueran los huesos
para un perro.

- ¿Lo más lamentable de un regalo sería darlos para cubrir una
falta de comunicación entre dos seres humanos.

- Creo que sí, es decir dar regalos para evitar hablar, y entrar
en el juego.

- ¿En casos así es sano rechazarlos?

- Creo que sí pero se necesita mucho valor. Se puede no aceptar
el regalo y advertir que habrá otras oportunidades para hablar.
Incluso el rechazo del presente puede ser una manera de entablar
un diálogo que no hubo antes.

"A los niños, en muchos casos, en lugar de darles regalos que
favorezcan su desarrollo, les dan obsequios para que los papás se
sientan bien. A veces los padres dan los regalos que piensan que
mostrarán el nivel social que sus niños deben tener. Son los
regalos que duran un día y que los sacan a la calle para que los
vecinos los vean"

Regalos ¿perversos o positivos?

Perversos o positivos pueden ser los regalos, tan en boga en este
período. Esta posibilidad puede darse incluso entre los regalos
de los padres a sus hijos, cuando con los presentes pretenden
reemplazar otro tipo de relación. "Todos estamos en un mundo de
consumismo y es muy difícil para los padres escapar a ese tipo de
relaciones para establecer otras con sus hijos", señaló Marie
Astrid Dupret, en su diálogo con Domingo.

- ¿Los padres que regalan autos a sus hijos, por ejemplo, podrían
hacerlo para suplir esa falta de relación, de afecto con ellos?

- Un regalo así solo es posible en estratos con poder económico
donde se sabe que hay mucha falta de amor. En general son
padres que nunca han tenido la oportunidad de hablar con sus
hijos sobre los problemas que les conciernen; entonces se sienten
culpables de no darles ese tiempo que lo dedican para hacer
negocios, para ganar dinero. Como en ese ambiente todo se mide y
se calibra respecto de lo económico, no se conciben otras formas
de amor, que no sean estas perversas. Y peor son las motos. A
los chicos les gustan mucho, pero los padres saben que son muy
peligrosas y que pueden convertirse en un arma contra sí mismos.
Un padre que regale a su hijo una moto realmente no le quiere.
Nunca le ha querido como un ser que tiene que crecer y hacer su
propia vida. Entonces, inconscientemente prefiere que se muera
antes que irse.

- ¿Qué otros regalos pueden ser perversos?

- Regalar adornos a las niñas o ropa que no es para su edad, ya
que se las transforma en mujeres antes de que lo puedan asumir en
su cuerpo. También están las barbies que para mí son muñecas
perversas. Solo se presentan como objetos sexuales, pero se las
regala porque todas las niñas las tienen.

Otro conflicto es con los padres que pretenden colmar los deseos
de sus hijos, pues así no es la vida y, además, no les permiten
afirmarse como personas independientes y libres de ellos. Nunca
los padres deberían empeñarse en comprar regalos fuera de su
alcance porque le ponen al hijo en una situación de deuda, mucho
mayor que la que todo niño se encuentra con respecto de sus
padres.

- ¿Qué regalos conviene dar a los niños?

- Aquellos que respondan a sus gustos y deseos, que siempre serán
muy difíciles de conocer. Es todo un trabajo el que los padres
deberían hacer con los niños para ayudarles a decidir lo que a
ellos como personas, con sus propio carácter y forma de ser les
gustaría. Convienen los juguetes que puedan ser utilizados, no
solo vistos. Muchos padres dan adornos o ropa que no deben
ensuciar. Están bien los zapatos deportivos pues pueden
practicar deportes, pero no aquellos zapatos con los que no
puedan patear una pelota. Otro problema actualmente son estos
juegos de informática, electrónicos que muy fácilmente se
transforman en compulsión y pueden aislar al niño del contacto
con los otros. Algunos de estos juegos son muy educativos, pero
la mayoría más bien son violentes y de un nivel intelectual
elemental. Son juegos que en lugar de permitirles superar la
agresividad, que debe ser una de las funciones del juego, les
fomenta y les provoca violencia.

- ¿Regalar animalitos puede ser positivo?

