Guayaquil. 06 nov 98. Enseñar en la noche se ha convertido en
un problema por la falta de apoyo ministerial. El perfil de un
alumno es siempre el mismo: trabaja en el día.

Miguel Reyes y José Elizardo Paredes son dos menores que
asisten al mismo plantel, una escuela nocturna en la ciudadela
Martha de Roldós, al norte de Guayaquil. Ambos cursan el
tercer grado y los separa una diferencia de cinco años.

Reyes, de 10 años, aunque por su contextura pareciera de 7, es
un vendedor de diarios, al que no le importa estudiar junto a
compañeros mayores que él.

Pero Paredes, de 15 años, que trabaja como ayudante de
albañilería, no esconde cierta incomodidad de estar en clases
con niños menores. Su tez pálida y su contextura delgada
denotan su falta de alimentación y cansancio. Aun así es uno
de los primeros en llegar a la escuela antes de las 19h00.

Miguel, el mayor de seis hermanos, tiene que estudiar de noche
porque durante el día debe trabajar. "Yo me levanto a las
cuatro de la mañana, voy a recoger los periódicos y comienzo a
venderlos ", dice el canillita.

Pero la diferencia de edades entre los estudiantes de las
escuelas nocturnas de la ciudad es apenas una de las facetas
de la problemática de este sector.

Para Miriam Villamarín, profesora de primer grado con 30 años
en el Magisterio fiscal y 22 de ellos en la sección nocturna,
el solo hecho de que un niño llegue a la escuela en la noche
ya es un logro importante.

El perfil de un estudiante nocturno es siempre el mismo: niños
y jóvenes que trabajan durante el día y buscan en la noche
terminar su primaria. "Se trata de un niño especial, porque no
está dentro de los cánones reglamentarios de un menor que debe
estar en la escuela a los seis años y concluir a los 12 años",
dice Francisco Flores otro profesor nocturno.

Este educador reconoce que las necesidades del estudiante
nocturno no son las mismas de los diurnos. No se les enseña
todas las materias del pénsum, pues su necesidad básica es
saber leer, escribir y contar.

Flores argumenta que es un error tratar de imponer un programa
diurno a la educación nocturna pues esto en términos reales no
es aplicable, por la falta de tiempo y, sobre todo,
predisposición del educando.

"Un alumno de 30 años está interesado en que su maestro le
cuente sobre el proceso de paz con el Perú, se aburre si le
enseñamos los fonemas, pues solo quiere aprender rápido",
indica. Además, como en la mayoría de los casos se trata de
personas que trabajan durante el día, el rendimiento escolar
suele ser inferior.

Según el ex ministro de Educación, Eduardo Peña, asistir a una
escuela nocturna tanto para el profesor como para el alumno
representa un esfuerzo adicional pues es la continuación de
una jornada de trabajo.

El asunto es que por lo menos el 90 por ciento de los 9.356
estudiantes matriculados en la sección nocturna, según datos
de la Dirección Provincial de Educación del Guayas, trabaja
durante el día. El restante 10 por ciento está entre niños que
son rechazados en la sección diurna, por bajo rendimiento o
por límite de edad. Entre los maestros, la relación sería
similar.

Para el ex Ministro en el caso de los profesores hay un
problema adicional pues no todos son docentes titulados sino
que se trata de profesionales de otras ramas que llegan a las
escuelas "como un medio de supervivencia, para completar el
presupuesto pero no siempre con vocación".

Según la Unión Nacional de Educadores Nocturnos (Unen), más
del 80 por ciento de los 582 profesores nocturnos cumplen
otras actividades durante el día.

"Por la cantidad de esfuerzo intelectual para aprender de
noche, con todo el cansancio, es lógico que el rendimiento
nunca va a ser igual que el del día y eso implica que el
profesor nocturno tiene que ser un auténtico maestro, una
persona que disfrute al enseñar", sostiene Peña.

Pero las deficiencias se reflejan también en la reducción del
número de alumnos en las escuelas nocturnas. Si hasta hace
diez años en cada plantel había una media de entre 200 y 300
alumnos, la cifra actual no supera los 75 estudiantes en
promedio por cada una de las 122 escuelas en la provincia de
Guayas.

Solo entre 1996 y 1997 el número de estudiantes en esta
jornada bajó en alrededor de un 10 por ciento: de 10.357 a
9.356.

La disminución del número de alumnos en las escuelas nocturnas
parece una tendencia irreversible, por lo que desde hace seis
años, las autoridades educativas hablan de un plan de
racionalización del personal docente en esta sección (ver
recuadro).

La salida para el presidente de la Unen, Manuel Antón, es
brindar otras alternativas, como enseñanzas de oficios, para
motivar a los estudiantes.

Para el dirigente gremial, la falta de incentivos ha llevado a
las escuelas donde están: a punto de desaparecer. Las opciones
prácticas, muy difundidas en las secciones, diurnas, expresa,
no son aplicadas al nivel nocturno.

Por eso otra de las alternativas que propone la Unen es que
estas escuelas formen parte de la educación básica pero con un
perfil técnico. La idea sería sacar en 10 años por ejemplo
mecánicos a los que, aparte de darles un título de educación
básica, se les brinde la oportunidad de un oficio.

La reforma no llega

La Reforma Curricular apenas se alcanza a aplicar en las
escuelas diurnas. El ex ministro Eduardo Peña sostiene que la
reforma se hizo básicamente pensando en las escuelas diurnas.

Si bien los maestros fiscales nocturnos asisten a la
planificación de capacitación para poner en marcha la reforma,
aún trabajan con el sistema de educación básica de seis
grados.

Según el profesor Francisco Flores, en la jornada nocturna la
reforma curricular no se aplica "porque los maestros se
enfrascan en enseñarles a leer, escribir y contar a sus
alumnos".

La reforma busca enseñarles a los alumnos a entender lo que
leen, a comprender y analizar a su entorno social y aprender y
desarrollar valores cívicos, entre otros.

Pero si a los establecimientos nocturnos no llega la reforma
curricular, mucho menos la colación escolar. "Después de
trabajar en el día hay estudiantes que se nos desmayan en
clases".

Una desproporción
La educación en las escuelas nocturnas revela una inequitativa
relación entre el número de alumnos y maestros.

En la educación primaria diurna hay en promedio 28 alumnos por
cada profesor, según datos de la Dirección Provincial de
Educación del Guayas. En la nocturna en cambio están
matriculados 16 estudiantes por cada docente, pese a la
moratoria de creación de nuevas partidas para esta jornada que
rige desde 1992.

Ese año un estudio oficial comprobó que había una dilapidación
del recurso humano equivalente a por lo menos un 30 por ciento
del Magisterio nocturno.

Además del total de 448.978 estudiantes matriculados en el
último ciclo lectivo en esta provincia el 2,1 por ciento está
en la noche; sin embargo, entre los maestros la relación es
superior pues de los 16.252, el 3,5 por ciento asiste a dictar
clases nocturnas.

La infraestructura física también está subutilizada. En
promedio hay 172 alumnos por cada escuela diurna mientras que
en la jornada nocturna la relación es de 75 estudiantes por
cada una. (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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