Jersualén. 20.01.91. Las gestiones de los Estados Unidos para
evitar un ataque israelí de represalia contra Irak van contra
la política de rápida y casi siempre devastadora respuesta que
el estado judío utilizó durante su breve y violenta historia.
Desde las incursiones contra bases guerrilleras instaladas en
los países vecinos al bombardeo del cuartel general de la
Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Túnez,
el concepto de represalia ha sido empleado como disuasivo -y
en algunos casos como excusa- para intimidar a sus enemigos.
El estado de Israel ha anunciado en el pasado que un ataque
contra nuestros civiles no puede quedar sin respuesta,
advirtió el jefe del estado mayor del ejército, teniente
general Dan Shomron, a poco de producirse la operación
misilística iraquí del viernes.
La tradición de represalias comenzó luego de ataques menos
espectaculares, como las acciones de los guerrilleros
palestinos que habían perdido sus hogares durante la guerra
árabe-israelí de 1948 que siguió al establecimiento del estado hebreo.
Ariel Sharon, actual Ministro de vivienda luego de una
dilatada y polémica carrera en el campo militar, encabezó la
Unidad de Comando 101 que se especializaba en ataques de
represalia. Esa fuerza fue la encargada de vengar los ataques
guerrilleros, con represalias como la de octubre de 1953
cuando asaltó la aldea de Qibya, en Cisjordania, tras el
asesinato de una mujer y dos niños judíos.
Los palestinos denunciaron entonces que 42 viviendas fueron
dinamitadas y que 60 personas resultaron masacradas. De formas
diversas, el violento ciclo de acciones guerrilleras
palestinas y ataques punitivos israelíes ha seguido hasta
nuestros días.
Durante años, la aviación militar israelí ha incursionado
reiteradamente sobre el territorio libanés, fundamentalmente
luego de choques con guerrilleros en la zona de la frontera
septentrional del estado judío.
Esa política también adoptó características más
espectaculares. Tras el asesinato de tres turistas israelíes
en Chipre, los jets de la fuerza aérea israelí -luego de una
operación de reabastecimiento en el aire- destruyeron en
octubre de 1985 el cuartel general de la OLP en Túnez.
Israel aprovechó el frustrado intento de asesinato contra su
embajador en Londres, Shlomo Argov, para lanzar su fatídica
invasión de 1982 al Líbano -una intervención que buscaba
pulverizar a la OLP y un programa que debía culminar con la
instalación de un gobierno proisraelí en ese país.
Sin embargo, el ataque contra el embajador no fue obra de la
OLP y sirvió simplemente como excusa para poner en marcha un
proyecto que había estado madurando durante años con el
propósito de anular la creciente influencia de la OLP en el
vecino septentrional del estado judío.
A pesar de las explicaciones iniciales para la represalia,
tanto el ataque contra Túnez como la invasión al Líbano se
inscribieron más en la política que los israelíes vienen
aplicando desde hace décadas: los golpes preventivos.
Las fuerzas armadas de Israel, que son numéricamente
inferiores a los ejércitos árabes que las rodean pero que
están mejor entrenadas y equipadas, han lanzado muchos golpes preventivos.
En 1967 mientras la región se encaminaba hacia la guerra en la
que Israel se apoderó de Cisjordania y la Franja de Gaza,
logró destruir a la fuerza aérea de Egipto antes que sus
aviones lograran despegar
En 1981 los aviones israelíes destruyeron un reactor nuclear
que se construía cerca de Bagdad, por temer que Irak lo
utilizara para preparar la bomba atómica.
Tan pronto Irak lanzó el pasado invierno boreal su primera
amenaza de atacar a Israel con armas químicas, comenzaron las
especulaciones sobre un ataque preventivo israelí destinado a
eliminar los sistemas misilísticos que el presidente Saddam
Hussein debería utilizar para concretar esa acción.
Pero una vez que Irak invadió Kuwait en agosto y los Estados
Unidos tejieron una coalición internacional para forzar la
retirada de Saddam, las opciones de Israel quedaron limitadas.
