Quito (Ecuador). 13 nov 95. Cuando en un programa de
televisión, Jaime Nebot le dijo a Carlos Vera que en su
Gobierno crearÃa el Ministerio de Cultura y propondrÃa como
ministro a Simón Espinosa o a Edmundo Ribadeneira, no pocas
sonrisas arrancó de los ecuatorianos.
Fue una audaz "propuesta" con la que el dirigente del Partido
Social Cristiano (PSC) intentó persuadir al paÃs de que el
"cambio" que asegura ha experimentado su figura polÃtica iba
más allá del discursos renovado y centrista que pronuncia.
Pero el dirigente no logró convencer. Los nombres "escogidos"
para el supuesto Ministerio eran de personajes que los
ecuatorianos conocen como antagónicos ideológicos suyos. Y la
palabra de Nebot no fue suficiente.
Pragmático como es, para confirmar lo que él sabÃa, el
dirigente habrá echado mano de las encuestas que ratificarÃan
que su mayor problema, de cara al paÃs, es la credibilidad.
Esa barrera que le impide que los ecuatorianos acepten que "el
Nebot del 95 no es mismo del 84". Alguien que afirma pretende
"romper los esquemas".
Con la campaña ad portas, el tiempo se le terminaba. Y la
última oportunidad que tenÃa era la selección de su compañero
de fórmula, donde Nebot estaba "condenado" a no equivocarse,
aunque para ello tuviera que hacer sacrificios, concesiones y
renunciamientos.
Con asesores, coidearios y amigos, seguramente, habrá diseñado
el perfil del personaje que, fundamentalmente, tendrÃa la nada
fácil tarea de dar credibilidad a su candidatura:
Quiteño (a) de nacimiento, de clase media alta, sin militancia
polÃtica, "outsider", distante de la derecha pero cercano a la
centro izquierda, con prestigio, ilustrado, sin antecedentes
dudosos y hasta elegante en el vestir, entre otros, habrÃan
sido los requerimientos. Un perfil para "asombrar" a propios y
extraños".
De la lista elaborada, uno a uno habrÃan sido desechados
ciertos personajes, hasta que solo quedó el nombre de Diego
Cordovez Seller. El canciller de Rodrigo Borja.
Nada fácil habrá sido, seguramente, persuadir al diplomático.
Pero consolidado el binomio, la primera impresión es de que el
candidato socialcristiano alcanzó su primordial objetivo: el
paÃs ha recibido el mensaje de que Nebot es un hombre capaz de
pasar del discurso a la praxis. Asà piensan no pocos polÃticos
y hasta analistas como Simón Pachano que considera la
inclusión de Cordovez como "una jugada hábil" de alguien
dispuesto a incorporar ciertos elementos progresistas en su
campaña.
El efecto Cordovez
Proclamado el binomio para la fórmula Nebot-Cordovez empieza
el desafÃo: ganar las elecciones de mayo de 1996. Y aunque la
estrategia está echada andar, los sufrimientos de la campaña
electoral recién comienzan, pues si bien es cierto que la
presencia de Diego Cordovez ha prestigiado la candidatura de
Nebot, amén de darle "un aire" de centro, no porque el
diplomático sea de esa tendencia, sino porque colaboró con un
gobierno de esa lÃnea, para el aspirante presidencial no será
duro conseguir que el paÃs olvide el pasado polÃtico de
alguien proveniente de la derecha.
"Solo la gente desinformada puede pensar que el binomio podrÃa
cambiar la personalidad de Nebot", dice Raúl Patiño.
En efecto, los contradictores del candidato se encargarán de
"refrescar" la memoria histórica del paÃs. Pero para eso está
Cordovez quien deberá "amortiguar" los recuerdos del paso de
Nebot por la Gobernación y el Congreso, convirtiéndose en una
suerte de aval para la vigencia de los Derechos Humanos, en un
eventual gobierno de Nebot.
Mucho debió haber pesado este asunto en la selección del
binomio. Y asà habrÃa que entender por que Nebot "sacrificó"
los sufragios que, dicen, le aseguraban Fabián Alarcón,
Federico Pérez o Marcelo Dotti, por alguien como Cordovez,
"poco popular", junto al cual, además, dan la apariencia de un
binomio "a lo Cristian Dior", con dificultades para ingresar
al electorado marginal, aunque bueno para la clase media alta
a la que quieren hacer "olvidar" que Nebot sigue atado al
pasado.
El frente "anti Nebot"
Pero si la imagen de Diego Cordovez será gravitante para
mostrar la nueva imagen de Nebot, fundamental en la primera
vuelta electoral. En la segunda ronda, su talante será
definitivo.
Es aquà donde el prestigio del negociador internacional saldrá
a relucir, para dar esperanzas a un paÃs que, aunque salió
bien de un conflicto bélico, no ha superado su doloroso
problema territorial.
La "clave" para la selección de Cordovez parece estar en la
segunda vuelta electoral donde, de otra parte, su prestigio
como componedor de conflictos, simbolizará, igualmente la de
un conciliador nacional. Esto, para un paÃs que se desangra,
será reconfortante. Amén que se apelará al "sacrificio" que ha
debido hacer el diplomático, abandonando los privilegios de la
empresa privada para servirle al paÃs. Un sÃmbolo de que
cuando un paÃs está en crisis, los hombres talentosos deben
acudir al "llamado de la Patria".
Pero los retos personales de Cordovez son enormes: uno será
conseguir que Nebot "entre" a la sierra norte, sobre todo en
Pichincha, donde los votos de la clase media alta siempre le
han sido esquivos.
Su trayectoria intelectual y empresarial contará mucho. Se
trata, como dice León Roldós, de "un buen interlocutor del
sector". Gravitará también su condición de no afiliado para
"despartidizar" la fórmula electoral y provocar el apoyo de
los independientes.
Estos elementos serán útiles para que el candidato del PSC
contrarreste el gran frente "anti Nebot" que los sectores
progresistas formarán en torno a quien pase a la segunda
vuelta. Y como será el momento donde el vÃnculo del ex
gobernador con León Febres Cordero se lo considere un
"estigma", Nebot y Cordovez tendrán que demostrar que ese
cordón umbilical ha sido roto. Y que la mayor evidencia es,
justamente, la constitución del binomio.
DarÃa, entonces, la apariencia de que todo está solucionado,
pero el dilema es cómo mostrar distancias con León sin "herir"
al electorado fiel al ex presidente, cuyos votos son
imprescindibles para la fórmula. Tal parece que de la "sombra
de León" Nebot no podrá librarse. (PolÃtica) (Diario HOY) (3A)