Quito. 28.03.95. La batalla diplomática que tuvo que dar el
Ecuador durante la guerra del Alto Cenepa, en febrero de 1995,
fue tan o más dura que la que debieron librar los valerosos
soldados en la compleja geografía amazónica de El Cóndor.

Nuestro país hizo una concesión histórica al Perú y a la
comunidad internacional, para demostrar la buena fe de sus
acciones. Esa concesión fue la aceptación de la vigencia del
Protocolo de Río y todos los instrumentos diplomáticos que
involucra. Lo hizo, aunque corrientemente, en los negocios
internacionales, las concesiones unilaterales no son
correspondidas.

No hay que olvidar que los organismos regionales fueron sordos
antes las denuncias y reclamos del Ecuador en el mes de
febrero de 1995, mientras sonaban los disparos y las máquinas
de guerra actuaban en el Alto Cenepa.

El Departamento de Estado de los EEUU, el país más poderoso
del mundo, dio dilatorias para que la ONU y la OEA asumieran
directamente el caso Ecuador-Perú, como nosotros lo exigimos.
Se dijo que se estaba otorgando tiempo al Perú, que esperaba
una victoria militar fulminante. Pero nunca lo logró.

De ese modo se nos condujo a privilegiar el papel de los
países garantes del Protocolo -los propios EEUU, Brasil, Chile
y Argentina-. Y fuimos al Palacio de Itamaraty, con toda la
carga histórica que nos pesaba por haberse firmado allí el
Protocolo de 1942.

En ese sitio, la acción diplomática fue respaldada por la
fuerza de los soldados ecuatorianos que no retrocedieron
jamás, y que, con ello y con su resistencia, posibilitaron que
nuestros delegados sostuvieran los términos del diálogo.

El 17 de febrero se firmó allí el acta de paz. Su cumplimiento
por parte del Perú debió forzado por los garantes, luego en
Montevideo.

Con ello callaron las armas, pero quedaron abiertas más
ásperos y complejos escenarios de lucha, aquellos donde el
Ecuador deberá conseguir una solución amazónica definitiva,
luego de más de 50 años de una diplomacia zigzagenate que,
ahora, parece haber llegado a una postura nacional única: la
vigencia e inejecutabilidad del Tratado de 1942.

ITAMARATY

Fue en el salón de reuniones, en el segundo piso del Palacio
de Itamaraty, donde el 29 de enero de 1942, el Perú impuso al
Ecuador el Protocolo de Río de Janeiro, con la venia de los
países garantes: Argentina, Chile, Brasil y EEUU.

En ese mismo salón, el 31 de enero, los vicecancilleres de los
países garantes convocaron a sus similares de Ecuador y Perú
para iniciar negociaciones diplomáticas, mientras las fuerzas
peruanas asediaban los destacamentos ecuatorianos del Alto
Cenepa.

Observadores ecuatorianos interpretaron este hecho como un
acto simbólico por parte de los garantes para poner al
Ecuador en una desventaja sicológica frente al Perú.

El Palacio de Itamaraty fue construido en 1853 para el Barón
de Itamaraty y utilizado como residencia por el Barón de Río
Branco. El gobierno republicano del Brasil lo compró en 1889 y
sirvió como residencia de tres presidentes, hasta 1897.

Luego de ello, en los albores del nuevo siglo, el histórico
edificio pasó a ser sede del Ministerio de Relaciones
Exteriores del Brasil, hasta 1970, cuando, con el mismo
nombre, la Cancillería de ese país se instaló en Brasilia, la
nueva capital federal. en su actual sede, a la que llamó
también "Palacio de Itamaraty", .

Itamaraty simboliza también una escuela de diplomacia que es
admirada en el mundo entero. Pero ni ello pudo salvar la
estructura del palacio que, al igual que similares
construcciones de Río de Janeiro, sucumbió al paso de los años
y cayó en desuso: sus salones fueron cerrados, mientras que
sus diplomáticos fueron ocupando otros edificios.

El palacio de Itamaraty se dejó para las "grandes ocasiones"
Precisamente, una de aquellas fueron las negociaciones
diplomáticas ecuatoriano-peruanas por el conflicto en el Alto
Cenepa. Sin embargo del negro antecedente de 1942, el palacio
de Itamaraty, fue, en esta ocasión, el prólogo de una sonada
victoria diplomática del Ecuador.