- Son regalos excelentes para los niños, siempre que se les
enseñe a cuidarlos y tampoco sean animales muy frágiles que
mueran en pocos días. Los niños son muy sensibles a esto y
quedan muy golpeados cuando su mascota se les muere. Sin
embargo, puede ésta ser la manera para hablar con ellos de la
muerte, que es otra cosa que se quiere olvidar en esta sociedad.
Por estar vivos, creo que los animales son muy importantes para
enseñar al niño el respeto a la vida.

­Sí señor!, lo que vale es la intención

¿Qué opinan los jóvenes sobre los regalos? Domingo conversó con
algunos de ellos y sus testimonios los presenta a continuación:

- "Me gusta regalar tarjetas con mensajes profundos, lindos y
agradables. Que tengan detalles originales que van a gustarle a
la otra persona. En navidad me gusta obsequiar a mis padres, mis
hermanos y mis mejores amigos. Lo que quiero expresar cuando hago
un regalo es el cariño que tengo y lo que la persona significa
para mí", expresó Christian Espinosa de 20 años de edad.

Según este estudiante de comunicación social, hay varias razones
para hacer un regalo: "puede ser para quedar bien con alguien,
por compromiso, para impresionar o por interés. Pero la más
importante, porque le quiero o aprecio".

Christian dijo estar convencido que el precio de un regalo no
importa, "lo que vale es la intención".

- Lo que más le gusta regalar en navidad a Lorena Badillo de 21
años, agente de ventas de TV Cable es sonrisas. "Una sonrisa a
mis padres, a mis compañeros, a mi jefe, amistades, enemistades,
al niño de la calle, al enfermo, al preso; porque cada vez los
seres humanos nos ocupamos más de nuestros intereses
superficiales y menos de sonreír".

Esta joven, cuando regala algo intenta expresar "el amor que
tengo; la paz y la felicidad que me produce hacer que determinada
persona sienta que no está sola si no que tiene una amiga".

- Lourdes Haro secretaria de 24 años, opinó que "lo que me gusta
dar y recibir es mucho amor".

Las personas obsequiadas por Lourdes en navidad son su familia,
su novio y sus amigos. A los niños también entrega fundas de
caramelos, "porque son los más halagados en esta época".

"No debe haber razones para dar un regalo; hay que hacerlo cuando
uno lo siente. El mejor regalo del mundo es tener a mi familia
reunida, con salud y bienestar y, eso, no tiene precio", explicó.

- A Gabriela Larreátegui, estudiante de quinto curso del colegio
Americano, le encanta regalar tarjetas en navidad.

"Así expresó cariño a mis amigos o amigas", contó.

Gaby cree que todas las ocasiones especiales son razones
suficientes para dar regalos, tomando en cuenta que "el precio no
es lo que importa".

- Jairo Subía es un estudiante de 17 años de ciencias básicas de
la Escuela Politécnica del Ejército. Este joven dijo que en
navidad le gusta regalar tarjetas "a todas las personas que
quiero, para expresar lo que siento por ellas: cariño, amistad o
aprecio".

Las razones que encontró Jairo para hacer un regalo son "querer a
esa persona o desear reconciliarse luego de alguna discusión".

- "Me gusta regalar tarjetas, peluches y chocolates a la gente
que quiero", dijo Lucía Miranda, estudiante de sexto curso del
colegio IPPI.

Con estos obsequios Lucía trata de expresar cariño o
agradecimiento.

- "En navidad, regalo tarjetas a las personas que realmente
aprecio y quiero", explicó Myriam Patricia Moncayo, estudiante de
quinto curso del colegio Spellman.

"Cuando obsequio algo trato de expresar mis sentimientos de
cariño hacia esa persona. La mayor razón es la amistad, pero
puede haber otras razones como agradecimiento, compromiso, etc.",
manifestó.

Agregó que "el precio no importa, lo importante es el mensaje que
lleve el presente. Se puede regalar cosas que cuesten una
fortuna, pero que no signifiquen nada".

- Iván Mendieta, estudiante de sexto curso del colegio Alemán
afirmó que "en navidad no me gusta regalar nada".

"Creo que no hay que dar prioridad a los regalos, aunque hay que
conservar la tradición, pero con un parámetro tolerable",
explicó. (6-7 DOMINGO)
EXPLORED
en Autor: Consuelo Albornoz - [email protected] Ciudad N/D

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