Quito. 7 nov 99. La noticia religiosa de 1999 para el mundo
cristiano fue la reconciliación entre las iglesias Católico
Romana y Luterana en el grave asunto de cómo Dios salva al mundo.
Hace 482 años, Martín Lutero, párroco y pastor de la iglesia de
Wittemberg (Alemania) y catedrático de Teología en la universidad
de esa pequeña ciudad de apenas dos mil almas, había redactado
en latín unas tesis sobre las indulgencias. Las expuso delante
de la iglesia, frente al Castillo de Wittemberg, el 31 de octubre
de 1517, víspera de la fiesta de Todos los Santos. La venta de
las indulgencias, o sea la compra del perdón de las penas en el
más allá, en concreto de la pena del fuego del purgatorio, y la
desnaturalización de la penitencia transformada en mercancía
fueron el tema del debate y el comienzo de la Reforma.

-Qué trascendencia puede tener esa reconciliación parcial para
un mundo tan pragmático, tan escéptico y tan frívolo como es el
mundo de fines del segundo milenio? -Tiene sentido cerrar un
debate medieval cuando el mundo está entrando en una era
radicalmente distinta de las que hasta ahora ha vivido desde que
apareció la vida humana sobre la faz de la Tierra?

Una época de cambio

La idea del emperador y del Sacro Imperio Romano-Germánico estaba
desvaneciéndose a comienzos del siglo XVI. La idea de los Estados
nacionales se delineaba con más fuerza. La idea del Papado estaba
desprestigiada. La idea medieval del Imperio incluía un
paralelismo entre el poder espiritual y el poder temporal. El
emperador y el Papa se correspondían recíprocamente como el Sol
y la Luna.

El cuadro cultural del mundo sufrió cambios sin precedentes en
la historia de Occidente. Irrumpía un nuevo mundo "descubierto"
por Cristóbal Colón. "La imagen del mundo, de la Tierra, se hace
simultáneamente mayor y más abarcable para el hombre. Aparecen
horizontes infinitos que no asustan ya a los humanos, ni les
infunden temor tan fácilmente", dice Hanns Lilje, ex presidente
de la Federación Luterana Mundial. El dinero fluía inagotable de
las minas de la América Española. Los astrónomos se lanzaban a
nuevas órbitas, abundaban los inventores. El hombre empezó a
sentirse dueño del mundo. Como en encontradas marejadas dos eras
luchaban, la medieval y la moderna. Lilje pone como símbolo el
cuadro de El Bosco El Jardín de las Delicias pintado a fines del
siglo XV: un ejército de demonios sueltos castigando a los
placeres corporizados en figuras torturadas; pero en medio de ese
mundo emerge una cara pálida, medieval en su aspecto, que mira
con horror ese mundo, pero infinitamente moderna y humanamente
próxima, el hombre sufriente en la noche de los excesos
medievales.

Lutero

El monje agustino Lutero sufría horrores parecidos. Se planeó la
cuestión de si podría salir airoso del juicio divino. Su
tribulación consistía en que la alternativa que le ofrecían esos
tiempos no le calmaba: la opción de la fe como mera dádiva de la
acción divina desde fuera del hombre que le ofrecía el orden
católico institucionalizado y la fe como experiencia, como
vivencia personal e inmediata que le ofrecía el iluminismo
interior de los pietistas católicos. Hasta que él, "que odiaba
al Dios justo que castiga a los pecadores", comprendió la
correlación de las palabras "la justicia de Dios se revela en lo
que está escrito: el justo vivirá de la fe". En otras palabras,
la obra de Dios es lo que Dios hace en nosotros, la fuerza de
Dios por la cual él nos hace fuertes, la sabiduría de Dios por
la cual él nos hace sabios, la fortaleza de Dios, la santidad de
Dios, el honor de Dios, todas estas expresiones de Lutero.

Este Dios luterano totalmente misericordioso que salva por su
bondad mediante la cruz de Cristo no cambia al hombre. Más aún,
toda obra buena es pecado en cuanto medio para conseguir el
perdón. De ahí el "peca fuertemente, pero cree más fuertemente
aún y serás salvo". Quien se sabe ya salvado por la fe, por una
confianza absoluta en el poder misericordioso de Dios, obrará el
bien pero no para merecer nada sino para alabar y agradecer.

Este cambio de perspectiva constituyó, según algunos
historiadores, la mayor contribución de Alemania a Europa. La
Biblia traducida por Lutero a un alemán vigoroso como la vida
cotidiana del pueblo contribuyó a crear una conciencia de
Alemania como nación. En el fondo, Lutero se había desembarazado
de un Dios medieval y había creado un Dios moderno.

Lo curioso es que la Iglesia Católica Romana concebía la acción
de Dios en el hombre todavía de un modo más hondo puesto que Dios
al salvarle le daba la posibilidad de contribuir a la salvación
mediante la libertad de elegir entre el bien y el mal. Pero no
lograron ponerse de acuerdo porque el diálogo bíblico, teológico
y humanista fue cortado desde ambos lados por motivos políticos
de poder y de dinero.

La reconciliación

Casi cinco siglos después se han puesto de acuerdo en este punto
de cómo Dios salva al hombre y cómo el hombre ha llegado a su
mayoría de edad. Quedan otros puntos más espinosos que los
separan, como la presencia real de Cristo en la eucaristía o su
presencia simbólica reducida al tiempo de la acción litúrgica,
y sobre todo la institución del Papado como única representación
de Cristo en la Tierra.

Desde un punto de vista cínico, se podría argumentar ante tanta
arrogancia: si Dios es una interrogación mayúscula -cómo pueden
los simples mortales saber el modo en que opera esa interrogación
en nuestro mundo y en el interior de cada persona?

Desde un punto de vista histórico, en este mundo de fines del
segundo milenio cristiano que marcha hacia un gobierno universal
regido por el respeto a la persona y a sus derechos
fundamentales, y que vuelve a la idea de "imperios" muy
civilizados como la Unión Europea y de gobiernos universales como
las Naciones Unidas, la tolerancia entre dos confesiones tan
influyentes en la vida moderna y en sus raíces profundas de
humanidad es en sí mismo un hecho prometedor.

Como modelo o ejemplar de conducta resulta altamente didáctico.
Sí al diálogo, no a la intolerancia, sí al punto de vista del
otro, no al dogmatismo ciego. Y es ciertamente un consuelo que
dos instituciones que cayeron en la perversión ahora se
reconcilien para no volver a pervertirse. La Católica Romana como
institución medieval influyó y participó en el genocidio de los
pueblos nativos de América. La Luterana con su exaltación del
subjetivismo, del nacionalismo y de la fiducia en un ser superior
creó una cultura que con la sola substitución de Dios por Hitler
participó en el genocidio de los judíos y de otros pueblos
considerados impuros.

En este doble sentido la reconciliación del 31 de octubre de 1999
fue ciertamente un hecho trascendental para el mundo que marcha
hacia una cultura radicalmente nueva. (DIARIO HOY) (P. 10-A)
EXPLORED
en Autor: Simón Espinosa - [email protected] Ciudad Quito

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