EL CANCILLER

El canciller ecuatoriano Galo Leoro Franco (67 años) fue el
cerebro de la estrategia diplomática ecuatoriana. Amigo
personal de Sixto Durán Ballén, tiene una extensa hoja de
servicios en representación del país ante organismos como la
OEA y la ONU y varios países del orbe, como Gran Bretaña y El
Vaticano.

Apenas se inició la guerra del Alto Cenepa, y aunque
cuestionada por algunos sectores, la Cancillería ecuatoriana,
al mando de Leoro, tomó la decisión de poner el conflicto en
manos de los garantes, reconociendo implícitamente la vigencia
del Protocolo de Río de Janeiro.

Ello satisfizo al Perú, pero liberó a la diplomacia
ecuatoriana del peso de negociar en base al argumento
-considerado poco serio en círculos diplomáticos
internacionales- de la nulidad del Protocolo. A su vez,
permitió que se manejara con mayor solvencia la tesis de la
inejecutabilidad de ese instrumento.

Leoro estuvo al mando directo de las negociaciones en Río de
Janeiro y Brasilia. Su contacto con el vicecanciller Fernández
de Córdova fue permanente. Sus instrucciones también llegaron
hasta Washington, donde el embajador Blasco Peñaherrera -ex
vicepresidente de la República- que actuó en el seno de la
OEA.

Cuando se estancaron las conversaciones de Río, la Cancillería
planificó el viaje del presidente Durán Ballén para hacer un
contacto directo con sus colegas de los países garantes. Se
demostró así efectividad diplomática, la que redundó en un
inmediato cambio de postura de los vicecancilleres en Río de
Janeiro, que hasta entonces habían actuado según convenía al
Perú.

LOS PAISES GARANTES

Los países garantes del Protocolo de Río iniciaron sus
gestiones diplomáticas desde el 25 de enero, primer día del
conflicto, a petición del Ecuador.

Los representantes diplomáticos de los gobiernos de Chile,
Argentina, Brasil y EEUU se reunieron desde ese día en
Brasilia para hacer varios llamados a la paz entre los dos
países.

El 30 de enero hicieron una primera propuesta que consistió en
la cese de hostilidades, la desmilitarización, desmovilización
y posterior llegada de observadores. Este planteamiento, que
fue apoyado por el Perú, reavivó las sospechas ecuatorianas,
país que insistió en que primero paren los ataques peruanos e
inmediatamente después lleguen los observadores.

Varios intentos hicieron los garantes para llegar a un
acuerdo. Pero 10 días después decidieron suspender sus
gestiones iniciales, llevadas a cabo en Río de Janeiro. La
impaciencia de los garantes tuvo su expresión en las palabras
del secretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos,
Alexander Watson, quien dijo: "Vine por seis horas y me he
quedado seis días". Watson fue cuestionado en su imparcialidad
por el Ecuador ya que su esposa es peruana, la igual que sus
hijos.

Fue muy decidora la posición norteamericana en el conflicto,
que, según fuentes diplomáticas latinoamericanas, fue el
causante de una pobre actuación de la OEA en el problema.

Ya que de los garantes dependía la presencia de los
observadores, una vez logrado el acuerdo de paz de Itamaraty,
fue también cuestionada su lentitud para poner una misión en
la zona de combates: primero una misión de avanzada, para
verificar "las condiciones" de la zona, y luego la llegada de
una misión de 50 hombres a los puestos de Coangos y Soldado
Pastor (PV1), respectivamente.

Nuevamente la postura de EE.UU. sorprendió a la diplomacia
latinoamericana cuando fue el único país que envió una
delegación de civiles, postura que cambió después con la
llegada de cuatro helicópteros de ese país y apoyo logístico
para la misión de los garantes en la zona.

EL NEGOCIADOR

El vicecanciller Marcelo Fernández de Córdoba fue el
negociador del Ecuador en Brasil. Su trayectoria diplomática
ha sido calificada de "exitosa": entre otros cargos en el
servicio exterior ejerció funciones de embajador en Suecia y
Bulgaria. Fue ministro de la embajada del Ecuador en Lima y
encargado de negocios del Ecuador en Perú en varias ocasiones.
Convocado a Río de Janeiro, llegó en la medianoche del 31 de
enero. Inmediatamente él y su delegación debieron sentarse en
la mesa de negociaciones.

