Quito. 13 nov 95. El riesgo a veces no es lo contrario de la
certidumbre sino su guía. Como cuando se tiene algo grande
entre manos y no hay posibilidad de echarse para atrás porque
se tiene demasiado en juego.
Es raro que en medio una de las crisis más profundas en lo
económica, social y política que afecta al país; se haya
llevado a cabo el acto fundador de la cultura del espectáculo
en el Ecuador: el megaconcierto del grupo estadounidense de
rock Bon Jovi el anterior 31 de octubre en el Estadio Olímpico
Atahualpa.
Más de un millón 500 mil dólares estuvieron en juego en la
organización de este espectáculo. Este es el monto que resulta
de sumar un aproximado de la taquilla (un millón de dólares)
más los auspicios.
Según fuentes no oficiales, pero confiables, Pepsi pagó 280
mil dólares por el auspicio exclusivo del concierto, en tanto,
Bon Jovi habría cobrado menos de 100 mil dólares, monto
sustancialmente menor a lo que normalmente cuesta su
espectáculo, por tratarse de un concierto benéfico a favor de
la "Fundación Reina de Quito".
Para asegurar la realización del espectáculo, con tanto dinero
en juego, Alfonso Espinosa, gerente general de Team, dice que
se cansó de firmar pólizas de seguros: la intendencia le
obligó a firmar una que aseguraba el monto total de la
taquilla, un millón de dólares. Pepsi, el más grande
auspiciante, también pidió seguridades para su inversión. Se
firmó otra para la Concentración Deportiva de Pichincha, por
si acaso cualquier daño en el Estadio. Otra con el Municipio,
por cuestión de impuestos, y; finalmente, Bon Jovi pidió una
póliza de un millón de dólares que fue contratada con la Lloyd
de Londres por cualquier eventualidad en la presentación de
su concierto.
Sin embargo, para Alfonso Espinosa, quien no quiere hablar de
cifras porque "mucha gente cree que estamos forrados en plata,
y no es tanto así...", la mayor ganancia es el haber revertido
esa historia de frustraciones, haber cambiado la mentalidad de
la gente.
"Antes de Bon Jovi, se pensaba que jamás iba a ser posible un
megacocierto en el país. Desde ese día la gente se pregunta
¿quién será el próximo?. Y también es un logro el haber
abierto las puertas del país a las agencias internacionales de
espectáculos que ahora sí consideran al Ecuador como una
posibilidad dentro del mapa de grandes eventos
internacionales.
Al filo de la navaja
La realización de un megaconcierto planteaba varias
dificultades, aparentemente insalvables. Quizás la principal
era la mentalidad de absoluta desconfianza que existía entre
el público al que iba dirigido el espectáculo. Eso tenía su
lógica, había una larga historia de eventos anunciados,
promocionados, los cuales o nunca se llevaron a cabo o bien
tuvieron serias fallas de organización.
Entre los hitos de la frustración que había tenido el público
del Ecuador en materia de espectáculos, quizás la mayor fue la
del cantante italiano Eros Ramazzoti, quien suspendió su
actuación apenas 24 horas antes de la fecha fijada, al no
cumplir los organizadores ecuatorianos con las condiciones
técnicas requeridas para el montaje del espectáculo.
El público simplemente ya no se lo creía. Cuando los
ejecutivos de Team Producciones plantearon la posibilidad de
presentar en el país a una de las cinco más grandes bandas de
rock del mundo en los actuales momentos nadie les creyó: ni
público, ni medios, ni posibles auspiciantes, ni autoridades,
ni siquiera los amigos.
Y el negocio del show bizz es básicamente un negocio de
credibilidad y confianza. En este caso en dos frentes: el
interno y el externo. Es decir a la vez que había que revertir
la poca confianza que tenía el público sobre las posibilidades
de que se pudiera montar realmente un megaconcierto en el
Ecuador, se debía acabar con la poca credibilidad que tenían
las empresas del país frente a las agencias internacionales de
espectáculos.
Luego estaba la crisis energética, económica, social y
política que afectaba (y afecta) al país en las fechas del
concierto, Se contrataron entonces, seis flamantes plantas de
luz Caterpillar, las cuales abastecieron de la energía
necesaria al megaconcierto. La Empresa Eléctrica no
proporcionó un solo kilowatio, ni siquiera para las luces
interiores del Estadio.
Desde varios sectores se alzaron voces contra la conveniencia
de montar un evento de esta naturaleza en medio de la grave
situación general del país. Pero se demostró que era necesario
y posible montar una empresa de esta envergadura justo en una
época de crisis para no perder del todo la fe sobre nuestras
posibilidades.
El megaconcierto siempre fue mirado con recelo y existía la
escalofriante posibilidad de que alguna autoridad menor
ordenara su suspensión y diera con todo al traste.
Y también había oposición de grupos ecologistas que
presentaron una carta al municipio pidiendo la suspensión del
concierto porque las plantas eléctricas Caterpillar iban a
contaminar el ambiente (¿?), o los vecinos del barrio también
pidiendo la suspensión por el ruido y la contaminación, hasta
grupos fundamentalistas cristianos que hicieron una campaña
colegio por colegio denunciando los fines "diabólicos" del
concierto a realizarse justo en la noche de brujas...
Y cuando todo estaba listo, uno de los cargueros DC-8, en el
que se importaba el escenario, que debía estar en Quito al
mediodía del lunes, no pudo despegar de Curitiba (Brasil) al
estallarle una turbina. Recién al mediodía del martes, después
de contratarse otro avión, llegaron todos los elementos del
gigantesco escenario.
Un detalle adicional: para el montaje de la base del escenario
-350 metros cuadrados con 30 toneladas en su techo- se
utilizaron todos los andamios de construcción disponibles en
Quito y se tuvo que traer material adicional de Guayaquil.
¿Dónde está la bolita de los auspicios?
El llamado "show bizz" es una de las principales actividades
económicas a nivel mundial. En ese contexto, sus relaciones
con el mundo de la publicidad son bastante íntimas, de
dependencia mutua.
En el mundillo del rock, casi todas las giras mundiales de las
grandes bandas cuentan con sponsors oficiales, mientras otras
se organizan en función de sponsors locales. Para la parte
latinoamericana de la gira mundial de Bon Jovi funcionó el
segundo mecanismo. Así mientras para el concierto de Quito el
auspiciante principal fue la Pepsi Cola, en el concierto de
Bogotá, el auspiciante era su archicompetidor, la Coca Cola.
Para el megacoconcierto de Quito, a más de la Pepsi hubo cerca
de media docena más de auspiciantes -si cabe el término-
secundarios. No obstante, cada uno de los auspiciantes entabló
una lucha por tratar de capitalizar mejor la imagen del
concierto. Sin embargo, para hacer eso debían moverse en
reglas muy estrictas que tenían los managers del grupo
norteamericano.
El espectáculo fue comprado a la agencia argentina Rock & Pop,
la más grande a nivel sudamericano. Ellos son los dueños
exclusivos del espectáculo de Bon Jovi a nivel latinoamericano
y fueron con quienes se establecieron las negociaciones
previas, las cuales duraron varios meses.
Los argentinos estaban indecisos hasta el concierto de Fito
Paez. Este fue la prueba de fuego para Team.
Pese a que económicamente no les fue muy bien con Fito Paez,
los ecuatorianos demostraron que si podían organizar un
espectáculo de gran magnitud. (Economía)(Diario Hoy)(6A)