OCCIDENTE Y LA CULTURA ARABE-ISLAMICA, por Alejandro Moreano
Quito. 27.01.91. En las buenas pelÃculas norteamericanas sobre
la guerra de Vietnam, las fuerzas guerrilleras vietnamitas son
invisibles. ocultas y disueltas entre los campesinos y en la
selva, son arbustos, follaje, naturaleza ubicua e incesante.
Las tropas norteamericanas, en cambio, son evidentes,
resplandecientes, espectaculares.
En Vietnam, las Fuerzas Armadas norteamericanas se perdieron
en un laberinto kafkiano. Su propósito fue destruir un
ejército. Es decir, un aparato -armas y tropas- separado de
la sociedad. Pero, ese ejército se disolvÃa en el pueblo.
Pretendieron entonces derrotarlo -bombardeos masivos tipo
"alfombra", arrasamiento de aldeas, destrucción de Hanoi y
Haiphong -pero ese pueblo se disolvÃa en su historia y,
finalmente, en la naturaleza. La utilización del napalm y
otras armas quÃmicas, que devastaron miles de hectáreas de
bosques y sembrÃos,tendÃa a un objetivo imposible: borrar a
Vietnam del mapa. Lo dijo Goldwater, candidato presiencial
del Partido Republicano. Los vietnamitas, entonces, se
enterraron. Una vasta red de túneles reconstruyó Vietnam
debajo de la tierra.
¿Es la actual guerra del Golfo un enfrentamiento convencional
entre aparatos militares, tal como lo quiere la estrategia
norteamericna? ¿O es, por el contrario, una guerra árabe
contra el poder militar de Occidente, tal como lo desea la
estrategia iraquÃ? En el primer caso, el triunfo de las
fuerzas de EE.UU. y Europa occidental, portadores de un
arsenal abrumadoramente superior, es inobjetable. En el
segundo, asistirÃamos a una larga confrontación que no se
agotarÃa en el actual conflicto norteamericano-iraquà sino que
se prolongarÃa en la unificación árabe y un impacto análogo al
que produjo la primera irradiación mundial del Islam. De
hecho, detrás de las estrategias de los EEUU e Irak, subyace
el contradictorio conflicto entre Occidente y la cultura
árabe. El doble rostro de Occidente y la cultura árabe
EL DOBLE ROSTRO DE LA CULTURA OCCIDENTAL
La cultura occidental tiene un doble rostro. Por un lado se
ha relacionado creadoramente con múltiples culturas. Por
otro, se pretende universal, portadora de los valores más
altos de la civilización humana. Esa pretensión la vuelve
segregacionista, negadora del "otro", la perfecta legimitación
de las tendencias expansivas y opresoras del capitalismo que,
en una primera época, se valió de la promesa evangelizadora
del cristianismo paulista para justificar su expansión
colonial, y, en una segunda, de la ideologÃa del progreso
tecnológico como el nuevo evangelio de su misión
"civilizadora".
El mundo árabe ha sido el eje central de ese doble rostro.
Por un lado, Occidente, único lugar en el mundo que no ha
producido ninguna gran religión, se ha alimentado múltiples
veces de la cultura árabe. Sus fundamentos, judeo-cristiano
y greco-romano, tuvieron su origen y alimento permanente en
las grandes creaciones espirituales de Babilonia, la Jonia
persa, el Irán de Zaratustra, la AlejandrÃa de Euclides,
Plotino y OrÃgenes; y, posteriormente, en el movimiento
religioso que llevó a los árabes a toda la Europa
mediterránea.
Por otro lado, el mundo árabe ha sido el Mal, el demonio, el
peligro supremo. Desde las Cruzadas y la lucha contra los
moros en España hasta la cruzada actual contra Irak.
Y es que -más allá de los intereses económicos del capital
mundial- para este segundo rostro de Occidente, la cultura
árabe-islámica es la única rival en sus pretensiones
universales.
De hecho, en el perÃodo anterior al surgimiento del
capitalismo y la modernidad occidentales, la cultura
árabe-islámica fue el centro de la historia universal. A
partir de su eje en el mundo árabe, el Islam se extendió hacia
oriente y occidente, se instauró en la Europa mediterránea
donde no sólo que fue recibido por los oprimidos como estÃmulo
de liberación social y polÃtica sino que generó la poderosa
cultura árabe-española que hizo de Córdoba el centro de Europa
y que fue una de las grandes vertientes de Occidente.
Durante los siglos VII al XIII, mientras la Europa Medioeval
vivÃa la oscuridad y el atraso, el Islam produjo un
extraordinario avance del pensamiento, las artes y las
ciencias de la humanidad. Desarrollo enciclopédico y
humanista al mismo tiempo y que se expresó en las figuras
excepcionales de Omar Khayyam -poeta, cantor del vino,
matemático creador de la teorÃa de los números irracionales y
de las ecuaciones de tercer grado; Al Kwarizmi creador del "al
gebr" y de los logaritmos; Avicena -poeta, filósofo, fÃsico y
cuya obra "Canon de la Medicina" junto a "Continens de Rhazés"
orientaron la medicina hasta la época de Pasteur-; Aihacén,
ingeniero, astrónomo, matemático, y cuyos trabajos sobre
óptica fueron fundamentales para Roger Bacon.