Washington, ansioso de evitar fracturas en una alianza que
incluye estados árabes que se encuentran oficialmente en
guerra con Israel, no quiere que el gobierno judío siga su
política de cirugía rápida para eliminar amenazas. (REUTER)
evitar un ataque israelí de represalia contra Irak van contra
la política de rápida y casi siempre devastadora respuesta que
el estado judío utilizó durante su breve y violenta historia.
Desde las incursiones contra bases guerrilleras instaladas en
los países vecinos al bombardeo del cuartel general de la
Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Túnez,
el concepto de represalia ha sido empleado como disuasivo -y
en algunos casos como excusa- para intimidar a sus enemigos.
El estado de Israel ha anunciado en el pasado que un ataque
contra nuestros civiles no puede quedar sin respuesta,
advirtió el jefe del estado mayor del ejército, teniente
general Dan Shomron, a poco de producirse la operación
misilística iraquí del viernes.
La tradición de represalias comenzó luego de ataques menos
espectaculares, como las acciones de los guerrilleros
palestinos que habían perdido sus hogares durante la guerra
árabe-israelí de 1948 que siguió al establecimiento del estado hebreo.
Ariel Sharon, actual Ministro de vivienda luego de una
dilatada y polémica carrera en el campo militar, encabezó la
Unidad de Comando 101 que se especializaba en ataques de
represalia. Esa fuerza fue la encargada de vengar los ataques
guerrilleros, con represalias como la de octubre de 1953
cuando asaltó la aldea de Qibya, en Cisjordania, tras el
asesinato de una mujer y dos niños judíos.
Los palestinos denunciaron entonces que 42 viviendas fueron
dinamitadas y que 60 personas resultaron masacradas. De formas
diversas, el violento ciclo de acciones guerrilleras
palestinas y ataques punitivos israelíes ha seguido hasta
nuestros días.
Durante años, la aviación militar israelí ha incursionado
reiteradamente sobre el territorio libanés, fundamentalmente
luego de choques con guerrilleros en la zona de la frontera
septentrional del estado judío.
Esa política también adoptó características más
espectaculares. Tras el asesinato de tres turistas israelíes
en Chipre, los jets de la fuerza aérea israelí -luego de una
operación de reabastecimiento en el aire- destruyeron en
octubre de 1985 el cuartel general de la OLP en Túnez.
Israel aprovechó el frustrado intento de asesinato contra su
embajador en Londres, Shlomo Argov, para lanzar su fatídica
invasión de 1982 al Líbano -una intervención que buscaba
pulverizar a la OLP y un programa que debía culminar con la
instalación de un gobierno proisraelí en ese país.
Sin embargo, el ataque contra el embajador no fue obra de la
OLP y sirvió simplemente como excusa para poner en marcha un
proyecto que había estado madurando durante años con el
propósito de anular la creciente influencia de la OLP en el
vecino septentrional del estado judío.
A pesar de las explicaciones iniciales para la represalia,
tanto el ataque contra Túnez como la invasión al Líbano se
inscribieron más en la política que los israelíes vienen
aplicando desde hace décadas: los golpes preventivos.
Las fuerzas armadas de Israel, que son numéricamente
inferiores a los ejércitos árabes que las rodean pero que
están mejor entrenadas y equipadas, han lanzado muchos golpes preventivos.
En 1967 mientras la región se encaminaba hacia la guerra en la
que Israel se apoderó de Cisjordania y la Franja de Gaza,
logró destruir a la fuerza aérea de Egipto antes que sus
aviones lograran despegar
En 1981 los aviones israelíes destruyeron un reactor nuclear
que se construía cerca de Bagdad, por temer que Irak lo
utilizara para preparar la bomba atómica.
Tan pronto Irak lanzó el pasado invierno boreal su primera
amenaza de atacar a Israel con armas químicas, comenzaron las
especulaciones sobre un ataque preventivo israelí destinado a
eliminar los sistemas misilísticos que el presidente Saddam
Hussein debería utilizar para concretar esa acción.
Pero una vez que Irak invadió Kuwait en agosto y los Estados
Unidos tejieron una coalición internacional para forzar la
retirada de Saddam, las opciones de Israel quedaron limitadas.
Washington, ansioso de evitar fracturas en una alianza que
incluye estados árabes que se encuentran oficialmente en
guerra con Israel, no quiere que el gobierno judío siga su
política de cirugía rápida para eliminar amenazas. (REUTER)
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