REQUIEM POR EL FRA Por Felipe Burbano de Lara
Quito. 04-07-91. (Editorial) La "escandalosa" noticia
aparecida en HOY el lunes pasado en torno a las exigencias del
FRA en el polémico juicio al ex ministro Vera, ha provocado
una suerte de reivindicación en algunos cÃrculos. Los más
entusiasmados con la noticia son los cronistas parlamentarios,
hoy acusados por ciertos diputados -incapaces de reconocer su
mediocridad- de ser los responsables del desprestigio del
Congreso.
¿Por qué el entusiasmo de los periodistas parlamentarios por
la noticia de HOY? Porque ellos son testigos directos,
independientes, de lo que ocurre en el Congreso. Saben de los
movimientos y maniobras de los diputados y bloques, y habÃan
oÃdo tanto de las exigencias de la diputada Calderón, que la
noticia tuvo el efecto de una reivindicación.
Este es el paÃs que oculta la verdad, y por eso vive de los
ecos: todos oyen, todos saben, todos comentan, todos rumoran,
todos se sorprenden, pero el rato de los ratos nadie ofrece la
cara. Todos se esconden, aparecen como santos. Asà actúa la
mayorÃa de partidos, asà actúan los dirigentes polÃticos, asÃ
actúa el FRA. La ley de la hipocresÃa.
Algunas reacciones sorprendentes se ven en el FRA a propósito
de la noticia de HOY. De pronto, un puritanismo extremo, digno
de una mejor suerte polÃtica, exhiben tanto la diputada
Calderón como el diputado Alarcón. Tan puritanos que llegan a
decir que ellos "jamás" negociaron ni negociarán su voto en
una interpelación. Tanto puritanismo, tan rotunda negativa,
resultan extraños en un medio parlamentario como el
ecuatoriano, donde la negociación, por nuestra deformación
polÃtica, es sinónimo de tronchismo. El voto vale puestos,
nombramientos y sirve para obtener prebendas, aún cuando toda
esta forma de actuar se disfrace en discursos moralistas.
Y los maestros de este proceder han sido los del FRA. Como
dice el diputado Maugé: el FRA siempre ha tenido una doble
actitud: ha manejado el discurso dignificador de la polÃtica,
cuando por abajo se hallaba envuelto en negociaciones para
enquistarse en pequeños espacios de poder. Esa es su
historia, esa es su triste historia.
Que la diputada Calderón cuente lo que exigió -ella que habla
de principios- para dar su voto a favor de Edelberto Bonilla y
destituir a Averroes Bucaram. Que explique la diputada
Calderón la ambigYedad de la llamada "tercera posición"
frasista, reivindicada siempre como una alternativa a los
bloques mayoritarios, pero que en la práctica se tradujo
siempre siempre en un juego dual, que por lo general se
inclinó en favor de los grupos derechistas. Que diga la
diputada Calderón por qué andaba promoviendo su candidatura a
la Presidencia del Congreso mientras guardaba bajo siete
llaves la posición de su partido frente al juicio polÃtico de
Vera. ¿Ingenuidad? ¿Oportunismo calculado? Y que cuente el
diputado Alarcón por qué se ha cambiado tantas veces de
camiseta, él que hoy quiere presentarse inmaculado, agredido
por la "violencia" periodÃstica. Que cuente su tránsito del
PPP al Partido Social Cristiano, del Social Cristiano al
Partido Demócrata, del Partido Demócrata al FRA, y también los
devaneos izquierdo democráticos.
Que cuenten ellos, que ahora se presentan como las vÃctimas de
una "prensa amarilla", su propia trayectoria polÃtica. Que
cuenten también, especialmente la diputada Calderón, cómo
hacen las minorÃas parlamentarias para obtener puestos
importantes. Las minorÃas viven siempre un drama: sus votos
valen como arma de negociación. Viven de eso, ese es su juego,
esa es su condición de sobrevivencia. Esa es su debilidad y su
fuerza. Y algunas, gracias a los años de experiencia, han
aprendido muy bien el juego. Tanto que hasta lo pueden negar.
(4-A).