Quito. 26.02.93. A juicio de Acosta, ese ajuste incluiría una nueva
devaluación porque la actual estabilidad cambiaria es ficticia y el sucre
está sobrevaluado, situación que empieza a presionar; además, habría que
revisar los precios de algunos productos básicos como los combustibles,
pues si bien se elevaron mucho el año pasado en los países vecinos han ido
subiendo en porcentajes mayores.

Las tarifas del transporte también entrarían en el ajuste.

El problema de la renegociación de la deuda externa ecuatoriana nuevamente
se ha convertido en el centro de discusión, luego de que representantes de
los acreedores privados han manifestado pesimismo en torno al proceso,
cuando en numerosas ocasiones voceros gubernamentales han dicho que se va
por buen camino.

Analistas consultados por EL COMERCIO coinciden en destacar la falta de
capacidad de pago del país y el costo que podría implicar llegar, en estos
momentos, a un acuerdo de renegociación.

Según el analista económico Alberto Acosta, cada gobierno tiene la
tendencia a definirse como el mejor negociador, pero la realidad es muy
compleja, pues en el país no han cambiado las condiciones básicas para
pagar la deuda.

Ecuador no ha logrado mejorar las condiciones de pago, no porque no quiera
hacerlo, sino porque no puede.

Si se analiza los años 1980 y 1993 se saca como conclusión que el país
está en peores condiciones: se ha ido deteriorando paulatinamente el poder
económico, se han incrementado las exportaciones pero solo de los
productos sujetos a contingencias, como es el caso del banano.

Así por ejemplo, en 1980 las exportaciones totales fueron de 2.480
millones de dólares y el 25 por ciento correspondió a productos
manufacturados; en 1992, el monto total de exportaciones alcanzó a 2.980
millones de dólares, de los cuales apenas el 12 por ciento fue de
productos manufacturados.

El petróleo, banano, camarón, café y cacao representan el 83.2 por ciento
de las ventas externas del país.

Ecuador ha "reprimarizado" la economía; se ha incrementado el monto de
exportaciones, pero no ha existido diversificación de productos; cinco
productos significan el 90 por ciento de las exportaciones y el país sigue
con mucha dependencia del mercado primario.

La situación es compleja, pues pese a las declaraciones oficiales el país
no ha mejorado su capacidad de pago y los banqueros no están dispuestos a
que consiga un arreglo que vaya más allá del marco referencial en que se
están consiguiendo renegociaciones para otros países mucho más
importantes.

Ecuador difícilmente puede alcanzar un acuerdo tan espectacular que supere
a lo que han conseguido países como México o Argentina o al que está por
llegar Brasil, que marcha a la vanguardia del proceso de renegociación.

De acuerdo con Acosta, para recibir un tratamiento más concesional el país
tendría que estar en las condiciones de Bolivia, "que tiene niveles de
miseria mucho más agudos, que inspiran a la banca sentimientos de caridad
financiera".

PROBLEMA TAMBIEN ES POLITICO

Según el analista Alberto Acosta, el mayor error de los gobiernos es creer
que el problema es exclusivamente financiero y no político. Es importante
que las autoridades económicas digan cuánto de la reserva monetaria se
piensa dedicar a un eventual convenio de renegociación, cuánto prestarían
los organismos internacionales para pagar a la banca privada, entre otros
aspectos.

Luego habrá que ver qué descuento se piensa conseguir para determinar el
monto que se deberá pagar; el gobierno anterior pagaba "como un gesto de
buena voluntad demasiado costoso" el 30 por ciento de intereses.

Si el actual gobierno consigue un descuento del 70 por ciento lo cual es
muy difícil no habrá mayor cambio en el servicio de la deuda; si consigue
un descuento de 50 por ciento habría que pagar unos 250 millones de
dólares al año y no los 150 millones que pagaba el gobierno anterior, por
lo cual el país tendría un mayor peso por el servicio y por el arreglo de
los intereses atrasados.

En otro aspecto, hay que considerar que, con seguridad los organismos
internacionales y los acreedores privados van a presionar para que Ecuador
haga nuevos ajustes en su economía como paso previo a la firma de un
acuerdo stand by.

A jucio de Acosta, ese ajuste incluiría una nueva devaluación porque la
actual estabilidad cambiaria es ficticia y el sucre está sobrevaluado,
situación que empieza a presionar; además, habría que revisar los precios
de algunos productos básicos como los combustibles, pues si bien se
elevaron mucho el ario pasado en los países vecinos han ido subiendo en
porcentajes mayores.

Las tarifas del transporte también entrarían en el ajuste.

Se avizora un pronto cambio en la política cambiaria pues la actual
estabildiad es ficticia; el Banco Central juega con mucha habilidad en el
mercado cambiario y trata de romper a cualquier costo las expectativas
inflacionarias por el lado del tipo de cambio congelado, pero qué tiempo
puede durar y cuánto va a costar esta política, se preguntó Acosta.

Para el analista, lo más grave del problema es que "seguimos demasiado
fijados en el problema de la deuda externa, esperando cualquier solución
mágica, que va limitando las propias capacidades.

Habría que aceptar que en las condiciones actuales Ecuador no puede pagar
su deuda externa y ésto se debería reconocer públicamente; primero se
deben hacer los reajustes a la economía nacional, lograr el crecimiento y
luego atender la deuda, destacó Acosta.

Sin embargo, lo anterior implicaría un decisión política y una definición
que vaya mucho más allá de las simples buenas intenciones de los
gobernantes de turno.

Finalmente, Acosta enfatió que si el gobierno está empeñado en arreglar el
problema de la deuda va a requerir la firma de un stand by o de algún tipo
de arreglo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

El stand by es el visto bueno para renegociar la deuda, para que el país
sea recibido por los banqueros y para que los organismos multilaterales
concedan créditos, que al final se destinan al propio pago de la deuda
externa.

Para el director del Centro de Investigaciones Económicas del Colegio de
Economistas de Quito, Eduardo Santos, la deuda ecuatoriana es un problema
crucial porque el país no está en capacidad de pagarla.

Según Santos, si el país asigna al pago del servicio de la deuda una
cantidad elevada no se tendrá recursos para el desarrollo social.

La posición ecuatoriana debe insistir en lograr descuentos sustanciales y
en negocia dentro del Plan Brady, por lo menos a Un plazo de 30 años y con
un período de gracia de una década.

* FUENTE: Texto tomado de EL COMERCIO
EXPLORED
en Ciudad N/D

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