De hecho, Occidente solo pudo florecer sobre las ruinas del
árabe islámico, desintegrado por la corrupción y el esclavismo
y por las invasiones mongolas, tártaras y, finalmente, la
formación del imperio turco-otomano. Posteriormente, el
colonialismo tomó el relevo de los turcos y fragmentó y
humilló aún más el mundo árabe. En el proceso de
independencia, Inglaterra procedió con extrema habilidad para
acentuar esa fragmentación. La creación de Estados y paÃses
falsos -Bahrein, Omán, Qatar, los Emiratos Arabes Unidos,
Kuwait y la propia Arabia Saudita- con miras a retener el
control del petróleo y del Golfo Pérsico, fue su obra
perfecta.
Sin embargo, desde fines del siglo pasado contra la opresión
turca y desde los 30 contra el dominio de Inglaterra y
Francia, se inició el "renacimiento árabe" como proceso de
lucha por la independencia, la unidad de la nación árabe en
una sola entidad polÃtica y el florecimiento y renovación
culturales a partir de las viejas raÃces islámicas.
El renacimiento cultural se desarrolló especÃficamente en la
poesÃa y en la reflexión filosófica. Múltiples pensadores
inspirado en Ibn Arabi, el gran filósofo del Siglo XIII, se
plantearon una nueva relación entre la fe, la naturaleza y la
ciencia. Grupos literarios como el Diwam, el Apollo, el
Tammuz y poetas excepcionales como Jalil Moutran, Said Akl,
Mohamed Iqbal, propusieron inscribir la epopeya islámica en el
curso general de la humanidad creando las condiciones para un
diálogo vivo con Occidente y otras culturas. El renacimiento
árabe, que tuvo y tiene en Ahmed Ben Bella y en Khadaffi sus
dirigentes polÃticos, se enfrenta tanto a los impulsores de la
modernización occidental cuanto a los movimientos integristas,
partidarios de un Islam reaccionario, sectario y feudal.
Pretenden recuperar la concepción originaria del Islam,
abierta e integradora, que lo ha postulado como un momento
-luego de Abraham y Jesucristo- del desarrollo de la
humanidad, reconoce la vivencia de las otras creencias y se
abre a la renovación continua de la naturaleza y la sociedad.
LA TAWHHID Y EL RENACIMIENTO ARABE
La tawhhid del Islam -todo es Dios- no remite a un dios
abstracto, una idea-fetiche. Dios es un acto, existe en el
movimiento del mundo, en la perpetua totalización o
unificación de la multiplicidad de lo existente. A la manera
de las corrientes moernas del cristianismo popular, Dios es el
sentido del mundo, la perpetua transformación de la
naturaleza, la historia conflictiva y cambiante de los
pueblos. El fanatismo es contrario a las concepciones
fundamentes del Islam. No hay "guerra santa", tal como lo
comprende Occidente: la lucha fanática por extender una
creencia. Por el contrario, Dios se manifiesta en la libre
determinación de los pueblos. De allà que tampoco haya
sectarismo: muchos cristianos ocuparon cargos prominentes en
la época de oro de los califatos de Bagdad y Damasco y lo
ocupan ahora en Argelia, Libia, Siria o Irak: el actual
canciller iraquà es cristiano. Tampoco hay Iglesia: Dios no
necesita de intermediarios porque existe en el movimiento
mismo de los hombres y la vida. La clerecÃa de Irán y los
paÃses árabes es una expropiación polÃtica del islamismo
fundamental del pueblo. De allà su contenido reaccionario y
la posición dogmática del "integrismo".
Esa unidad fe-ciencia-artes-polÃtica en la perpetua renovación
del mundo, expresa muchas de las caracterÃsticas del
renacimiento árabe actual: los contenidos profundamente
populares y revolucionarios de los procesos polÃticos, una
polÃtica fundada en valores, el desarrollo de una filosofÃa y
una poesÃa proféticas. Particular importancia cobra en la
actualidad, el renacimiento de la concepción islámica de una
ciencia que no se plantea ni su autonomÃa absoluta ni el
dominio de la naturaleza, pues el hombre y la naturaleza, en
la visión islámica, están unidos en el mismo movimiento de
unificación divina, es decir de constitución de sentido.
Tales las razones de la confluencia creciente entre las
corrientes del renacimiento árabe y muchos movimientos de
Occidente tales como los ecologistas y que plantean la
apertura de un fecundo diálogo entre las culturas.
LAS DOS ESTRATEGIAS
"Estamos combatiendo contra nada", ha declarado uno de los
pilotos norteamericanos. La imagen, entre macabra y farsesca,
de cien mil toneladas de bombas disparadas desde las pantallas
de juegos electrónicos contra bunkers de cartón piedra y
aviones y misiles de plástico (una construcción holiwoodense
de los iraquÃes) es tremendamente significativa de la
dimensión cultural que está en juego en el Golfo Pérsico.
Por un lado, una concepción que funda la superioridad de
Occidente en los aparatos tecnológicos y en la cual el poder
está separado de la sociedad y la cultura, y la ciencia
divorciada de la moral y la vida; y, por otro, una dimensión
unificadora de la ciencia, el poder y la vida. Sin duda, ni
Sadam Hussein ni el ejército iraquà representan pleamente las
potencialidades creadoras del renacimiento árabe. Sin
embargo, el conflicto ha rebasado sus objetivos e intereses
iniciales y se ha transformado en una guerra popular
iraquÃ-palestina y tiende a convertirse en una guerra popular
árabe; perspectiva que la estrategia norteamericana procura
impedirla
En ese caso, los ejércitos árabes se disolverán en el pueblo,
la cultura, la naturaleza. (C-1).
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Publicado el 27/Enero/1991 | 00:00