Buenos Aires. 21.02.93. Todos decían que sus padres murieron la
noche que agentes de seguridad irrumpieron en su apartamento,
disparando sus armas, durante la 'guerra sucia' del régimen
militar contra la subversión izquierdista.

Pero Karina Manfil, que entonces tenía cuatro años, cayó al piso
derribada por su hermano. Por eso no vio los cuerpos y nunca
creyó que verdaderamente habían muerto.

'De palabra sabía que estaban muertos --dijo con voz suave la
joven, que ahora tiene 20 años--. Pero nunca lo acepté. Hasta
ahora'.

En diciembre, enterró los huesos de su padre Carlos, su madre
Angélica y su hermano Carlos (9 años) en una sola urna, en el
mismo cementerio donde los encontraron en una fosa sin lápida.

Los huesos fueron desenterrados por peritos forenses que
catalogaban una parte del cementerio utilizado por los militares
como depósito de cadáveres durante la dictadura de 1976-1983.

Técnicos del laboratorio de la Universidad de California en
Berkeley identificaron a los Manfil al comparar material genético
de sus dientes con muestras de sangre de Karina y su abuela.

Esa época dejó marcas indelebles en Karina y en millares de
Argentinos.

Darwinia Gallichio, de 67 años, cría a su nieta Ximena, de 16
años. Stella, madre de la niña e hija de la señora Gallichio, fue
detenida en febrero de 1977, jamás reapareció y se supone que
está muerta. O, como dicen los argentinos, está 'desaparecida'.

Ximena pasó la mayor parte de sus primeros doce años con una
mujer que la adoptó y le mintió sobre su pasado. La señora
Gallichio recuperó a su nieta con ayuda de grupos defensores de
los derechos humanos y los tribunales. Se trata de un caso real
similar al que relata 'La historia oficial', la película que
ganó el Oscar de 1986 a la mejor cinta extranjera.

'Al principio no quería quedarse --dijo la señora Gallichio--.
Pero cuando comprendió que sus padres no la habían abandonado y
que siempre la habíamos buscado, cambió su actitud'.

'Fue un proceso lento. No sé cómo describirlo. Vino y encontró
su ropa de bebé, su chupete, sus tíos, sus tías, su familia.
Entonces empezó a querernos'.

El tema de los derechos humanos ha ido perdiendo vigencia en la
escena política desde que ayudó a Raúl Alfonsín a ganar las
elecciones que lo convirtieron en el presidente civil que
reemplazó a los militares. Uno de los motivos fue que él supo
responder bien al problema durante su presidencia, finalizada en
1989.

Una comisión designada por Alfonsín determinó que por lo menos
8960 argentinos 'desaparecieron', muchos de ellos en 340
centros clandestinos de tortura. Los apologistas militares jamás
pudieron volver a alegar que sus delitos fueron excesos
incontrolables en lugar de la norma.

La presidencia de Alfonsín se caracterizó por el juzgamiento y la
condena de los miembros de las juntas, el retorno de los
exiliados y el estado de derecho, el fin de la censura y tres
insurrecciones militares que, aunque sojuzgadas, obligaron a
poner fin a los juicios.

Para un extranjero es difícil visualizar ahora cómo era la
Argentina en la época de los militares.

Adrián Gómez, uno de los asesores principales del influyente
ministro de Economía Domingo Cavallo, recuerda que huyó de su
hogar para evadir la detención, con documentos falsos para
ocultar su identidad. Su novia fue detenida y está desaparecida.

'Hay traumas personales que no son fáciles de superar -dijo-.
Pero no se puede vivir siempre en el pasado. Debemos recordar con
todo el dolor, pero debemos pensar en el futuro'.

El presidente Carlos Menem amnistió en diciembre de 1990 a
prácticamente todos los militares y terroristas acusados o
condenados por sus crímenes. Menem, dirigente del Partido
Justicialista (peronista), fue un preso político durante casi
cinco años a partir del golpe de Estado que derrocó a Isabel
Perón el 24 de marzo de 1976.

Desde la amnistía ha disminuido la producción de películas y
libros sobre los derechos humanos. Las manifestaciones que antes
concentraban a decenas de miles ahora pasan casi inadvertidas.
Los argentinos parecen más interesados en prosperar en una
economía que se pone en movimiento después de años de inflación y
recesión.

Con todo, los ltorios de los psicólogos.

'El trauma es un suceso que la mente no puede procesar --dijo
Alicia lo Giudice, una psicóloga que ha trabajado con algunos
niños como Ximena--. Ciertos hechos lo evocan, y eso causa dolor.
El tratamiento intenta resolver el problema'.

En octubre, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
determinó que las leyes y los decretos que detenían los juicios
contra los militares acusados de abusos constituían 'violaciones
del derecho a la justicia'. Recientemente, el gobierno resolvió
indemnizar a las víctimas de la 'guerra sucia'.

Hace dos años, el Congreso aprobó una ley para eximir a hijos y
hermanos de los 'desaparecidos' del servicio militar
obligatorio. Ante la sorpresa de muchos argentinos, el Poder
Ejecutivo la vetó.

Están en curso unos cien juicios por adopción ilegal de niños
como Ximena, cuyas madres fueron asesinadas, según las Abuelas de
Plaza de Mayo, un grupo defensor de los derechos humanos.

El año pasado se modificó el código penal para limitar la
autoridad de la policía, ante la difundida presunción de que
obtiene confesiones por medio de la coerción. Un juez o un
abogado defensor debe estar presente durante los interrogatorios.

Mientras tanto, Nélida Navajas y decenas de abuelas buscan a los
hijos de sus hijos.

La señora Navajas dejó una muestra de su sangre en el Banco
Nacional de Datos Genéticos.

'Confiamos que si no los encontramos, vendrán a buscarnos
-dijo-. Por eso el Banco es tan importante. Será más fácil para
ellos'.
EXPLORED
en Ciudad N/D

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