Jornadas de 22 horas diarias marcaron las maratónicas
reuniones. En Rio y Brasilia se discutieron al menos 15
propuestas por parte de los países garantes, Ecuador y Perú.

La batalla diplomática en Brasil fue lenta y compleja. Llena
de celadas puestas por los países garantes y el Perú: los
cuatro vicecancilleres aceptaron la primera propuesta de paz
peruana en la que se pretendía imponer el retroceso de las
fuerzas ecuatorianas en 8 km.

Esta "propuesta" fue planteada al Ecuador en el sentido de "lo
toma o se atiene a las consecuencias": tras el fracaso de esta
propuesta, los vicecancilleres de los países garantes
anunciaron sin más que suspendían sus esfuerzos y que
"eventualmente" las negociaciones continuarían en Brasilia a
nivel de embajadas.

Fernández de Córdoba, en un acto de persistencia, se trasladó
inmediatamente hacia la capital brasileña y desde ahí elevó
una contrapropuesta que fue rechazada por el Perú. Tras la
gira de Sixto, el Perú debió volver a la mesa de
negociaciones.

El unilateral cese al fuego decretado por Fujimori la noche
del 14 de febrero y el anuncio de la "caída" de Tiwintza tomó
por sorpresa a todos en Brasilia, menos al vicecanciller
ecuatoriano. Fernández de Córdoba dijo que nunca perdió la
convicción de que se trataba de una argucia peruana.

Sin embargo, el vicecanciller peruano, Eduardo Ponce Vivanco,
no quería firmar el acuerdo de paz exigido por los garantes y
cuyos términos fueron duramente peleados por la delegación
ecuatoriana. Al final, luego de las presiones diplomáticas y
el evidente fracaso militar, el Perú accedió a la firma.

El 21 de febrero, Fernández de Córdoba volvió a Quito.
Lamentablemente, un día después el Perú rompió el acuerdo.

PROPUESTAS PARA HALLAR UNA SOLUCION DEFINITIVA

El Ecuador debe considerar que, desde el punto de vista
técnico, es muy difícil que los garantes funcionen dentro de
un esquema multilateral de mediación, porque deberán ponerse
de acuerdo los cuatro, lo cual no siempre es fácil, tanto más
cuanto que dos de esos países son limítrofes con el Perú.

Además el Perú siempre ha logrado congelar la actuación de los
garantes cuando la situación le ha sido adversa, como en el
caso de la inejecutabilidad, descubierta precisamente por un
garante: los EEUU. El Perú no aceptó los repetidos pedidos del
Ecuador de que el asunto se solucionara de acuerdo con los
términos y los procedimientos del Protocolo.

De cualquier modo se deberá contar con el concurso de los
garantes, lo que, de hecho, dará más fuerza a un proceso de
negociaciones diplomáticas.

La mayor ventaja del arbitraje papal es el hecho de que, todos
nosotros, venimos hablando de la necesidad de una solución
definitiva, que sea aceptada por la sociedad civil, la opinión
pública de los dos países. Es evidente que la única solución
que va a ser aceptada es aquella que venga de una alta
autoridad moral y política como es el Papa.

Pero no hay que abandonar la posibilidad de una fórmula mixta,
que consistiría en que se someta al arbitraje papal todo
aquello respecto de lo cual las partes no han podido ponerse
de acuerdo.

¿COMO NEGOCIAR?

Usualmente la solución de un conflicto como el del Ecuador y
el Perú se da sobre la base de un conjunto de temas que es
mutuamente aceptable, que se construye con concesiones mutuas
y obligaciones recíprocas.

Para ello, las partes deben tener la percepción de que el
equilibrio de esas concesiones y obligaciones se ha producido,
y que sea aceptable para el Parlamento -si es que se requiere
de aprobación parlamentaria- y, en todo caso, para la opinión
pública de las dos partes.

Es en ese momento cuando se produce el acuerdo.

Por eso es que cada una de las dos partes tiene que hacer un
planteamiento básico, que normalmente es público, y un
planteamiento mínimo, que es lo que sabe el negociador que es
su nivel de tolerancia.

Y el acuerdo se produce cuando las concesiones hechas están
por encima del nivel de tolerancia de las dos partes.

