"INDIGENISMO" E "HISPANISMO" EN BUSCA DE LA RECONCILIACION
MEXICO, 18.07.91. La primera Cumbre Iberoamericana parece ser
el escenario más apropiado para que el "indigenismo" y el
"hispanismo" encuentren puntos de convergencia destinados a
superar antagonismos que solo han perjudicado indirectamente a
50 millones de indios latinoamericanos.
El tema según las previsiones, será abordado en la reunión de
Guadalajara, México, que convocó a 23 jefes de Estado y de
gobierno de 21 paÃses (18 y 19 de julio), incluyendo España y
Portugal.Se espera que los mandatarios de naciones con alta
población indÃgena (Bolivia, Perú, Guatemala, México,
Paraguay, Chile y otros) lleven el diálogo iberoamericano
hacia el problema de los aborÃgenes, cuya población se
concentra mayoritariamente en los sectores más pobres de la
región.
La vieja pugna indigenismo- hispanismo está expresada en
especial en la aún inesperada polémica de definir si la
llegada de Cristóbal Colón a la isla de San Salvador en 1492
fue "descubrimiento", "encuentro de dos mundos" o inicio de un
"gran etnocidio".
Definitivamente, existe un virtual consenso entre los lÃderes
de 50 millones de indios latinoamericanos de negarse a
conmemorar el Quinto Centenario del arrivo del navegante
genovés en los términos festivos que han planteado las élites
gobernantes.
La tácita adhesión del gobierno de México a esa posición
indigenista estuvo a punto de descartar a ese paÃs como el
escenario de esta primera Cumbre Iberoamericana. La población
mexicana de 80 millones de personas, incluye entre 14 y 18
millones de indÃgenas.
Sin embargo, la pugna indigenismo- hispanismo, aunque
potencial y sin impactos oficiales pero visible, también se ha
dado a nivel de gobiernos en los diversos paÃses de América
Latina.
En el ámbito de esa polÃtica existen naciones que aún no
perdonan las atrocidades perpetradas por los
conquistadores.
Hacia el siglo de la llegada de Colón la población de América
fluctuaba entre 10 y 40 millones de habitantes.
Los siglos de la conquista y de la colonia redujeron esa
población a unos ocho a 10 millones de aborÃgenes, diezmados
no solo por la espada y el fuego sino también por las
enfermedades importadas, los suicidios y los malos tratos,
según los historiadores.
La condena de esa barbarie, que vanamente trataron de impedir
hispanos como el cura Bartolomé de Las Casas (cuya propuesta
de traer negros del Africa para reemplazarlos por los esclavos
indios no fue la más afortunada), aún tiene cicatrices
abiertas en algunos paÃses.
En Bolivia, por ejemplo, no hay calles ni estatuas para
Francisco de Pizarro y Diego de Almagro, dos de los
principales conquistadores, pero no hay calles ni plazas con
nombres de indios.
En Perú existe una enorme estatua ecuestre de Pizarro junto al
Palacio de Gobierno, y este de denomina Palacio de Pizarro.
En contraste solo en la década de los setenta el gobierno de
la época colgó el primer retrato de Tupac Amaru, el gran
caudillo de los Incas, en el palacio gubernamental y decretó
el quechua como idioma oficial.En la Plaza de Armas de Chile,
donde los indios resistieron casi 400 años, hay una enorme
estatua ecuestre del conquistador Pedro de Valdivia, y en
Argentina sendas estatuas de Pedro de Mendoza y Juan de Garay,
fundadores de Buenos Aires.
Esta condena encuentra su más alta expresión en México, donde
una gran parte de la población no perdona a los conquistadores
encabezados por Hernán Cortés, cuyos restos están depositados,
por petición suya, en un templo anexo al Hospital de Jesús, en
esta capital, fundado por él mismo.
En México no existen estatuas en homenaje de Cortés y entre
medio millón de calles de esta populosa capital solo cuatro
muy cortas llevan su nombre. Ningún mexicano enterado de esta
pugna ha bautizado a su hijo como Hernán.
En los murales que pintó Diego Rivera en el Palacio de
Gobierno hay cinco figuras del conquistador. Dos de ellas son
grotescas caricaturas y las otras tres lo muestran junto a
indios muertos, quemando cádices y cobrando tributos.
Destacados intelectuales e investigadores mexicanos
participan, con mayor o menor grado, en esta condena de medio
milenio.
No obstante, otras relevantes personalidades, calificadas de
hispanistas, son partidarias de poner fin a este "veto
histórico" y abogan por levantar monumentos en homenaje al
conquistador, al que se considera "padre del mestizaje" por el
hijo, MartÃn Cortés, que tuvo con la india Malintzin.
Entre ellas está el poeta Octavio Paz, Premio Nobel de
literatura 1990, quien definió a Hernán Cortés como "un hombre
extraordinario, un héroe en el antiguo sentido de la palabra.
No es fácil amarlo pero es imposible no admirarlo". (IPS)
(8-A).
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Ciudad N/D
Publicado el 18/Julio/1991 | 00:00