Quito .03.01.95. "Cuando voy al médico me siento como un paciente
más, no hay una mirada particular para mà como mujer, una termina
sintiéndose como un paciente cualquiera".
- "Una tiene que hacer lo que él le dice, pero al menos, yo si
trato de preguntar, de plantearle mis dudas y de hacerle notar
que sé acerca de lo que pregunto".
- "Muchas mujeres no se sienten con derecho a pedir una
explicación al médico porque no conocen sus derechos; la relación
médico-paciente sigue siendo una relación autoritaria, de
ejercicio de poder".
- "Si soy curiosa por mi salud o por mi cuerpo, entonces soy una
preguntona, porque siempre el médico es el que sabe... eso daña
mi autoestima, impide mi desarrollo humano. Yo debo saber que
pasa con mi cuerpo, con mi mente y con mi espÃritu...".
Son algunos de los testimonios recogidos en el video "La otra
mitad de la historia", realizado por la Corporación Imagen Mujer
y presentado en Quito hace unas semanas, durante el III Festival
de Videos de Mujeres.
En ellos las mujeres verbalizan sus temores, sus interrogantes,
sus dudas, frente a un tema que les concierne profundamente: su
cuerpo.
¿Cómo cuentan las mujeres esa insólita y cotidiana historia de la
relación con su cuerpo?
Es extraño, pero en el video lo hacen como si hablaran de algo
que no les pertenece ahora y que nunca les perteneció. De algo
que en lugar de amar, rechazaron profundamente, por no conocer.
"A mi nunca me gustó mi cuerpo, especialmente cuando veÃa que los
hombres se subÃan a los árboles, o sacaban chispas del pavimento
con sus bicicletas, mientras yo miraba detrás del vidrio", decÃa
una mujer para quien, años más tarde, su cuerpo se convirtió en
el motivo permanente de sentimientos de culpa y represiones.
"Cuando comencé a crecer, no entendÃa lo que pasaba con mi
cuerpo, pero nunca me atrevà a preguntar... mis padres se
encargaron de crearme el miedo a la sexualidad, al deseo, al
contacto con otros, al roce... siempre creà que podÃa quedar
contaminada o embarazada".
Y ella aprendió que debÃa ocultarse. Que debÃa esconder su cuerpo
frente a los demás. Y a veces también frente a sà misma.
Y aprendió además, que debÃa callar cualquier duda, cualquier
pregunta que le surgiera sobre él.
Y es que, sucedió que cuando empezaba a descubrir su cuerpo, a
expresarse con él, alguien le dijo que eso era un pecado. Y
cuando quiso preguntar porqué cambiaba, porqué sentÃa cosas
nuevas y extrañas, alguien se encargó de taparle la boca.
Por eso ahora tampoco pregunta. Aunque en la frÃa consulta del
ginecólogo le surjan las dudas, los miedos y los interrogantes...
EL MIEDO EN LA CONSULTA DEL GINECOLOGO
"La desnudez en sà no es una cosa necesariamente atractiva.
Cuando una paciente viene al médico, no lo hace como en las
pelÃculas: con minifalda, toda exuberante, maquillada y coqueta.
La paciente que viene hasta aquà viene aterrada, viene con un
problema o sufriendo, entonces realmente uno tiene que ser un
poquito aberrante para poder ver en esa persona alguien
sexualmente atractiva" afirma Edison Chávez, ginecólogo que
dialogó con HOY.
Sin embargo existe el miedo de la mujer frente al médico. Y las
razones para el miedo, según Edison Chávez, van desde el
prejuicio social que acecha a una mujer soltera que acuda al
ginecólogo ("ha de estar embarazada" o "ya no ha de ser virgen"),
hasta el hecho de que para muchas mujeres que han sido
maltratadas o vejadas "el que el médico esté vestido de blanco no
es ninguna garantÃa".
Pero el temor, el recelo y la vergüenza son generales en casi
todas las mujeres cuando se deciden a acudir a un especialista
que, como parte necesaria de un examen completo, deberá verlas y
tocarlas, precisamente en esas partes de su cuerpo que siempre
les han enseñado a esconder y proteger.