En el proceso diplomático, por consiguiente, se producen
cambios muy significativos de posición, antes y durante una
negociación. Incluso las personalidades de los protagonistas
de los conflictos suelen cambiar.

Al preparar una estrategia de negociación, un país, un
gobierno, tiene que ser lo más realista posible. No solamente
en relación con su propuesta y con su planteamiento básico -su
nivel de tolerancia-, sino también de la otra parte, sobre la
que tiene que hacer un análisis muy frío.

En el caso en que un país tiene un objetivo central -la salida
soberana de contigüidad al Amazonas, en nuestro caso,
manifestada por el presidente Sixto Durán Ballén-, ese país
tiene que pensar en el tipo de otras concesiones que se van a
poder negociar para conseguir ese objetivo central.

Y solo es posible enfrentar un proceso como este con gran
realismo, perseverancia, imaginación, gran agilidad y
valentía, y con mucha inteligencia.

¿QUE ES POSIBLE PLANTEAR?

El Ecuador deberá crear propuestas que le permitan actuar
entre la posición "minimalista", que aspira a cerrar la
frontera por medio de una demarcación que ambas partes
consideren aceptable, y la posición "maximalista": la salida
soberana de contigüidad al Amazonas.

Durante las negociaciones anteriores entre los dos países, que
el presidente Borja condujo con el presidente Fujimori, se
contemplaron ya dos posibilidades.

Una, que se podría llamar una salida "simbólica" al Amazonas,
que consistía básicamente en proyectar la línea del Protocolo
de Río en el hito 12, hacia el Marañón. Simbólica, porque
implicaba obtener una salida antes del pongo de Manseriche,
donde ese río no es navegable.

La otra, calificada de "desarrollista", porque tendría
beneficios para el desarrollo de los dos países, que consistía
en hacer un corredor desde la carretera Méndez Morona hasta un
puerto soberano del Ecuador en el Amazonas, al este de
Manseriche.

Pero existen otras alternativas:

- Un acuerdo especial de libre navegación por el Napo. A pesar
de que el protocolo da al Ecuador la libre navegación por el
Amazonas y los ríos septentrionales, el Perú todavía no ha
firmado un reglamento para ello.

- Creación de una zona internacional de paz: hay unas 70 de
estas zonas en el Mundo. La primera se estableció en 1925,
entre Checoslovaquia y Polonia. En América Latina hay ocho.
Pero en todos esos casos hay límites definidos, lo que no es
el caso del Ecuador y el Perú en la zona en que el Protocolo
es inejecutable.

- Acceso del Ecuador a un puerto soberano en el Amazonas, pero
en territorio del Brasil.

Junto a ello existen materias de interés del Perú:

- Una planta hidroeléctrica compartida en el pongo de
Manseriche. Este proyecto formaría una represa que permitiría
regar los desiertos del Norte peruano y promover el
asentamiento de una gran masa de población campesina que, a su
vez, cubría las necesidades alimentarias de los peruanos.

- Una carretera que permitiría a una gran masa de peruanos
tener acceso al Pacífico.

- Facilidades que el Ecuador pudiera conceder al Perú en
Puerto Bolívar (El Oro).

LA DISCRETA OEA

A la luz de su historia, y en relación con el conflicto
Ecuador Perú, la OEA, según fuentes diplomáticas, ha cumplido
un papel discreto.

Al inicio de las hostilidades, la presencia fulgurante de
César Gaviria, su secretario general, se opacó en menos de
tres día cuando recibió un desplante por parte de Fujimori.

La primera convocatoria a reunión de consulta de la OEA fue
pedida por el Ecuador ya el 30 de enero. Ello tomo por
sorpresa a los embajadores de los países miembros, que estaban
confiados en las acciones de los garantes. Y el organismo no
atinó a reaccionar aun cuando los muertos superaban una
treintena.

Durante esa reunión, la OEA se lavó diplomáticamente las manos
al aceptar una reunión ampliada de cancilleres sin emitir
fecha alguna de convocatoria.

La segunda ocasión que Ecuador convocó al organismo fue a
causa de la violación peruana del acuerdo de Itamaraty, el 24
de febrero.

En ambas citas el foro continental escuchó la razón
ecuatoriana en las palabras de su embajador permanente Blasco
Peñaherrera, quien desbarató la acusación de que el Ecuador
era el país agresor.

