Quito. 28.10.9O. Quizá por el hecho de haber evolucionado a
imagen y semejanza del ser humano los simios han sido motivo
de interés, domesticación y experimentación por parte de un
curioso hermano mayor, el Homo sapiens, quien, aprovechándose
de la capacidad de su cerebro, vive y reina el planeta, aunque
ignorando los daños que la "inteligencia" causa a la biota.
Este antropoide de las ciudades modernas, el hombre, no es
sino un miembro más del antiguo linaje de los primates.
Los primates constituyen una de las ramas zoológicas más
interesantes de la naturaleza y posiblemente una de las mejor
conocidas por los científicos. Más de doscientas especies de
sorprendentes animales han sido agrupadas en este orden.No
solo son primates los monos del Viejo y del Nuevo Mundo como
los gorilas, chimpancés y orangutanes afroasiáticos (simios),
o los titís, marmosetas y aulladores de América del Sur (monos
verdaderos), sino también algunos animales con ellos. Los
tupaidos, los daubentónidos e índridos de Asia, India, Borneo
y Filipinas hace milenios tuvieron antecesores comunes con los
simios y monos modernos. Sin embargo, hoy en día, apenas
conservan unos pocos rasgos de los primates
preshistóricos.
Dentro del orden primates se reconocen dos grupos: los
prosimios que viven en el este de Asia tropical, el
Archipiélago Malayo, Africa y Madagascar, y los antropoides
(simios y monos verdaderos) mucho más familiares para el
ciudadanos de las grandes urbes, y que se encuentran en los
bosques tropicales de Asia, Africa y Sudamérica.
Una anatomía particular
Los prosimios y los antropoides tienen diferencias anatómicas
marcadas. Tupaidos, lemures, índridos y lorísidos, por
ejemplo, guardan características arcaicas que permiten
distinguirlos como primates: poseen los hemisferios cerebrales
bien desarrollados, por tanto una inteligencia superior a la
de los demás animales; generalmente están provistos como cinco
dedos en sus manos y pies, aunque en ocasiones los tienen
transformados o reducidos en tamaño y número. Casi siempre
las estrías epidérmicas están presentes en las palmas y
plantas de los miembros, formando las huellas digitales.
Los simios verdaderos se caracterizan por su corpulencia, que
en el caso del gorila de montaña es impresionante. Los machos
adultos suelen presentar la espalda de color gris-plateado,
como signo de su madurez, y llegan a pesar más de 200
kilogramos. Este peso contrasta con apenas 150 gramos que una
marmoseta pigmea de América del Sur alcanza cuando cumple la
madurez reproductiva.
A simple vista, los simios difieren de los monos de Sudamérica
por carecer de cola y presentar una configuración distinta en
el rostro. La cola de los monos araña o de los aulladores
está transformada en un apéndice fuerte y prensil que permite
a los animales sujetarse a la vegetación.
Acrobacia en la selvaComo "acróbatas de la selva" fueron
calificados los monos sudamericanos por el desaparecido
naturalista español Félix Rodríguez de la Fuente. Para este
investigador los primates del Neotrópico eran la vida misma,
el corazón palpitante del bosque. Solía hablar de ellos como
"...los polícromos y alegres funámbulos a quienes casi nadie
ve pero cuya jocunda presencia intuye todo aquel que se
adentra en la selva".
Los primates agonizan
En la actualidad, los primates del mundo afrontan complicados
problemas de supervivencia. Sobre ellos existe una fuerte
presión de cacería que se ha generalizado en el mundo entero.
Sus hábitats se reducen cada día y a muchas especies se ha
confinado a jaulas y encierros que guardan poca similitud con
los ambientes silvestres originales. Los agónicos primates
del siglo veinte han sido condenados a muerte por miembros de
la misma sangre. El "evolucionado" Homo economicus ha dictado
sentencia en contra de su propio linaje, motivado por un
equivocado afán de dominio sobre la naturaleza.
Tal vez muy pronto el bosque se quede sin acróbatas. Solo
entonces el ser humano extrañará a los funámbulos de la selva
que solían volar entre las ramas de los árboles. (C-8)