Cuando por fin una mujer logra vencer el miedo al rechazo social
y acudir a una consulta ginecológica, le atacan otros miedos.
-¿Cuáles?
-Puede dudar de la profesionalidad del médico. No estar segura de
si es un persona respetuosa, que conoce los lÃmites entre lo
legal y lo morboso. Muchas mujeres llegan a las consultas de los
médicos con pánico por narraciones que han oÃdo o por las cosas
que no conocen.
-¿Cómo tratar con esos temores?
-Hay que hablar con la paciente, intentar tranquilizarla y darle
confianza. Hacer que ella sepa -o por lo menos intuya- que todo
lo que se hará en la consulta es parte necesaria de un examen o
un tratamiento.
-¿Cuáles son los parámetros en una consulta ginecológica?
-El médico tiene que explicar a la paciente lo que hará. Eso es
una norma y en otros paÃses es algo legalmente exigido. Lo que va
a sentir, lo que el médico debe hacer y qué es lo que no tiene
ningún sentido que haga. Hay pacientes que no quieren que se les
examine y hay que respetarlas.
-¿Los temores "normales" que tiene la gente de ir al médico o de
hacerse un examen, son más agudos en el caso del ginecólogo?
SÃ, porque él tiene en su campo de acción los órganos sexuales,
las mamas... es decir las zonas que tienen que ver con la vida
sexual, con el tabú, con lo que se oculta y se tapa todo el
tiempo.
- ¿Hay, en los exámenes o procedimientos médicos cierta invasión
a la intimidad de una mujer?
Con los nuevos tipos de ayuda diagnóstica que existen, cada vez
es más factible examinar a una mujer sin necesidad de utilizar
métodos "agresivos" o "invasivos". Antes se necesitaba hacer un
tacto vaginal o un tacto rectal para poder establecer un
diagnóstico de su anatomÃa interna, pero ahora muchas veces ya no
es necesario y se evita esta agresión fÃsica que, siendo
necesaria y no arbitraria, era dolorosa y poco fructÃfera.
-¿Se podrÃa hablar de una diferenciación -quizás por edades o por
niveles culturales- en los temores y prejuicios que traen las
mujeres en su cabeza al acudir a una consulta ginecológica?
-Bueno, los miedos y las vergüenzas son más acentuados entre las
mujeres del campo, por ejemplo. Es tremendamente difÃcil examinar
a una mujer campesina o indÃgena. Primero están envueltas como
todo un "repollo", pero además son mujeres maltratadas, agredidas
todo el tiempo y que, por ello, experimentan más temor.
Además, aunque la mujer pueda entender la necesidad de este tipo
de consultas, muchas veces el esposo no lo hace y se indigna al
saber que el médico debió verla desnuda o tocarla.
-¿No sucede esto último en todos los estratos?
-Se ha superado mucho, pero el machismo sigue siendo evidente en
muchos aspectos.
-¿Por qué las mujeres no preguntan, no protestan si se sienten
incómodas con algún procedimiento médico? ¿Hay realmente una
relación de poder entre el médico y su paciente?
-Es cierto que la paciente entra en un plano de vulnerabilidad en
ese aspecto, pero tampoco ella tiene porque saber. Si el médico
-que es el que sabe- le dice que eso es lo que hay que hacer,
hasta no averiguarlo, siempre le quedarán ciertas dudas. Por eso
debe haber un conocimiento y un consentimiento previo de la
paciente.
-A pesar de que los parámetros y los lÃmites entre lo que debe o
no debe hacer un médico estén muy claros... ¿no existe nunca una
posibilidad de ir más allá de ellos?
-La posibilidad existe. Pero, le insisto, estamos frente a una
persona que asiste al médico en pos de ayuda y eso modifica
profundamente una relación. (6A)
en
Explored
Ciudad N/D
Publicado el 01/Marzo/1995 | 00:00