Finalmente, la OEA, se vio obligada a convocar el 28 de
febrero a una reunión de cancilleres de los países garantes
más los dos en conflicto, que ratificó el acuerdo de
Itamaraty, que pretendió ser modificado por el Perú al pedir
que Ecuador abandonara el destacamento de Coangos.

BLASCO PEÑAHERRERA

El embajador ecuatoriano ante la OEA, Blasco Peñaherrera, fue
un puntal en ese foro continental.

El ex vicepresidente de la República entre 1984 y 1988, acusó
al Perú de iniciar las agresiones contra Ecuador mediante
ataques militares masivos en los destacamentos del Alto
Cenepa. Su actitud fue igualmente severa cuando denunció la
violación peruana del acuerdo del cese al fuego, el 22 de
febrero.

Vio con preocupación la actitud del gobierno de los EEUU
durante el conflicto. Incluso ironizó cuando dijo que el
presidente Clinton estaba más interesado en el desarrollo de
la huelga de beisbolistas en su país que en la guerra entre
dos naciones latinoamericanas.

El embajador ecuatoriano ante la OEA señaló como positivo el
reconocimiento del Protocolo de Río, "porque eso permitió
actuar a los garantes".

Fue muy explícito al manifestar que los días de guerra fueron
para él y su delegación de angustia y preocupación absorbente.

Blasco Peñaherrera considera que hay que seguir luchando por
una salida definitiva al conflicto y una paz duradera con el
Perú, "porque es muy delicado para un país como el Ecuador no
tener una frontera demarcada y mantener propuestas poco
precisas respecto de la validez de un tratado de límites".

LAS COMISIONES

Los desplazamientos de varias comisiones diplomáticas para
difundir los argumentos ecuatorianos en los primeros días de
febrero de 1995, fue también una iniciativa diplomática
calificada de muy acertada.

Esta acción significó la concurrencia de personalidades de
distinta procedencia política, ideológica y profesional del
país, para sustentar la tesis territorial del Ecuador y
fundamentar fuera del país la resistencia de nuestros
militares en la zona del conflicto.

Las comisiones fueron las siguientes:

1.- España: ex presidente Rodrigo Borja.

2.- EEUU: Heinz Moeller -presidente del Congreso-, Mario
Ribadeneira y Diego Cordovez.

3.- México: León Roldós -ex vicepresidente de la República-,
Pío Oswaldo Cueva y Juan Castanier.

4.- Centro América: Alberto Dahik -vicepresidente de la
república- y Heinz Moeller.

5.- Venezuela: Jamil Mahuad -alcalde de Quito- Francisco
Acosta Yépez, Marco Proaño y Fabián Alarcón.

6.- Colombia: Alberto dahik, Benjamín Ortíz -director de HOY-
y Andrés Vallejo.

7.- Chile: Miguel Macías Hurtado -presidente de la Corte
Suprema de Justicia-, Carlos Vallejo y Luis Ponce Enriquez

Las citas de presidentes en Cumaná, Venezuela, y en Montevideo
fueron también factores que inclinaron la balanza del lado
ecuatoriano.

LA GIRA PRESIDENCIAL

En un viaje relámpago de dos días, el presidente Durán Ballén
visitó a sus colegas de Brasil, Argentina y Chile, tres de los
cuatro países garantes para intensificar la ofensiva
diplomática ecuatoriana, una vez que las conversaciones de Río
de Janeiro llegaron a un estancamiento.

El 6 de febrero se entrevistó con Fernando Henrique Cardoso,
presidente de Brasil. El 7 almorzó con Carlos Menen,
presidente argentino y a las 16h00 de ese mismo día conversó
con Eduardo Frei, su colega chileno.

Cada entrevista duró dos horas aproximadamente. En ellas, el
presidente ecuatoriano destacó la importancia de la gestión de
los países garantes del Protocolo de Río de Janeiro para
conseguir un inmediato cese al fuego y la suspensión de los
ataques peruanos.

Durán Ballén ofreció a cada uno de sus colegas una visión
geográfica e histórica del área en conflicto y argumentó
detalladamente la tesis ecuatoriana y la vocación pacifista
del Ecuador. Asimismo explicó la situación de país agredido
que ejercía una legítima defensa.

Tres días después del viaje de Sixto, el 10 de febrero, los
vicecancilleres de los países garantes decidieron continuar
las conversaciones en Brasilia. Ese mismo día, la Fuerza Aérea
Ecuatoriana había derribado tres aviones peruanos y averiado
otro en los cielos de la cuenca del Alto Cenepa.

