LOS ESPIRITUS DE ALEMANIA, por Jorge Ortiz GarcÃa
Quito. 02.10.90. (Opinión). Alemania vuelve, formalmente, a
ser una sola: la división en dos estados -cruelmente expresada
en el muro que dividÃa Berlin- llega a su fin inexorable, como
consecuencia obvia del derrumbe del socialismo en Europa y de
la terminación de la guerra frÃa. Pero, más allá de la
concluida división polÃtica, parece subsistir otra división,
más profunda y terrible, en dos espÃritus: un espÃritu
arrogante y agresivo, militarista e imperial, que desató
guerras y provocó holocausto, y otro espÃritu humanista y
eficiente, democrático y tolerante, que alcanzó altas cumbres
en la filosofÃa, las ciencias y las artes. Dos espÃritus
distintos y contradictorios. ¿Cuál prevalecerá en la nueva
Alemania unida?
Es claro, ante todo, que al pueblo alemán le han sido negados
los términos medios. Es una nación de cimas y precipicios.
Su talento, laboriosidad y disciplina tienen muy pocos
parangones. Pero, simultáneamente, su extraordinaria
capacidad para pensar y para obrar lo ha llevado, más de una
vez, a dramáticos desenlaces. Cuando predominó el un
espÃritu, prepotente y expansionista, Alemania fue Prusia,
Bismarck, Wagner, Hegel, Nietzsche y Adolf Hitler. Cuando
predominó el otro espÃritu, pacÃfico y creativo, Alemania fue
Kant, Goethe, Bach, Brahams, Brandt y Konrad Adenauer. El un
espÃritu asoló Europa. El otro espÃritu deslumbró al mundo.
El 18 de enero de 1871, en el palacio de Versalles, el rey
Guillermo de Prusia fue proclamado kaiser del Imperio Alemán.
Su canciller, Otto von Bismarck, impuso a sangre y fuego la
unidad alemana. Eran años de espÃritu guerrero, que se
manifestó a plenitud en agosto de 1914, cuando, tras el
asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo,
heredero del trono austro-húngaro, Alemania declaró la guerra
a Francia y Rusia. La primera guerra mundial habÃa comenzado.
En cuatro años, con diez millones de muertos, Alemania fue
derrotada. Pero la joven y democrática República de Weimar,
nacida en 1918, apenas sobrevivió poco más de una década: en
enero de 1933 Hitler llegó al poder y 80 meses después
Alemania atacó Polonia. La segunda guerra mundial habÃa
empezado.
Los años del espÃritu humanista empezaron en 1945: el 30 de
abril se suicidó Hitler, pocos dÃas después capituló la
Alemania nazi y en 1949 fue creada la República Federal de
Alemania con el demócrata cristiano Konrad Adenauer como jefe
de gobierno. Las energÃas alemanas, antes canalizadas hacia
la guerra, empezaron entonces a dirigirse hacia la
reconstrucción. Y allà el genio alemán renació en todo su
esplendor: en pocos años, confiando en las fuerzas del mercado
y en el esfuerzo de su pueblo, Alemania pasó de paÃs devastado
a nación de vanguardia. El "milagro" económico habÃa
ocurrido. Y hoy, junto al otro gran vencido de la segunda
guerra, el Japón, Alemania es una potencia económica, que
llega a la reunificación más poderosa que nunca.
¿Cuál de los dos espÃritus prevalecerá en la nueva Alemania
unida? No faltan, desde luego, motivos para la inquietud,
nacidos en una historia de guerras y holocaustos. Pero, tras
cuarenta años de democracia, en que la pasión alemana por la
excelencia ha sido canalizada hacia la economÃa, la ciencia y
el arte, es dable pensar que la Alemania del espÃritu
arrogante e imperial fue enterrada con Hitler en el bunker de
BerlÃn. La Prusia militar y guerrera ya ni siquiera es parte
de Alemania, sino de Polonia.
La Alemania de hoy es la del espÃritu humanista y tolerante,
que derrumbó el muro de BerlÃn sin disparar un tiro, con la
sola fuerza de su economÃa vigorosa y de su democracia
ejemplar. Ese es, previsiblemente, el espÃritu que
prevalecerá en la nueva etapa. Es claro, en todo caso, que,
tras la reunificación, ni Alemania, ni Europa, ni el mundo
volverán a ser lo que eran antes. (A-4).