LA BIODIVERSIDAD DE LA SABANA AFRICANA, Por Fernando Ortiz
Crespo
QUITO. 01.09.91. Por cuatro mil kilómetros, desde el interior
de Africa del Sur hasta el borde del Sahara somalÃ, se
extiende un mundo herbáceo donde aún queda la mayor
concentración de vida animal del planeta: la sabana africana,
poblada por gigantes como elefantes, rinocerontes e
hipopótamos, por enanos como dik-diks, damanes y musarañas, y
por un bestiario de tamaño intermedio casi tan vasto como
pueda uno imaginar.
Esta diversidad de animales habita un ecosistema más bien
simple: ondulantes praderas tropicales y subtropicales
salpicadas por bosques pequeños, regada por rÃos a intervalos,
y limitada al oeste por el "rift" con su cadena de lagos y por
el este por las pendientes costeras del litoral que da al
Océano Indico.
El ParaÃso Terrenal
Cuando los primeros exploradores blancos penetraron el
interior del continente africano, no hace doscientos años,
vinieron ante sus ojos una imagen no muy distinta a la del
mÃtico ParaÃso Terrenal. Hasta donde llegaba la vista, manadas
de ñúes, cebras, antÃlopes y búfalos pastaban plácidamente la
hierba suculenta, mientras tropas de elefantes pausadamente
medÃan con peculiar cadencia la llanura.
El ser humano parecÃa un organismo cuasi extraño en este Edén,
y sus números estaban limitados a los de primitivos pastores
nómadas que se contentaban con poseer pequeños rebaños de
vacas y ovejas, y a hordas de cazadores de elefantes que
abastecÃan de colmillos a los mercaderes árabes establecidos
en ZanzÃbar y Mombasa.
La temida Enfermedad del Sueño era el guardián del corazón de
Africa: ni hombres ni ganados podÃan violar el visible cerco
tendido por un insecto: la mosca tse-tse, vector implacable de
esta dolencia sin cura.
Y sin embargo el hombre no era un recién llegado a la sabana.
Durante lo menos 4 millones de años un proceso evolutivo
relacionado con la aparición de este ecosistema de praderas, a
expensas de bosques que vivieron en épocas más húmedas, fue
conformado el linaje humano.
La impresión del Edén de los primeros europeos no resultaba
muy alejada de la realidad, pues los Adanes y Evas que dieron
origen a toda la humanidad aparecieron precisamente en lo que
hoy es el sur de EtiopÃa y el norte de Kenya, como lo
comprueban los restos fósiles de homÃnidos que se han
encontrado, los más antiguos que se conocen.
Dominar la sabanaJunto con la emergencia de Homo sapiens dos
grupos de herbÃvoros se volvieron dominantes en la sabana: los
elefantes y los ungulados (o animales con pezuñas). Una
especie de elefante sobrevivió en Africa de las dos que el
hombre moderno llegó a ver vivas, mientras que de los
ungulados quedaron unas pocas especies con dedos impares
(perisodáctilos) frente a cientos de especies de
artiodáctilos, o sea ungulados paridigitados, cuyo éxito
evolutivo probablemente se debe a que muchos son rumiantes.
Nada menos que 37 % de las especies de ungulados conocidas
corresponden a los antÃlopes africanos.
Todos estos herbÃvoros se reparten las plantas muy
refinadamente: unos, como los elefantes, los rinocerontes y
las jirafas,ramonean, es decir, arrancan y comen ramas y hojas
de arbustos y árboles. Una claveOtros, los más, entre los que
se cuentan las cebras, búfalos, antÃlopes, ñúes y gacelas, se
inclinan hasta el suelo y cortan la hierba con sus dientes,
pero mientras unos la podan al ras, otros buscan los tallos
altos, otros los brotes más tiernos, etc.
En fin, otros como los cerdos verrugosos, hozan, es decir que
mastican las partes subterráneas de las plantas. Aquà radica
la clave de la coexistencia de los herbÃvoros, pues cada
especie ha desarrollado una manera propia de aprovechar una
parte de un sólo recurso: la hierba amarilla de la
sabana.
Además de estos herbÃvoros principales, una pléyade de otros
animales comparten la producción vegetal de este vasto
habitat. Entre ellos están los babuinos o cinocéfalos y otras
especies de monos, los damanes, los antÃlopes menores como
dik-diks y duikers, los francolines y gallinas de Guinea,
etc., etc.
Es curioso notar que, en los antÃlopes, mientras más grande es
la talla promedio de una especie, mayor es su tendencia a
agruparse, de modo que la mayorÃa de los antÃlopes pequeños
son solitarios o andan en parejas mientras que ñúes, topis,
eland y hartebeest forman "macromanadas" que pueden llegar a
tener decenas de miles de individuos.
Los herbÃvoros, grandes y chinos, son los que proveen de
alimento a los carnÃvoros. Leones, leopardos, guepardos,
hienas, perros salvajes, chacales, águilas, halcones no
tendrÃan lugar en la sabana si sus presas no convirtieron la
hierba en carne que comer.
Asimismo, los pastores Masai, cuyo número de más de un millón
puebla el interior de Kenya y Tanzania, no podrÃan sobrevivir
a no ser por sus ecuálidas vacas, que les proveen cada dÃa de
leche y sangre. Esta relación de depredador a presa añade un
toque de dramatismo y fascinación a la sabana, onde, desde
siempre, los herbÃvoros deben estar vigilantes y los
carnÃvoros al asecho y ocultándose, listos a dar el zarpazo a
la dentellada que les significará un dÃa más de persistir
sobre la faz de la tierra.
Muy pocos herbÃvoros se han vuelto inmunes al peligro de ser
devorados. Los elefantes saltan a la vista, y quizás también
las altas jirafas y los blindados rinocerontes, cuyo tamaño y
fuerza los hace inaccesibles a predadores tan ágiles y
decididos como las manadas de leones. Pero todos los demás,
cientos de especies en total, deben temer cada minuto por sus
vidas.
Cada viaje al charco por agua, cada pausa en el camino, cada
descuido significa un riesgo para la cebra, para el ñú, y ésto
lo sabe el león, lo conoce el leopardo, lo intuye la hiena.
Los depredadores saben que la noche es su aliada, y casi todos
se animan al anochecer. Y en medio del paisaje sublime de un
atardecer africano, con la silueta del Klimanjaro sobre el ojo
de agua de Amboseli, los potentes rugidos de los leones no
permiten que nos olvidemos que sobrevivir es el resultado
matemático de la simple sustracción entre la vida y la muerte,
una ecuación donde los términos -para nosotros como para de
las cebras- se van equiparando con el tiempo.
en
Explored
Ciudad N/D
Publicado el 01/Septiembre/1991 | 00:00