EL VECINO DEL SUR

Por el Perú pasa cualquier posible solución del litigio
territorial. Inclusive la del arbitraje.

Esta consideración es sumamente importante, a fin de que la
diplomacia ecuatoriana -y toda la opinión pública y militar-
procedan en el futuro con patriótico realismo.

El desafío es llegar a una opinión pública peruana cerrada a
los planteamientos ecuatorianos. Solo admitir de que existe un
problema territorial pendiente ha sido ya un complicado
problema.

De manera que todo lo que el Ecuador haga para sensibilizar,
presionar, convencer o seducir a la opinión pública peruana
será de indiscutible importancia en el camino hacia una
solución pacífica del diferendo.

Los peruanos deben comprender que la construcción de una
relación pacífica entre los dos países, que tienen enemigos
comunes que derrotar: el atraso, la pobreza, el subdesarrollo
institucional, la injusticia social, es mejor opción que una
onerosa y peligrosa carrera armamentista.

Por eso es perjudicial para los dos países mantener vivo el
litigio territorial. Hacerlo será esperar, más temprano que
tarde, otra crisis bélica: en 14 años, desde Paquisha hasta el
Alto Cenepa, se han producido dos crisis dramáticas. Nada
garantiza que no se produzcan más con intervalos menores.

El Perú es nuestro vecino. La geografía y la historia lo
imponen. Así que lo más sensato será trabajar para que los
vecinos construyan hombro a hombro un futuro de integración y
paz.

TRES MINUTOS FUERON SUFICIENTES

Tres minutos fueron suficientes para echar a tierra a tres
aviones peruanos que bombardeaban a las fuerzas terrestres
ecuatorianas en la zona del Alto Cenepa el 10 de febrero de
1995.

El comandante general de la FAE, general Guillermo Chiriboga,
informó que en el combate de ese día la escuadrilla "Conejo
F-1", de dos Mirage, al mando del mayor Banderas y del capitán
Uzcátegui, derribaron a dos Sukhoi peruanos.

Mientras, la escuadrilla "Bronco", integrada por dos K-fir, al
mando de los capitanes Mata y Moya, fue la que derribó el
avión A-37 peruano.

El combate aéreo se produjo en las primeras horas de la tarde
en medio de un intenso bombardeo a los destacamentos
ecuatorianos, como parte de una ofensiva total del ejército de
las fuerzas armadas del Perú.

La operación apenas duró tres minutos. A las 13h32 se derribó
al A-37 y a las 13h34 los dos Sukhoi.

Fue un día de triunfo de la FAE que estuvo a punto de derribar
otro A-37 cuando un Mirage ecuatoriano de la escuadrilla
"Conejo" tuvo enganchado al aparato enemigo, pero un segundo
de duda del piloto no lo hizo posible.

Esto se debió a que el tripulante del Mirage no tuvo la
certeza absoluta sobre si el aparato era o no ecuatoriano por
el color del camuflaje y las características del A-37 que es
un avión que también utiliza la FAE.

El éxito de la FAE no se debió solo a una destreza técnica,
que existió, sino a un largo trabajo de análisis por parte de
estrategas en defensa aérea de nuestra fuerza aérea. Ese
análisis permitió conocer de antemano cómo actuarían los
aviones peruanos y, en consecuencia, derrotarlos en el cielo
de Tiwintza.

LA CONVENCION DE VIENA

La nulidad del Protocolo ha sido sostenida, también, por la
norma de Derecho Internacional surgida de la Conferencia de
Viena de 1969, que dio esa calidad de nulos a los tratados
impuestos por la fuerza.

Pero el 25 de abril de 1969, los países que habían suscrito
tratados en función de la amenaza o el uso de la fuerza
-especialmente los occidentales de Europa y los EEUU-
realizaron los entendimientos necesarios para que la
Convención no tuviera efectos retroactivos: "Solo se aplicara
a los tratados que sean celebrados por Estados después de la
entrada en vigor de la presente Convención con respecto a
tales Estados", fue lo que se resolvió muy diplomáticamente, y
las fronteras del mundo quedaron en su lugar y los mapas no
debieron ser dibujados nuevamente. (Págs. 1-15)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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